Continuamos con nuestro recorrido por la Ciudad Lineal dejando atrás nuestros recuerdos y vivencias referentes a la parada 9. En esta ocasión nos vamos a adentrar en lo que se denominaba parada 10, para contemplar un tramo que comprende desde la calle Belisana hasta la calle Emilio Rubin, sin olvidarnos de los aledaños, tanto al margen derecho como al margen izquierdo del citado tramo.
Plano de situación de la parada 10.
Retomamos nuestro recorrido en la calle Arturo Soria y seguimos por la acera de los números pares, hay que destacar una colonia de viviendas que se construyó al amparo de la asociación del taxi, y que fue bautizada por COLONIA DE LOS TAXISTAS. Las casas todas iguales tipo chalet de dos plantas y garaje. Esta colonia comprende un perímetro que podemos contemplar entre las calles Arturo Soria, Matías Turrión, Asura, Santo Ángel y Antonio Cavero.
En la misma calle Arturo Soria, entre las calles de Santo Ángel y Matías Turrión, había uno de los bares mas conocidos de la zona, su nombre MARILIN, lo explotaba el matrimonio Sevilla. Este bar disponía de una sala-sótano que, según la ocasión, era “salón de TV”. Podías ver las retransmisiones de fútbol o toros por cinco pesetas (con derecho a una consumición) cuando los televisores todavía eran inasequibles para muchas familias. Cuando dejaron de serlo también cambió el uso del sótano y se convirtió en sala de billar. Había tres mesas de juego. El encargado era el señor Pepe y, que yo recuerde, no había otros billares en la zona, por lo que eran muy concurridos los sábados por la tarde–noche y los domingos era casi imposible coger una mesa. Fue el primer bar del barrio en tener una máquina de asar pollos.
En la calle Matías Turrión (como curiosidad diremos que Matías Turrión fue un importante bailarín de principios del siglo XX y formó parte de la junta directiva de la CMU de don Arturo Soria),
haremos mención en la acera de la izquierda de un recinto en el que había una vaquería, un taller que se dedicaba a la fabricación de muebles de chapa, (taquillas, armarios, papeleras,) su nombre comercial era ROSINO, y también una bolera.
La Ciudad Lineal y sus alrededores también han sido residencia habitual para muchas personas de la farándula, artistas, deportistas, etc., como ya reflejamos en el articulo dedicado al Cerro de la Cabaña , en el que tenían residencia artistas como Carmen Amaya o Gracia Imperio.
La Ciudad Lineal albergó entre estos personajes al conocidísimo matrimonio formado por
Francisco Rabal y
Asunción Balaguer, vecinos muchos años de esta privilegiada zona de Madrid. Paco y Asunción vivieron en la calle Matías Turrión nº 33, junto a lo que fue el cabaret-restaurante-piscina,
VILLA ROSA (actualmente la Junta Municipal de Hortaleza). Se podrían contar muchas anécdotas vinculadas a las personas famosas que residían entre personas humildes, porque en aquellos años la diferencia entre la sociedad era mas acusada que ahora. Recuerdo que los chavales que por entonces teníamos entre 13–14 años subíamos en el verano desde el Cerro de la Cabaña para ver a Teresa Rabal y sus amigas (incluso a Asunción Balaguer) bañarse en la piscina del chalet.
La familia Rabal en su chalet, con Villa Rosa al fondo.
No podía dejar de reflejar en este recuerdo, el día que Francisco Rabal sufrió el tremendo accidente en la autopista de Barajas que casi le costó la vida. La noticia causó gran revuelo en general y en la Ciudad Lineal en particular. Francisco Rabal llevó de por vida en su rostro la prueba de aquel accidente.
Antes de adentrarnos en lo que podríamos denominar el núcleo central de este articulo, retornamos al principio, y en esta ocasión tomamos la calle Arturo Soria por la acera de los números impares.
En el tramo lineal que comprende desde la calle Arturo Baldasano hasta prácticamente la calle López de Hoyos, la calle de Las Cañas aun no existía, había un solo chalet. Estaba en el solar inmediato al que ocupa ahora la estación de Repsol. Después, la parte posterior de un vivero y el lugar por donde discurría el arroyo de las Cañas.
El núcleo central de la parada 10 lo vamos a limitar entre la calle López de Hoyos, desde el Sanatorio de la Paz hasta la glorieta de Pilar Miro y la de Arturo Soria, desde Matías Turrión hasta Emilio Rubín.
