El Guá
Tan simple como el nombre era el juego, en el que no había limite de jugadores, para jugar tan solo tener habilidad, destreza y, como no, puntería. Para practicarlo únicamente se necesitaba espacio en la calle, y de eso estábamos sobrados, y unas bolas bien de cristal, de china o de acero, de distintos tamaños, llamadas canicas. Personalmente prefería las de china, se sujetaban mejor con los dedos y se lanzaban con mas fuerza, aunque al jugar con estas facilitabas a los contrarios el que te las partieran a nada que dieran un cate -golpe- fuerte.
Se hacía un agujero en el suelo llamado guá, de aproximadamente 8 o 10 cm de diámetro, y 4 o 5 cm de profundidad. La profundidad no convenía que fuese mucha para que hubiese la posibilidad de que escupiese la canica hacía el exterior.
El juego consistía en: para iniciarlo, había que sortear quien de los jugadores salía o jugaba en primer lugar, para ello se lanzaba la canica desde el guá, hacía una raya trazada a una distancia de unos 4 o 5 metros. Por el orden que quedaran las canicas respecto a la raya se empezaba a jugar. El primero lanzaba la canica con dirección al guá, si conseguía meterla, los demás jugadores las iban tirando hacía los lados en cualquier dirección; si por el contrario el primer jugador fallaba, el segundo o posteriores tenían la oportunidad de meterla ellos, y ser los primeros en jugar.
El primero en jugar, desde el guá y midiendo con la mano una cuarta, lanzaba la canica contra el jugador que eligiera, con el fin de golpear a su canica, si lo conseguía, desde la posición en que quedara su canica, y siempre midiendo la cuarta, tenía que introducir la canica en el guá, de conseguirlo, el premio era ganarle esa u otra canica al contrarío, en el caso de errar y no introducir la canica en el guá, perdía el turno, y era el jugador siguiente el que intentaba una jugada.
Había otras posibilidades de jugada, una vez que se golpeaba a la canica del contrarío, era el no tirar directamente al guá, si la posición de nuestra canica hubiese quedado lejos del guá, tratar de acercarse poco a poco con la intención de no fallar, aunque se corría el riesgo de que el otro jugador en su turno, te golpeara a ti e hiciera guá, por lo que te comía la canica a ti. Había otra que era una vez golpeada una canica, si había otras cercanas, se las golpeaba también, si luego conseguías hacer guá, el premio podía ser doble o triple.
La partida terminaba cuando los jugadores se quedaban sin canicas, o voluntariamente decidían no seguir jugando.
El Triángulo
Este juego era una variedad del anterior, se sorteaba también el orden de salida, bien tirando a una raya haber quién coloca su canica mas cerca, y por lo tanto participar en primer lugar, o bien tirando al triángulo con la misma intención, según fuera el orden de aproximación a la raya, era el orden de participación, una vez se sabía el orden de participación, se iniciaba el juego que consistía en:
Se dibujaba un triángulo en el suelo, bien con tiza o con un trozo de yeso, en el interior metía cada jugador, una o dos canicas según se decidiese, desde una distancia de unos 8 o 10 metros, se tiraban las canicas hacía el triángulo. El primero en participar, sin levantar la canica desde el lugar en que hubiese quedado, disparaba con el dedo índice o corazón hacía el interior del triángulo, con el fin de sacar tantas canicas pudiera, las que fuera capaz de sacar eran para él; si una vez efectuado el disparo, tu canica se queda fuera del triángulo, vuelves a tirar de nuevo, pero si tu canica se queda dentro del triángulo, pierdes el turno, y el siguiente jugador con su canica, puede incluso sacar la tuya y quedarse con ella.
El juego se acababa cuando, todos los jugadores perdían porque sus canicas se habían quedado dentro del triángulo, en este caso cada uno cogía las canicas que quedaran de su poder, y se empezaba un nuevo juego; o bien, cuando se acababan todas las canicas que hubiese en el triángulo.
