Gran ambiente en la estación de Cercedilla antigua. Colección César Mohedas
El paseo peatonal de Francisco Moruve, acceso natural de los viajeros para ir o venir desde el centro urbano de Cercedilla, finaliza en unas escaleras junto a la entrada de la estación del Eléctrico. Como ya se indicó en la entrega anterior, se halla sobreelevado sobre la playa de vías del Eléctrico y en el otro lado está el Colegio del Aribel, de niñas, regentado por monjas, con actividad veraniega únicamente, edificios que hoy, desafectados de la función docente-residencial, componen un conjunto hostelero, y a continuación la residencia de los empleados del Banco Zaragozano (1). Poco después el paseo se aparta de la estación e inicia una fuerte subida en la que sobresale en el lado de la izquierda un chalet profusamente ajardinado y con mucha humedad, una delicia para los paseantes en los días de fuerte calor, con gran cantidad de hortensias que se vislumbran detrás de la barrera de arizónicas, hoy desaparecidas, y junto a él otro anterior con mucho terreno en el mas absoluto de los abandonos, afortunadamente rehabilitado en la actualidad.
Un recarrozado junto a la grúa de transbordo. www.drehscheibe-foren.de
El Paseo Francisco Moruve es un escenario magnífico para contemplar como era la construcción residencial de principios del siglo XX en Cercedilla, que se caracteriza por los ladrillos rojos que están colocados en los cantos de todas las aristas de los edificios y en los marcos de las ventanas, alguno de los cuales poseía un balcón-terraza de hierro en la primera planta que servía de porche para la planta baja. Lamentablemente el paso inexorable del tiempo ha hecho que haya de este tipo de casas bastantes mas de las deseadas que se encuentran en estado absoluto de abandono, cuyas causas pueden ser de lo mas diverso: fallecimiento sin descendencia, problemas de herencia, desinterés de los herederos, coste de la rehabilitación, etc.
Unidad de Maquinista estacionada en la playa de vías de lo que fue la salida de la estación antigua de Cercedilla. Foto José Luis Cortijo
Rebasando la última aguja de la estación, la vía inicia un fuerte ascenso, que, salvo en las zonas de paradas de apeaderos y apartaderos de la línea, será constante en todo el trazado, que aquí se hace mas palpable porque se ve la enorme altura que va adquiriendo mientras la vía del ferrocarril de Madrid va quedando muy abajo perdiéndose en el túnel de La Luminaria (2). La vía del Eléctrico tiene aquí el único puente sobre ella, se trata de la calle del Doctor Benitez cuya continuidad es el Camino de Matalavieja que nos lleva a la ermita de Santa María, junto al río Guadarrama, lugar de romería el 8 de Septiembre, festividad de la patrona Nuestra Señora de la Natividad, y que, según parece, fue donde estuvo el emplazamiento original de Cercedilla antes de trasladarlo al lugar actual por ser un entorno mas saludable. Este día tradicionalmente se abren al público algunos prados aledaños a la ermita para celebrar la romería, comitiva formada por diversas carrozas siendo la última la carreta tirada por bueyes en la que va la Virgen, que vuelve a su lugar permanente de estancia desde la ermita del Carmen, junto a la Plaza Mayor, subida a ésta unos días antes.
El motor recarrozado 431-503 apartado en la estación de Cercedilla antigua por la llegada de las nuevas unidades de Maquinista. Foto Antonio Agulló
A continuación del puente, la vía entra en una profunda trinchera en recta, teniendo a la izquierda el enorme edificio chalet-torre de Pradolongo, construcción en ladrillo rojo y piedra, típica de la zona en los inicios del siglo XX, rodeado por jardines y árboles de gran porte, ya centenarios, cerrando su enorme perímetro por una impresionante verja de hierro (3). Al final de la trinchera se encuentran las curvas mas cerradas de toda la línea, de 50 m. de radio, con una a la izquierda que tiene contracarril por situarse sobre un cortado desde el que podemos contemplar las primeras vistas importantes del recorrido, el cerro de La Luminaria, hoy urbanizado con chalets, el cerro de La Golondrina, la vecina población de Los Molinos, y a nuestros pies la salida del túnel de la línea Villalba-Segovia, por el lado Madrid.
Nave de reparación de Cercedilla construída en la zona de toperas de la estación antigua. Foto Javier Aranguren
Al final de la curva anterior se inicia una contracurva a la derecha de igual radio, al término de la cual se halla el paso a nivel con una declividad de 53,2%o en un desarrollo de 140 m. Este punto, conocido por El Frontón por un establecimiento hostelero aquí situado, es el mas conflictivo del recorrido porque es el cruce con la carretera (Madrid)-Guadarrama-Cercedilla y el inicio de la carretera de Camorritos que va a ir en paralelo a la vía en su lado izquierdo.
