Hoy vamos a hablar sobre una construcción muy singular que recorrió muchos lugares de Madrid y del que todavía muchas personas se acuerdan con cariño: El Canalillo.
Para ponernos en antecedentes recordaremos que Madrid es de las pocas ciudades importantes que en el viejo continente no cuentan con un río caudaloso, y por tanto con el agua tan necesaria. Para suplir esto Madrid contaba con el río Manzanares, numerosos pozos y con los viajes del agua que eran los que aportaban el agua a la capital en su mayor parte.
Desde mediados del siglo XVIII se hicieron diversos proyectos para traer más agua a Madrid, siendo el primero el de don José Sicre en 1769. Después se presentarían otros tres, e incluso en 1846 se concedió la distribución y explotación del agua a la compañía La Aurora. En marzo de 1848 Juan Bravo Murillo, Ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, bajo la regencia de Isabel II, firma la Real Orden para promover la construcción de un canal, siendo encargados los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos Juan Rafo y Juan de Ribera. El proyecto fue conocido por el de los Juanes, debido a la coincidencia en el nombre propio.
Llegada del agua a Madrid
La construcción del canal comenzó en Agosto de 1851, con el acto protocolario de la colocación de la primera piedra de la presa El Pontón de la Oliva. Pasaron casi 7 años hasta que el 24 de julio de 1858 llegó el agua a los depósitos llamados “Campo de Guardias”, situados en las actuales oficinas del Canal de Isabel II en la calle Santa Engracia, en total se canalizaron más de 94 kilómetros. Cuando llegó el agua a San Bernardo, la prensa en tono jocoso dijo "Lo nunca visto, los ríos volando".
La llegada del agua del Canal de Isabel II (también conocido por el Canal del Lozoya) a Madrid supuso un cambio importante en muchos aspectos, aunque como veremos no todo lo se preveía se cumplió. El agua dispuesta para la población pasó de 3.000 metros cúbicos diarios (distribuidos mediante 77 fuentes) a 81.125. Así mismo se construyeron dos grandes arterias de distribución con galería de ladrillo mediante tubería fundida, siendo la primera San Bernardo, Costanilla de los Ángeles, Plaza Mayor y calle Toledo; y la otra Fuencarral, Montera, Puerta del Sol, Carretas y Atocha, estando ambas unidas transversalmente por otra entre Bailén a Neptuno, formando por tanto una A mayúscula, con numerosas ramificaciones de tuberías.
A su vez se acometió la construcción del alcantarillado para aguas residuales, una de las grandes carencias que tenía Madrid, terminado en su mayor parte hacia 1860. También fue necesario hacer una nueva presa 6 kilómetros y medio más arriba del Pontón de la Oliva ya que el terreno en la que se asentaba era muy permeable y se formaban cuevas y filtraciones que no pudieron repararse hasta octubre de 1865.
Fueron sin duda los más perjudicados por la nueva construcción los 950 aguadores que daban servicio a la Villa (la mayoría de ellos eran gallegos y asturianos), que acarreaban cerca del 70% del agua que llegaba a Madrid. Los que quedaron debieron cambiar su eslogan: “Agua fresca de la Fuente de.......” por “Agua fresca del Lozoya”
Plano del proyecto del Canalillo del Norte
Es en el año 1863 cuando surge el proyecto de nuestro protagonista, el Canalillo, realizado por Juan de Ribera. Las previsiones de consumo no se llegaron a cumplir por la falta de costumbre y no dar un nuevo uso al agua, como los riegos. Entonces se decide destinar el agua sobrante para hacer unas acequias de riego, divididas en el proyecto primigenio en 3: la acequia del Oeste, la del Este y la del Sur, que saldría de la anterior. La del Sur no tenemos constancia que se llegará a construir, su destino era el Retiro. Ambos ramales partían de la Casa Partidor, situada 615 metros antes del gran depósito del Campo de Guardias (actual sede del Canal de Isabel II, en la calle Santa Engracia).
El agua sobrante hasta entonces era vertida al Manzanares, por medio del arroyo Cantarranas, que atravesaba la Florida desembocando a la altura del Palacio de la Moncloa. El canal tenía capacidad para 70.000 reales fontaneros, habiéndose calculado en 50.000 reales como mínimo la llegada de aguas para los peores años de sequía. La estimación de consumo se cifró en 8.000 reales fontaneros, pero en 1866 el consumo era tan solo de 4.000 reales.
Vertido de las aguas sobrantes al arroyo del Obispo.
