Recuerdos de un vecino del Cerro de la Cabaña
Que sensación nos produce cuando escuchamos la palabra “recuerdos”, sencillamente que nos transportamos al pasado. Todos tenemos un pasado, una etapa de nuestra vida que es imposible de revivir tal cual pasó, principalmente por la edad, podríamos echar mano de los recuerdos, e intentar imitar lo vivido, pero nunca como acontecieron los hechos, en los mismos lugares, en las mismas condiciones.
Tenemos sin embargo un archivo llamado cerebro, en donde se han quedado almacenados uno por uno, todos los años vividos, dependiendo de las facultades mentales de cada persona, somos mas o menos capaces de recordar esas etapas de la vida.
Precisamente en este relato trato de recordar una etapa de mi vida, una ilusión de juventud que duró poco, justamente el tiempo que me marqué, fue corto, pero apasionante.
Corría el año 1964, cuando me aficioné al deporte del boxeo, creo que no me perdía ninguna velada: Palacio de los Deportes, Plaza de las Ventas, Circo Price, Campo del Gas, Cine Salamanca; en fin, allá donde se celebrara algún combate procuraba estar. En mas de una ocasión me tocaba venir andando hasta casa por la falta de transporte público, dada la hora que terminaban las veladas.
Ni que decir tiene que en esa época, se disfrutaba en España de gran afición al boxeo, teníamos grandes campeones: Galiana, Folledo, Sombrita, los hermanos Bisbal, Kid Tano, Durán, Legrá, Carrasco, Velázquez, Calvo, Ben Alí, Urtain,... así podría seguir hasta 100; y grandes preparadores (antiguos boxeadores): Pampito Rodríguez, Kit Tunero, Segundo Bartos, Hermanos Orozco, Casanova,.... Era en el gimnasio del Palacio de los Deportes donde se concentraban la mayoría de estos preparadores y boxeadores, siendo también famosos el gimnasio de la Ferroviaria, en la calle Amor de Dios, y el del Rayo Vallecano.
La noche de mi debut.
Una época gloriosa la de los años 60 – 70 en España, contábamos con grandes campeones, que además nos deleitaban con grandes veladas, poniendo en juego los campeonatos de Europa o del Mundo; por nombrar algunos, los combates celebrados entre Pedro Carrasco y Miguel Velázquez, el de Luis Folledo y Laszlo Papp, el de José Legrá y Winstone, o Urtain y Weiland, y así podríamos seguir.
Ya en los años 80 empezó la decadencia del boxeo profesional, quizá la causa fuera la falta de profesionales, y el poco seguimiento entre los aficionados, por lo tanto, el no poder montar veladas que tuvieran el atractivo suficiente para atraer al publico.
Sería por el año 1966, cuando me entró esa especie de gusanillo que suele entrar cuando acudes con frecuencia a ver veladas de boxeo. Cierto día en una de esas veladas boxísticas, me dije, tengo que sentir la sensación de estar ahí arriba, y dicho y hecho, me personé en el gimnasio del Palacio de los Deportes, me saqué la licencia, y me puse a las órdenes del equipo de Segundo Bartos.
Folledo y su preparador Bartos. Fuente: Club Deportivo de Bilbao
Tengo que confesar que mi ídolo fue Luis Folledo, quizá por eso entré a entrenar con su mismo preparador, aunque Segundo Bartos no se dedicaba personalmente a los aficionados, tenia otros segundos que le ayudaban. Luis Folledo fue un “CAMPEON SIN CORONA” 9 veces campeón de España del peso welter, y 6 veces del peso medio. Tuvo la mala fortuna de encontrarse en su carrera por el titulo Europeo del peso medio, con Laszlo Patt, un Húngaro 3 veces medalla de oro olímpica, y además zurdo; y posteriormente con el italiano Benvenutti, “el bambino de oro”, también medalla de oro olímpica. Con Laszlo Patt, combate celebrado en Madrid, perdió por KOT; con Benvenutti, en Roma perdió, por KO.
Tuvo otra oportunidad cuando su cabeza estaba en otro lugar (la tauromaquia), con el argentino Carlos Durán en Turín, perdiendo por KOT. Tenemos sin embargo que decir que Luis Folledo ha sido uno de los boxeadores mas populares de España y, sin duda, uno de los boxeadores españoles que mas dinero ganó en el boxeo.
