Foto: Wikipedia.
Es cierto que por aquellos años, el servicio de taxis estaba limitado a una minoría, y ni mucho menos la distancia de los servicios se podría equiparar con las que se efectuaban a partir de los años 60, por poner una fecha. Ya a partir de los años 50, el uso del taxi dejó de ser limitado a la clase media y alta, y se extendió también a la clase trabajadora, siendo utilizado más por necesidad que por capricho.
Escribir sobre el taxi, así como de otras muchas profesiones vinculadas con el factor público, daría para muchos artículos, de hecho existen publicaciones en las que de un modo técnico nos explican el cuándo, el cómo y el por qué de la evolución del taxi. Pero a raíz de la publicación de este artículo, se me ocurrió que podía hacer uno que de un modo ameno y sin entrar en leyes, reglamentos, o normativas, pudiera gustar su lectura.
Con la experiencia que me dan los 43 años largos de profesión como taxista en Madrid, trataré de explicar el por qué del titulo de este artículo, "Ni el taxi, ni el taxista, ayer como hoy".
Voy a comenzar en el mes de Abril de 1969, cuando decido dedicarme a esta profesión, el primer paso es informarme de los requisitos necesarios para ser taxista. Poseer el permiso de conducir de la clase C, por lo que necesariamente tenías que tener mínimo 21 años, estar empadronado en Madrid mínimo de 5 años, certificado de penales y estar en posesión del permiso municipal (antigua cartilla). Hoy solo se exige el permiso de conducir de la clase B, y el habilitado BTP, por lo que se puede ser taxista a partir de los 18 años, recientemente el Ayuntamiento de Madrid ha propuesto que para obtener el permiso municipal, los aspirantes tienen que estar en posesión de la ESO.
Para la obtención del permiso municipal, se precisaba realizar un curso de capacitación, que necesariamente lo tenias que hacer en la Asociación Gremial del Taxi, que duraba mínimo un mes, y que consistía en ir tomando apuntes de calles (unas 300), itinerarios (unos 100), Plazas, Ministerios, Edificios Públicos, Hospitales, Casas de Socorro, Comisarías, Teatros, Cines...., es decir, todo lo concerniente para demostrar que conocías la ciudad. Posteriormente, cuando demostrabas estar preparado, se solicitaba el correspondiente examen.
En la plaza de Chamberí existían unas dependencias del Ayuntamiento donde se realizaban estos exámenes, que consistían en lo siguiente: En un aula se concentraban todos los aspirantes, a cada uno se le entregaba un test, en el que figuraban una cierta cantidad de calles, plazas, itinerarios, embajadas, teatros, etc, etc, por ejemplo en las calles podían salir calles de una dirección, en la que tenias que indicar la dirección de la calle, o bien calles de dirección única; en el tema itinerarios, que te salían unos 5 o 6, figuraba un origen y un destino, por ejemplo, estación de Príncipe Pío – calle Arturo Soria nº 200, y tenias que ir escribiendo el recorrido que harías calle por calle y resaltando las plazas que cruzarías, cometías un error si para ir de una calle a otra por la que pasaras fuera dirección contraria, o te salieras del itinerario marcado. En el tema de edificios oficiales, embajadas, edificios públicos, teatros, cines, etc, etc, tenías que poner la calle y el número donde se ubicaban estos, se permitía fallar en un número anterior o posterior, siempre que fueran pares o nones, pero no si tu ponías pares y fueran nones, por ejemplo, teatro Infanta Isabel calle Barquillo nº 24, si ponías Barquillo nº 22 0 26 te lo daban por bueno, no así si ponías Barquillo nº 23 o 25, pues no localizabas correctamente el lugar. No recuerdo los errores que permitían, pero era una cifra pequeña en calles o edificios, y en itinerarios creo que ninguno o quizá uno. Una curiosidad era que existía en el aula la imagen del ingeniero dando vueltas, que como observara que miraras al de al lado, o contestaras a alguna pregunta de este, te expulsaban de la sala, por lo que daban por finalizado el examen.
