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jueves, 23 de enero de 2014

Recuperar lo "casi" perdido

Anteriormente a este artículo hemos hecho otros recordando juegos que han pasado al olvido, si no definitivamente si en gran parte. En algunas ocasiones viene dado por la falta de lugares donde poder practicarlos, otras veces por la falta de tiempo, pero en general por esta sociedad  modernista que ha cambiado el ocio por la obligación.

Sin querer poner fechas, solamente digamos “antes“, y por referirnos a las personas que mas practicaban los juegos a los que nos vamos a referir, era usual que los festivos se emplearan para relacionarse con la vecindad, cambiar impresiones sobre el barrio, tomar un vino o una cerveza, y aprovechar para echar una partida en el bar, bien fuera al tute, a la brisca, al mus, al dominó, a los dados, fuera a lo que fuera, lo principal era ese acercamiento.

Esta vez pretendemos recordar esos juegos – deportes, que aunque algunos los practicábamos como diversión, no por eso dejaban de estar federados, me refiero a los populares: Rana y Tanga o Chito.

Estos dos juegos, a los que nos vamos a referir, al estar federados tienen como es lógico su reglamentación, y sus normas de juego, alguno de ellos, tienen incluso varias modalidades de juego, describirlos al dedillo supondría emplear nombres técnicos que se nos escapan a los que no estamos duchos en la materia, y para ello habría que recurrir a Internet. Nuestra intención no es contar la técnica ni la reglamentación del juego, sino el juego tal como lo recordamos, es decir, lo que mantenemos en la memoria.

Foto: Wikipedia

La “rana”
La “rana” es un juego muy popular, raro era el bar que no tuviera rana, sobre todo los que tenían jardín, aunque en alguna ocasión se sacaba a la calle a jugar. Es un juego que no tiene dificultades para practicarlo, únicamente se necesita destreza y puntería. Los participantes pueden ser los que se quiera, las partidas solían ser individuales, aunque también se puede jugar por parejas.  Para el juego se emplean diez discos redondos de hierro, de tamaño de 4 cm de diámetro aproximadamente llamados changarros o petacos.

Foto: Bricolandia.es.

La rana es una especie de mesa con patas, y un cajón con apartados en la parte inferior, donde quedaban depositados los changarros, y en los que ponía el valor de los mismos. Podía ser de madera o de hierro, tenía que tener la misma medida de largo que de ancho, es decir cuadrada, estaba cerrada por tres laterales menos por el frente. Consta de una rana en el centro de la mesa, con figura sentada y la boca abierta, igualmente en el centro pero por delante un molino, dos puentes a ambos lados del molino, y cinco agujeros, dos por delante y tres por detrás de la rana, en total nueve agujeros, algunos con obstáculos, como es el caso de los puentes, teniendo cada figura una puntuación distinta. Existe otro tipo de mesa, que en la parte del fondo tiene tres ranuras perpendiculares de distintas medidas de ancho, y cuyo valor de puntuación es también distinto, y por detrás un tipo de cajoncito donde quedaban depositados los changarros.

El juego consiste en: Se traza una raya horizontal, normalmente con tiza en el suelo, a una distancia aproximada de la mesa de cuatro metros, desde donde se lanzan los changarros, el que en su turno de tirada pisara la raya, los tantos que se lograran no se contabilizaban, igualmente no se contabilizaban los tantos de los changarros que se quedaran en la boca de la rana, molino, puente o ranura sin entrar, hasta que empujado por otro changarro lanzado posteriormente lo introdujera en el agujero, siempre que le quedaran changarros en la misma tirada por lanzar.

Foto: Album de Flickr de Karolo Suárez

El orden de tirada era de uno detrás de otro, y cada jugador lanzaba diez changarros por tirada. Cuando la partida era por parejas, tiraban ambos compañeros seguidos, las partidas solían ser de diez tiradas, o bien acordar un número determinado de puntos. Había dos formas de lanzar el changarro, una abierto de piernas, y la mano que lanzaba bailando entre ellas, otra en ángulo, es decir, la pierna izquierda por delante de la derecha unos 50 cm.


El valor de las figuras eran los siguientes.

Rana………. 50 puntos.
Molino……... 25 puntos.
Puente…….. 10 puntos.
Agujero..……. 5 puntos.

Si la mesa disponía de ranuras.

Ranura inferior………. 20 puntos.
Ranura medio……….. 15 puntos.
Ranura superior……... 10 puntos.


La "tanga" o "chito"
Hay multitud de nombres para este juego o deporte, cada comunidad tiene el suyo, pero concretamente en Madrid era conocido por el “chito”, lo mismo sucede con los discos que se lanzan, pero los que yo he oído de siempre han sido, los petacos o tejo. Si en el juego de la rana decíamos que se precisaba de destreza y puntería, aquí era imprescindible, no solo la puntería, sino la habilidad y la fuerza.

La calle Tribulete también tenía que ver con este juego.

Es un juego o deporte sencillo, vamos a conocer las piezas que se empleaban en este juego.

Tanga o Chito – Petaco o Tejo – Chapa.

¿Qué es la tanga o chito?: Es la pieza a derribar, era un cilindro de madera, de entre 15 – 20 cm, de longitud, y de entre 3 – 4 de diámetro.
¿Qué es el petaco o tejo?: Es la pieza que se lanza, era un disco de hierro, de unos 8 – 10 cm de diámetro.

¿Qué es la chapa?: Es la pieza que se coloca encima de la tanga o chito, tiene una circunferencia de aproximadamente 3 cm.

Foto: Museodeljuego.com

Para practicar este juego se necesitaba de un espacio bastante amplio, que fuese de tierra, para facilitar el deslizamiento del tejo, y que estuviera lo mas plano posible, es decir, que el terreno estuviese en buenas condiciones. La longitud del terreno de juego era de aproximadamente 15 - 20 - metros, y la anchura de unos 3 - 4 metros. Los participantes podían ser tantos como se acordara, pero lo ideal era de unas tres o cuatro parejas, pues este juego se jugaba en parejas.

El juego se desarrollaba de la siguiente manera: En primer lugar se colocaba el chito en posición, para ello se clavaba en el suelo un clavo de cabeza ancha, y el chito se colocaba encima del clavo, la chapa se colocaba encima del chito, posteriormente se marcaba la distancia de lanzamiento, mediante una raya horizontal en el suelo, y se acordaba el turno de tirada.