Este núcleo lo dividiremos así mismo en cuatro partes partiendo de un eje central, (López de Hoyos – Arturo Soria) Norte, Sur, Este, y Oeste respectivamente, con el fin de congregar y unificar los comentarios del relato.
Norte
Iniciamos el recorrido de este tramo por el lado derecho, justo la esquina donde estaba la parada de inicio de línea del autobús 9. En primer lugar está el sanatorio SAN MIGUEL. Seguido, y una vez cruzada la calle Navarro Amandi, en la misma esquina se encuentra el colegio RAMON Y CAJAL, y pegado a este el colegio del SANTISIMO SACRAMENTO. Entrando en la calle Navarro Amandi, se encuentra en la acera de la derecha la residencia SAN JUAN BAUTISTA, y en la acera de la izquierda el colegio MISIONERAS DEL SANTISIMO SACRAMENTO.
Casa situada en este tramo en los números impares, en la subida hacia la parada 11. Año 1923.
Retomamos el recorrido por el lado izquierdo, y haciendo chaflán con la calle Vicente Muzas, donde estaba la parada de taxis a un lado y la del 9, los que llegaban solo a Cibeles, al otro, se encontraba uno de los típicos cabaret de la zona, el MOROCCO. Era un establecimiento muy llamativo en cuanto a su forma, la entrada en forma de arco con un luminoso de neón en verde y un pequeño jardín de bienvenida hasta llegar a la puerta principal. Este cabaret se diferenciaba de los que existían por la zona por tratarse únicamente de sala de fiestas–restaurante, pues tanto Villa Rosa, como Samba, (a los que nos referiremos mas tarde), disponían además de piscina y jardín. En esta acera y hasta el final del tramo contemplado no había nada que resaltar.
En el centro de la calle, como a unos 30 metros del eje central, se encontraba uno de los clásicos kioscos-merenderos que se llamaba LA GOLONDRINA. Lo regentaba Arturo y era muy frecuentado por los conductores de los autobuses de la línea 9 que finalizaban en esta zona su recorrido, algunas veces hasta la hora de salida cuando llegaban con el horario adelantado. Era muy normal verlos echar una partida de dados antes de iniciar el trayecto.
Tranvías en el Kiosco Árabe, uno de los clásicos kioscos de la CMU de vigilancia que estaba situado muy cerca donde luego se instaló el kiosco de Arruza. Año 1914.
Seguimos la trayectoria hacia el norte por la zona central, y como a 100 metros se encontraba otro kiosco, este era además merendero pues disponía de terraza. Era conocido por el kiosco de Arruza, pues aunque el que lo regentaba se llamaba Ramón, Arruza era un apodo que le sobrevenía por ser seguidor de este torero. Era muy frecuente que la gente que procedía de las piscinas Stella y Carmen, se sentaran en la terraza a merendar.
Esto es lo que podemos recordar de este tramo refiriéndonos a los años 60.
Sur
En esta ocasión corresponde recordar el tramo sur, y lo iniciamos por el lado derecho. Existía una mantequería de nombre SANTOS, que era el del dueño. Era una tienda de ultramarinos a la antigua usanza como las que existían en todos los barrios. Quizás por encontrarse en este enclave tan peculiar, era mas conocida que por tener algún tipo de género en especial.
Después de Santos se encontraba un peculiar bar, de nombre JACINTO, nombre que le venia, como en el caso de Santos, del propio dueño. Tenia ese aire de taberna de barrio en la que gustaba tomar un vino, un vermut o una cerveza. Con una terraza–jardín en el solar inmediato pero por debajo del nivel de la calle. Se accedía por unas escaleras desde la propia calle Arturo Soria y era costumbre, sobre todo en el buen tiempo, reunirse para echar una partida de mus a la sombra de la parra; o, por qué no, una partida a la rana.
En el lado izquierdo había una mantequería, y a continuación un taller que se dedicaba a la reparación, venta y alquiler de bicicletas. Después una ferretería–droguería, donde se podía encontrar de todo como en botica (como vulgarmente se dice); y por ultimo otro emblemático bar, LA TIERRUCA. Si decíamos de Jacinto que era un bar peculiar, la Tierruca se podía distinguir por su ambiente continuo, quizá era el que mas raciones o tapas ofrecía a la clientela. El local se ampliaba hacia Matías Turrión a través de un patio en cuyo fondo había un salón cubierto. La parte delantera -el patio en si mismo- tenía un atractivo añadido: comunicaba directamente con la heladería-pastelería de HORTENSIA, que hacia esquina a aquella calle. Hortensia despachaba y así llamábamos a la pastelería, que no recuerdo que tuviera nombre pero sí que sus milhojas eran las mejores. Tiempo después, todavía con ella al frente, se llamó SAUL.
