Mostrando entradas con la etiqueta Oficios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Oficios. Mostrar todas las entradas

miércoles, 15 de febrero de 2017

El comercio y la industria ambulante en Madrid - Año 1861 (y 2)

Requesonera o requesonero


La única actividad donde encontrábamos a hombres y mujeres en estos recortes. Como vemos en los grabados la diferencia era que ellos llevaban un cesto más grande con cuchillo y paleta para el corte, mientras ellas llevaban ya las porciones hechas para poderlas tomar en el momento. Lo que decían para anunciarse era: "El requesonero de Miraflores y a prueba", " La requesonera, a cuarto requesones".. lo de Miraflores es porque la leche de allí estaba considerada como la mejor.

La zapatillera

En un palo llevaba colgadas zapatillas de varios colores para que las vieran bien sus clientes. El palo estaba atado en los extremos con una cuerda que colgaba en su hombro para poder manejar con las dos manos las zapatillas colgadas. En el palo tan solo llevaba expuesta una del par, estando la otra en el cesto que transportaba con el otro brazo.

El florero

Lo que decían estos vendedores era: "Las plantas de claveles doble vendo", o bien pregonaban: "Las que huelen, rosas finas, a las ricas dalias y a las marimoñas". Los claveles más acreditados eran los que venían de Valencia. Las flores eran vendidas con los tiestos incluidos, por lo que se daba gran importancia a la calidad de la tierra. Así mismo vendía albahaca, verbenas, pensamientos, dalias …

El mediero

Se anunciaba por las calles de Madrid voceando: "Medias de estambre y lana, el mediero". Los que hacían buenos negocios vendían las medías en un local, y el máximo rango que podían alcanzar era ser "Maestro mediero de seda" que tenían sus establecimiento en las mejores calles de la Villa.

El mielero

Uno de los vendedores que más ha perdurado en el tiempo, tratado varias veces en este blog. El de la ilustración que vemos gritaba en 1861: "Miel de la Alcarria,.... al buen queso".

El navajero

Tenían que ser hombres muy robustos para transportar todos sus productos en el expositor que llevaban con unas cinchas sobre sus hombros. Se hacía oír diciendo: "Navajas, tijeras, ligas y tirantes".  Desde 1820 las navajas con más renombre eran las de Albacete, aunque no le iban a la zaga las de Guadix y Toledo. Se ayudaba de un palo con soporte para apoyar el cajón expositor que también le valía para sentarse, aunque fuera muy inestable.

Velonero


Su oficio consistía en trabajar la hojalata ó el latón -artesanos del metal-, para hacer utensilios que alumbraran los hogares madrileños durante la noche. Vendían sus productos andando por las calles diciendo: "Palmatorias, velones y candeleros".

El cerillero

Eran vendedores que salían al caer la noche. Al igual que el navajero utiliza las cinchas y el palo con soporte para manejar su expositor. Además, en este llevaba adosado un farolillo que encendía para mostrar bien su género. Solían ponerse en la puerta de los teatros, cafés y lugares con gran tránsito de gente. Eran de las últimas personas en retirarse a dormir. Para hacerse oír entre el gentío gritaban: "Papel y fósforos. De cien cerillas por 2 cuartos".

Perdiguero

Eran cazadores que venían a Madrid a vender sus capturas. Se anunciaban diciendo: "Perdices y conejos de campo,....  palominos, palominos".

Adivino

Realmente no hemos podido encontrar el nombre de este señor, ni nada exacto sobre su actividad. Tan solo sabemos como llamaba la atención de sus clientes: "Por cuartos se dan los fijos de loterías y el sino de cada persona,... quien quiere otro". Por lo que vemos en el dibujo se debía de tratar de una especie de carracas que al tirar de la cuerda movía los muñecos (pájaros). Parece como si tuviera barquillos en la parte baja de la casa, por lo que puede que fuera una especie de barquillero que atraía a los más pequeños.

La naranjera

"Quien quiere naranjas, limas ...... Naranjas y limones dulces". Otra vendedora ambulante que venía de tierras valencianas, como los horchateros.

El ruedero

De el otro extremo de España venían los ruederos, gallegos que a voz en grito decían "Ruedos... El ruedero". El ruedo era un felpudo de forma circular que hacían en Galicia y eran muy usados en los hogares de Madrid.