Foto: Gabriel Jesús Moreno

Los jugadores podían lanzar el tejo, parados o en movimiento, pero la modalidad que escogieran la tenían que mantener toda la partida, la posición de parados no hace falta describirla, en movimiento era coger carrerilla y al llegar a la raya lanzar el tejo, el jugador que pisaba la raya era nulo el tiro. El tejo se podía lanzar para que pique, o para que deslice, el chito y la chapa han de ser derribados, y alejarlos lo más posible para que el tejo, quede más lejos de la chapa, que la chapa del chito.

El juego era normalmente a 15 tiradas, y cada jugador tira dos veces el tejo cada vez que le corresponda, los puntos que correspondían por cada acierto no los recuerdo, pero si los aciertos, aunque quizá me olvide de alguno.

Derribar el chito.
Que se derribe el chito, salga despedido, y vuelva a quedar de pié.
Cuando la chapa esté mas cerca del tejo que del chito.
Cuando la chapa esté mas lejos del tejo que del chito.
Cuando la chapa queda a la misma distancia del tejo y del chito.
Cuando derribes el chito, y la chapa salga despedida fuera del terreno de juego.
Que se derribe la chapa, y el chito quede en pié.

Foto: Album de Flickr de Gema Fuente

También había lo que se llamaba “cama”: La cama es cuando el tejo queda a menos distancia de la chapa, que la chapa del chito, cuando esto se producía, hay que volver a colocar el chito en su lugar, y la chapa encima.

El juego finalizaba cuando se agotaban las tiradas por todos los participantes, y como es lógico, ganaba la pareja que más puntos acumulara
-.-.-

Autor: Pedro Gómez

En este blog colaboran también: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Las hormigas de alas - El juego del mes de Septiembre

Llegado el mes de septiembre solían empezar las primeras lluvias. Con ellas salían las hormigas de alas apenas aparecían los primeros rayos de sol. Las hormigas revoloteaban de un sitio a otro, en un vuelo anárquico sin destino fijo.

Hormiga de ala.

Existían dos tipos de hormigas: las que llamábamos alines que eran mucho más pequeñas que la hormiga de ala propiamente dicha, además, esta última tenía la parte del culo o aguijón mucho más gruesa. El suelo se llenaba de hormigas que perdían las alas, mejor dicho, que se quedaban sin alas pues los pájaros se las comían. Curiosamente los pájaros solo comían las alas de las hormigas de alas, no así de los alines. Esta debilidad era la que aprovechamos para este juego, entretenimiento, o caza; llámese como quiera.

Lo primero era tener un bote de cristal de un litro de capacidad o más, con una tapa de chapa de rosca. En la tapa se hacían unos agujeros minúsculos para que las hormigas pudieran respirar pero no escapar. Como un tercio del bote se llenaba de arena. Era muy importante poner en el bote solo hormigas de alas, pues si se ponía alines o hormigas comunes, se atacaban entre sí.

Las hormigas de alas se podían coger  cuando se posaban, o cuando salían del hormiguero, pero estas dos formas eran muy engorrosas y resultaba difícil coger muchas. La forma más efectiva era con una buena azadilla y que alguien te enseñara como excavar un hormiguero. Había que saber como de duro era el terreno, como de grande podía ser el hormiguero (tenía que ver con lo grande que fuera la entrada al hormiguero), pero sobre todo como y por donde empezar a excavar, pues si se hacía en vertical a la entrada, se taponaban y se perdían las túneles siendo un trabajo en vano. Lo ideal era empezar a un lado del hormiguero teniendo en cuenta el sentido que tenía el túnel en su inicio. Los hormigueros que eran más fácil de atacar eran los que se encontraban junto a un desnivel, pues se podía escarbar desde ese desnivel.

El factor sorpresa era importante, existían una especie de pequeñas hormigas blancas, como si fueran larvas, que corrían muchos. Nosotros las conocíamos como chivines, y eran importante no dejarles correr hacía el interior del hormiguero, pues suponíamos que eran los encargados de avisar al resto del hormiguero de que había problemas.

El caso es que cavando se llegaba a las habitaciones más grandes de los hormigueros, donde había cientos de hormigas de alas. En algunas ocasiones se llenaban casi tres botes de cristal. Era importante no machacar las larvas o huevos blancos de las hormigas, con el fin que el hormiguero pudiera sobrevivir en años posteriores.

Después llegaba la segunda parte del juego, la caza de los pájaros. Estos eran siempre pequeños, del tamaño de los gorriones o menores. Entre sus nombres recuerdo: verderón, pinchauvas, alitas,.... Para la caza utilizábamos cepos, que estaban hechos totalmente de alambre, y tenían la suficiente fuerza para atrapar al pájaro.

Un cepo.

También se podía cazar con ballestas, pero la fuerza de estas era descomunal y el pájaro siempre moría, mientras que con los cepos, aunque en ocasiones también morían, el pájaro solía quedar solo atrapado.


La ballesta.

Había que abrir la parte central del cepo, la pinza, apretando a los lados, de tal forma que se abría lo suficiente para agarrar a la hormiga de ala entre el abdomen y el culo con la parte superior de la pinza, pero teniendo cuidado de que sus alas quedaran libres y no se rompieran para que pudieran moverlas y llamar así la atención de los pájaros.

Otro cosa importante era el tiempo y el lugar donde ponerlos. Por lo general se hacía desde primera hora de la mañana hasta mediodía, y normalmente en algún sitio con árboles cerca. Eran siempre muy apreciadas las fincas abandonadas de la Ciudad Lineal que tenían árboles frutales.

El cepo se abría con mucho cuidado y se ponía la varilla que lo sujetaba lo más al límite posible de la pinza para que saltará al menor movimiento. Casi siempre el cepo se cubría con yerbas, pajas, ... para evitar que el metal asustará a los pájaros.

Como se ve la actividad era mucha, buscar las hormigas, darlas algo de comer, buscar un buen lugar, tener paciencia para esperar a que picaran. Eran momentos para disfrutar y charlar con los amigos,..... pero teniendo cuidado de no hablar muy alto, que los pájaros se asustaban.
-.-.-

Autor: Ricardo Márquez.
En este blog colabora: José Manuel Seseña.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Los Cromos de Fútbol - El juego del mes de Agosto


Agosto ha sido por excelencia el mes en el que se comenzaba la colección de los cromos de la liga de fútbol. Hoy en día los medios técnicos permiten sacar colecciones por equipos o por los mundiales en otras épocas del año. Además las colecciones actuales traen al mismo jugador como "supercraf", "jugón", "balón de oro", de tal forma que un mismo jugador puede salir en varios cromos, y unas 4 páginas del álbum están destinados a nuevos fichajes, cosa que antaño se limitaba a 1 o 2 jugadores como máximo por equipo, y en el mejor de los casos solo los fichajes estrellas.