La Lima
Este era un juego mixto, jugábamos tanto los chicos como las chicas, o ambos inclusive. Para jugar se dibujaba en el suelo utilizando la punta de la lima, o bien con un trozo de yeso, unos cuadrados y círculos. Estos se dibujaban serpenteando, el de salida solía ser mas grande, estos estaban separados y unidos por una raya, con el fin de dificultar el juego, según se avanzaba, los cuadrados y círculos se disminuían de tamaño, así como la distancia entre ellos aumentaba.
El juego consistía en: empezando desde el primer cuadrado, el jugador se colocaba dentro de él, y lanzaba la lima hacía el círculo siguiente, tenía que clavarla dentro del círculo, si la clavaba fuera o la lima se caía perdía turno, y empezaba otro jugador. Cada 5 o 6 círculos existía lo que se llamaba un descanso, si conseguías llegar hasta él, y a partir de ahí fallabas, cuando te volvía tocar jugar, empezabas desde ese descanso. Ni que decir tiene que según se avanzaba, al estar los círculos entre si mas alejados, se hacía mas difícil el clavar la lima, en esa circunstancia había que ponerse la lima en la palma de la mano, y lanzarla como si fuerza una flecha. El juego terminaba cuando un jugador conseguía hacer todo el recorrido de ida y vuelta.
Otra modalidad consistía en lanzar la lima, el que la clavaba mas lejos hacía una raya horizontal donde se había clavado, el siguiente jugador en tirar tenia que superar la distancia alcanzada por el primer jugador, y así sucesivamente cada jugador.
La Taba
Juego en el que podían participar tantos jugadores como se quisiera. La taba fetén era la de hueso, aunque también las vendían de plástico y de colores. En este juego había muchas modalidades de jugar, vamos a explicar algunas de ellas.
La taba tenía cuatro lados con cuatro nombres: tripa, hoyo, liso y carnero. Normalmente los chicos solían jugar de cromos, se cogía la taba y se la volteaba, dependiendo como cayera la taba se ganaba o se perdía, si salía liso cogías un cromo del montón, si salía carnero dos, si salía hoyo tenias que poner uno en el montón, y si salía tripa ponías dos.
Otro juego consistía en coger cinco tabas, dejabas cuatro en el suelo y la otra la lanzabas al aire, mientras la taba estaba por el aire ibas cogiendo una a una, luego dos a dos, tres a tres y cuatro a cuatro, y al final había que coger todas a la vez, perdía el jugador que no conseguía hacer todo el ciclo.
Otro consistía en dejar cuatro tabas en el suelo, lanzabas la quinta al aire, antes de que la cogieras con una mano, tenías que ir poniendo todas las que estaban en el suelo de la misma cara, por ejemplo, primero liso, luego carnero, y así sucesivamente, hasta que pusieras todas de la misma forma, igual que en la modalidad anterior perdía el jugador que no lo conseguía.
El Peón
Juego tradicional en todas las etapas de la niñez y la adolescencia. Pocos son los que podrían decir que nunca han jugado a este juego, aunque se podría decir que existen varias modalidades de este juego, nos vamos a ceñir al mas extendido.
Para jugar solo se necesitaba un peón o peonza, los había de varios tamaños y figura, y una cuerda con la que se enrollaba el peón para lanzarlo. En un extremo de la cuerda se ponía una chapa aplastada, con su correspondiente agujero para introducir la cuerda, y se hacía un nudo para que no se saliera la chapa, o bien una moneda de 25 céntimos de las de antes, para poder introducir la cuerda entre los dedos.
El juego consistía en: Se dibujaban dos círculos en el suelo, de un tamaño aproximado a unos 60 centímetros de diámetro, y a una distancia de aproximadamente unos 20 metros entre sí. Antes de empezar a jugar se sorteaba el orden de participación, una vez se sabía el orden, se colocaban en el centro de uno de los círculos, todos los peones de los jugadores, excepto el del jugador que participaba en primer lugar, este lanzaba su peón contra los que se encontraban en el círculo, para poder seguir jugando, tenía al menos que sacar del círculo uno, y que su peón bailara. En el caso de que su peón le hiciera “picia”, es decir que al chocar con los otros peones no bailara, perdía la tirada, y debía de colocar su peón dentro del círculo, y le tocaba jugar al siguiente por orden de sorteo. Se repetía la misma operación que la del anterior jugador, cuando se conseguía sacar uno y el peón bailaba, se cogía en la palma de la mano, (para ello se extendía la mano con la palma hacía arriba, y abriendo los dedos medio y corazón para que entrase el peón entre ellos), y se procedía a darle “cates”, a algunos de los peones que hubiéramos sacado del círculo, con el fin de llevarlo al otro círculo y meterlo dentro, tantas veces como el peón se parara, se volvía a enrollar y se tiraba de nuevo, siempre que el peón bailara, y se diera por lo menos un “cate” al peón contrarío, valía la jugada, en caso contrario, se perdía el turno y se pasaba al siguiente jugador, así sucesivamente jugador tras jugador.