El trapero

Al contrario que los que hemos conocido en el siglo XX, en el año 1861 estos señores iban bastante bien vestidos, aunque llamaban la atención por la cantidad de cosas variadas que transportaba. Compraban y vendían objetos usados, pero sobre todo eran lo que decía a su paso: "Trapo y hierro viejo que vender". Tenían que llevar una romana para pesar lo que compraba y vendía.

El zorrero

"Zorros y plumeros", esto era lo que decía para vender sus plumeros este señor.

-.-.-

Autor: Ricardo Márquez

En este blog también colabora José Manuel Seseña

Capítulo anterior.

domingo, 15 de enero de 2017

El comercio y la industria ambulante en Madrid - Año 1861

Hace un par de años dimos un repaso al comercio ambulante en Madrid gracias a un artículo publicado en el "Museo de las familias" en el año 1848. Hoy os proponemos volver a viajar en el tiempo y ver los vendedores e "industriales" que nos encontrábamos en las calles madrileñas en el año 1861. Se trata de unos grabados sin más información que la que ponían al pie del dibujo. Fueron publicados en el "El Museo Universal" a lo largo del año antes mencionado.

El lañador

Era un hombre que solía salir los domingos por la calle al grito de "A componer tinajas, artesones, barreños, platos, fuentes,...", lo que molestaba a muchos vecinos por ser su día de descanso. Era mal visto por su forma de vestir y por lo general era un trabajo para sacar un dinero extra pues no le llegaba para vivir con su trabajo habitual. Su principal herramienta de trabajo era un taladro con el que hacían unos agujeros a los cacharros, por lo que tenían una gran fuerza en los brazos. Después de aplicar un emplaste sobre las piezas a reparar pasaba unos alambres por los agujeros hechos uniendo los trozos enroscando firmemente el alambre.

El rosero

En su cesto llevaba unos dulces recién hecho que vendía diciendo: "A cuarto rosas, a cuartos las calientes, ay que ricas". Unos dicen que eran hojaldres y otros que era masa frita, las conocidas como rosas o flores fritas con miel. Seguramente el plumero que llevaba en la mano era para espantar a moscas y otros insectos que buscaban el dulce.

El escalorero y apiero

Siempre eran asturianos, provenientes de los concejos de Pravía o Piloña (por lo visto había cierta rivalidad entre ambos concejos). Vendían escarolas, lechugas, cardos y apios. Los domingos por la mañana, se reunían en la Virgen del Puerto y tenían fama de montar grandes algarabías allí.

El arenero

Al grito de "Arena de San Isidro, el arenero..." estos chicos vendían arena fina de la ribera del Manzanares que se utilizaba para limpiar los cacharros de la cocina.

La arropera

"Arrope rico de la Mancha, al buen arrope", con esas palabras rasgaban el aire de Madrid para vender su  almíbar de miel estas señoras. El producto lo llevaban en una tinajilla y lo servía bien medido con un cazo.

El pipero

Realmente no sabemos cual era el nombre de este vendedor, por lo que le hemos puesto "pipero". Iba bastante bien vestido para ser un vendedor callejero. Vendía boquillas de asta, hueso, latón o madera, y pipas de madera, barro o piedra. Quizás lo más llamativo era lo que decía para vender: "Boquilla y pipe vendo - quien me compra una", creemos que con pipe se refería a las pipas.

El cajero o sombrerero

Este señor vendía cajas al grito de: "Cajas para mantillas y sombrereras".

El cestero

"Cestas y canastillos", así vendía sus productos hechos de mimbre.

El sillero

El sillero vendía sillas y las arreglaba. Sabíamos que venía si escuchábamos: "Componer sillas .... el sillero".

El artesonero

Este señor vendía además de artesones otros objetos tallados en madera, como platos, barreños, madreñas,... Gritaba el nombre de su oficio para hacerse oír.

El carraquero

Vendía carracas de todos los tamaños y colores. Las carracas era un entretenimiento de moda y por ejemplo se utilizaban en Semana Santa en las iglesias. No necesita decir nada para hacerse notar, además del ruido de las carracas llevaba unas campanillas en su sombrero.

El choricero

El choricero era un hombre venido de la Sierra de Béjar (Salamanca) o de Extremadura. En una alforja llevaba chorizos, morcillas y otros embutidos. Era muy llamativo el largo guardapolvos negro que vestía, que sin duda era para preservar su ropa de las manchas de grasa.

