La plaza de Santa Ana se gestó durante el reinado de José Bonaparte, apodado por el pueblo madrileño como "el Rey Plazuelas". En 1810 se procedió al derribó del "Convento de las Carmelitas Descalzas de Santa Ana", de ahí su nombre.
El convento ocupaba casi toda la manzana 215 del barrio de la Cruz. Las calles que limitaban la manzana eran: al sur, la calle del Prado; al oeste, la calle de Gorguera; al norte, la calle de la Lechuga; y al este, la calle del Príncipe. Precisamente los edificios de viviendas que estaban en esta última calle no se pudieron derribar por lo que quedó aproximadamente un 25% de la antigua manzana en píe.
La plaza de Santa Ana fue inaugurada en marzo de 1812, siendo la primera plaza pública con zona verde con la que contó Madrid capital. Inmediatamente se instalaron los primeros establecimientos: una nevería, la prendería de "Doña Margarita" -objetos procedentes de subastas-, una barbería, un prestigioso almacén de papel. También aparecieron los primeros cafés, como uno que en 1818 servía "la acreditada leche de oveja". En 1820 abrió sus puertas una de las primeras academia de lenguas extrajeras de Madrid, donde impartían: francés, ingles y alemán, y que permaneció abierta muchos años.
La primera fuente que presidió la plaza fue la estatua del "Carlos V con el furor", estando en el centro de lo que debía de ser la plaza en el futuro. Fue instalada en 1812, cuando se inauguró la plaza. Recibía el agua del Viaje de la Castellana. Curiosamente en el año 1822 la prensa se empezó a hacer eco de unos rumores, según los cuales la estatua representaba el dominio y aplastamiento del emperador Carlos V de los pueblos castellanos (representado por el furor), e instaban a que fuese derribada. Ante el temor que la estatua fuese rota por los madrileños, el Ayuntamiento decidió retirarla en 1825 (1). La estatua está actualmente en la galería de esculturas del Museo del Prado.
Hacía 1825 se instaló un obelisco -aguja según Madoz-, sobre la fuente en lugar que ocupaba antes la estatua de Carlos V. En cada una de las caras del obelisco estaban engarzadas en latón el escudo de la Villa y una estrella de 6 puntas. Esta fuente era de aguadores -los de la fuente de Antón Martín fueron trasladados a la fuente de la Plaza de Santa Ana cuando la primera fue declarada de ornamento-. Contaba con 4 perchas movibles para el llenado de las cubas (2).
En octubre de 1850 se pusieron en marcha las permutas de los últimos edificios de la calle del Príncipe que taponaban la expansión de la plaza en su parte este. Desde su concepción se contemplaba la demolición de estos edificios para que el frontispicio del Teatro Español presidiera la plaza.
El Teatro Español se puede considerar el lugar más importante del teatro madrileño ya que desde 1579, cuando era conocido como el "El Corral del Príncipe", se representan allí funciones teatrales. A lo largo de su historia ha sufrido varios incendios y otras tantas remodelaciones, siendo la más importante la de 1840 que nos dejo la configuración actual que ha llegado hasta nuestros días.
En septiembre de 1860 se cambió el nombre oficial de la plaza, pasando a llamarse Plaza del Príncipe Alfonso.
Analizando los planos anteriores a la demolición de los edificios de la calle del Príncipe, se observa que el trazado de los jardines estaba hecho desde sus inicios contando con la demolición de los edificios de la calle del Príncipe. Debido a los problemas para llegar a un acuerdo con los propietarios -que duró más de 18 años-, los derribos no finalizaron hasta principios de 1868, empezando de inmediato el ajardinado y siendo inaugurada la nueva plaza en diciembre del mismo año.
