Hogar Alto de los Leones – Auxilio Social – Ciudad Lineal
miércoles, 23 de febrero de 2011
1908 Arturo Soria construye Villa Rubín.
1920 Muere don Arturo Soria.
En Febrero de 1926 Villa Rubín es comprada por don Francisco de Borja Patiño y Mesa, hijo del Marqués de Castelar y de la hija del Marqués de Villafiel. Hombre emprendedor, dedicó sus esfuerzos a mejorar la agricultura y la ganadería, intentando abaratar el precio de los productos, planteándose la eliminación de los intermediarios para su venta.
Es así como en 1927 en la esquina de la calle Arturo Soria y Gregorio Benítez mandó construir un almacén tienda modélico para aquel entonces (sobre todo por los aislamientos empleados), para la venta al por mayor y al por menor de productos alimenticios.
La revista La Ciudad Lineal describía así la integración del almacén en la finca: “Interiormente va el edificio dividido en tres grandes naves paralelas, todas ellas con salida a la mencionada calle de Gregorio Benítez y va cubierto por una terraza que, por la situación especial del terreno, queda al nivel del jardín mismo sirviendo ésta de prolongación y de esparcimiento (se refiere a la finca de Villa Rubín)”.
Todos los negocios de Patiño y Mesa se llamaban Ceres, por ser la diosa romana de la agricultura y la fecundidad. Incluso montó una vaquería (ver texto posterior), que causó bastantes problemas a los vecinos por sus olores. También hay alguna referencia al Bar Ceres.
La estructura de la tienda-almacén Ceres la podemos observar todavía hoy; eso sí, con una fachada irreconocible y una planta más.
1932 La villa se pone a la venta en los diarios La Libertad y ABC por 50.000 duros. Está modificada: a cambio del rejado le han puesto una terraza enorme. Las persianas ahora son más bonitas, plegables y de color verde claro. Pero sobre todo, ya no se llama Rubín, sino Villa Ceres. Sin embargo, esta nueva venta en 1932 no creo que llegara a efectuarse, pues al terminar la guerra continuaba con el mismo nombre (Villa Ceres) y la misma estructura.
1939 Villa Ceres pasa a poder de Auxilio Social, que le pone el nombre de Hogar Villa Ceres, que es como la llamábamos cuando llegué yo en verano de 1940 [2]. No hay que ser un lince para adivinar que se incautaron de esa finca "sin dueño", como del resto de los hogares que de pronto pasaron a poder de Auxilio Social a raíz de la terminación de la guerra. Hay quien dice que el Auxilio Social los compró, precisamente en una época en que el Auxilio Social no tenía un duro, como confirma el informe de 06 de Julio de 1939, en que una de las autoridades denuncia "el estado desolador de pobreza en que se encontraba el Auxilio Social". Otros dicen que fueron las órdenes religiosas quienes los donaron. Aquí hay que decir lo siguiente: Nunca fue la Iglesia amiga de regalar nada, y en particular las monjas, eso de regalar fincas, vamos, eso, ni en sueños. Dionisio Ridruejo en ”Casi unas memorias”, pág. 83, refiriéndose al Auxilio Social: " ..cuando aún había bonitos chalets que expropiar...". El Hotel Guitart, que nosotros llamábamos "Casa de los Mineros", junto a Alto de los Leones, también fue incautado, pero no por el Auxilio Social; sino por Falange, que hizo de él una escuela de capacitación laboral (la primera tanda fueron mineros).
En el tejadillo de la terraza ponía Villa Ceres, y así la seguimos llamando durante dos o tres años los niños que allí estábamos "acogidos". El nombre de Rubín no lo conocíamos ni de oídas; se había esfumado por completo en las dos últimas décadas.
1941 Traslado de todos a Galaroza, Huelva, durante los meses de verano, pues Alto de los Leones -como se llamaba oficialmente- iba a ser reformado una vez más. Se construyen porches por doquier, al estilo andaluz, sin que posteriormente tuvieran utilidad ni uso alguno. Se derriba la casa de los guardeses y él se alista a la División Azul. Se construye el pabellón del personal.