Desde hace varios años, los cursos los dan varias asociaciones del sector, y los exámenes no son ni remotamente parecidos, se hacen a través de una pantalla de ordenador y permiten que utilices la guía, por lo que se puede comprender que cualquiera puede obtener el permiso municipal, de hecho hay taxistas foráneos que están en posesión del correspondiente permiso y que al principio desconocen el emplazamiento de algunos lugares muy importantes de Madrid. Otras prácticas que antes se hacían y ahora no, eran que la Asociación Gremial disponía de un taxi con taxímetro incluido en el que una vez en posesión de la cartilla podías dar clases (lógicamente pagando), para coger práctica en el manejo del taxímetro; y otra, ir de “grifo” con un compañero para coger experiencia en el oficio.
Otro tema que podríamos comparar el ayer con el hoy es el vehiculo, cuando yo empecé todos los taxis eran Seat 1400 C, con el paso de los años la flota se fue modernizando, e incluso la Seat perdió esa titularidad que tenía en el sector, y fueron apareciendo mas marcas y modelos, pero no quiero referirme a las marcas o modelos, sino concretamente a las condiciones en que se prestaba el servicio. De entrada cuando se adquiría un vehículo para taxi, se exigía que tanto la vestidura como la tapicería fueran de skay, el motivo era de que se pudiera lavar y de esa manera mantener en perfecto estado de pulcritud el interior del vehículo, los vehículos no disponían de aire acondicionado, ni climatizador como hoy en día, por lo que es fácil de imaginar como se desarrollaban las jornadas de trabajo, sobre todo en las fechas estivales en las que en Madrid se alcanzaban los 40 grados, los pantalones y sobre todo la camisa pegados a un asiento y respaldo de skay todo el día. Era curioso observar sobre todo a las mujeres como al subir, se sentaban medio en vilo, pues el asiento quemaba. Hoy en día los vehículos prestan servicio tal cual salen de fábrica, y gracias a Dios todos disponen de climatizador, y obligados a utilizarlo por ley en los meses veraniegos mientras se presta servicio. Pero me he referido al verano y no quiero dejar pasar el invierno, la calefacción era tan potente en los 1400 C, que pocos eran los que se atrevían a trabajar sin llevar puesto un cuero o pelliza.
Foto: Club Dodge España
Otra ventaja que disfrutan hoy con el ayer, es el tipo de motor que llevan los vehículos actuales, hoy tanto los del tipo de gasolina para GLP, como los de gasoil, son motores aligerados que no incomodan para la conducción, por el contrario antes se les quitaba el motor de gasolina, y se les acoplaba un motor diesel, que nada tenían que ver con los actuales, eran motores muy fuertes pero muy ruidosos, de los Perkins se pasó a los Barreiros, a estos se les efectuaban varias modificaciones, se les ponía el grupo largo para hacerlos mas ligeros, se les acoplaba la palanca de cambio abajo en vez de en el volante como venía de fábrica para reducir distancia y evitar la rotura que se padecía constantemente de los carretes de la varilla, se les cambiaba la carcasa del cambio por la del 124, en fin, motores muy fuertes pero con muchas incomodidades para realizar el trabajo, tenían mucho mas mantenimiento que los actuales, incluso los vehículos llevaban un sinfín de engrasadores que había que rellenar periódicamente. Lo mismo sucedía con los cambios de aceite, eran mas frecuentes que ahora, también era frecuente ver a compañeros tirados por culpa de que tomaban aire, unas veces conseguías que arrancara sangrándolo con la bomba, otras veces empujándolo con otro taxi, pero las mas, tenías que abrir un inyector, y que un compañero le diera al arranque hasta que fuera expulsando el aire y arrancara para inmediatamente cerrar el inyector. Ni que decir tiene como te ponías de gasoil que salpicaba. Otra incomodidad era el calentamiento que sufrían estos motores, recuerdo que se inventó un artilugio que se acoplaba en el cierre del capó, para que fuera un poco abierto, y se ventilara el compartimiento del motor, aún así, era frecuente ver a los taxis en las fuentes echándoles agua al radiador.
Quisiera recordar, como dato curioso, que el velocímetro que llevaban los 1400 - 1500 C, eran de mercurio.
Otra incomodidad, por llamarlo de alguna forma, fue la llegada del GLP al sector. Se implantó por motivos económicos, tanto a la hora de adquirir el vehículo, como por el precio del carburante, pero en lo referente al desarrollo del trabajo fue otro inconveniente añadido. De entrada los maleteros quedaron prácticamente inutilizados, recordar que en ellos iban alojadas las botellas de butano. A esto había que añadir la incomodidad a la hora de ir a repostar, la mayoría de las veces tenías que desplazarte aposta hasta los almacenes distribuidores, y casi siempre aguardar largas colas, otras veces no había botellas y bien esperabas a la llegada del camión con envases, o te trasladabas a otro almacén, con la perdida de tiempo que suponía.
