domingo, 20 de marzo de 2011

Como continuar en el mundo del cine sin que te coman los leones


Años sesenta en Madrid. En los Estudios C.E.A. rodaban dos películas de romanos al tiempo: “Los últimos días de Pompeya” y “Goliat contra los gigantes” [1]. Las dos eran de la misma productora de cine italiana, la cual, y para ahorrar dinero en decorados [2], había planificado su rodaje juntas.

Yo estaba en ambas, haciendo un poco de intérprete, otro poco de auxiliar de montaje. El montador se llamaba Eraldo da Roma y vino a Madrid con su equipo de trabajo habitual: dos ayudantes de primera, una auxiliar y luego, servidora. Todas éramos chicas y teníamos muy buen rollo entre nosotras. El jefe casi nunca estaba en montaje, hay que entender que cuando uno es importante y estás de exteriores en otros países, lo mejor que puedes hacer es largarte por ahí a ver mundo, el trabajo fuerte ya se hará a la vuelta a casa.

Nosotras también hacíamos turismo siempre que podíamos, yo las llevaba a conocer Madrid, nuestra gastronomía, etc. Por cierto, siempre he pensado que podía tener como segundo trabajo el de guía turístico, pues he actuado mucho de “guia” a lo largo de tantas películas con extranjeros que hice. A pesar de estas escapadas, nosotras, sí trabajábamos. Yo me ocupaba de las relaciones con el laboratorio (por el idioma), y entre todas, de tener siempre el rodaje del día anterior sincronizado con su sonido, para que a diario el equipo de rodaje viera en la sala de proyección lo que se iba haciendo, y también preparábamos las secuencias cuando ya estaban completas para que Eraldo (si le venía bien), las fuera montando.


Era verano, y aquel día estábamos tan tranquilas dando vueltas a los rollos de película unas, y otras sincronizando en la moviola o marcando el sonido (Eraldo no se encontraba allí). Y de pronto, llega mi padre desemblantado (él tenía su estudio de dibujo justo en el piso de arriba de nosotras). Los ojos se le salían de las orbitas (cosa habitual en él cuando había problemas), “ ¡Cerrar, cerrar y atrancar la puerta! ¡También las ventanas! ¡Bajar las persianas y no os mováis ni abráis a nadie pase lo que pase! ¡Se han escapado los leones del plató y no sabemos por donde andan!”

Y se fue por donde había venido dejándonos atónitas, de entonces, pero que hoy sin duda diríamos “acojonadas”.

Pusimos los muebles que teníamos a mano contra la puerta, también la moviola, cerramos persianas, y dejamos un resquicio entre tabla y tabla para poder ver lo que pasaba en el jardín, pues nuestro montaje daba directamente a la piscina del estudio. Allí, y subidas en las mesas de montaje, teníamos una buena panorámica de lo que pasaba.

Y ¿qué pasaba?: Pues el jardín que siempre estaba lleno de romanos, gladiadores y técnicos que iban de un lado a otro, o que se detenían a charlar, o lo que fuere, ¡estaba vacío!. No pasaba ni una mosca, solo los tensos minutos.

Llamaron a la puerta, era la secretaria de rodaje, abrimos, venía llorando. Volvemos a atrancar la puerta y a nuestro observatorio, ahora ya hay a ambos lados de la piscina dos guardias civiles con metralletas cortas, no sé si pensaban cazar o lanzarse a la piscina. Solo ellos, ni un alma más.

La secretaria, según se va calmando nos cuenta como los leones habían atacado al domador cuando estaban preparados para rodar. Los animalitos (5 ó 6), no habían reconocido al gladiador, pues era la primera vez que veían a su amo vestido de esa guisa, y pensaron que era la hora del bocadillo...


Pero había un héroe, “El pajarito”. Así le llamaba todo el mundo, a saber porqué...

Esta es la secuencia de los hechos:

El domador con casco y toda la parafernalia propia, espera que entren los leones en donde debe pelear con ellos. Se ha construido un recinto circular aislado dentro del plató, los animales vienen de sus jaulas a través de otras en forma de tubo que se ensamblan entre si. Hay una compuerta que se abre manualmente para darles paso al sitio de rodaje. Todo el mundo está en su puesto de trabajo, todos en pasarelas construidas por encima del recinto circular. Cámaras, dirección,... todos arriba, y mas arriba todavía, los eléctricos con sus focos preparados en su lugar de siempre, en los pasillos mas altos del plató.

Actualmente calle de Emilio Vargas. Puerta de mercancías por donde salieron los leones a Ciudad Lineal.