El caso que allá por los principios de los setenta, todos los niños teníamos un montón de cromos para cambiar. Con ellos se jugaba a varias cosas: la banca, que consistía en cada niño sacaba un jugador de su mazo y comparando uno de los datos (normalmente la altura), el que ganaba se llevaba los cromos de los otros; o el jugarse algún cromo a las chapas, las canicas,..... Pero lo más divertido y emocionante era el cambio de cromos: "sile", "sile"..... ¡nole¡... esta era la palabra mágica que significaba que no lo tenías (esto mismo se sigue haciendo hoy en día).


Sin embargo el juego por excelencia eran los partidos con los cromos. Eran de cartón, no muy gordo, pero con la suficiente flexibilidad/rigidez para hacer una pequeña doblez en el pie del cromo, de aproximadamente un centímetro. Antes de empezar el juego se revisaba cada cromo para ver que cumplía las normas. Los porteros eran los únicos que podían tener un poco más de altura en la doblez. Con un trocito de papel de aluminio se hacía la pelota, aplastándolo hasta darle la forma esférica. Después se tiraba dando tobitas a los cromos. Como portería se utilizaban un par de pinzas de la ropa tumbadas, o una caja de cerillas de cocina grande, pero recortada para que tuviera menor altura. El lujo de las porterías eran las de plástico de los futbolines de juguete, y aunque fueran mucho más altas, daban un aire muy profesional y real al partido.


El campo de juego solía ser una acera con el cemento bien echado y no muy rugoso (las aceras de mi barrio, El Cerro de la Cabaña estaban hechas por los propios vecinos, como en muchos otros barrios de Madrid). Un lujo era poder jugar en una mesa de formica de comedor, y aunque la pelota corriera mucho, era mucho más cómodo jugar en ella. Una última opción era jugar en alfombra que no tuviera el pelo muy largo, entonces nos imaginábamos un campo de hierba. Solamente, como es lógico, podíamos pintar las áreas y el centro del campo en el de cemento.


Los equipos debían de estar correctamente vestidos, lo mejor era utilizar los jugadores de un mismo equipo, pero también podíamos juntar equipos que tuvieran el traje blanco, o los blanquirojos,.... pero lo más divertido, y donde empleábamos al 100% nuestra creatividad era pintando las camisetas de los jugadores. Lo mejor, el mayor lujo, era hacerlo con rotuladores Carioca. La indumentaria era libre y contra más vistosa y mejor pintada más apreciados eran los cromos. Se podían coger jugadores de varios equipos, lo que permitía hacer alineaciones verdaderamente espectaculares (para qu´r un Director Técnico, si estábamos nosotros).


Si al dar la toba a un cromo se montaba encima de otro se consideraba falta, aunque si no era mucho decíamos que era una carga. Lo mismo pasaba si se desplazaba un jugador del equipo contrario, aunque si no era demasiado era solo una carga. En el único caso que se podía poner un dedo para que no se desplazara el cromo con el que se tiraba era en la falta o el penalti. En caso de falta el equipo penalizado podía hacer una barrera con varios cromos. Si la pelota quedaba encima del cromo se echaba la doblez hacia delante de tal forma que la pelota hacía una parábola, entonces decíamos que era un remate de cabeza. Esta misma técnica era utilizada para sacar el balón de banda. Normalmente se jugaba por tiempo, unos 20 minutos cada tiempo.


En definitiva, se trataba del juego del mes de agosto, cuando el calor apretaba más, podías estar tirado por el suelo disfrutando de un buen partido. Además los que no jugaban podían hacer de árbitros, apuntar los goleadores, o hacer el calendario de la liga con los puntos de cada equipo.
-.-.-

Autor: Ricardo Márquez.
En este blog también colabora: José Manuel Seseña.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

¡A jugar chicas!


Pintura de Puri Sánchez (1).

Cuando hicimos los artículos dedicados a los juegos que mayormente jugaban los chicos, dejamos pendiente dedicarle otro u otros, a los juegos que mayormente jugaban las chicas. Habría sido mejor que hubiesen sido recordados por alguna fémina, en todo caso, pedimos disculpas de antemano por los errores que podamos cometer en el ejercicio de las explicaciones de los juegos, haremos un esfuerzo de memoria, para tratar de recordarlos lo máximo posible.

La Comba
Quizá el juego mas popular entre las chicas, curiosamente es un juego que no pierde su practica al dejar la adolescencia, pues incluso en la juventud se sigue practicando. Quien no ha visto a chicas con 18 – 20 años, incluso de mas edad, en fiestas o en salidas campestres practicar este divertido juego.

Fuente: www.recuerdas.es

Para practicarlo únicamente se necesitaba espacio y una cuerda, pues era un juego que no necesitaba de aprendizaje, solamente tener habilidad.

El juego consistía en: podían jugar tantas jugadoras como se quisiera, dos de ellas agarraban la cuerda por cada uno de los extremos y la hacían dar vueltas al mismo compás; las demás, se colocaban en fila en uno de los extremos, para ir saltando sin perder el turno, una detrás de otra.

Había varias modalidades de juego:
1ª - Pasar la cuerda empleando un único salto, para lo que había que coger bastante carrerilla.
2ª – Pasarla empleando dos saltos bajo la cuerda.
3ª – Pasarla empleando tres o mas saltos bajo la cuerda
4ª – Después de dar varios saltos bajo la cuerda, las que daban, levantaban la cuerda dejándola horizontalmente en el aire, la que salta, debe agacharse y volver nuevamente a saltar cuando se empiece a voltear otra vez la cuerda, después de otros saltos, debe salir, y así sucesivamente las demás jugadoras.

En este juego perdía turno, y por lo tanto dejaba de saltar y pasaba a dar (se decía que la ligabas), o quedaba eliminada, cuando no saltaras cuando te tocara por tu turno o te engancharas con la cuerda.

Los Bonis
Juego por excelencia de chicas. Era un juego muy entretenido, podían jugarlo tantas jugadoras como se quisiera, por lo general no menos de tres o cuatro, cuantas más, mas ameno se hacía el juego. Había chicas que eran muy hábiles con los alfileres.