Con la ampliación de la plaza se instaló la fuente del Cisne que estaba anteriormente en el paseo de la Castellana y fue famosa por dar el nombre al paseo del Cisne (actual Eduardo Dato). Tan solo se dejó el cisne de la fuente que estaba en la Castellana, desechándose su columna y piloncillo superior. Reemplazó a la fuente del Obelisco, pero ya no era de aguadores. simplemente de ornamento, y se trasladó del centro de la plaza a la parte este, frente al Teatro Español. El vecindario lamentó que el agua siguiera siendo de los viajes en lugar del Canal de Isabel II. Además la prensa se ensañó con la nueva fuente, llamando al cisne "gallina emplomada", a pesar que la estatua tenía una larga historia pues antes de estar en la Castellana había presidido uno de los patios del Convento de San Felipe el Real, en la calle Mayor junto a la Puerta del Sol.
Unos meses antes de la nueva inauguración de la ampliación, en octubre de 1868, se cambió el nombre de la plaza, siendo la Plaza de Topete o del General Topete, en honor del "Brigadier Topete" que tuvo una capital importancia en la revolución de ese mismo año. A primeros de 1875 se volvió a llamar Plaza del Príncipe Alfonso.
Después de muchas deliberaciones se decidió poner en el centro de la plaza la estatua de Calderón de la Barca, insigne escritor de muchas obras que se representaron en el Teatro Español, al que parece vigilar desde la altura de su pedestal la escultura de Calderón. El monumento fue puesto en el lugar que ocupó la fuente de Carlos V y la del Obelisco el día 3 de diciembre de 1879, y su inauguración oficial fue el 2 de enero de 1880.
En 1925 fue la primera plaza urbanizada de Madrid en exclusiva para peatones. La reforma corrió a cargo del Jardinero Mayor de la Villa, don Cecilio Rodríguez. Además de añadir numerosos trozos de jardín, árboles nuevos con protección, y sanear los más viejos; mandó construir muchos bancos de obra recubiertos de azulejos, a decir de la gente no muy cómodos pero que encajaban perfectamente con el resto de la plaza. La reforma se tuvo que hacer en invierno para evitar la protesta de las cervecerías y cafés que ponían sus terrazas y veladores en la plaza, pero una vez finalizada supuso la desaparición durante al menos 20 años de las terrazas, siendo todo su espacio un lugar ajardinado con bancos para el esparcimiento de los vecinos.
En la segunda República el Ayuntamiento de Madrid comunicó el cambio oficial del nombre de la plaza en abril de 1933, asignándole su primera denominación "Plaza de Santa Ana". A pesar de tanto cambio de nombre el pueblo madrileño, siempre soberano, la llamó desde sus inicios Plaza de Santa Ana, sin más.
Entre abril de 1944 y marzo de 1945 se llevó acabo una nueva reforma. Aunque se dijo que se iban a respetar los árboles fueron quitados bastantes, el más importante uno de los dos cedro que por lo visto había sido afectado por un rayo. La reforma se hizo de acuerdo a los planos de Herrero Palacios y replanteó con un gran pasillo central y otros dos más pequeños laterales a lo largo de la plaza. A lo ancho se hizo un pasillo en el centro con dos fuentes circulares en cada entrada de la plaza, a la altura de la estatua de Calderón que siguió en el mismo lugar pero cuyo pedestal fue rebajado en altura. Se instaló una cerca de herrería artística en todo su perímetro de la plaza y unas pequeñas columnas coronadas con unas jarrones. La obra costó entorno a un millón de pesetas y fue inaugurada con motivo de la conmemoración de la victoria de del ejercito de Franco (3).
Desde primeros de los años sesenta las terrazas de los bares fueron tomando la plaza. Incomprensiblemente las barandillas y las pilastras de granito que las sujetaban y rodeaban la plaza fueron desapareciendo. Muchos vecinos se quejaron pues se perdía una zona verde de juego para los niños y reposo para los mayores, pero fue en vano.
En 1967 comenzaron las obras del aparcamiento subterráneo de la plaza (4), con lo que se levantó por completo todo el terreno. A pesar que el Ayuntamiento insistió en que se salvaría el último cedro que quedaba, al cabo de los dos meses desde el inicio de las obras el árbol se seco. Nadie se puso de acuerdo si los dos cedros que se perdieron en las reformas de 1944 y 1967 eran del convento o plantaron cuando se hizo la plaza en tiempos de José Bonaparte.