El ayudante del domador abre la compuerta. Es una prueba, entran los leones, las luces los despistan momentáneamente, ven al gladiador “¿Que es esto?”, se preguntan. No reconocen su olor tapado por el maquillaje que cubre su cuerpo. Uno de ellos da el primer zarpazo, brota la sangre, el olor despierta sus instintos, y los demás atacan. El domador trata de hacerse con ellos, pero es imposible. Desde arriba, el equipo de rodaje se queda en fotograma congelado por el horror. Mas arriba en la pasarela de los eléctricos alguien reacciona, es nuestro héroe “El pajarito”. Él coge una soga de las que utilizan para subir y bajar los pesados focos, hace un nudo corredizo, y como en los rodeos se la lanza al gladiador, este tiene la serenidad de pasar el anillo alrededor de su cintura y tres de los eléctricos tiran de él. Mientras lo suben, los leones siguen desgarrando al hombre y le amputan un brazo.


A partir de aquí ...el caos esta servido. Los leones fuerzan la puerta de entrada y escapan perdiéndose en la inmensidad de los Estudios C.E.A. Dos o tres de ellos encuentran una salida que da a la calle. Es una zona que se utiliza para entrada y salida de camiones con decorados o atrezo, y de carga y descarga. En la puerta siempre hay un guarda que es quien autoriza las entradas y salidas. Como hace calor y ya está anocheciendo en lugar de estar en su garita, lee el periódico abajo, justo en la puerta de salida. Los leones pasan por su lado, él ni los mira, piensa que son unos perros grandes y no se inmuta. Ellos salen a Ciudad Lineal y se pierden por los alrededores. La guardia civil cuando los encuentra los mata a tiros. A los que han quedado dentro del estudio, no se como consiguen devolverlos a las jaulas. Mas tarde los regalaron a la entonces “Casa de fieras” de El Retiro de Madrid. Los leones que han probado carne humana quedan inservibles para trabajar con nosotros.

En el jardín del estudio empieza a haber movimiento, al primero que veo desde mi atalaya es al director del estudio Lucas de la Peña, lleva una pequeña pistola en la mano, que seguro es de la Guerra de Secesión y no vale para nada, pero mi padrino se siente protegido con ese trasto. Mas tarde veo a mi padre y ...salgo del montaje. Estoy como loca por recabar información. El grito que me da papá cuando me ve, me para en seco, y me libro del tortazo, de puro milagro... (en aquel entonces los padres no se andaban con tonterías). Me manda a encerrar de nuevo pues no se sabe exactamente si todo está bajo control. Al cabo de algunas horas todo ha terminado.

En ese día que se está acabando, todos, todos, hemos vivido una película dentro de otra. No he visto a los leones pasear por el jardín, lo cual me decepciona bastante y me prometo a mi misma ir algún día a África para correr aventuras y ver animales al aire libre, que es donde deben estar. Y¡ Por Dios que lo he conseguido!. Pero eso... es otra historia.


Marissa, Assunta, Marcela y Mª Luisa.
-.-.-

Autora: Maria Luisa Pino

En este artículo han colaborado:  Ángel Caldito, José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

Notas:
1 En los años 60, las películas de romanos y griegos, forman un género conocido internacionalmente como Peplum.
2 Los cambiaban un poco y servían para cualquiera de ellas.

Fuentes utilizadas:
Archivo personal de María Luisa Pino
Semanario Blanco y Negro de fecha 05 noviembre 1960.

Para saber más:
Fragmento de la película Los últimos días de Pompeya.

domingo, 13 de marzo de 2011

El barrio de la Concepción – Madrid

Vamos a intentar plasmar lo que este barrio dio a Madrid, y Madrid al barrio. Un barrio eminentemente cinematográfico, desde la década de los cincuenta del siglo pasado; ligado a la Plaza de Toros de las Ventas; salida de la carretera de la Junquera, cuya frontera evocaba una libertaria Francia; barrio difuso en el tiempo y en el espacio; y que intentaremos describir más visualmente que en palabras.


Nos remontamos a mediados del siglo XIX para ver donde nació el barrio de la Concepción.

Recorte de prensa del año 1857.

Justamente en el cruce del camino de la Cuerda con la carretera de Aragón o la Junquera, actual calle Alcalá, se empezó a construir la Colonia Agrícola la Purísima Concepción. Sus promotores fueron Sebastián Castellanos, Tomás Corral, Luis Pérez y Manuel Heredia.


Estas colonias, o cooperativas, agrícolas fueron el antecedente de las Cooperativas de Casas Baratas, que estuvieron muy de moda durante finales del siglo XIX y principios del XX para dar solución al gran problema de la vivienda en Madrid.