Así estaba el terreno de la rampa de salida de la estación de Cercedilla antes de construir el Eléctrico. En lo alto el chalet de Pradoluengo
En el paso a nivel por la izquierda es la carretera procedente de la estación con el nombre de Emilio Serrano, a la que unos ciento cincuenta metros antes de llegar se halla el inicio de las calles ya mencionadas de Paseo de Francisco Moruve y Doctor Benitez, punto en el que estaba el hotel La Guipuzcoana, hace muchos años desaparecido, regentado en la época que estamos comentando de principios de los años sesenta por dos señoras muy mayores que tenían la personalidad de ir vestidas y acicaladas a la moda de su juventud. Hoy este edificio se mantiene con otra funcionalidad.
La rampa de salida con vía. Foto posiblemente anterior a 1936 pues la línea de Madrid está sin electrificar. Colección César Mohedas
Frente al hotel, al otro lado de la carretera, un alto muro de un gran chalet en el que destaca un pilón con un caño siempre seco en una decorativa boca, en el que salió vino en los fastos de su inauguración, allá por finales de los años cuarenta o principio de los cincuenta.
Dejamos atrás en nuestro viaje a Cercedilla. Al fondo el muro del primer tramo de la carretera abandonada de la República. Colección César Mohedas
En el paso a nivel por la derecha la carretera va hacia el centro de la población de Cercedilla tomando el nombre de calle de Marquesa de Casa López, y casi en el mismo sitio, una vez rebasada la calle que actualmente se llama Madre Paula Montal, dos selectos establecimientos, hoy desaparecidos, orientados a la colonia veraniega, el primero de pescadería, sucursal de una conocida empresa que sigue existiendo con sede en Madrid, ubicado en los bajos de un edificio de dos plantas, y el segundo de una sola planta con marquesina, de frutería situado a continuación. Ambos edificios, uno en piedra y otro en ladrillo, son característicos de la arquitectura serrana.
Vista de conjunto de las tres estaciones de Cercedilla nevadas, desde el puente del camino de Matalavieja. Foto Javier Aranguren
El paso a nivel, está guardado con cadenas de las que cuelgan unos aros metálicos. Una de las personas que lo atienden es una señora que tiene que sacar “garbo y poderío” para imponerse entre los conductores de los coches que quieren pasar antes de que lo cierre, pues al carecer de teléfono y hacerlo en base al horario establecido, hay veces que la demora en la salida en el ascendente desde Cercedilla hace que quede cortado el tráfico mas tiempo de lo necesario, en cambio en el descendente siempre tiene la ayuda del insistente silbato del tren al salir del apeadero de Cercedilla-Pueblo (4). Al personal de guardería le sería cambiado posteriormente el uniforme azul oscuro por el amarillo luminoso.
Vista playa de vías de Cercedilla en la vertical camino Matalavieja, vía ancha y eléctrico antigua y nueva (2ª fase). Colección Javier Aranguren
La caseta del guardabarreras, hoy desaparecida, estaba adosada a un kiosco de piedra que existe sin uso sin que, muy posiblemente, tampoco haya tenido alguna función en el pasado. Este pequeñísimo recinto para el ferroviario se hallaba en el lado exterior de la curva y muy próximo a la vía que, recordemos, es de un radio de 50 metros lo que producía un considerable desgaste del raíl externo que había que sustituir cada dos años aproximadamente. El control del ripado, que es como se llama la disminución del alma del carril, se hacía cuando el material suizo tocaba la techumbre de madera de la caseta y se la llevaba por delante, lo que nos da idea de la escasez de espacio (5).
Único puente sobre el ferrocarril para el camino de Matalavieja. Trinchera y semáforo entrada a la estación de Cercedilla. Foto: Manuel Cayola.
A partir del paso a nivel nos acompaña a la izquierda la carretera de Camorritos que tiene el nombre de Avenida de Ramón y Cajal, en honor de este insigne investigador, premio Nobel de Medicina en 1906, que veraneó en Cercedilla.
Salida del túnel La Luminaria de Cercedilla lado Madrid. El punto negro es la altura que ya ha adquirido el Eléctrico
Poco después pasamos el cruce de la calle de los Registros que, durante un tiempo a finales de los sesenta y principio de los setenta, contó con guardería, conservándose, sin uso, el “cuchitril” por llamarlo de alguna manera, de la caseta del guardabarreras de un tamaño de la mínima expresión al igual que el de la carretera antes mencionado. Actualmente este paso a nivel también está protegido con barreras automáticas.
Desde aquí vemos a nuestra derecha la Bola del Mundo y La Maliciosa, aquella con las instalaciones de televisión y ésta con su impresionante pared vertical.