En julio de 1968 se terminó el aparcamiento subterráneo de la plaza, dando una nueva distribución donde el cemento ocupaba mucho más espacio, y la estatua de Calderón fue desplazada a la parte oeste de la plaza. Todos los árboles fueron de nueva plantación, perdiendo estos el protagonismo que antes tenían.
La Plaza de Santa Ana es considera como el primer lugar donde se reunían los seguidores del movimiento hippie en Madrid.
En el año 2001 se remodeló el aparcamiento subterráneo -cambiando sus accesos- y se quitaron casi todos los jardines, dando preferencia a un gran pasillo central que recorre longitudinalmente la plaza y va a dar al Teatro Español, se supone que para ensalzarlo todavía más.
No debemos de olvidar los establecimientos que han estado en la plaza y que son, sin lugar a dudas, los que han contribuido a crear uno de los espacios más cosmopolitas del centro de Madrid, donde los peatones prevalecen sobre los vehículos. Citaremos como ejemplo una pequeña muestra: Cervecería Alemana, Academia Afuera, Pastelería la Suiza -que estaba en la plaza desde 1879-, Almacenes Simeón, Hotel Reina Victoria -cuya construcción comenzó en 1919-, Tablao Villa Rosa -a decir de muchos el mejor de Madrid-, Bar Hawaiano, Librería Bailiy-Bailliére,....... Una de las características de los bares eran los bonitos azulejos que decoraban sus fachadas y paredes. Fue a mediados del siglo XIX el lugar ideal para irse a tomar unas raciones, y tanto era así que Mesonero Romanos la calificaba como "el cementerio de las gambas" por la cantidad de raciones de estas que se servían en las terrazas de la Plaza de Santa.
Autor: Ricardo Márquez
En este blog también colabora José Manuel Seseña
Notas:
1.- No era un tema para tomárselo a broma. Recordaremos que la estatua de la fuente de Santo Domingo fue decapitada en 1863. El motivo fue que en aquellos días había graves revueltas en la que era la colonia española de Santo Domingo y algún exaltado la tomó con la estatua.
2.- Citaremos como curiosidad que en Mataró la plaza de Santa Ana también tenía un obelisco muy parecido, y además al lado estaba la plaza del Ángel.
3.- Nuestro más sincero agradecimiento a Juana Zaragoza que gracias a una foto nos hizo revisar y volver a investigar la reforma de 1944.
4.- Durante 1967 a 1969 el Ayuntamiento emprendió la construcción de aparcamientos subterráneos en plazas emblemáticas de Madrid, como la plaza Mayor o la del Marqués de Salamanca.
Bonito e ilustrado reportaje,gracias.
ResponderEliminarUn saludo para todos de G.M.P
Bonito e ilustrado reportaje,gracias.
ResponderEliminarUn saludo para todos de G.M.P
Ilustrativo como siempre, gracias.
ResponderEliminarFirmado Andrés Molina.
En la Cervecería Alemana, que estaba en esa plaza, se servía cerveza negra alemana, seguramente en un "Krug" de Babiera. Y en la preciosa marisquería de tantos azulejos en las paredes el público contemplaba cómo se asaban las gambas que luego consumía, dejando caer con simpático descuido las cáscaras de los crustáceos al suelo que luego el "chico" barría.
ResponderEliminarEn el teatro Español estuve viendo hace muchos años una obra de Molière que me entusiasmó. En ese teatro se representaban obras de rango, y a partir del día de los difuntos, cada año, Don Juan Tenorio lo ponían durante todo el mes de noviembre. Y hasta había asiduos a la representación que se la sabían de memoria. Junto al teatro estaba el bar El Cocodrilo (no estoy muy seguro del nombre) con sus tertulias de intelectuales. Sí, esa plaza tenía fama hasta en el extranjero. Así que un día estando yo en ella se me acercaron dos turistas italianas y muy interesadas me preguntaron por la plaza, pero en cuanto les dije que era ésa, hay que ver el gesto de decepción que pusieron. Con razón, diría yo, ya que desde que construyeron el garaje subterraneo esa plaza tan íntima y acogedora había perdido todo su encanto, convirtiéndose en una de tantas.