A esta incomodidad había que sumarle el tipo de equipos de butano que se instalaban en esos tiempos, llevaban el pulmón y el gasificador por separado, continuamente estabas visitando el taller, bien porque se iban de punto, bien porque daba tirones, o no respondía al acelerar, pero, sobre todo en invierno, el problema mas acuciante era que se congelaba el pulmón, raro era que te arrancara bien por la mañana. Yo tomé la determinación de bajar con una bolsa de agua cociendo, de las que se empleaban para calentar la cama, y antes de darle al arranque, echársela por encima del pulmón. Pero otras veces se congelaban trabajando, y bien conseguías descongelarlo echándole agua por encima, o visita obligada al taller. Afortunadamente hoy en día se montan mejores equipos, que aunque dan pegas, pero menos, y el deposito de combustible que se instala deja mas espacio en el maletero
Si he hablado de las condiciones de los vehículos y de cómo padecíamos esas incomodidades, no quiero dejar pasar el tema de la indumentaria. Existía un uniforme reglamentario y obligatorio para prestar servicio que consistía en verano, pantalón y camisa de manga corta azul (azulina), corbata negra, gorra azul con franja blanca, invierno el mismo uniforme que en verano pero la gorra en azul sin franja blanca, y una chaqueta o sahariana azul (azulina). Fuera en el tiempo que fuera, las prendas tenían que ser de color azul. Respecto a la gorra, yo no he trabajado con ella, fue en Junio de 1966 cuando hartos los taxistas de reivindicar al Ayuntamiento de Madrid su desaparición obligatoria en el uniforme, decidieron tirarla en la fuente de la Cibeles, recuerdo de oídas que fueron multados con 250 pesetas, y fue tres años después, es decir, en 1969 cuando desapareció la obligación de llevarla. El incumplimiento de esta norma indumentaria era motivo suficiente para que te multara la policía municipal, únicamente se permitía llevarla quitada cuando ibas libre, o siempre y cuando lo aceptara el viajero, simplemente el hecho de no llevar corbata, o no llevarla correctamente puesta, era motivo de sanción, incluso en verano había que llevarla apretada hasta el cuello. Sobre todo la vigilancia de estas normas solía darse en las estaciones de ferrocarril, autobuses y aeropuerto, hoy en día no existe uniforme obligatorio para el taxista, únicamente se les exige que vayan correctamente vestidos.
Quiero referirme ahora a otra práctica que ha desaparecido perjudicando seriamente al sector, me refiero a la revista anual que pasaban obligatoriamente los auto - taxis. Cuando yo empecé a trabajar se pasaba la revista en el parque del Retiro, la cita era por la mañana temprano, se colocaban los taxis en fila uno detrás de otro, cerciorándose el ingeniero que todos guardaran la misma distancia entre si, y te pedía que pusieras el taxímetro en punto muerto, se montaba él en el primer taxi, y se iniciaba un recorrido por distintas calles del parque, hasta regresar al punto de partida. Una vez comprobado que todos estaban correctamente alineados, se comprobaba el taxímetro, todos debían de marcar lo mismo, una vez hecho el recorrido se comprobaba la tarifa horaria, si estaba todo bien, te lo precintaban, si por el contrario estaba mal, tenias que acudir al taller y volver a pasar nuevamente la inspección. Este control se comprueba ahora en las estaciones de ITV.
Después venía la inspección del vehículo, este tenía que estar en perfectas condiciones. Recuerdo que el día anterior a pasar la revista se dedicaba prácticamente a preparar el coche, petrolear el motor, lavar los bajos, lavar los asientos con jabón, alfombrillas nuevas, si tenias algún golpe tenías que repararlo antes, de lo contrario te decía que si no habías tenido tiempo, incluso te miraban el barro de por debajo de las aletas. Otra norma que se respetaba a rajatabla era la desinfectación y desinsectación del vehículo, se encargaba un empleado de la Asociación Gremial, le dabas una propina y una vez desinfectado, te extendía un volante como que se había efectuado dicha desinfección, este volante era obligatorio presentarlo al pasar la revista y mantenerlo como una documentación mas, desde hace muchos años esta practica ha desaparecido. Esta obligación de pasar revista a los auto – taxis se ha mantenido hasta hace años, aunque ya no era como antaño, pues dependía del día y la hora para pasarla con mas o menos facilidad. Desde hace años la revista es económica, se presenta la documentación en la oficina del taxi, se pagan las tasas, y revista pasada hasta el año próximo, nadie sabe en las condiciones en que ese taxi presta servicio, el único documento valido y fiable es la ITV.