La primera puerta de la derecha, con rótulo, era la pastelería de Hortensia. A continuación se ve el bar La Tierruca. A su altura, en la acera de la izquierda se ve el bar Jacinto, seguido las puertas de la tienda de ultramarinos de Santos haciendo esquina con López de Hoyos. Año 1973, recién terminada la reforma de la calle Arturo Soria.
No podemos olvidar los dos kioscos que embellecían la zona central de este tramo. Se encontraban como comentamos referente a la Golondrina , a unos 30 m del eje central, uno frente al otro y en los dos casos el tranvía rozaba a su paso por el lado derecho los kioscos. El del lado derecho era un kiosco-merendero especializado en gallinejas y entresijos. Había mucha gente adicta a su consumo, bien en bocadillo o en raciones acompañada con una cebolleta. A los que nos gustaban nos conformábamos con el olor que desprendía en la zona. El del lado izquierdo era el kiosco de la FELISA , una mujer extrovertida y madridista a jornada completa. Durante un tiempo corrió por el kiosco un perro pequeño, lanudo y blanco –naturalmente- al que llamaba Molowny. Junto a este kiosco, separado por apenas unos metros, había otro que era un despacho de pan al cuidado de SOLE, que luego pondría una frutería en El Cerro, en la calle Celeste.
Al lado de aquellos y junto a la parada del tranvía estaba el pequeño kiosco del señor NAZARIO. Vendía diarios y tebeos. Cuando reformaron la calle el kiosco se trasladó delante del cine Ciudad Lineal, donde siguió atendido por sus descendientes. Cruzando la calzada, al lado de la parada inicial del 9, había otro pequeño kiosco -este de chucherías- junto al que solían haber un par de botijos de los que podías beber al precio de “la voluntad”.
Este
El tramo este es quizá el menos significativo, no por su importancia en cuanto a calidad, pero sí en cuanto a cantidad. Seguramente este tramo por ser vía de salida era menos frecuentado si nos referimos al aspecto popular, que el que se podría mover por el cogollo central.
Iniciamos el relato por el lado derecho. Había unas cuantas tiendas a la entrada de la calle, una carnicería, el propietario era SEVILLA dueño también del bar Marilín como ya relatamos anteriormente. Seguido había una frutería, después una pescadería y a continuación una farmacia. También se ubicaba un taller que se dedicaba al pulido y niquelado, no tenía vista desde el exterior pues había que bajar por una especie de rampa que hacia el terreno para llegar propiamente a dicho taller.
El primer colegio Ramón y Cajal, que estaba en un chalet de lujo de la CMU en la calle López de Hoyos, 370. El edificio todavía existe (Fuente: Migueli).
En este mismo lado de la calle, y ocupando los terrenos que limitan las calles, López de Hoyos, Carretera de Canillas, Santo Ángel, y Zacarías Homs, se encontraba uno de los mas destacados y elegantes cabarets de Madrid, VILLA ROSA. Este era además restaurante y piscina de uso privado. A diferencia de otros cabarets que se encontraban en la zona, Villa Rosa se distinguía por los enormes jardines de que disponía. En la temporada de verano tanto el servicio de restaurante, como el de baile, se celebraba en sus estupendos jardines y tenia fama, además de por su elegancia, por la clase de personas que lo frecuentaba.
Anuncio de Villa Rosa. Año 1960.
En el lado izquierdo, pasada la finca que corresponde al sanatorio San Miguel, se encuentra el colegio de huérfanos LA INMACULADA. Este colegio es únicamente masculino.
Anuncio de Villa Rosa. Año 1954. Diario ABC.
Siguiendo por este lado y ya finalizando el tramo contemplado, se encontraba el vivero BOURGUIGNON. Era un gran vivero (actualmente reducido en su capacidad), que ocupaba la manzana de las calles López de Hoyos, Juan Sánchez Ron, y Montearagón, por donde tenia también acceso.
Recortes de prensa de Villa Rosa. Cedidos por Alfredo.
Oeste
Este recorrido la haremos en sentido inverso, es decir, hacía la calle Arturo Soria. Si en el relato referente al tramo este decíamos que era el menos significativo en cuanto a cantidad y que por definirlo de alguna manera era vía de salida, este tramo podríamos definirlo sin miedo a errar como vía de entrada; y si bien actualmente es el que mas actividad comercial presenta, allá por el año 60 era la viva imagen de un tramo de calle vecinal.