Paso a nivel de Cercedilla, todavía guardado por personal. El guardabarrera lleva el uniforme amarillo reglamentario. Foto Javier Aranguren
Inmediatamente después llegamos al apeadero de Cercedilla-Pueblo, en un emplazamiento algo diferente al actual pues carece de andén y los viajeros han de subir al tren desde la carretera que en este punto está algo elevada sobre la caja de la vía lo que facilita su acceso. La carretera y la vía se hallan en elevación sobre el terreno circundante que está en pendiente hacia el lado derecho, abajo del cual discurre en paralelo la calle de Registros que hemos cruzado antes. El acceso al apeadero desde el centro urbano en la Plaza Mayor se realiza por la carretera que tiene el nombre de calle Mayor, en el pasado Avenida del Generalísimo, hasta encontrar la calle del Doctor Cañadas que nos lleva hasta la de Registros, y aquí por paso inferior peatonal bajo la carretera y la vía permite llegar a la parada. Para la espera del tren en el apeadero se cuenta con dos bancos de piedra con árboles, que casi siempre están ocupados de viajeros esperando al tren.
Inicio de la carretera de Camorritos junto al paso a nivel, todavía sin pavimentar. Colección César Mohedas
La parada del tren en el apeadero, en rampa de “solo el 29,4 %o”, nos permite contemplar desde lo elevado que está, el teleclub de Cercedilla en la calle Registros, mas abajo el primer parque municipal cerrado, llamado en esta época de la Cruz de los Caídos(6), y a la izquierda, al otro lado de la carretera, haciendo esquina con la calle de San Andrés, la casa llamada de Falange, así denominada por servir de base de abastecimiento a los diversos campamentos del Frente de Juventudes de la sierra situados en la zona de La Peñota y El Ventorrillo, atendidos por prehistóricos camiones que llevan la matricula FET.
El Eléctrico quiere ir por nuevos caminos (paso a nivel de la calle Registros). Foto Ezequiel Martín, www.cercedilla.net
Ahora que el apeadero de Cercedilla-Pueblo ha quedado suprimido por obra y gracia de ¿?... merece que nos detengamos recordando en la intensa actividad que ha tenido en la época a la que nos estamos refiriendo.
1) El primer tren de la mañana salía de Cercedilla-estación a las 7,30 y como se ha indicado anteriormente no tenía enlace con ninguno de Madrid, pues el primero llegaba después. La existencia de este horario estaba plenamente justificada por el numeroso grupo de obreros de los diversos ramos relacionados con la construcción que subían aquí para ir al Puerto de Navacerrada a las obras de las nuevas edificaciones que estaban surgiendo.
También era aprovechado por montañeros madrugadores que querían estar cuando antes en el Puerto de Navacerrada para tener mas tiempo de ruta, que, o bien estaban veraneando o bien habían pasado la noche en Cercedilla (7).
2) Frecuente utilización por vecinos y veraneantes para subir al Puerto de Navacerrada, pero también para pasar una mañana en el pinar de Camorritos y bajar a comer en el que pasaba por aquí a las 13 horas. Los billetes eran despachados en ruta por el interventor, mediante un bloc donde apunta el recorrido y precio, a nuestro entender un sistema lento ya para esa época.
3) Utilización diaria por las numerosas empleadas de hogar de los chalets de Camorritos que bajaban a Cercedilla a realizar las compras de los productos alimenticios y de limpieza en los diversos establecimientos, en alguno de los cuales por la confianza de años los veraneantes tenían cuenta abierta con los comerciantes para que el personal de servicio no llevara dinero y de paso “evitar sisas”.
4) Algo que hoy nos resulta chocante es que gran parte de los establecimientos hosteleros del Puerto de Navacerrada carecían de medios de locomoción propios o no estaban dispuestos en bajar a Cercedilla a por las provisiones, y para ello se valían del ferrocarril. Poco antes de la hora de llegada del tren empezaban a aparecer algunos mozos de las tiendas con banastas cargadas al hombro para introducirlas en la plataforma.
Un tren, ya sin parar, entre el apeadero antiguo y el nuevo. Obsérvese el estrecho voladizo de éste y su inclinación. Foto José Luis Cortijo Martín 2011
Esto era frecuente fuente de conflictos pues el tren solo llevaba el coche motor a pesar de saber de este problema y de que era necesario subir con el remolque para que hubiera sitio para todo. Al hacer la parada, viajeros y mozos se abalanzaban sobre las tres puertas del coche motor para evitar unos quedarse en tierra por culpa de las banastas y otros porque no las pudieran introducir (8). Mas de una vez no fue posible que pudieran acceder todos los viajeros por la racanería de no poner remolque.
Finalmente un recuerdo a la abnegada labor de los interventores que a partir del apeadero de Cercedilla-pueblo “se tenían que poner las pilas” como diría un castizo, para cobrar en ruta a los numerosos viajeros que aquí subían al tren (9).