Se construyeron dos canalillos de prueba que tenían 360 metros junto a la Casa Partidora, probando la válvula repartidora que debía de dividir el flujo del agua entre los dos canalillos y la entrada al depósito de agua para la Villa.
Los dos regaban un vivero del Canal de Isabel II y una huerta de un particular. En ellos se hicieron todos los ensayos con el agua que se requería: la erosión en los materiales, los contadores para el reparto de los riegos llamados módulos, trazados de curvas y de nivel, así como los cálculos del agua que se perdía por evaporación. Se plantaron moreras para la cría de gusanos de seda, haciendo curiosos experimentos para su explotación.
En el proyecto exponían que el Ensanche de Madrid se debería de adaptar al Canalillo, como se había adaptado al enlace ferroviario norte sur. El Canalillo sería un paseo ondulante que rompería la monotonía cuadriculada del Ensanche, para ello contaría con 4 filas de árboles en cada orilla (calculaban unas 16.000 moreras), anchas aceras y un seto de media altura que permitiendo ver el agua correr evitará el posible riesgo por caídas. Se recomendaban las moreras para revitalizar la industria de la seda, en aquel entonces en franca recesión, y a su vez que dieran algo de sombra al Canalillo para evitar la evaporación del agua en los meses de estío.
El Canalillo se diseñó con un 1 por 5.000 de desnivel, para que el agua circulara a una velocidad de 62 centímetros por segundo y no creara légamo (algas y residuos). Iba revestido de ladrillo (15 centímetros de grosor) para que tuviera mayor resistencia a la erosión del agua y evitar filtraciones que podían causar graves desprendimientos en los lugares en que el canalillo iba elevado respecto al resto del terreno, que en nuestro caso era en casi todo su trazado. Además el revestimiento evitaba la formación de algas, que en canales sin revestir, llegan a ocupar una cuarta parte del mismo y hace muy difícil su limpieza. Contaban con mesillas o banquetas de un metro de altura en los terraplenes y desmontes, para evitar la caída al agua de suciedad en los últimos y hacer más robusto al canalillo en los primeros, sirviendo además para el pago de los guardas y regantes del Canalillo.
La anchura era de 2,06 metros, en superficie; 1,23 en el fondo (el fondo era plano) y la profundidad de 1 metro, como media aproximadamente, siendo más grande en su nacimiento y disminuyendo paulatinamente hacía la desembocadura.
La acequia o canalillo del norte (después conocido como el del Oeste o Noroeste), tenía 5.990 metros de largo, y pasando por la Dehesa de la Villa y Amaniel iba a desembocar en el río Manzanares junto a la fuente de la Reina, pasando antes por los arroyos Beacos, Peña-Grande y Obispo correlativamente en orden inverso. Contaba en su recorrido con dos saltos de agua de 3 metros, los que proporcionaban fuerza a las fábricas cercanas a la carretera de Francia (actual Bravo Murillo), sirviendo a su vez para dar velocidad al agua para atravesar el valle de Amaniel y poder pasar por los dos extremos del acueducto del mismo nombre. Precisamente debajo de uno de los extremos del acueducto se levantó un sifón de obra singular por su complejidad al estar a unos centímetros una construcción de otra. Contaba con 5 alcantarillas, 7 tajeas y 4 sumideros.
Plano del proyecto del Canalillo del Sur
El canalillo del Sur, después conocido como del Este, tenía 12.930 metros, y pasando por la parte de arriba de Nuevos Ministerios, iba hacía la Glorieta de López de Hoyos, Barrio de la Guindalera y por último a Prosperidad, a la altura del barrio de Ibarrondo. Desaguaba en el arroyo Abroñigal. Contaba con 3 saltos de 2,50 metros, situados cerca de la carretera de Aragón (actualmente calle Alcalá) aprovechando la fuerza generada para algún molino. Contaba con 10 puentes de paso, 10 alcantarillas, 12 tajeas y 9 sumideros. Estaba dividido en 3 tramos, uno hasta la carretera de Francia, otro hasta el barrio de la Guindalera donde estaba el primer salto, y el último tramo hasta su desembocadura. Los consumos estimados eran de 400, 300 y 744 litros por segundo, respectivamente para cada uno de los tramos.