En la parte derecha hasta mediada la calle, eran casitas bajas con un poquito de jardín, posteriormente había una vaquería que también despachaba al publico, se llamaba LAS AZULES. Unas casitas mas y estaba la peluquería de caballeros conocida por el nombre del propietario, PABLO. Era una peluquería familiar, de barrio. Pablo conocía el nombre de sus clientes, y estos últimos se conocían entre sí.
No hacía mucho tiempo que el autobús 9 había alargado la línea hasta Arturo Soria y, desde entonces, la parada final del trayecto quedó en López de Hoyos, en la acera de los pares, un poco antes del cruce con Arturo Soria, justo delante de la mercería de ANITA, al lado de una puerta grande que llevaba a un patio donde había una carbonería y una vivienda donde también ponían inyecciones.
La mercería era un local pequeño, donde además de las mercancías propias del negocio también habían libretas, lápices, etc; donde también, según se indicaba en el escaparate, se cogían puntos a las medias.
A continuación de la mercería estaba la entrada a un patio y después la pescadería de Claudio, que recuerdo como un local grande, con dos puertas frontales. Había un mostrador grande que cubría el frente y los laterales y era inclinado. También despachaba la mujer de Claudio y, tiempo después, su hijo.
Junto a la puerta más cercana al cruce solía ponerse un hombre, ciego, que vendía cupones de la ONCE. Los llevaba en unas largas tiras, sujetas en las solapas con imperdibles y voceaba "los iguales para hoy". Por la tarde, al acabar la jornada, pregunta en voz alta "¿Va alguien para la calle de la Liebre o el Camino de la Cuerda?"
Después de la pescadería estaba la frutería de Fermín, en la esquina de Arturo Soria con López de Hoyos, haciendo chaflán. Para acceder al negocio había que subir unos escalones que servían también para poner algunas cajas de fruta. A Fermín le acompañaba su mujer y, en ocasiones, su sobrino Braulio que les echaba una mano. Era el mayor de los hermanos Santana, que vivían en El Ventorro.
Eran todos establecimientos de total garantía, pues existía entre los comerciantes y la clientela algo mas que la clásica relación comercial.
En la parte de la izquierda había un taller de reparación de radios y una farmacia, y con entrada por la calle Posterior Occidental un taller de cerrajería; seguidamente, y hasta llegar a la explanada en la que se construyó un edificio que albergó un cine y un club en sus bajos, únicamente había viviendas.
La última de aquellas era una de las clásicas de la Ciudad Lineal: de ladrillo, planta y piso, rodeada de un jardín con árboles y cerrada por una valla también de ladrillo hasta media altura, y luego una verja con enredadera que casi no deja ver el interior. Era dentro de la gama de la CMU de las casas más grandes. En la finca hay dos casitas que casi seguro eran para los guardas y personal de servicio. En los años sesenta vivía una familia de origen alemán, industriales del sector farmacéutico, que tenía una impresionante colección de trenes de modelismo.
Toma aérea actual. En el centro podemos ver la casa de la CMU descrita. La Esquina redondeada es el cine Ciudad Lineal. En el edificio que hace esquina con Vicente Muzas y Arturo Soria se encontraba Morocco. Fuente foto: Bing.
A continuación había un solar (donde después se construyó el cine Ciudad Lineal) que se aprovechaba para jugar al fútbol en partidillos improvisados por los chicos de la zona y a los que se podía sumar casi cualquiera que pasase por allí .Una portería -un par de montones de piedra- contra la pared de aquella ultima casa; la otra, al borde de la calzada de Arturo Soria y perpendicular a la parada del tranvía dirección Ventas.
A veces se produce un pequeño sobresalto cuando la pelota cruza la calzada y llega hasta alguna terraza. Otras veces es un auténtico alboroto, con los clientes de aquellas puestos en pie y jaleando, porque el Torero, un vecino del Cerro, se ha sacado la americana y está dando capotazos a todo lo que pasa por allí, incluido el tranvía. La fiesta acaba cuando el municipal que controla el cruce –y que ya conoce a nuestro vecino- para el tráfico y le acompaña a la acera.
A finales de 1960 se levantó el cine y el club CIUDAD LINEAL en el solar. El cine disponía de una zona denominada butacas de patio y otra denominada entresuelo, esta última con entradas mas económicas por encontrarse en una zona mas alta y alejada de la pantalla. Cambiaban la programación semanal y el programa era de dos películas y el nodo, siendo los pases habitualmente tres.