Otro apartado a tener en cuenta, aunque en menor consideración, es el tema del aparato taxímetro, en este apartado no me voy a extender demasiado, pues lógicamente la ciencia avanza y hay que estar a las últimas tecnologías, por poner un ejemplo, las emisoras están continuamente mejorando las aplicaciones y eso requiere cada vez taxímetros mas avanzados. Pero quisiera recordar aquellos taxímetros grandes negros de cuerda, tenias que estar pendiente de la marcha del reloj, algunas veces te dabas cuenta de que no funcionaba, cuando parado el coche no marcaba, y había que darle cuerda tirando de una cuerda o alambre que tenía colgando el taxímetro. Con la llegada de los Argo, primero los que llevaban bandera de libre, y después los amarillos sin bandera, se mejoró bastante, aunque también dieron tabarra, se frecuentaba el taller muy a menudo. Estos modelos si te enterabas sí funcionaban o no, pues el tic tac se oía desde fuera del coche. Hoy en día los taxímetros digitales son otra cosa, mas cómodos, mas seguros, mas exactos, menos averías, cuando hay que efectuar el cambio de tarifa es mas rápido y sencillo, antes se perdía todo el día, te tenías que presentar a primera hora de la mañana para que te quitaran el aparato taxímetro, y tenías que acudir por la tarde a que te lo montaran, en fin, en este apartado tampoco era ayer como hoy, afortunadamente.
Foto: Todocoleccion.net.
He hablado del permiso municipal, del vehículo, del uniforme, de la revista, del taxímetro, pero me queda el tema principal, el trabajo o la forma de trabajar. Si hacemos una comparación de la forma de trabajar en los años 70, con la actualidad, veremos la enorme diferencia, por ejemplo, la falta de compañerismo que existe actualmente, si entrara en detalles no acabaría nunca. Hoy es fácil ver un taxi averiado, o un taxista en apuros, y mirar para otro lado. Pero cambiemos el tema, siempre ha habido diferencia entre el trabajo de noche y el de día, y antes el que pretendía ser taxista tenía que pasar por la experiencia de la noche. Refiriéndome al día, el trabajo te lo encontrabas hecho, quiero decir que dependías mas de la calle, las carreras te las encontrabas, y además en raras ocasiones te hallabas en situaciones difíciles, incluso si tenias problemas con el coche, era mas fácil de solucionar, era un trabajo mas cómodo, aunque mas cansado por el factor circulación. Los “espabilaos” tenían mas facilidad para trabajar por ejemplo, el aeropuerto, las estaciones, los hoteles, los turistas, trabajo que se movía mas por el día que por la noche. Respecto al aeropuerto y las estaciones, había los que llamábamos “especialistas”, estos trillaban poco por las calles, su negocio no solo era el “tirón”, sino el ahorro de combustible del vehículo, otra ventaja de trabajar de día eran los viajes, estos también estaban prácticamente salvo excepciones, reservados a los “especialistas”, estos mantenían buenas “relaciones”(al buen entendedor, con pocas palabras bastan), con los porteros de los hoteles y los maleteros del aeropuerto y estaciones.
Por aquellos años los turistas que visitaban Madrid eran de dólares en el bolsillo e independientes, a diferencia de hoy que el turismo es de mochila y botella de agua, y prácticamente programado, era fácil salir de viaje el día completo, Toledo, El Escorial y Valle de los Caídos, Segovia, etc, etc, en estos servicios no solo contaba el beneficio del viaje, sino lo que te aportaba el mismo, por ejemplo, al restaurante donde acudías a comer (siempre conocido y famoso) al reservar mesa decías que eras un taxi de Madrid, y la comida tuya siempre en un lugar aparte (salvo excepciones) se la clavaban en la cuenta al cliente, comías mejor que ellos, y de gorra. Otro beneficio era el de llevarlos a comprar souvenir o regalos, por ejemplo en Toledo espadas, al identificarte te solían dar comisiones, con la implantación de los autobuses turísticos, se perdieron muchos viajes.