Rizando el rizo, se propone el ramal del Retiro, y desde éste otro ramal que partiera hacía Atocha por Menéndez Pelayo cerrando el círculo por la Puerta de Toledo. Para cubrir toda esta extensión se proponía unir la aguas residuales de las alcantarillas a las los ramales, y así se obtendría un agua abonada. También se contemplaba la construcción de un lago de un kilómetro de largo por 300 metros de ancho, en el final del canalillo de Este en el arroyo Abroñigal, que además de recoger las aguas sobrantes de la acequia aprovecharía las de las lluvias de toda la vertiente del arroyo. Ninguna de estas dos proposiciones llegaron a incluirse en el presupuesto del proyecto.
Plano del Canalillo del Norte, año 1914
Ambos canalillos trazaban curvas muy amplias para evitar la erosión de los laterales, y daban grandes rodeos buscando las pendientes más adecuadas permitiendo a su vez llevar el riego a más sitios.
Los beneficios del Canalillo eran múltiples: aprovechar el agua sobrante del Canal (era más del 85%), poder desaguar los depósitos cuando el agua venía turbia (en los primeros años había muchos problemas pues la deforestación para la construcción de las presas provocaba muchos barros hasta bien entrado el siglo XX), proveer de agua al ensanche de Madrid que en ese momento estaba en plena construcción y a todos los tejares que fabricaban los ladrillos para su construcción, y el hecho más relevante, crear huertas y dar verdor a los alrededores de la Villa. No debemos de olvidar que los dos Canalillos sobrepasaban los 16 kilómetros y tenían sendas hileras de árboles en los paseos de sus orillas. Además la solera del canalillo estaba cinco metros más elevado que el depósito de Isabel II, lo que permitía hacer llegar el agua a lugares más altos que el agua por cañerías.
El exterior del casco de Madrid estaba totalmente deforestado y ninguno de los arroyos (el del Abroñigal, Castellana, ...) llevaban agua, ya que se hicieron numerosas ramificaciones al paso de los Viajes del Agua para aportar más agua a los mismos y en los que quedaban lejos de los Viajes se hicieron pozos de extracción.
Detalle del recorrido por Chamberí, año 1906.
En Abril de 1864 Ribera contesta al Ministerio de Fomento, que pone el impedimento que ya está trazado el proyecto del Ensanche de Madrid desde 1860. Al mes siguiente se reúne Carlos María de Castro, el autor del proyecto del Ensanche de 1860, y hacen juntos una memoria en la que armonizan ambos proyectos, siendo mínimos los cambios en los mismos. El Canalillo abría más el radio de sus curvas en la parte a ser urbanizada y se contemplaba la construcción de una calle de entre 38 a 40 metros de anchura, con el canalillo en el centro y calzada para carruajes, arbolada y acera para peatones en ambas orillas, con puentes en todo su recorrido. Asimismo se borraban del proyecto del Ensanche las casas previstas construir junto al Cementerio de San Martín, dejando el proyecto del Canalillo y levantando un gran parque entre éste y el cementerio.
No obstante Castro envió un nuevo informe en octubre de ese año y decía que el Canalillo no debe de pasar por el Ensanche por las siguientes razones: tendría que ponerse una barandilla para evitar accidentes a lo largo de todo el trazado; crearía algas e insectos, sobre todo en verano; y el coste de su limpieza y vigilancia sería muy elevado. Castro proponía soterrar el Canalillo y que saliera a la superficie una vez abandonara el Ensanche.
El Ayuntamiento rechazó el informe de Castro, pero en febrero de 1865 la Junta de Policía Urbana paralizó los dos proyectos aludiendo que ambos debían de ponerse de acuerdo en las cotas o rasantes, ya que de construir el Canalillo, que aprovechaba en su mayor parte el desnivel natural del terreno, y posteriormente hacer el ensanche se podrían producir grandes desniveles. Apuntaba también la paradoja que se daba con el gran parque del cementerio de San Martín, pues muchos habían comprado terrenos con vistas al Ensanche y si se hacia el parque habría que dar grandes indemnizaciones. También se exigía que antes de comenzar las obras se debería de dirimir a quien correspondían los gastos en aquellos casos que las obras afectaran a varias administraciones, Ministerio de Fomento, Canal de Isabel II y Ayuntamiento de Madrid.
En marzo de 1866 Ribera rebate los informes anteriores, diciendo que el mantenimiento correrá a cargo del Canal II pues será el encargado de cobrar los consumos del agua, que si tan gravoso es indemnizar a los propietarios no se construya el Parque y se haga las casas según el proyecto del Ensanche, que en el caso de la unión de las estaciones de ferrocarril del Norte y Mediodía prevaleció el trazado del ferrocarril sobre el del Ensanche pues tenía mayor interés público, que por tanto había de respetarse la cota del Canalillo ya que en todo caso se construiría mucho antes que el ensanche, además de añadir más datos técnicos y económicos para responder a los dos informes.