1943 El edificio de la esquina, dentro del jardín de Rubín, había sido un almacén de alimentos, luego una vaquería y al final, las clases de Ceres. Tenía una terraza, donde jugábamos. Se reedifica, pero ahora de dos plantas y sin terraza. Al mismo tiempo, el Delegado Nacional tuvo la nefasta idea de empedrar el patio de juegos, no dejando ni un palmo de tierra sin cubrir de cemento y de cantos rodados, obligando a que desaparecieran para siempre aquellos juegos propios de chicos que sólo se pueden jugar en terreno de tierra: Dola, bolas, peón, tona, lima (robaterrenos), chapas, etc. Se construye también una especie de monumento "sui generis": El mástil, lugar harto simbólico y cabreante. Era algo así como un kiosco, voluminoso y elevado, en el que se izaba y arriaba la bandera diariamente. De cara al espectador había como otro kiosco extra, diminuto y de duro granito, en el que en la parte superior un león de arenilla estaba tumbado a la bartola, y más arriba que él, dominándolo todo, el águila de glorias imperiales...
1944 Se llevan a los niños a un campamento de verano para que no estorben a los albañiles mientras trabajan. El hogar se renueva por completo -no se reedifica, como dicen en una foto-, dándole un estilo andaluz vistoso, pero muy poco práctico. Se cambia la fachada, y el tejadillo en arco de la terraza se substituye por otro rectangular, y ya no es hogar infantil, sino hogar escolar. Se desmontan las bonitas rejas de las ventanas de Villa Ceres, poniendo en su lugar otras muy feas con dos cruces en las esquinas superiores, que años más tarde algún severo ateo ha mutilado, cortando de cada cruz el brazo horizontal, no dejando más que la barra vertical (véase foto moderna). La fachada se enjalbegaba todos los años, lo que le daba un aire elegante, en comparación con el feo color crema actual impuesto por el Ayuntamiento a partir de 1972. Los antiguos balcones de fina forja se quitaron, poniendo en su lugar ese dechado de fealdad moderna. Las puertas se hicieron correderas, etc. Después de tantas obras durante tantos años (era el hobby de un irresponsable responsable), Alto de los Leones se convirtió en: el hogar modelo y pinturero por excelencia que había que enseñar a todo el mundo. Pero eran los niños los que sabían mejor que nadie lo que hacía falta: Una calefacción, para que en invierno no siguiéramos pensando que el hogar estaba en Siberia; una sala de juegos donde guarecerse en caso de lluvia y algunos juegos, por ejemplo parchís y damas; un patio amplio, de tierra, donde poder desplegar la imaginación -terreno había de sobra, pero era “coto vedado”-, en lugar de esa jaula de hormigón, que era el patio de recreo. Y sobraba algún que otro cuarto de baño que nadie usaba, incluso con bidet, objeto de nombre y uso desconocidos, y del que si preguntábamos qué era eso, las maestras nos respondían que un lavapies...
1945 Con la pérdida de la Guerra Mundial por parte de Alemania, cesó también el afán desenfrenado del Delegado Nacional por las obras en el edificio, el cual ha mantenido hasta hoy la forma que a la sazón tenía.
Hay un hecho curioso que no se puede apreciar en ninguna foto. Villa Rubín, tal como la construyó Arturo Soria carecía de algo que se hizo posteriormente: Una ampliación de la planta baja, pero sólo por la parte derecha, vista de frente. Era una nave que alcanzaba hasta el primer piso, coronándolo con una terraza. La anchura correspondía a medio comedor, es decir, una ventana. A lo largo tenía tres ventanas. Era la sala de juegos, en la que nunca llegamos a jugar, pues la tenía "ocupada" la dirección. La ampliación ya estaba hecha cuando el edificio se llamaba Villa Ceres.
Autor: Ernesto Fernández – Wiesbaden (Alemania)
Imágenes: Ernesto Fernández, revista La Ciudad Lineal y guías de la CMU.
Comentarios: Ricardo Márquez (en azul).
En este blog también colabora José Manuel Seseña.
Notas:
[1] Desde finales de 1902 ya estaba prevista la construcción en la manzana de enfrente el Parque de Diversiones.
[2] Con este nombre aparece en el Anuario Social de España de 1941, pág. 113. Read more...