Por entonces trabajaba en Hispano Olivetti, todas las tardes cuando salía del trabajo, con mi bolsa en la mano, me encaminaba al gimnasio, sesión de calentamiento, gimnasia preliminar, comba, saco, y algunos días sesión de guantes con el preparador, o con algún sparring.
Fue en Julio del año 1967, después de ocho meses de preparación, cuando debuté por primera vez. El trofeo se llamaba La Casera, precisamente por estar patrocinado por esta firma comercial. Recuerdo un día de nervios, y según se aproximaba la noche mas nervios todavía, pero la ilusión del debut, podía con todo, quizá era mas la responsabilidad de quedar bien, pues recuerdo que vinieron a verme, aparte de amigos y compañeros de trabajo, vecinos del barrio (Cerro de la Cabaña) .
La ilusión que debí de poner por salir airoso en el combate me llevó al triunfo esa noche de mi debut (con un rival mas experimentado que yo), y gané por puntos. Así se fueron sucediendo combate tras combate en este trofeo, y llegué a la final sin perder ni un solo combate de los celebrados. El día anterior al combate que se celebraba la final, como era habitual se celebraba el pesaje. Mi contrario no se presentó, y de estas cosas que parecen increíbles, me dieron perdedor por la antigüedad del contrario, resultado, subcampeón del trofeo de La Casera sin pelear la final.
El próximo trofeo de aficionados que se celebraba era el de Paulino Uzcudun, por entonces yo estaba un poco desilusionado, en parte porque en casa no querían que siguiera peleando, y por otro lado porque ya había conseguido mi meta, el sentir la sensación de estar arriba de un ring.
Fue mi preparador, quién me animó a seguir, presentándome en dicho trofeo, como había hecho buen papel en el trofeo anterior, y siempre había gente que debutaba. No peleé hasta pasados algunos combates iniciales. Recuerdo que me tocó con un chaval que le llamaban “el gitano” bastante mas experimentado que yo, y además con fama de marrullero, entrenaba a las órdenes de Orozco (gimnasio del Rayo Vallecano). Esa pelea no se me olvidará jamás, estaba el trofeo casi por su mitad, lo que significaba que los participantes estaban cada vez mas elegidos, es decir, los que iban pasando las eliminatorias. Tengo que decir que nunca fui un pegador, mas bien destacaba por mi boxeo estilista. Digo que nunca se me olvidará esta pelea por que a mediados del segundo asalto (en aficionados las peleas son a tres), habiendo sido favorable el primer asalto para mi, me cazó un croché que me dio la vuelta, por unos instantes no sabía donde estaba, fue la primera, y creo que la única vez, que sentí esa sensación, lo que él aprovechó para tratar de acabar cuanto antes. Afortunadamente logré salir airoso del trance y gané por puntos ese combate.
Otro de los combates.
Supongamos que esa pelea fuera un jueves, que era cuando se celebraban los combates de aficionados, le sentó tan mal que le eliminara del trofeo (pues era mas conocido que yo), que me pidió la revancha. Aunque me aconsejaron que no peleara con él, pues iba bien en el trofeo, acepté por el ansia de pelear. El combate se celebraría un sábado en Vallecas, en un circo que había montado al final de la calle Martínez de la Riva, y sucedió lo siguiente.
Cuando me presenté al pesaje el día anterior a la pelea, no se percataron de que había peleado el día anterior, ni sabían que peleaba al jueves siguiente, la cosa es que me presenté a la cita, cuando estaba en el vestuario cambiándome, se presenta el representante de la federación (siempre hay uno en todas las veladas), y me dice que no puedo pelear pues no se permitía tan seguidas, había un día por medio entre las dos peleas. Me sentó tan mal esa decisión, que en ese momento le dije a mi preparador que no iba a pelear mas, aunque me insistieron en que acabara por lo menos el trofeo, no lo hice, y aunque seguí yendo al gimnasio por una temporada, no volví a subirme a un ring a pelear.
“Fue una aventura mas de juventud”, “Fue una ilusión cumplida”, “Fue el principio y final de una promesa”, cuando lo pienso creo que fueron las tres cosas, pero por encima de todo, lo que si quedó en ese archivo llamado “cerebro” es el RECUERDO.
-.-.-
Autor: Pedro Gómez
En este blog artículo han colaborado: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.