Acabo de llegar de Madrid, donde tan a gusto me achicharré paseando por Gran Via, Plaza Mayor, Alcalá y Paseo del Prado (en el museo sólo se puede entrar armado con un machete, para abrirse paso entre la masa), acompañado de mis hijos y de mis nietos. Fueron unos días penosos por el calorazo y el esfuerzo y sin embargo maravillosos. Allí tuvimos ocasión de contemplar a miles de homosexuales (Franco como era tan malo les llamaba invertidos) que invadían todo el Centro, a la espera de su desfile, para mí tan estrepitoso como desagradable. Madrid se degrada en su imagen externa y en su carácter, transformándose, al igual que la Plaza de Santa Ana, en una ciudad del motón: "tolerante" y desmadrada. Claro que éstas no son más que apreciaciones subjetivas mías. Por otro lado, ya digo, Madrid continua siendo Madrid, mi tierra. Cuando aterricé, Frankfurt me recibió con 14 grados de frío... Mis nietos, que lamentablemente no hablan español, también se quedaron entusiasmados con la visita a la tierra de donde vienen . Vale
P.D. Ricardo, discúlpame que haya metido el comentario en "Madrid y la red", pero es que lo escribí tan tarde que ni me enteré.
Gracias Gloria y Begoña, me alegro que os haya gustado.
ResponderEliminarMil gracias Ernesto por tu comentario. Es siempre una suerte poder leerte y disfrutar con ello. Sin querer has hecho una descripción más precisa y con más corazón que el artículo. Es curioso como en 1925 la plaza fue preparada para los peatones, pensando en ellos y excluyendo los vehículos, y en los años 60 el parcking y el dar más espacio a las terrazas de los bares, se cargo ese ambiente tan cosmopolita.
ResponderEliminarMe alegra saber que has estado por "el foro" y que lo hayas pasado tan bien.
Un fuerte abrazo
Ricardo
Gracias por tan agradable artículo y no menos agradable añadido comentario.
ResponderEliminarRecuerdo que de niño, mis padres en los años 60 me llevaban a la Libreria Bailiy-Balliere a comprarme unos libros sobre animales que me chiflaban. Qué pena que haya desaparecido, al menos nos queda la Cervecería Alemana
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios Juan y Rafael. Que buena la historia de la libreria Baily en los años 60, no sabía que había aguantado tanto tiempo.
ResponderEliminarSólo unas palabras para agradeceros la labor que hacéis dando a conocer la historia de los barrios de nuestro Madrid de hoy y de ayer. Pero tengo que decir que el Madrid de y para los madrileños ha desaparecido y se está convirtiendo en Parque temático de terrazas, bares, franquicias. La última vez que pasé por la plaza de Santa Ana era todo una inmensa terraza. Como la de San Miguel, la de la Paja, etc., Hasta en los lugares más escondidos, bares, terrazas, franquicias. A los establecimientos tradicionales habría que protegerlos como una especie a extinguir. Saludos a todos. OIRAM
ResponderEliminarGracias por tu comentario Oiram. Estoy contigo, todo se basa en el turismo, dar servicio, y eso, además de cargarse muchas actividades tradicionales, puede suponer la ruina ante cualquier situación inestable. Es una pena que no se fomente industria y otras actividades alternativas.
ResponderEliminarHola Ricardo,
ResponderEliminarTe confirmo que por mi parte es así, talmente como tú dices en un comentario del barrio La Quinta de la Paloma. Soy asidua lectora del blog aunque intervenga mínimamente. Entro muy a menudo, diariamente, siempre esperando ver publicado un nuevo artículo ya que los encuentro todos del máximo interés, rigor, y bien documentados. También para releer antiguos escritos.