Fuente: www.unaprobrepensionsta.blogspot.com

El juego se practicaba encima de una mesa, en la acera, o en el suelo, y para jugar lo único que se necesitaba era poseer alfileres con la cabeza de colores. Estos alfileres, llamados también “bonis”, los había mas largos o mas cortos, así como con la cabeza mas grande o mas pequeña. Se guardaban en un artilugio esponjoso para poder clavar en el los bonis  llamado “acerico“, que podía ser de distintas formas, cuadrado, redondo, ovalado, triangular, o en forma de corazón.

El juego consistía en: una vez seleccionado el orden de jugar, cada jugadora ponía la misma cantidad de bonis extendidos sobre el suelo (o lugar de juego). La primera participante empujaba con el dedo el boni contra el montón, si conseguía montar su boni sobre otro u otros, era los que ganaba y repetía la jugada. Mientras consiguiera montar sobre alguno iba repitiendo, dejando de tirar cuando no conseguía llevarse ninguno; y le tocaba jugar a la siguiente jugadora por orden, así sucesivamente una tras otra. Se dejaba de jugar por voluntad propia, o cuando te quedabas sin bonis.

Aunque este que hemos reseñado fuera quizá el mas usual, había otras formas de juego, por ejemplo:

- Se hacía un montón de arena, en el montón cada jugadora metía la cantidad de bonis acordada y se sorteaba el turno de tirada. Cada jugadora tiraba una vez sobre el montón una piedra, tantos bonis descubriera era los que ganaba, así jugadora tras jugadora mientras hubiera bonis en el montón. Cuando se sacaba el ultimo, se volvía a repetir el juego.

- Se ponían un montón de bonis en el suelo (cada jugadora la misma cantidad). La primera en jugar apoyaba la mano sobre ellos, tantos bonis como se le clavaran eran los que ganaba, si no conseguía ninguno pasaba turno, así sucesivamente todas las jugadoras.

El Corro
De este clásico juego poco hay que explicar, únicamente reflejarlo por su tradición y uso, en especial por la chiquillería mas pequeña. Podían jugar tantas jugadoras/es como se quisieran, cuantos mas participantes mas grande era el corro. El juego era imprescindible que fuera acompañado de alguna de las muchas canciones que existían, pues de lo contrario quedaba muy soso y aburrido el dar solo vueltas sin mas.

Fuente: www.olmo.pntic.mec.es

El juego consistía en: las jugadoras/es se daban las manos entre sí formando un corro, y al compás de la canción daban vueltas en círculo. En ocasiones se agachaban, o daban un salto; en fin, como se ha dicho al principio, poco mas hay que reflejar referente a este popular juego.

Las Cuatro Esquinas
Juego este en el que lo único que se requería para jugar era una zona donde existieran cuatro esquinas, bien el cruce de dos calles, o lugar donde hubiera cuatro árboles, o cuatro postes de luz. A falta de estos elementos ya mencionados, se podían marcar con cuatro piedras o círculos en el suelo los puntos para formar un cuadrado.

Pintura de Puri Sánchez (1).

Para jugar eran necesarias cinco jugadoras, cuatro que ocuparían las esquinas, y una que ocuparía el círculo central.  

Una vez delimitado el campo de juego y dibujado un círculo en el centro, entre las jugadoras se sorteaba el orden para ocupar las esquinas y la jugadora que se quedaba en primer lugar, que era la que ocuparía el círculo central.

El juego consistía en: una vez ocupadas las esquinas y el círculo central por las jugadoras, una de ellas asignada por las demás era la que daba la orden de salir corriendo. Cada una de las jugadoras debía de ocupar una esquina distinta a la que ocupaba anteriormente, lo mismo debía de hacer la que ocupa el círculo central. Si las que ocupaban las esquinas conseguían acoplarse en otra distinta seguían disfrutando de esquina. Sí por el contrarío cualquiera de las cuatro esquinas era arrebatada por la jugadora que ocupaba el círculo central, la jugadora que ocupaba esa esquina perdía y pasaba a ocupar el círculo central. De esta manera se repetirían los sucesivos juegos. También perdía la jugadora que se quedaba en su esquina sin salir.

Píes Quietos
Juego en el que ineludiblemente había que disponer de espacio para practicarlo. No había número de participantes, pero como mínimo deberían de ser cinco o seis. Para su práctica solo se necesitaba como hemos dicho anteriormente espacio y una pelota.

Fuente: www.cosasdeandlucia.com

El juego consistía en: el primer paso era dibujar o marcar en el suelo con un trozo de yeso un círculo, posteriormente entre todas las jugadoras se sorteaba quien se quedaba en primer lugar (o lo que es lo mismo, quien ocupaba en primer lugar el círculo). La jugadora que se quedaba era la que poseía la pelota. Se acordaba de antemano a que distancia mínimo de altura debía de lanzarse la pelota y las demás jugadoras se colocaban alrededor de la que se quedaba tocándola con una mano; esta lanzaba la pelota hacía arriba y las demás jugadoras echaban a correr en las distintas direcciones. Cuando la que se queda cogía de nuevo la pelota, pronunciaba las palabras “pies quietos“ y en ese momento todas las jugadoras deben de pararse. La que se quedaba lanzaba la pelota contra la jugadora que elija (normalmente la más cercana a ella), con el fin de darla, y si lo conseguía esta ocupaba su lugar, es decir se quedaba, y se volvía a empezar un nuevo juego; si por el contrario fallaba era ella la que se volvía a quedar.

Otra modalidad era que la jugadora que recibía el impacto abandonaba el juego.

Algunas veces se volvía a iniciar el juego porque después de varios intentos sin dar a ninguna jugadora, por la lejanía de estas; era inútil seguir jugando. Esto ocurría cuando la que la pochaba era poco habilidosa o muy pequeña.

El Truque
Quien haya estado en Roma, y haya visitado el forum, habrá podido comprobar que este juego tan tradicional en España tiene allí su representación conocido como la rayuela. Pero no solo con este nombre es conocido en Roma, si preguntásemos en Extremadura seguro que la gran mayoría de mujeres lo conocía por rayuela, en vez de por truque.