También había la posibilidad de jugar por parejas, el procedimiento era el mismo, si se optaba por seguir a un solo peón, se tiraba alternativamente hasta conseguir meterlo en el círculo, una vez metido el peón en el círculo, el jugador de ese peón se retiraba del juego, hasta un juego nuevo.
Había dos incidencias que solían producirse con frecuencia, una era el que algún jugador con el peón mas grande, al lanzarlo e impactar con el tuyo te lo partiera, y otra mas habitual, el que se cayera la punta del peón, se solía agrietar la madera alrededor de la punta y terminaba cayéndose al impactar contra otro peón; la reparación era fácil, solíamos pegarlo con caca de caballo, no era un pegamento difícil de encontrar en esos tiempos.
Epílogo
Como reflejábamos en la introducción de la primera parte, hemos recordado algunos de los muchos juegos que se practicaban, otros, no es que hayan quedado en el olvido, sencillamente que lo que se pretendía era simplificar al máximo los recuerdos de nuestra niñez, quizá algún lector los haya conocido o jugado de distinta manera a como lo reflejamos aquí, pero en cualquier caso hemos querido plasmarlos como los recordábamos.
Autor : Pedro Gómez.
En este artículo han colaborado: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.
Notas:
1-Puri Sánchez posee una amplia obra pictórica, una de las colecciones de juguetes antiguos más importantes y ha publicado hasta el momento tres libros. Toda su obra, en conjunto, muestra temas sobre el mundo rural y sus vivencias, los oficios artesanos que poco a poco van desapareciendo y una gran recopilación de juegos infantiles tradicionales.
Grabados extraídos del libro: Repertorio Completo de los Juegos, de Antonio Duran, año 1896. BNE.
Hola Pedro:
ResponderEliminarTan interesante o mas que el primero. Respecto al peón en algunos lugares de España se le llama REPIÓN.
Yo de niño he disfrutado mas de espectador que de jugador porque era bastante malo y siempre me iba a tocar perder pero disfrutaba viendo actuar a los amigos y las trifulcas que montaban cuando no estaban de acuerdo en la jugada.
Hay una frase que la decía mi abuelo cuando jugaba con él al dominó, al que se le daba muy bien, y muchas de la veces que ganaba casí siempre decía "A esto y a la taba se murió quien me ganaba",
Un cordial saludo.
José Manuel
Muy bien Pedro,solo aclarar que el hueso de la taba es de la rodilla de la oveja o del carnero.
ResponderEliminarEran un poco dificiles de encontrar porque en aquel entonces se comía poca carne.
Un saludo de G.M.P.
Magnífica segunda parte dedicada a los juegos de nuestra niñez la que nos brinda Pedro Gómez. Jugué muchísimo al "guá", nada al triángulo (no lo recuerdo bien), mucho a la lima, mucho al peón y casi nada a la taba. De todos ellos el que mejor se me daba era el "guá", aunque tampoco era un gran especialista. Los había bastante mejores. Con el peón tampoco fui demasiado hábil, me costaba mucho eso de meter los dedos por debajo del peón para ponerlo en la palma de la mano. Con la lima otro tanto de lo mismo, aunque como me gustaba mucho este juego, no era de los peores. Mi gran especialidad, el juego que mejor se me dio siempre y por el cual adquirí cierta "popularidad", fue el de las chapas. Ahí sí que puedo afirmar, sin jactancia alguna, que fui el mejor. Y todo porque inventé un modo de agarrar la chapa que nadie consiguió imitar. En las curvas, sobre todo, era Fernando Alonso. Cuestión de habilidad.