La noche por los años 70 era especial, se notaba el que estaba fogueado, y el novato o que llevaba poco tiempo, pero este último a diferencia de hoy, encontraba el apoyo de los compañeros. El trabajo nocturno a diferencia del diurno te lo tenías que buscar tu, y no era lo mismo el día 1 que el 25 de mes, ni un lunes que un sábado, además tenías que compartir o competir, con los llamados “gran turismo” taxis sin franja y sin taxímetro que existían en esos años, y que aprovechaban los días de primero de mes que se movía mas el trabajo del taxi.
Madrid por entonces estaba lleno de teatros, cines de estreno, tablaos flamencos, salas de fiestas, club, y cada uno tenía sus horas en las que te daban el trabajo, una jornada normal podría ser la siguiente. Hasta las 12 de la noche digamos que el trabajo consistía en lo habitual, salidas del trabajo, cierre de los comercios, traslado de personas a cenar a los restaurantes, traslado a cines o teatros, a tablaos flamencos, a salas de fiesta, algunos camareros que terminaban la jornada, y otros que entraban a trabajar, todo de lo mas normal, era a partir de las 12 cuando se revolucionaba el cotarro, además quedábamos en la calle los nocturnos, se empezaba por aprovechar la falta de autobuses y metro, y te movías por lista programada y contra reloj, cada cual tenía su programación, empezabas acudiendo a la salida de los cines que terminaban antes, con la intención de que te diera tiempo para hacer dos o tres salidas; otros preferían acudir a las terminales de los autobuses interurbanos, que al no haber servicio a esas horas había carreras fijas, por ejemplo, los autobuses que iban a Alcorcón, Móstoles, Alcobendas,... se esperaba a que hubiera cuatro viajeros y pagaban a escote; otra era la estación de la Continental en la c/. Alenza, salían carreras para Alcalá de Henares e incluso para Guadalajara, precisamente a Guadalajara desde ahí fui yo la misma noche que murió Antonio Molina, me enteré por el camino de su muerte.
Cuando se acababan las salidas de los cines, empezaban las de los teatros, el mismo sistema con la excepción de que además de los espectadores, en los teatros volvías para recoger a las chicas que trabajaban en las compañías, e iban a bailar a las salas de fiestas o club, a partir de las 2 de la mañana, se hacía mas especial si cabe el trabajo, te tenías que mover por los club y salas de fiestas, empezabas a tener problemas (no siempre) borrachos que no sabían donde iban, que no te pagaban, que te vomitaban en el coche, en fin, problemas propios de la profesión, pero los que éramos mas avispados a esas horas las dedicábamos a los tablaos flamencos, que siempre eran mas seguros. Voy a aprovechar para contar algo sobre los tablaos flamencos, estos solían darte comisión por persona que llevabas, el Corral de la Morería te daba 5 pesetas y una ficha para una consumición, yo llegaba a acumular fichas para repartir a los compañeros, en las noches de verano te encontrabas con algún amigo, y le decías, vete para la Morería que te convido a un cubata, y mientras esperabas la salida de algún cliente, te tomabas uno o dos cubatas, entonces no había miedo a la prueba de alcoholemia por parte de la policía.
A partir de las 3 de la mañana el trabajo consistía en los club americanos, cada cual tenía su preferencia, yo particularmente me movía por los extrarradios, no me gustaba la zona de la Ballesta, y mucho menos la Costa Fleming. Mi zona era la Prosperidad, la Guindalera, Pueblo Nuevo, Chamartín, tenía chicas a las que llevaba fijas, y prácticamente terminaba la jornada con estos servicios, era a estas horas cuando había que dedicarle mas atención a la calle, la Gran Vía y sus aledaños, ya por esas fechas era peligrosa, tenias que andar con pies de plomo. Otra particularidad de la noche era la lucha que a veces mantenías con los gais o travestis, estos eran mas peligrosos que las prostitutas.
Foto: Es por Madrid.
Los 43 años largos de profesión han dado para muchas anécdotas, que he preferido no adjuntar a esta entrada, quizá mas adelante me anime a hacer una entrada con ellas, pero entiendo que las anécdotas no siempre son creíbles, aunque sean graciosas.
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Autor: Pedro Gómez
En este blog también colaboran: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.