Detalle del plano anterior de 1875 del Instituto Geográfico Nacional.

El camino de la Cuerda era una especie de M-30, M-40, M....... se trataba de un camino que evitaba la entrada a Madrid de los transportes que llevaban mercaderías a otros lugares y no tenían la necesidad de entrar a Madrid y pagar un peaje por ello.

Mencionaremos que el camino de la Cuerda pasaba por pueblos limítrofes a la capital en aquel entonces, como Chamartín, Hortaleza, Canillas, Vicálvaro,..... y en todos ellos se encontraban posada, donde descansaban los arrieros y sus tiros en las debidas condiciones, y con precios infinitamente más módicos que en la capital del Estado.

Recorte fechado en 1862.

Otro hecho destacable del camino de la Cuerda, según me hizo ver hace poco un vecino del barrio de Portugalete, era ser Cañada Real y el lugar por donde el Canal de Isabel II transcurre uno de los principales ramales de agua para el abastecimiento de agua de Madrid. Todo esto queda confirmado viendo los mapas de altitud, pues justamente por donde pasaba el camino de la Cuerda era la cúspide entre la vertiente del Arroyo Abroñigal (Manzanares) y la del río Jarama.

Foto del Camino de la Cuerda (calle Misterios), esquina a Fernández Caro.

Es más, nuestro querido y no siempre bien ponderado don Arturo Soria, construyó la Ciudad Lineal siguiendo el camino de la Cuerda, como podemos ver en el siguiente plano.


En definitiva, el primer emplazamiento del barrio de la Concepción estaba en el actual cruce de la calle Misterios (camino de la Cuerda) con la actual calle Alcalá, antiguo kilómetro cinco de la carretera de Aragón, exactamente a dos kilómetros del arroyo Abroñigal (Las Ventas), dependiente del Ayuntamiento de Canillas.


Para refrendar todo lo dicho hasta ahora sobre el camino de la Cuerda, añadimos una foto de la Venta del Gato que se encontraba en la esquina de la calle Misterios (camino de la Cuerda).

Nuestra sensación es la misma que la de ustedes, ¿cómo hablamos del barrio de la Concepción en el actual Pueblo Nuevo?..... Ya dijimos al iniciar esta entrada que era un tema difuso en el espacio.

En 1860 ya aparecen referencias al “Pueblo Nuevo de la Concepción”, y con el pasar de los años se fue imponiendo Pueblo Nuevo, hasta ser casi esta la única denominación hacia 1925.

Anuncio en la prensa en Marzo de 1870, donde vemos ambas denominaciones.

El primigenio barrio de la Concepción estaba enclavado en la intersección de los municipios de Canillas, Canillejas y Vicálvaro, y fue uno de los principales núcleos de vivienda para los obreros de Madrid capital. A diferencia de lo que pasaba más abajo, junto al puente de las Ventas, aquí se respetó un cierto criterio urbano, reafirmado y mantenido posteriormente por la Ciudad Lineal. Es más, el Ayuntamiento de Canillas trasladó su sede a la carretera de Aragón en el barrio.


En el plano anterior de Facundo Cañadas de 1900, podemos ver como la Posesión de Quintana, que con sus 200 fanegas de terreno ya era citada por la prensa en 1868, se interponía entre el Barrio de la Concepción y el Barrio del Puente de Ventas en la carretera de Aragón. También destaca la cantidad de construcciones al lado oriental del arroyo Abroñigal y la concentración de viviendas en la desembocadura del arroyo Calero, esto debido sin ninguna duda a ser mucho más barato el lado de Canillas que el de Madrid capital.


En el plano parcelario que precede, fechado en 1929, ya vemos que el barrio se denomina como en la actualidad, Pueblo Nuevo.

Durante los años de la República y la Guerra Civil Española la zona fue eminentemente de izquierdas, siendo el lugar donde instalaron las agrupaciones unificadas de los partidos para los municipios de Canillejas, Canillas y Vicálvaro.

Cruce de Arturo Soria con la carretera de Aragón. Al fondo podemos ver la Cruz. Años cuarenta.

La zona siguió atrayendo a la inmigración, acogiendo a la misma en infraviviendas y con una falta total de servicios, acrecentado todo ello por una dura postguerra. Quedó justo en el margen de la Villa, pendiente de la ligazón a la capital hasta 1949 en que todos los pueblos limítrofes se unieron a la gran urbe (en 1945 se levantaron algunos bloques aislados en Quintana). Desde ese momento en la zona empezaron a edificarse las primeras urbanizaciones, viviendas masivas que tan necesario era para la población.