Fuente: www.recuerdas.es

En este juego no podemos hablar de números mínimos o máximos de jugadoras, incluso una sola podía pasárselo bien. Lo mismo se podía decir de los objetos que se necesitaban para practicarlo, únicamente una piedra plana. Con un trozo de yeso se hacía un dibujo en el suelo, que consistía en varios rectángulos y cuadrados, algunos de ellos divididos por una raya en vertical, siendo el último un semicírculo. Estos dibujos (llamémoslos compartimientos), se numeraban y alguno de ellos se le denominaba descanso.

El juego consistía en: una vez acordado el orden de participar, la jugadora arrojaba la piedra al primer compartimiento, este se lo saltaba cayendo en el siguiente a pata coja, así debe de realizar todo el recorrido de ida y vuelta, con la salvedad de que en los compartimientos que están divididos en dos partes la jugadora saltaba sobre ellos con las piernas abiertas, es decir, debería de poner un pie en cada lado del compartimiento. En el ultimo compartimiento donde dejó la piedra debía de posarse y empujar la piedra fuera de él y pisarla. La misma operación debe de hacer en todos los compartimientos hasta llegar al último. En los compartimientos denominados descanso, así como en el compartimiento final, la jugadora podía apoyar los dos pies.

La jugadora perdía su turno cuando: apoyaba los dos pies en los compartimientos en los que debía de avanzar a pata coja, cuando pisaba alguna raya, cuando al empujaba la piedra esta se salía fuera. En cualquiera de estos casos, pasa el turno a la siguiente jugadora, que debía de realizar las mismas operaciones que la anterior. El juego podía concluir en la primera vuelta o dependiendo de las vueltas que se acordaran entre las jugadoras.

Epílogo
Con estos seis juegos hemos cumplido nuestra promesa, dejamos en el aire la iniciativa de alguna de las féminas seguidoras del blog de nuestra generación, para que elaboren otro artículo con los muchos juegos que quedan en el tintero.

Fuente: www.edu.jccm.es

-.-.-
Primera entrada !A jugar chicos! - 1ª parte
Segunda entrada !A jugar chicos! - 2ª parte

Autor : Pedro Gómez.

En este artículo han colaborado: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez

Notas:
1-Puri Sánchez posee una amplia obra pictórica, una de las colecciones de juguetes antiguos más importantes y ha publicado hasta el momento tres libros. Toda su obra, en conjunto, muestra temas sobre el mundo rural y sus vivencias, los oficios artesanos que poco a poco van desapareciendo y una gran recopilación de juegos infantiles tradicionales.

miércoles, 29 de agosto de 2012

¡A jugar chicos! – 2ª parte.


Pintura de Puri Sánchez (1).

El Guá
Tan simple como el nombre era el juego, en el que no había limite de jugadores, para jugar tan solo tener habilidad, destreza  y, como no, puntería. Para practicarlo únicamente se necesitaba espacio en la calle, y de eso estábamos sobrados, y unas bolas bien de cristal, de china o de acero, de distintos tamaños, llamadas canicas. Personalmente prefería las de china, se sujetaban mejor con los dedos y se lanzaban con mas fuerza, aunque al jugar con estas facilitabas a los contrarios el que te las partieran a nada que dieran un cate -golpe- fuerte.

Fuente: Wikipedia

Se hacía un agujero en el suelo llamado guá, de aproximadamente 8 o 10 cm de diámetro, y 4 o 5 cm de profundidad. La profundidad no convenía que fuese mucha para que hubiese la posibilidad de que escupiese la canica hacía el exterior.

El juego consistía en: para iniciarlo, había que sortear quien de los jugadores salía o jugaba en primer lugar, para ello se lanzaba la canica desde el guá, hacía una raya trazada a una distancia de unos 4 o 5 metros. Por el orden que quedaran las canicas respecto a la raya se empezaba a jugar. El primero lanzaba la canica con dirección al guá, si conseguía meterla, los demás jugadores las iban tirando hacía los lados en cualquier dirección; si por el contrario el primer jugador fallaba, el segundo o posteriores tenían la oportunidad de meterla ellos, y ser los primeros en jugar.

El primero en jugar, desde el guá y midiendo con la mano una cuarta, lanzaba la canica contra el jugador que eligiera, con el fin de golpear a su canica, si lo conseguía, desde la posición en que quedara su canica, y siempre midiendo la cuarta, tenía que introducir la canica en el guá, de conseguirlo, el premio era ganarle esa u otra  canica al contrarío, en el caso de errar y no introducir la canica en el guá, perdía el turno, y era el jugador siguiente el que intentaba una jugada.

Había otras posibilidades de jugada, una vez que se golpeaba a la canica del contrarío, era el no tirar directamente al guá, si la posición de nuestra canica hubiese quedado lejos del guá, tratar de acercarse poco a poco con la intención de no fallar, aunque se corría el riesgo de que el otro jugador en su turno, te golpeara a ti e hiciera guá, por lo que te comía la canica a ti. Había otra que era una vez golpeada una canica, si había otras cercanas, se las golpeaba también, si luego conseguías hacer guá, el premio podía ser doble o triple.

La partida terminaba cuando los jugadores se quedaban sin canicas, o voluntariamente decidían no seguir jugando.

El Triángulo
Este juego era una variedad del anterior, se sorteaba también el orden de salida, bien tirando a una raya haber quién coloca su canica mas cerca, y por lo tanto participar en primer lugar, o bien tirando al triángulo con la misma intención, según fuera el orden de aproximación a la raya, era el orden de participación, una vez se sabía el orden de participación, se iniciaba el juego que consistía en:

Se dibujaba un triángulo en el suelo, bien con tiza o con un trozo de yeso, en el interior metía cada jugador, una o dos canicas según se decidiese, desde una distancia de unos 8 o 10 metros, se tiraban las canicas hacía el triángulo. El primero en participar, sin levantar la canica desde el lugar en que hubiese quedado, disparaba con el dedo índice o corazón hacía el interior del triángulo, con el fin de sacar tantas canicas pudiera, las que fuera capaz de sacar eran para él; si una vez efectuado el disparo, tu canica se queda fuera del triángulo, vuelves a tirar de nuevo, pero si tu canica se queda dentro del triángulo, pierdes el turno, y el siguiente jugador con su canica,  puede incluso sacar la tuya y quedarse con ella.

Fuente: Pichicola.com

El juego se acababa cuando, todos los jugadores perdían porque sus canicas se habían quedado dentro del triángulo, en este caso cada uno cogía las canicas que quedaran de su poder, y se empezaba un nuevo juego; o bien, cuando se acababan todas las canicas que hubiese en el triángulo.

