El lañador
Era un hombre que solía salir los domingos por la calle al grito de "A componer tinajas, artesones, barreños, platos, fuentes,...", lo que molestaba a muchos vecinos por ser su día de descanso. Era mal visto por su forma de vestir y por lo general era un trabajo para sacar un dinero extra pues no le llegaba para vivir con su trabajo habitual. Su principal herramienta de trabajo era un taladro con el que hacían unos agujeros a los cacharros, por lo que tenían una gran fuerza en los brazos. Después de aplicar un emplaste sobre las piezas a reparar pasaba unos alambres por los agujeros hechos uniendo los trozos enroscando firmemente el alambre.
El rosero
En su cesto llevaba unos dulces recién hecho que vendía diciendo: "A cuarto rosas, a cuartos las calientes, ay que ricas". Unos dicen que eran hojaldres y otros que era masa frita, las conocidas como rosas o flores fritas con miel. Seguramente el plumero que llevaba en la mano era para espantar a moscas y otros insectos que buscaban el dulce.
El escalorero y apiero
Siempre eran asturianos, provenientes de los concejos de Pravía o Piloña (por lo visto había cierta rivalidad entre ambos concejos). Vendían escarolas, lechugas, cardos y apios. Los domingos por la mañana, se reunían en la Virgen del Puerto y tenían fama de montar grandes algarabías allí.
El arenero
Al grito de "Arena de San Isidro, el arenero..." estos chicos vendían arena fina de la ribera del Manzanares que se utilizaba para limpiar los cacharros de la cocina.
La arropera
"Arrope rico de la Mancha, al buen arrope", con esas palabras rasgaban el aire de Madrid para vender su almíbar de miel estas señoras. El producto lo llevaban en una tinajilla y lo servía bien medido con un cazo.
El pipero
Realmente no sabemos cual era el nombre de este vendedor, por lo que le hemos puesto "pipero". Iba bastante bien vestido para ser un vendedor callejero. Vendía boquillas de asta, hueso, latón o madera, y pipas de madera, barro o piedra. Quizás lo más llamativo era lo que decía para vender: "Boquilla y pipe vendo - quien me compra una", creemos que con pipe se refería a las pipas.
El cajero o sombrerero
Este señor vendía cajas al grito de: "Cajas para mantillas y sombrereras".
El cestero
"Cestas y canastillos", así vendía sus productos hechos de mimbre.
El sillero
El sillero vendía sillas y las arreglaba. Sabíamos que venía si escuchábamos: "Componer sillas .... el sillero".
El artesonero
Este señor vendía además de artesones otros objetos tallados en madera, como platos, barreños, madreñas,... Gritaba el nombre de su oficio para hacerse oír.
El carraquero
Vendía carracas de todos los tamaños y colores. Las carracas era un entretenimiento de moda y por ejemplo se utilizaban en Semana Santa en las iglesias. No necesita decir nada para hacerse notar, además del ruido de las carracas llevaba unas campanillas en su sombrero.
El choricero
El choricero era un hombre venido de la Sierra de Béjar (Salamanca) o de Extremadura. En una alforja llevaba chorizos, morcillas y otros embutidos. Era muy llamativo el largo guardapolvos negro que vestía, que sin duda era para preservar su ropa de las manchas de grasa.
El esquilador
Llevaba las tijeras en su refajo y solía esperar a las puertas de las grandes cocheras o corrales para esquilar a los animales, ya que ovejas había pocas en Madrid.
El horchatero
Normalmente eran valencianos y como vemos transportaba la horchata en un pequeño bidón y en la cesta llevaba los vasos.
El perrero
Vendía perros y no hacía falta anunciarse debido al bullicio que formaban los animales.
Vendedora nocturna de periódicos
En aquel año de 1861 por la noche salían dos periódicos: El Pueblo y La Correspondencia. Por lo general eran chicas muy jóvenes las que vendían las últimas ediciones en los lugares céntricos y más concurridos de Madrid. Era muy importante que las muchachas fueran buenas corredoras, pues cuanto antes llegaran a los lugares de venta más posibilidades tenían de colocar su género.
Continuará.....
En este blog también colabora José Manuel Seseña
Qué interesantes y curiosos personajes los de este artículo, Ricardo. Gracias por dárnoslos a conocer.
ResponderEliminarLas rosetas eran de masa como los churros y porras,si fueran de hojaldre su precio subiría muchisimo por los productos y el tiempo de preparación,las rosetas se siguen vendiendo,sobre todo en la zona de Levante con azúcar o miel.
ResponderEliminarGracias por el reportaje,un saludo de G.M.P
Gracias B.R. y G.M.P. por vuestros comentarios. Todavía quedan justo la mitad de esta serie y ya estoy trabajando en una más antigua todavía. Gloria, estoy contigo en que debían de ser rosetas. He mencionado hojaldres pues así decía un periódico de la época, aunque los que más decían de pasta frita. Mi abuela hacía estas rosetas con forma de flor (las llamaba flores). Tenía una especie de paleta con la forma de la flor que introducía en un liquido (no sé si huevo con harina) y de inmediato a la sartén con aceite muy caliente. El liquido se solidificaba y se separaba del molde y salía una pasta muy crujiente y fina, mi misión era echarlas azúcar mezclada con canela.... y claro está, comerme más de una.
ResponderEliminarUn abrazo a las dos.
Hola Ricardo te escribo desde Segovia y a los creadores de sillas por esta zona se les llamaba silleteros. Muy interesantes los antiguos oficios.
ResponderEliminarGracias Pedro Luis por tus palabras. He vuelto a comprobar la revista y en Madrid decían silleros. Ambas palabras son válidas en castellano, así lo dice la RAE, aunque la de silletero es más utilizada en Bolivia, Cuba y Ecuador (Rae).
ResponderEliminarHoy he aprendido una nueva palabra.
Un saludo