La subasta pública para la adjudicación de las obras del Canalillo del Norte se realizó en 1868. La falta de fondos (el coste del Canal fue un 250% superior al presupuesto debido a las filtraciones del Pontón de la Oliva) y los constantes cambios de Gobierno e inestabilidad política retrasaron todavía más la construcción del Canalillo.
Zona de Azca, donde podemos ver el serpentear del Canalillo. Año 1960.
Por otra parte la población crecía de forma incesante, tanto es así, que en 1869 un nuevo estudio aseguraba que sería necesario 6 veces más agua para poder abastecer de agua al canalillo durante todo el año, y para colmo de males el precio del terreno se había incrementado en más de 13.000 por ciento (de 3.000 a 400.000 reales) en algunos puntos del trazado del Canalillo desde la inauguración del Canal de Isabel II en 1858.
No será hasta el año Septiembre de 1878 cuando se empieza la cesión de terrenos y la subasta para la construcción del segundo y tercer tramo del Canalillo del Este. A lo largo del proyecto se variaron los pliegos de condiciones, permitiendo por ejemplo el cambio de piedra granítica por la caliza de Novelda.
A los Altos del Hipódromo (actualmente Nuevos Ministerios) llegaron las obras en Marzo de 1879, autorizándose el riego en Septiembre de ese mismo año. También estaban muy avanzadas las obras del Canalillo del Norte o del Oeste, aunque el Ministerio de Fomento seguía concediendo créditos constantemente para su construcción.
En Septiembre de 1881 se hacen los remates finales del Canalillo del Norte, como son los pasos superiores, casas para los guardas y demás obras accesorias. El Ayuntamiento de Madrid consiguió la autorización para regar el Paseo de la Castellana en Octubre de 1883, haciendo llegar el agua mediante una tubería de unos 5 kilómetros hasta el Jardín Botánico y el Retiro.
En 1901 fue prolongado el Canalillo del Este unos centenares de metros hasta la máquina elevadora de agua de la Ciudad Lineal que estaba en el Ventorro del Tío Chaleco.
Fue precisamente el ensanche de Madrid el principal enemigo del Canalillo, levantándose multitud de voces contra él. Así el Ayuntamiento instaba al Canal de Isabel II a desviar el mismo o cubrirlo en 1910.
Eran muchos los problemas causados, desde calles que se cortaban, como la calle Ponzano, hasta los numerosos accidentes que ocurrían. Otro hecho destacable es la cantidad de cadáveres que se encontraban en sus aguas, sin duda debido a que el agua los arrastraba y era una forma de encubrimiento para los homicidas que los alejaban del lugar de los hechos.
También pasó a ser un problema de salud pública ya que muchos vecinos ponían bombas y extraían el agua para su consumo. Aunque la limpieza era periódica, siempre podía caer algún animal u objeto al agua.
El Canalillo a la altura de la glorieta de López de Hoyos. 10 agosto 1959. Fondo Santos Yubero - Archivo Regional Comunidad de Madrid. Colección Anmogón.
El Canalillo a su paso entre Príncipe de Vergara y Pedro de Valdivia. 22 de febrero de 1961. Fondo Santos Yubero - Archivo Regional Comunidad de Madrid. Colección Anmogón.
En 1961 se decide su cierre, no su demolición total pues hasta bien entrados los años setenta todavía quedaba algún tramo aunque ya seco. Incluso imitando a un pequeño Sena, se propuso que desde la Guindalera a López de Hoyos se dejara y conservara sus paseos con 3 metros de ancho, sus acacias, álamos, negrillos y castaños de indias, que ya casi eran centenarios.
Fotografía de Ricardo Ricote
El único vestigio que podemos ver hoy en día del Canalillo está en el parque de Ofelia Nieto o Francos Rodríguez. Cuando se hizo en 1974 el Canal autorizó al Ayuntamiento de Madrid a utilizar el mismo cauce para la ría que se construyó, siendo respetados los árboles.
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Autor: Ricardo Márquez
En este blog también colaboran: Ángel Caldito y José Manuel Seseña.
Fuentes:
Biblioteca Nacional de España
Biblioteca Comunidad de Madrid
Hemeroteca ABC
Foro Urbanity