La Lima
Este era un juego mixto, jugábamos tanto los chicos como las chicas, o ambos inclusive. Para jugar se dibujaba en el suelo utilizando la punta de la lima, o bien con un trozo de yeso, unos cuadrados y círculos. Estos se dibujaban serpenteando, el de salida solía ser mas grande, estos estaban separados y unidos por una raya, con el fin de dificultar el juego, según se avanzaba, los cuadrados y círculos se disminuían de tamaño, así como la distancia entre ellos aumentaba.

Fuente: www.museodeljuego.org

El juego consistía en: empezando desde el primer cuadrado, el jugador se colocaba dentro de él, y lanzaba la lima hacía el círculo siguiente, tenía que clavarla dentro del círculo, si la clavaba fuera o la lima se caía perdía turno, y empezaba otro jugador. Cada 5 o 6 círculos existía lo que se llamaba un descanso, si conseguías llegar hasta él, y a partir de ahí fallabas, cuando te volvía tocar jugar, empezabas desde ese descanso. Ni que decir tiene que según se avanzaba, al estar los círculos entre si mas alejados, se hacía mas difícil el clavar la lima, en esa circunstancia había que ponerse la lima en la palma de la mano, y lanzarla como si fuerza una flecha. El juego terminaba cuando un jugador conseguía hacer todo el recorrido de ida y vuelta.

Otra modalidad consistía en lanzar la lima, el que la clavaba mas lejos hacía una raya horizontal donde se había clavado, el siguiente jugador en tirar tenia que superar la distancia alcanzada por el primer jugador, y así sucesivamente cada jugador.

La Taba
Juego en el que podían participar tantos jugadores como se quisiera. La taba fetén era la de hueso, aunque también las vendían de plástico y de colores. En este juego había muchas modalidades de jugar, vamos a explicar algunas de ellas.

La taba tenía cuatro lados con cuatro nombres: tripa, hoyo, liso y carnero. Normalmente los chicos solían jugar de cromos, se cogía la taba y se la volteaba, dependiendo como cayera la taba se ganaba o se perdía, si salía liso cogías un cromo del montón, si salía carnero dos, si salía hoyo tenias que poner uno en el montón, y si salía tripa ponías dos.

Fuente: http://tiermes.blogia.com 

Otro juego consistía en coger cinco tabas, dejabas cuatro en el suelo y la otra la lanzabas al aire, mientras la taba estaba por el aire ibas cogiendo una a una, luego dos a dos, tres a tres y cuatro a cuatro, y al final había que coger todas a la vez, perdía el jugador que no conseguía hacer todo el ciclo.

Otro consistía en dejar cuatro tabas en el suelo, lanzabas la quinta al aire, antes de que la cogieras con una mano, tenías que ir poniendo todas las que estaban en el suelo de la misma cara, por ejemplo, primero liso, luego carnero, y así sucesivamente, hasta que pusieras todas de la misma forma, igual que en la modalidad anterior perdía el jugador que no lo conseguía.

El Peón
Juego tradicional en todas las etapas de la niñez y la adolescencia. Pocos son los que podrían decir que nunca han jugado a este juego, aunque se podría decir que existen varias modalidades de este juego, nos vamos a ceñir al mas extendido.
Fuente: www.museodeljuego.org

Para jugar solo se necesitaba un peón o peonza, los había de varios tamaños y figura, y una cuerda con la que se enrollaba el peón para lanzarlo. En un extremo de la cuerda se ponía una chapa aplastada, con su correspondiente agujero para introducir la cuerda, y se hacía un nudo para que no se saliera la chapa, o bien una moneda de 25 céntimos de las de antes, para poder introducir la cuerda entre los dedos.


El juego consistía en: Se dibujaban dos círculos en el suelo, de un tamaño aproximado a unos 60 centímetros de diámetro, y a una distancia de aproximadamente unos 20 metros entre sí. Antes de empezar a jugar se sorteaba el orden de participación, una vez se sabía el orden, se colocaban en el centro de uno de los círculos, todos los peones de los jugadores, excepto el del jugador que participaba en primer lugar, este lanzaba su peón contra los que se encontraban en el círculo, para poder seguir jugando, tenía al menos que sacar del círculo uno, y que su peón bailara. En el caso de que su peón le hiciera “picia”, es decir que al chocar con los otros peones no bailara, perdía la tirada, y debía de colocar su peón dentro del círculo, y le tocaba jugar al siguiente por orden de sorteo. Se repetía la misma operación que la del anterior jugador, cuando se conseguía sacar uno y el peón bailaba, se cogía en la palma de la mano, (para ello se extendía la mano con la palma hacía arriba, y abriendo los dedos medio y corazón para que entrase el peón entre ellos), y se procedía a darle “cates”, a algunos de los peones que hubiéramos sacado del círculo, con el fin de llevarlo al otro círculo y meterlo dentro, tantas veces como el peón se parara, se volvía a enrollar y se tiraba de nuevo, siempre que el peón bailara, y se diera por lo menos un “cate” al peón contrarío, valía la jugada, en caso contrario, se perdía el turno y se pasaba al siguiente jugador, así sucesivamente jugador tras jugador.


También había la posibilidad de jugar por parejas, el procedimiento era el mismo, si se optaba por seguir a un solo peón, se tiraba alternativamente hasta conseguir meterlo en el círculo, una vez metido el peón en el círculo, el jugador de ese peón se retiraba del juego, hasta un juego nuevo.

Había dos incidencias que solían producirse con frecuencia, una era el que algún jugador con el peón mas grande, al lanzarlo e impactar con el tuyo te lo partiera, y otra mas habitual, el que se cayera la punta del peón, se solía agrietar la madera alrededor de la punta y terminaba cayéndose al impactar contra otro peón; la reparación era fácil, solíamos pegarlo con caca de caballo, no era un pegamento difícil de encontrar en esos tiempos.
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Epílogo
Como reflejábamos en la introducción de la primera parte, hemos recordado algunos de los muchos juegos que se practicaban, otros, no es que hayan quedado en el olvido, sencillamente que lo que se pretendía era simplificar al máximo los recuerdos de nuestra niñez, quizá algún lector los haya conocido o jugado de distinta manera a como lo reflejamos aquí, pero en cualquier caso hemos querido plasmarlos como los recordábamos.

Autor : Pedro Gómez.