En los aledaños de la futura calle Alcalá (todavía en aquellos días carretera de Aragón), se concedieron licencias para la edificación de grandes torres, como los bloques de la calle Virgen del Rosario (1955-59), o las hoy castizas torres de la calle Elfo en el barrio de Quintana, o vivienda social como las del Poblado Calero.


Viviendas Virgen del Sagrario, fotografía y plano.

Bloques de Quintana (Año 1955, un nuevo aire para la época).

Pero el gran hito se produce en 1953 (aunque los planos se remontan al 1947), cuando de la mano de don José Banús Masdeu, se pone a la venta el híbrido entre ciudad dormitorio y equipamiento social básico, algo novedoso en aquellos años.



El barrio de la Concepción (propiamente dicho), se ubica sobre el antiguo trazado del arroyo Calero.



Está enmarcado en el polígono formado por las calles Virgen de la Novena, Virgen del Val, Virgen de Nuria y Virgen del Portillo.


Las tres mil viviendas contaban con servicios, colegios, y algo novedoso para la época, un parque.......



y un polideportivo, aunque este último tardó algunos años en hacerse.

Construcción del Polideportivo y Colegio de La Concepción - 1960 – Foto de Cristina Gómez Montañez – Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid.

A finales de 1956 se anunciaba la venta de las últimas viviendas de esta primera fase.


La ampliación del Barrio de la Concepción.
Es en mayo de 1958 cuando se anuncia la ampliación del Barrio de la Concepción.


La ampliación se asienta entre el Barrio de la Concepción y el curso del Arroyo Abroñigal, anterio M-30 y actual calle 30, sobre el extinto Barrio de la Bomba y parte del antiguo Barrio San Pascual.




Sobre una planta de un triángulo rectángulo cuyo cateto base discurría paralelo al Arroyo Abroñigal, se construyeron 9 grandes bloques. No se construyó el último bloque previsto en el proyecto que era el más pequeño y el que estaba más cercano a Las Ventas, ocupando su lugar el antiguo mercado de Ventas. El segundo bloque más pequeño se dividió en dos, habiéndose construido la unión de ambos en el año 2003 (números 3, 5 y 7 de la calle Virgen del Puig).



Se trata de unas 5.000 viviendas, teniendo todos los bloques locales comerciales en sus bajos, con lo que se intentaba conseguir el concepto de ciudad autónoma, donde no hacía falta salir a comprar a otros barrios, y lo que es más importante, se podía ir a pie. Esto se logró y ha dado al barrio un ambiente muy cosmopolita.



Es el inmueble más poblado de España y debido a la particular forma de su construcción, una vivienda tras otra, es llamado popularmente “Las Colmenas”.


Rodaje del corto El día de los Muertos, de Joaquín Jorda.

Uno de los problemas más importantes fue la comunicación con la capital. La compañía de José Banús puso en funcionamiento su propia línea de autobuses.


Así mismo se construyó sobre el desnivel del Arroyo Abroñigal el Puente Calero, arteria principal de comunicación con Madrid.


Sobre él pasaba el tranvía que comunicaba Las Ventas con la Ciudad Lineal y el barrio de San Blas.


Un tranvía bajando por José del Hierro a la altura de la Colonia San Vicente.

Pero la mayor revolución fue la construcción de la M-30, llamada avenida de la Paz en este tramo, a principio de los años setenta.


Proyecto de construcción de la M-30, renombrada calle 30.



Tuvo que ser derribado el puente Calero y levantado de nuevo para adaptarse al trazado de la M-30.



Es sin duda una de las urbanizaciones más conocidas de España, en parte por pasar la M-30 junto a ella, pero también por haber sido elegida por muchos directores de cine para rodar sus películas.


Dos fotogramas de la película “Que he hecho yo para merecer esto”, de Pedro Almodóvar. Año 1984.
-.-.-

Autor: Ricardo Márquez
En este artículo ha colaborado: José Manuel Seseña.

Fuentes utilizadas:
Biblioteca Nacional de España
Hemeroteca ABC
Ventas-Ciudad Lineal en el Recuerdo
Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid
Guía de la periferia de COAM (Colegio Arquitectos de Madrid)
Coleccionable de Madrid Espasa Calpe, año 1979
Fondo Santos Yubero, Archivo Comunidad de Madrid
Planos del IGN (Instituto Geográfico Nacional)
Bibliotecas Ayuntamiento de Madrid
Juanjo de Urbanity
Revista Triunfo