ResponderEliminar¡Qué recuerdos! Gracias por permitirme explayarme.
Saludos.
Juan Antonio, si mal no recuerdo lo de tirar las chapas en vertical para las tomar las curvas en el Cerro lo llamábamos revueltas o revoleras. Las chapas para nosotros era el juego del verano, normalmente con la vuelta ciclista a España, cuando se acababa el colegio. A las bolas (o el gúa), recuerdo a Miguel Angel que era un hacha el tío, y eso que era más pequeño. Solíamos jugar desde navidades hasta Marzo. A mi se me daba muy bien la lima, la habilidad de echarte para delante y a la vez lanzarla. La lima era un juego de otoño, después de las hormigas de ala que las cogíamos tras las primeras lluvias de septiembre; y a primeros de Octubre, la lima, casi hasta las nevadas de Navidad (antes nevaba en Madrid. sí). El peón era en Semana Santa. Y a la taba la verdad que casi los de mi generación no jugábamos, si que nos jugábamos los cromos a los montones. De la taba tengo un recuerdo muy vago, pero era a darnos capones, pellizcos, o algo por el estilo. En la lima y el peón (nosotros los llamábamos peonzas y peones), era muy importante los instrumentos que se utilizaban, pues de ellos dependía mucho el éxito.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Tienes razón, Ricardo, creo que lo de tirar las chapas en vertical para tomar las curvas, en mi barrio también se llamaba revuelta. La cuestión por la cual yo alcancé cierta notoriedad era el modo en que tiraba la chapa. Lo normal era poner la chapa en entre el dedo corazón y el pulgar, pero yo "patenté" otra forma que era coger la chapa con esos mismos dedos pero como si fuera a chascarlos, a hacer pitos. La chapa era prácticamente pellizcada y salía despedida de una manera mucho más rápida. Tuve muchos imitadores pero nadie supo hacerlo mejor que yo. Perdóneseme la inmodestia pero aquello es lo único en mi vida en lo que puedo decir que fui el mejor. El mejor "chapero" de la historia, jajajaja.
ResponderEliminarY tienes también razón en la temporalidad de los juegos. Todos estaban sujetos a la época que les correspondía. En invierno por supuesto no jugábamos a las chapas y a la lima en verano, obviamente tampoco.
Un buen artículo, que da mucho "juego", sí señor.
Saludos.
Hola José Manuel, Gloria, Juán Antonio y Ricardo, en primer lugar pido disculpas por alargarme tanto en mi contestación, pero he tenido problemas con el ordenador que me ha sido imposible comunicarme con vosotros, desde estas lineas os agradezco vuestro interes.
ResponderEliminarJosé Manuel, es cierto que en algunas regiones se conoce este juego con el nombre de Repión, sin ir mas lejos en Extremadura.
Gracias Gloria, estoy contigo en lo referente a la carne,
Juán Antonio, no solo eras tu especialista en las chapas, yo tambien me tenía por un poco "chulito" en su manejo, todabía estamos a tiempo de echar una partida, y estoy dispuesto a ir a tu campo.
Ricardo, es cierto que había epocas para todos los juegos, ahora ni epocas, ni juegos.
Un saludo para todos.
Pedro.
Ay, Pedro, qué cosas tienes. Me encantaría recoger el guante que me has echado y poder competir contra ti o contra quien fuera en una meta de chapas, pero mucho me temo que no estoy en disposición de agacharme mucho. ¿Quién nos haría el circuito? Porque recordarás que había uno que se ocupaba de ello. Ponía las palmas de la mano en el suelo donde hubiese suficiente tierra unidas por la punta del dedo corazón y empezaba a barrerlo de forma caprichosa hasta que se daba por bueno el recorrido. ¿Quién haría este trabajo? Si encontramos un chavalín que quiera hacerlo... y aún así no sé si aguantaría mucho tiempo agachándome y volviéndome a agachar. Acabaría con unas agujetas de tres pares de narices.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.