Interior del Cine Ciudad Lineal. La puerta de la izquierda daba al patio de butacas, a la derecha estaban las escaleras que bajaban a los aseos y de frente la escalera de la planta alta. Había otra escalera directa según se entraba que daba también acceso a la planta alta. Año 1960, recién inaugurado. Foto diario ABC.
En los bajos del cine se encontraba el club. Era un local en forma de herradura alargada y la estructura estaba compuesta de dos plantas. La planta superior con dos pasillos semicirculares a ambos lados y con barandilla a la planta inferior, tanto a derechas como a izquierdas de estos pasillos estaba destinada a alojar mesas. Al final del pasillo derecho estaban los servicios y al final del pasillo izquierdo se encontraba la barra del bar. La misma estructura superior era la inferior, mesas a derecha e izquierda en todo el recorrido del pasillo que bordeaba la pista, en la parte central anterior existían otros servicios y en la parte central posterior el escenario que se encontraba como a un metro del nivel del suelo. El habitáculo central era la pista de baile se encontraba como a unos 40 centímetros por debajo del nivel del suelo. El baile era ambientado por orquesta. Solían actuar dos orquestas o grupos por jornada y el ambiente del que se disfrutaba era cordial, siendo las personas que lo frecuentaban de edades comprendidas entre 18–25 años.
Hasta aquí, lo que nuestra memoria nos ha permitido recordar de esta singular travesía hecha por la parada 10.
Con esta foto de 1903, en el que vemos un tranvía de sangre bajar desde la parada 11 junto al kiosco Árabe, nos despedimos hasta la próxima.
Añadido el 16 de Enero de 2012.
Villa Oterita estaba en la esquina de López de Hoyos con Arturo Soria, en el actual 200 de esta última. Se corresponde con el modelo número cinco de las casas construidas por la CMU. La casa fue levantada en 1909 y era propiedad de “La Bella Oterita” (Eulalia Franco), pareja de Matías Turrión –más detalles en comentarios-.
La importancia del cruce hizo que la Dirección General de Ferrocarriles obligara a la CMU a poner el único paso a nivel que existió en toda la línea del tranvía de la Ciudad Lineal. Para ello se construyó el kiosco el Fortín, que se encontraba frente al número 202 actual de Arturo Soria (a la altura del cine Ciudad Lineal). En los últimos años del tranvía todavía había en su lugar un kiosco de tranvías, cuadrado, pequeño y pintado de verde, junto a una fuente.
El kiosco fue construido en 1904 y el nombre se lo pusieron en honor a los numerosos militares que apoyaban el proyecto de la Ciudad Lineal.
En mayo de 1907 fueron rellenados a toda prisa los barrancos que había en el cruce de “la calle Principal y la carretera de Hortaleza”. Pretendían dar el ancho suficiente para el vehículo de su Majestad la Reina que iba a pasar por aquella parte de la Ciudad Lineal. Lamentablemente unas fuertes lluvias echaron a perder el trabajo y la visita regia tuvo que ser pospuesta unas semanas.
La prueba del gran desnivel que existía en la zona era la terraza del Bar Jacinto, que podemos ver en la foto precedente.
Tres estupendas fotos de la familia de Leonor Arduña. Kiosco que estaba en la calle Arturo Soria esquina con la esquina de Navarro Amandi. Agradecimientos por la cesión de las fotos a la familia Leonor Arduña y a Carlos Rodríguez Zapata.
Añadido el día 14 de febrero de 2015
Como reconocimiento a los viejos comercios de la Ciudad Lineal y al trueque de edificaciones bajas por bloques en altura que poco a poco van desdibujando el sueño de don Arturo Soria, ofrecemos unas imágenes de lo que fue La Tierruca, y después el Penmarric.
Foto de principios de los años cincuenta, cuando La Tierruca tenía la terraza en el centro de la calzada de la calle Arturo Soria. Entones llevaba muy pocos años abierto el negocio. Foto: José Luis López Ayala.
El cruce de López de Hoyos con Arturo Soria, siempre un lugar transitado. Detrás del tranvía vemos la ferretería y La Tierruca.
Ayer se procedió al desalojo. Foto: Sandra Blanco.
-.-.-
Autores: Pedro Gómez y Jesús Sastre.
En este blog tambíén colaboran: Ángel Caldito, José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.
Paradas anteriores:
Parada 9
Parada 8
Parada 7
Fuentes utilizadas:
Web del Ayuntamiento de Madrid.
Web de Bing.
Hemeroteca ABC.
Biblioteca Nacional de España.
Revista de la Villa, Ayuntamiento de Madrid.