En este artículo han colaborado: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

Notas:
1-Puri Sánchez posee una amplia obra pictórica, una de las colecciones de juguetes antiguos más importantes y ha publicado hasta el momento tres libros. Toda su obra, en conjunto, muestra temas sobre el mundo rural y sus vivencias, los oficios artesanos que poco a poco van desapareciendo y una gran recopilación de juegos infantiles tradicionales.

Grabados extraídos del libro: Repertorio Completo de los Juegos, de Antonio Duran, año 1896. BNE.

jueves, 28 de junio de 2012

¡A jugar chicos! – 1ª parte


Los que pertenecemos a la generación de los 40 – 50 e incluso 60, si que sabíamos lo que era jugar, no importaba la estación del año, es cierto que había juegos que se practicaban más en una temporada del año, y otros en otra, pero como tampoco éramos muy delicados respecto al clima, pues podríamos decir que el tiempo no era el mayor inconveniente.

Pintura de Puri Sánchez (1). 

Podríamos decir que no hacía falta ningún motivo especial para que en cualquier lugar y circunstancia nos pusiéramos a jugar, con que la situación lo permitiera, en cuanto se reunían un grupo, a alguno de ellos se le ocurría algo.

Todos sabemos que había muchos juegos, incluso se podría decir que se improvisaban algunos que no estaban catalogados como tal, pero que en la realidad se practicaban, en esta ocasión vamos a centrarnos en los juegos que eran practicados habitualmente por los chicos, salvo excepción , más adelante dedicaremos otro articulo a los juegos en los que predominaba el sexo femenino, o eran practicados por ambos.

Como sería muy larga la lista para hacer un resumen de todos, vamos a tratar de recordar algunos de los más conocidos, o los que más se practicaban.

La Pídola
Era un juego muy apreciado. En cuanto se juntaban unos cuantos chicos, salía a relucir el juego. Como era habitual en la mayoría de los juegos, había que sortear quién se quedaba de burro, la suerte se solía echar cogiendo una piedra pequeña, la poníamos en una de las manos, y ofreciéndole los puños cerrados a los otros jugadores para que escogieran, golpeando en uno de ellos, si daba en el que tenía la piedra, perdía, si había varios perdedores, estos volvían a repetir, hasta que quedara solo uno, y era el que tenía que hacer de burro.


El juego consistía en: el burro se doblaba por la cintura y se colocaba atravesado, los demás jugadores se ponían uno detrás de otro formando una fila, delante del burro se hacía una raya en el suelo, para delimitar el terreno desde donde saltar. El primer saltador corría hasta la raya desde donde saltaba por encima del burro, apoyándose en él con las dos manos sobre la espalda, y haciendo pasar las dos piernas por entre la cabeza y el culo, de esta forma pasaba al otro lado.

Así iban uno tras uno, saltando todos los jugadores, entonces el que hacía de burro, se retiraba un poco más de la raya, y volvían a saltar todos de nuevo, Una vez habían saltado todos, el burro se volvía a retirar otro poco, así hasta alcanzar una distancia considerable, que no se podía saltar de un solo brinco, entonces se utilizaba las “dos medias” y la “entera”, el saltador corría hasta la raya, la pisaba y decía “raya” se daba una zancada con un pie, una segunda con el otro pie que eran las “dos medias”, y luego con los pies juntos que era la “entera”, poner las manos en la espalda del burro y saltar al otro lado. Si alguno pisaba la raya al saltar, se decía que había marrado o hecho falta, y entonces tenía que ponerse de burro al principio de la raya; también marraba el que después de medir las “dos medias”,  la “entera”, y el salto final, no conseguía saltar el burro.

Existía una variante de la pídola más agresiva, y que pocos querían jugar, el mecanismo era el mismo, pero en vez de limitarse a saltar, el primer saltador escogía entre cuatro opciones, “lique”, “tabaca”, “culé” o “pinocho”.

El “lique” consistía en mantenerse en suspensión sobre el burro, y con la punta del tacón del zapato, darle en el culo al burro. El saltador decidía si el “lique” fuera aumentativo o diminutivo; si era aumentativo, dependiendo de cómo lo diera él, había que ir aumentándolo;  por el contrarío si era diminutivo, había que ir disminuyéndolo. Perdía y se tenía que poner de burro, el que no consiguiera aumentar o disminuir  el golpe con respecto al anterior jugador.

La “tabaca” era lo mismo, pero en vez de dar el golpe con el tacón, se efectuaba con la parte lateral del zapato.

El “culé” consistía en mantenerse en suspensión sobre el burro, y dejarte caer sobre sus espaldas, el golpe podía ser como en los anteriores, aumentativo o diminutivo.

El “pinocho” era el más agresivo, se solía aplicar cuando al que le tocaba de burro no te caía bien. Consistía en saltar sobre el burro, desde la posición que caías contabas tres, mientras te ibas dando la vuelta y poniéndote en posición, para darle una patada en el culo. Si elegía la modalidad de diminutivo, y el primer saltador  tocaba ligeramente al burro, difícilmente lo superaban, pero si elegía aumentativo, y el primer saltador propinaba una buena patada, huelga decir el resultado.

El Aro
Más que un juego, era un entretenimiento, se trataba de andar o correr por las calles rodando un aro. Lo hacíamos con una varilla de hierro que lo curvábamos formando un círculo, y luego lo soldábamos para que quedara unido, y una varilla larga que en un extremo hacía forma de arco o u, que se llamaba guía, con la cual hacíamos rodar el aro.


Cuando se juntaban varios chicos, se solían hacer apuestas, quien mantenía más tiempo el aro sin que se le cayera, o se trazaba un recorrido y a ver quien lo hacía en menos tiempo, o se echaban carreras; en fin, se trataba de pasar el rato en armonía. Era un artilugio muy apreciado, el que no lo tenía te pedía que si le dejabas dar una vuelta con él.

Las Chapas
Era un juego clásico de los chicos, lo mismo que ocurría con el guá. No había límite de jugadores. Había dos modalidades de juego que llamaban mas la atención, una, las carreras de chapas, otra, los partidos de fútbol.

Imagen de blog.educastur.es

En la modalidad de carreras, tan solo se necesitaba para participar tener una chapa. Había preferencia por las de los botellines de vermut Cinzano. El juego consistía en: hacer en el suelo con las dos palmas de las manos unidas y abiertas, una especie de pista, se hacían curvas, recurvas, glorietas, largas rectas, hacíamos montículos de arena para que hubieran subidas y bajadas, en fin, en cada juego se planificaba una pista, y la distancia del recorrido era distinta.