El esquilador

Llevaba las tijeras en su refajo y solía esperar a las puertas de las grandes cocheras o corrales para esquilar a los animales, ya que ovejas había pocas en Madrid.

El horchatero

Normalmente eran valencianos y como vemos transportaba la horchata en un pequeño bidón y en la cesta llevaba los vasos.

El perrero

Vendía perros y no hacía falta anunciarse debido al bullicio que formaban los animales.

Vendedora nocturna de periódicos

En aquel año de 1861 por la noche salían dos periódicos: El Pueblo y La Correspondencia. Por lo general eran chicas muy jóvenes las que vendían las últimas ediciones en los lugares céntricos y más concurridos de Madrid. Era muy importante que las muchachas fueran buenas corredoras, pues cuanto antes llegaran a los lugares de venta más posibilidades tenían de colocar su género.

Continuará.....

-.-.-

Autor: Ricardo Márquez

En este blog también colabora José Manuel Seseña

martes, 20 de enero de 2015

Los vendedores de Madrid a mediados del siglo XIX

Aunque en el blog ya hemos tratado varias veces los oficio perdidos, o casi perdidos (1), en esta ocasión os proponemos un viaje a un pasado mucho mas lejano en el que veremos unas palabras y personajes casi desconocidos, propios de una novela de don Pío Baroja. Para ellos iremos al año 1848 -mediados del siglo XIX-, y nos basaremos en un artículo publicado en "Museos de las familias".

Imaginemos un Madrid sin tanto ruido, donde todavía se podía escuchar el repicar de las campanas, donde acudían los vendedores de los pueblos cercanos a la Villa y de casi todas las provincias de España. La ausencia de comercios especializados hacía que estos vendedores de productos frescos y objetos, deambularan por las plazas de los mercados y barrios cercanos a Madrid (a los vendedores de plazas se les llamaba placeros).

De esta forma en la Capital se oían vocablos de las más diversas procedencias, siempre llamativos y con cierto gracejo, que vistos desde la distancia del tiempo nos parecerán un mundo de ensoñación.

La cerecera

Vendía sus productos al grito de "Mollares y garrafales". Si escuchábamos "A los ricos de Aragón" se trataba de melocotones, y "de Pastrana las buenas" aceitunas.

La requesonera

El requesón era vendido a la voz de: "De Miraflores la nata", no porque se hiciera en Miraflores, más bien por la tradición vacuna de aquel pueblo -el requesón era hecho en Madrid-.

El ruedero

Este vendedor de ruedos, una especie de esterillas grandes elaboradas principalmente en Galicia y Asturias, no emitía sonido alguno, por su pinta se sabía lo que vendía.

La naranjera

Otra vendedora de fruta, cuyo grito de guerra era: "Aquí hay naranjas y limas; naranjas y limones baratos".

El arenero

"Arena de San Isidro; azul y blanca, el arenero". Solían ser chicos muy jóvenes y muy mal vestidos. La arena fina era utilizada para limpiar los cacharros de las cocinas, y también vendían polvo de ladrillo que mezclado con agua y arena hacía una especie de argamasa.

La cañamonera

Solían ser mujeres ancianas que se ganaban la vida vendiendo los cañamones tostados en las puertas de las tabernas durante las tardes y las noches.

El esterero

Normalmente venían de Valencia, y vendían esteras de invierno y finas, para el verano. Muchos de ellos utilizaban los portales de las calles principales como puntos de venta.

El horchatero

También valencianos, alquilaban locales en verano para vender su producto, aunque también disponían de cubetas en las que llevaban la horchata y anunciaban su venta gritando. Además de Levante también venían los vendedores de meloneros "a cala", de pasas e higos, y en Navidad los de turrones y peladillas.

El buñolero

Que vendía los buñuelos diciendo: "a cuarto tiernecitos". Parece ser que también eran chiquillos valencianos que transportaban su producto insertado en un palo, aunque no llegamos a comprender el motivo por el que eran de Valencia pues Madrid tenía una larga tradición en buñuelos.

La huevera

De Fuencarral venían hasta la Corte en burro para vender sus productos. Otras vecinas del mismo pueblo vendían pavos al grito de: "De Fuencarral, como la manteca".

La rabanera

Ahora podemos comprender el uso de está palabra para "mujer descarada y ordinaria"; por los gritos que daba para vender los rabanitos. Al igual que las verduleras eran de las que más alto gritaban.