A veces preguntaría por alguna cosa, viejos recuerdos para mí, pero soy consciente de que después de tantos años las respuestas serán nulas o mínimas. Por ejemplo, a propósito de un comentario de Rafael Alcorta en este artículo de la “Plaza de Santa Ana” sobre la librería Bailly-Bailliere, me acordé de que también yo iba con mis padres a una librería del centro de Madrid. Se llamaba el Sobre Verde y nunca más he sabido la ubicación exacta. Creo que estaba en Goya pero también podía ser en Sevilla (donde teníamos el dentista). Era una vieja librería con los mostradores y las estanterías de color verde y allí, entrando a la derecha, en el Departamento de Cuentos infantiles, comprábamos los libros de la colección Cadete y las Antoñitas. Todo eso ocurría a principios de los años 50.
También he buscado, sin éxito por mi parte, referencias a una Feria del Juguete que tuvo lugar en el Retiro en el año 52 ó 53. A la entrada, debajo de un arco, había una pelota gigante donde nos hicimos fotos. Por ese detalle sé que realmente existió aunque únicamente encuentro localizadas las ferias de juguetes de Valencia.
Nada más por ahora. Felicitaros por vuestro magnífico trabajo de investigación y desearos felices vacaciones
Hola Carmen. Efectivamente, el blog se lee mucho pero comentarios hay pocos en comparación. Posiblemente sea complicado poner un comentario, o la gente tenga reparos. En el tema de barrios es muy curioso, al principio siempre hay muchos comentarios pero luego se paran en seco. Una vez que cada cual pone lo que le interesa la cosa se para.
ResponderEliminarRespecto a tus consultas. No he conseguido encontrar nada del Sobre Verde. Lo más correcto sería buscarlo en alguna guía telefónica del año.
De la feria del juguete si, la noticia dice así:
Primera Exposición Nacional de Juguetes. Organizada por el Sindicato de Actividades diversas, se celebrará en el Retiro, del 15 de mayo al 10 de junio, la primera Exposición Nacional de Juguetes. Diario ABC 01 marzo 1952.
Un saludo
Muchas, muchisimas gracias Ricardo. Eres un pozo de ciencia en cuanto a investigación. No logré encontrar nada en horas de búsqueda....
ResponderEliminarUn saludo,
Hola Ricardo,
ResponderEliminarEl otro dia tuve ocasión de pasar por la plaza de Santa Anna, de Mataró, y efectivamente no queda ni rastro de la fuente que se ve en la postal, ni de ninguna otra. En su lugar hay una cruz de término, réplica de la original que databa del siglo XVI, parcialmente destruida en 1936, y que ahora se conserva en el Museo.
Muy interesante tu artículo. Un saludo,
Muchas gracias B.R. por tan preciso comentario. Quizás la fuente estuvo poco tiempo en la plaza de Santa Ana de Mataró y no tenía la entidad para que se conservara.
ResponderEliminarLo dicho, gracias y un abrazo.
Nuevos datos y fotos añadidas.
ResponderEliminarGracias a ti Ricardo; una plza como esa debe tener una historia, lo más amplia posible. Es difícil investigar el pasado, sobre todo de una ciudad como Madrid, por eso el agradecimiento es enorme. Ahora también toca, ir escribiendo su historia presente .Continuaré leyendo todas tus " entradas", con mucha atención, porque cada día aprendo algo nuevo. Un cordial saludo.
ResponderEliminarHola Juana. Por medio de las fotos sabía que hubo una reforma en los años cuarenta, pero falta el dato fundamental, saber cuando, el por qué, y como, y eso ha sido gracias a ti que con tus correos me han hecho volver a tirar del hilo. Es interesante el planteamiento que se hizo en cada una de las reformas, y ya pasado los años poder analizar los errores que cometieron. Tengo la impresión que antes de la reforma de 67 la plaza fue abandonada y no mantenida por el Ayuntamiento (al menos desde 1962), para poder hacer "con más razón" el aparcamiento y así poder levantar toda la plaza.... en fin, suposiciones.
ResponderEliminarLo dicho, mil gracias Juana.