Se sorteaba como en casi todos los juegos el orden de salida. Una vez establecido el orden, se colocaba la chapa en la línea de salida, y dándole un empujón con el dedo índice o corazón, la desplazábamos tan lejos como pudiéramos. Para que valiera la tirada, la chapa no tenía que rebasar los laterales de la pista. Cada jugador realizaba una sola tirada, una vez hubieran tirado todos los jugadores, continuaba el jugador que hubiera colocado su chapa por delante de los demás. Cuando al realizar una tirada, la chapa se salía de la pista, se volvía a colocar en el mismo lugar, desde donde se hubiese efectuado la tirada. La carrera terminaba cuando uno de los jugadores llegaba al final de la pista señalizado con una raya en la que figuraba la palabra “meta”.

También se podía jugar dibujando la pista con una tiza, o trozo de yeso en la acera, esta práctica era más habitual en invierno, por la dificultad de hacer la pista en el suelo.

La otra modalidad a la que hacíamos referencia en el encabezamiento, es decir, los partidos de fútbol con chapas consistía en: dibujar en el suelo, o en este caso mejor en la acera, un campo de fútbol. En esta modalidad solo podían jugar dos jugadores cada vez, aunque cuando éramos varios, el que perdía se retiraba y jugaba otro contra el que había ganado. Cada jugador disponía de 11 chapas debidamente engalanadas con su equipo de fútbol favorito, para ello se recortaba normalmente de un cromo la foto de un jugador de fútbol, y se colocaba en la chapa por la parte en que iba el corcho, luego se le colocaba un cristal y se sellaba por los bordes con jabón, para que no se cayera el cristal.

Cada jugador colocaba las chapas en el campo que le tocaba jugar, como si fuera un partido de fútbol. Un garbanzo hacía las veces de balón, tirando cada jugador una vez, se trataba de ir haciendo avanzar el balón a la portería contraría e introducirlo adentro, lo que equivalía a un tanto. Por supuesto, igual que en el fútbol existían las faltas, las manos y las fuera de juegos; era falta cuando se golpeaba a una chapa contraría sin tocar previamente al balón, era mano si se subía el balón encima de una chapa contraría y fuera de juego si cuando chutabas a gol, tenias colocada una chapa entre la portería y una chapa contraría. La partida duraba dependiendo a los tantos a los que se jugara.        

Carrera Ciclista
Se vendían unas figuras, solían ser de plástico, que consistían en una bicicleta con su correspondiente ciclista montado sobre ella, y un soporte para que se sujetaran de pie.



El juego consistía en: se dibujaba en la arena o en la acera, una pista similar a la del juego de las chapas, con la única diferencia que se dividía en espacios cada 5 o 6 cm, separados por una raya en horizontal, de forma que quedaran unos rectángulos, así durante toda la pista. En el primer espacio o rectángulo, se marcaba la palabra “salida”, y en el ultimo la palabra “meta”, podían participar tantos jugadores como se quisiera.

Había dos modalidades de juego, la primera modalidad consistía en que cada jugador participaba con un solo ciclista, y en la otra modalidad con un equipo de siete ciclistas. Todos los participantes colocaban a sus ciclistas en línea, si era la primera modalidad, o en fila uno detrás de otro, si se jugaba en la segunda modalidad.

Se sorteaba como en la mayoría de los juegos el orden de salida. Se necesitaba un dado de los empleados en el juego del parchís. Cada jugador en su turno lanzaba el dado y dependiendo el numero que saliera, eran los espacios que avanzaba. Si se jugaba en la modalidad primera, solamente tenías un ciclista para mover, si por el contrario se jugaba en la modalidad segunda, podías mover a los ciclistas a tu gusto, con el fin de avanzar mucho con uno, o llevar a varios hacía adelante. Cuando en un mismo turno de tirada salía el número seis, se repetía la tirada, y tres seises seguidos, se decía que habías pinchado, y volvías con el ultimo ciclista que hubieras movido, a la posición en que estaba antes de tirar. Como en las carreras ciclistas, ganaba el jugador que llegara primero a la meta.  

El burro
Este era un juego prácticamente de chicos por su dureza. El juego consistía en: se hacían dos grupos de unos 5 ó 6 participantes cada grupo. Se sorteaba como es habitual en todos los juegos que grupo hacía de burro el primero, hecho esto, uno de los componentes de ese grupo (normalmente el mas débil) se apoyaba en un poste o en la pared de cara hacía los jugadores, este era llamado “el almohadón”, y los demás en línea uno detrás de otro, inclinados en forma de burro, y metiendo la cabeza entre las piernas del compañero que ocupa la posición de delante y las manos agarrando sus piernas.


Los componentes del otro grupo saltaban sobre las espaldas de los que hacían de burro. El de mas corpulencia solía saltar el primero, con el fin de llegar lo mas adelante posible, pues contra mas adelante cayera mas espacio dejaba a los demás. Una vez hubieran saltado todos, el que se erigía como voz del grupo, pronunciaba las palabras, “churro”, “media manga”, “manga entera”; a la vez que con la mano señalaba lo que quería decir. Si se juntaban las dos manos significaba “churro”, si se ponía la mano en el codo significaba “medía manga” y si se la ponía en el hombro significaba “manga entera”.

Uno de los del grupo que hacían de burro tenía que contestar, si la respuesta era positiva, cambiaba el burro, por el contrario si no acertaban seguían quedándose un turno mas, y se repetía el juego. Huelga decir que el que hacía de almohadón, no podía contestar a la pregunta formulada, siempre tenía que ser uno de los que componían el burro. También se perdía cuando el burro no aguantaba el peso y se derrumbaba.

Hemos llenado con estos 5 juegos el espacio de este artículo, continuaremos en una próxima entrega.
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Autor : Pedro Gómez.
En este artículo han colaborado: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

Notas:
1-Puri Sánchez posee una amplia obra pictórica, una de las colecciones de juguetes antiguos más importantes y ha publicado hasta el momento tres libros. Toda su obra, en conjunto, muestra temas sobre el mundo rural y sus vivencias, los oficios artesanos que poco a poco van desapareciendo y una gran recopilación de juegos infantiles tradicionales.

Grabados extraídos del libro: Repertorio Completo de los Juegos, de Antonio Duran, año 1896. BNE.