La aguadora

Con un botijo a su cadera y un cestillo con vasos anunciaba su venta en verano diciendo: "Como la nieve acabadita de coger".

El barquillero

Normalmente eran muchachos que utilizaban el juego para vender los barquillos.

La escobera

Mujer que vendía escobas. El ahorro era el máximo, pues apenas si tenían palo las escobas a la vista del grabado.

El zorrero

Hombre que vendía plumeros y zorros.En general las escobas las vendían las mujeres y los plumeros y zorros los hombres, por lo que cada palabra tenía su género asignado, aunque fuera un hombre quien vendía las escobas se le llamaba escobera, y si una mujer vendía plumeros y los zorros era zorrero.

El escalorero

Siempre eran asturianos, provenientes de los concejos de Pravía o Piloña (por lo visto había cierta rivalidad entre ambos concejos). Vendían, además de escarolas, lechugas, cardos y apios. Los domingos por la mañana se solían reunir en la Virgen del Puerto.

El castañero

Las castañas provenían de La Alcarria y eran vendidas tanto asadas como crudas. Las asadas las vendían las mujeres mayores y las crudas eran acarreadas por mocetones en sacos. Para dispensar la cantidad justa de castañas utilizaban botes de diferentes medidas.

La guindillera

Si escuchábamos: "Chorizos de Leganés", no debíamos esperar encontrarnos el embutido, sino guindillas y pimientos picantes del pueblo vecino. Otro de los gritos que nos podrían despistar y que empleaban las  vendedoras de Leganés era "La pepitoría", para vender los pepinos tan apreciados de sus huertas.

La zapatillera

Al grito de "La zapatillera", llegaba una señora con atillos al hombro y palos en los que transportaba infinidad de zapatillas de todos los tipos y colores.

La prendera 

Al igual que la zapatillera anunciaba su llegada con su propio nombre a voz en grito. Vendía telas nuevas o trapos viejos. Elementos imprescindibles eran las tijeras y la vara de medir.

El jaulero

Eran personas parlanchinas y de Madrid, lo que demostraban en su vestimenta 100% madrileña.

La cintera

En un cestillo llevaba las cintas de mil colores. Sus instrumentos de trabajo eran los mismos que los de la prendera, las tijeras y la vara de medir.

La sebera

En un talego al hombro llevaba su producto. Por lo visto, o lo olido, el sebo desprendía un olor muy pestilente que delataba la presencia de la sebera.

El jamonero

Por su traje se conocía su procedencia de Extremadura. En la alforja llevaba además de "jamones dulces", chorizos de su tierra.

La cangrejera

En un cesto llevaba su producto que vendía al grito de: "Cangrejos vivos, cangrejos".

La cuajadera

En una olla o en un tarro llevaba la cuajada que vendía a los niños como golosina. Con una taza ponía las porciones añadiendo después un poco de azúcar.

La ajera

Llevaban las ristras de ajos y andaban por toda la ciudad. También había hombres que anunciaban su llegada gritando: "El ajero ajos".

Trapo y hierro viejo

Otro de los personajes que se podían encontrar por las calles de Madrid al grito de: "Hay trapo y hierro viejo que vende". Tenían mala fama por regatear mucho en la compra y los bajar los pesos, y ya se decía que con su grito de "que vende", engañaban de entrada a la gente pues en realidad compraban y no vendían.

El fresero

Madrileño de pura cepa por su vestimenta, iba con sus fresas y una romana para pesarlas.

Para terminar el artículo añadiremos otras frases que se oían por Madrid: "Vivitos de hoy", para vender besugos que venían de muy lejos después de casi 15 días de viaje; "Tinto rico de Aragón"; "Albillo de la villa del Prao"; "En dos cuartos medio"; "Almendritas del Prado" que eran bellotas; "La grana vendo" para referirse a los tomates",....

-.-.-

Autor: Ricardo Márquez
En este blog colabora también José Manuel Seseña

Notas:
1 - Otros artículos publicados en el blog sobre oficios:
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2011/06/oficios-perdidos-primera-parte.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2011/07/oficios-perdidos-segunda-parte.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2008/11/pipero-pipera-oficios-perdidos-primera.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2012/12/tipos-tipillos-y-tipejos-de-madrid.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2009/11/es-tiempo-de-castanas.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2009/03/el-mielero.html