Me interesó mucho este espacio. Querìa comentarte que me parece que hay un error en cuanto a la fecha de los aparcamientos que están debajo de la plaza, que se hicieron a partir de los años 80, casi 90. Hubo allí un conflicto muy serio con una feria de artesanos que se situaba en la Plaza los fines de semana y que fueron expulsados para que crecieran las terrazas. Es interesante buscar también al concejal Matanzos, me parece que se llamaba, que tuvo mucho que ver con esta expulsión y que, si no me equivoco, tenía algo que ver con La Suiza. En La Suiza compré los mejores turrones que he comido, a finales de los ´70. Luego se convirtió en un bar, y luego, misteriosamente, cerró, y sigue cerrada desde hace años.
ResponderEliminarHola Julieta. Lo del aparcamiento está documentado. Es más, creo recordar haber aparcado el coche allí sobre el 79. Otra cosa es si en los años que mencionas hubo alguna remodelación importante que también afectará al aparcamiento.
ResponderEliminarUn saludo
En la foto de la fachada del Teatro Español de 1930 se aprecia parte del toldo de la Cervecería Álvarez que hacía esquina con la calle del Prado. Esta cervecería era propiedad del padrino de mis hermanos. Como herencia familiar poseo un cuadro que le regaló al padrino un pintor que parece llamarse Panade (está firmado a pluma y no lo distingo muy bien) en el que aparece la cervecería con el toldo extendido y rotulado con su nombre y sobre él el rótulo de Manufacturas. En primer plano se ve una mesa de la terraza de la cervecería en la que están sentadas tres personas, los árboles, las rejas que rodean la plaza y una farola en la que pende el cartel Alvarez anunciando el propietario de dicha terraza. Para mi este cuadro es muy especial y no sólo porque formará parte de mi familia esta cafetería sino porque toda mi niñez y adolescencia transcurrió en esta plaza. Un saludo y gracias por el artículo, he disfrutado mucho con él
ResponderEliminarHola, Bego. Yo también soy descendiente de los Álvarez de esta cervecería. ¿Podemos ponernos en contacto para ampliar y compartir información? Tengo cuenta en (X) Twitter, Facebook y desde hace poco Instagram. Con este nombre: Carles M. Canals. Gracias
EliminarMuchas gracias Bego por su comentario por su comentario, lleno de bonitos recuerdos e información de primera mano. Si quiere puede pasarnos una fotografía del cuadro para añadirlo al artículo.
ResponderEliminarSaludos.
En el 72 ya existía el aparcamiento subterraneo. Teníamos el colegio en la calle Atocha y por las tardes lo normal es que nos llevaran a la plaza a jugar y merendar. Una de nuestras grandes aventuras, con siete u ocho años, consistía en cruzar el parking, perseguidos por el vigilante, desde la entrada que había junto al hotel (ahora es una salida de emergencia de las instalaciones) hasta la opuesta en la esquina de la calle del Príncipe.
ResponderEliminarRespecto al conflicto de finales de los ochenta con la feria de artesanía, efectivamente fue el concejal Matanzo el que realizó una pequeña reforma para eliminar el espacio a los puestos.
Y ya para rematar del 1995 a 2006 lo pase trabajando en una oficina en la misma plaza, así que al final gran parte de mi vida ha estado unido a este espacio singular. Lástima que se haya gentrificado brutalmente durante la última década.
Pues muchas gracias Caracartón por la información, más siendo tan de primera mano.
ResponderEliminarUn saludo.
En día 12 de Enero de 1972 empecé a trabajar en una tienda de fotografía que estaba pared con pared con el teatro español, se llamaba Vda de Braulio López, trabaje allí tres años pues después del incendio del teatro se declaro el edificio de príncipe 23 en ruina estaba también la casa de Aragón. Muchos recuerdos de esa plaza tan bonita
ResponderEliminarEl comercio de fotografía al que os hacia alusión Vda de Braulio López se Inauguró en el año 1900,asistiendo al evento grandes personajes de la época, dé alto renombre, había en la tienda placas de cristal de fotografías del momento y todos estaban en chaqué y chisteras.
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