Vista parcial de Cercedilla. El punto negro indica el lugar del apeadero de Cercedilla-Pueblo
Continuará nuestra evocación, y también reivindicación, del Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama.
-.-.-
Entregas anteriores:El Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama (I)
El Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama (II)
Autor: José Manuel Seseña
En el blog Historias Matritenses también colabora Ricardo Márquez.
Agradecimientos:
A Javier Aranguren por la autorización para poder reproducir fotos de su colección, y también a Senén Fernández, José Luis Cortijo Martín, Ju5 (Lorena y Juan), Ezequiel Martín (www.Cercedilla.net), Gonzalo Fanjul hijo, Antonio Agulló, Carlos López Bustos, José Gascón, Jordi Ibáñez, Justo Arenillas, José Luis García Salazar, Antonio García Portas y Mercedes (Maquetrén), Jaime Fernández (Amical Ferroviaria), Mariano Orozco, Paco Zabala, César Mohedas y Manuel Cayola, cuyas fotos están intercaladas en las diversas entregas, grandes aficionados al ferrocarril y al Eléctrico en particular, algunos de los cuales ya no están entre nosotros. Asimismo también a todos aquellos que nos han dado su apoyo para realizar este trabajo.
También a las páginas web www.cercedilla.es, www.panoramio.com, www.newasport.com y www.drehscheibe-foren.de
Bibliografía
El Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama, de Javier Aranguren.Automotores Españoles (1906-1991), de Javier Aranguren.
Notas:
(1) La privilegiada situación de Cercedilla hizo que fuera el lugar escogido por varias entidades bancarias para establecer las residencias de verano de su personal en periodos quincenales, abiertas solo del 1 de Junio al 30 de Septiembre y cerradas el resto del año, aunque alguna como la del Ventorrillo abría los fines de año. La diferente forma de entender las relaciones laborales que tienen estas empresas, ha hecho que en la actualidad ninguna siga realizando esta función, principalmente por venta del inmueble a terceros.Las entidades bancarias con residencia establecida en Cercedilla fueron: Bilbao, Central, España, Español de Crédito, Exterior de España, Hispano Americano, Rural y Mediterráneo, Zaragozano.
(2) Este tramo es donde se realiza la maniobra de gravedad indicada al final de la entrega anterior.
(3) Hoy Pradolongo es parque municipal, y por tanto, accesible. Lamentablemente el chalet-torre no existe y su espacio es ahora un mirador elevado sobre el resto del jardín, desde el que se puede apreciar el entorno de la zona baja de la estación de Cercedilla y La Peñota.
(4) Hoy este paso a nivel tiene guardería automática y luminosa. Los demás pasos sin barreras que hay a partir de aquí cuentan en la actualidad con señales luminosas que indican la inmediatez del paso del tren, medida de seguridad importante de la que carecían en la época comentada.
(5) Comunicación personal de Javier Aranguren al que se la contó tal cual la señora guardabarreras que decía cuanto esto ocurría “Ya me van a cambiar pronto el carril porque el tren ya tropieza en el tejadillo”.
(6) Parece ser que se intentó por parte municipal la conservación en este parque de un material de los suizos reformados.
(7) Un hecho curioso sucedió una vez en este tren, pues unas vacas que estaban sueltas por el monte o se habían escapado de su prado, quedaron enganchadas en unas zarzas sin poderse mover y obstaculizando el paso del tren. El conductor paró el convoy y abriendo la puerta de la cabina indicó lo que pasaba pidió voluntarios para desembarazar a los animales, e inmediatamente surgieron varios obreros que bajaron a la vía para liberarlos. Cuestión anecdótica resuelta de forma exitosa sin mayor problema.
(8) En una ocasión, un avispado mozo que observó que el tren de solo coche motor venía prácticamente lleno, basado en su agilidad introdujo la banasta de patatas y otros alimentos impidiendo con ello que nadie mas pudiera subir, y en ese momento mi abuelo, de fuerte y estricto carácter, le echó mano de la camina por la espalda para impedirlo quedándose con un trozo de tela en la mano; inmediatamente le reconvino que primero son las personas y si queda espacio, las mercancías después. La cuestión se resolvió bajando el mozo la banasta de la plataforma quedando en tierra.
(9) La dificultad para moverse por el tren al ir siempre lleno, la retrógrada forma de expedir los billetes con demasiadas casillas a rellenar, el pago del viaje sencillo o de ida y vuelta que implicaba dar casi siempre cambio sonándoles los bolsillos de la calderilla que llevaban, etc., hacía que algunas veces los que íbamos a Camorritos el viaje nos resultara gratis pues ni tan siquiera le habíamos visto aparecer ya que su labor unas veces la empezaba en el remolque y otras en el motor.