Fuente: Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid. (1969). Final de la c/. Escabiosa. Esa especie de muralla que se observa en el lado derecho es sin duda el colector donde se unian el arroyo de las Cañas y el Abroñigal, Se observa el edificio del fondo a la derecha, es Perlofil.
Al Ventorro en adelante lo catalogaremos como barrio, aunque en ocasiones seguiremos llamándolo como Ventorro.
La gente que vivía en este barrio estaba muy identificada con el Cerro de la Cabaña por su proximidad, existía un cierto pique entre ambos barrios, se decía “ subir al Cerro “ o “ bajar al Ventorro“, lo que les hacia como inferiores, pero eran dos barrios a los que les unían incluso lazos familiares.
La frontera entre los dos barrios era en la práctica el arroyo de las Cañas, del cual se aprovechaban ambos barrios. Este arroyo, que entraba en el Ventorro procedente de la zona de Arturo Soria, recorría casi todo el tramo de López de Hoyos por la parte de atrás y en el lado de los pares, entre la c/. Alejandro Chacón y la c/. Escabiosa, donde en su confluencia con López de Hoyos y a 50 metros aproximadamente se convertía en un colector que desembocaba en el arroyo Abroñigal.
Fuente: Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid. Usuario: Aurora Sen Flores (1956).
Siguiendo con el compromiso de recuperar barrios desaparecidos, y al igual que con el capitulo del Cerro de la Cabaña 2ª parte, el relato irá dirigido a lo que era el barrio, sus vecinos, sus comercios y sus costumbres.
El Ventorro lo vamos a delimitar por una franja que comprenda: por el norte con el arroyo Abroñigal y el pinar que en aquella época existía, al sur la prolongación del arroyo Abroñigal con la cuesta de Queremón, al este Sanatorio de la Paz – en la c/. Lopez de Hoyos – con la c/. Alejandro Chacón, y al oeste el Paseo de los Jacintos hasta la c/. Queremón.
El barrio tenia muchas calles pero la mayoría eran calles pequeñas, la c/.Lopez de Hoyos era la principal y por entonces junto a la c/. Máquina eran las únicas que estaban asfaltadas, ordenándolas de este a oeste serian: Valentina Gutiérrez, Santa Mónica, Monte Sinaí, San Vicente Mártir, Máquina, Cerezo, Avenida de los Tilos, Suerte, Escabiosa, Las Flores, Buen Pastor, Eucalipto y Paseo de los Jacintos.
El Ventorro en su aspecto de barrio poco difería de los barrios limítrofes como podían ser el Cerro de la Cabaña, la Quinta de la Paloma, Ibarrondo y Ciudad Jardín. El Ventorro respecto a estos barrios (excepto la Ciudad Jardín) presentaba la ventaja de tener mas vida por estar atravesado por una vía tan importante como era la c/. López de Hoyos, por la cual discurría toda la circulación de vehículos que accedían o procedían de Hortaleza, Canillas y Ciudad Lineal al centro de Madrid.
Tomando como referencia los años 50 – 60, ya se intuía el movimiento circulatorio que tomaría con el venir de los años esta travesía, por ese motivo y con gran acierto por parte de los vecinos se congregó la mayoría de los comercios existentes en el barrio.
Refiriéndonos a la vecindad al igual que sucedía con la mayoría de barrios que no superaban o se encontraban entre un censo de 500 – 1500 habitantes, aunque no se llegara a tener una intima amistad, si se podría decir que se conocían casi todos, bien por el nombre, por el apellido, por la familia o por el apodo que también proliferaba. Eran gente en su mayoría trabajadores por cuenta ajena, había familias económicamente desahogadas, otras menos, y las había económicamente precarias. Había quien vivía en casa individual, pero predominaban las familias que vivían hacinadas en una finca donde había 2, 3, 4 e incluso 5 vecinos. Por los años 60 se empezaron a levantar algunos edificios de pisos.
Fuente: Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid. Usuario: Aurora Sen Flores (1937).
Si por algo el Ventorro del Tío del Chaleco traspasara fronteras quizás fuera por la popularidad del único vecino que alcanzó la fama, este no fue otro que Manolo Santana, conocidísimo tenista tanto en nuestro país como fuera de él, aunque Santana no nació en el Ventorro si que llegó siendo muy niño. Procedía de una familia humilde, eran cuatro hermanos y él en su adolescencia visitaba el club de tenis El Viso donde le entró el gusanillo, y de recogepelotas llegó hasta lo mas alto. A pesar de ser quien fue y del poder económico del que disfrutaba, su madre estuvo trabajando hasta los últimos días.
En el capítulo de los comercios el Ventorro era quizá el mas rico en comparación con los barrios limítrofes, pues sí al hablar del Cerro de la Cabaña reflejábamos que disponía de todo tipo de establecimientos para su abastecimiento, sin que fuera del todo cierto, en cambio refiriéndonos al Ventorro si que podríamos asegurar que disponía de todo lo esencial.
A continuación vamos a enumerar todo lo que seamos capaces de recordar, empezando por la parte alta y bajando por la acera de los números impares de la c/.López de Hoyos.
Creo recordar que el primer comercio que nos encontrábamos era una bodega de la que no recuerdo el nombre, al lado había una casa de repuestos del automóvil –Miguel–, por debajo había un taller mecánico, que por cierto eran muy buenos profesionales y en el que muchos chavales de aquellos barrios aprendían el oficio. Por debajo del taller había una peluquería de señoras que ejercía dentro de su casa, estaba la trapería casi esquina con la c/. Maquina, entrando en la c/. Maquina había a la izquierda un bar y mas adelante una tienda de muebles y electrodomésticos. Seguido había una lechería y mas adelante pasando las curvas en el lado izquierdo había un gran almacén de carbón. Volviendo hacia la c/. López de Hoyos y en la otra acera quiero recordar que había una mercería o cacharrería, también había una carnicería, una casquería y una frutería.
Ya en López de Hoyos y siguiendo la ruta establecida, había una pequeña tienda donde se cambiaban novelas y tebeos, tu entregabas los tebeos, cogías otros y abonabas 5 céntimos por cada uno (por entonces era muy común en los hombres leer novelas); luego un taller y alquiler de bicicletas, una carbonería, y después una droguería–mercería que la dueña se llamaba Sra. Masa. Seguido estaba la peluquería de caballeros de Manolo que aparte del corte de pelo también se dedicaba a poner inyecciones; era un hombre muy conocido y querido en el Cerro pues lo mismo le llamaban para que subiera a pelarte como a pincharte, fuera la hora que fuera. Por debajo de la peluquería estaba la carnicería de Fraile (que hoy en día tiene varías en la Vaguada, San Sebastián de los Reyes,....) ; después una fontanería y seguido un despacho de pan que también servía Julio Baena (el hombre que atendía el despacho se llamaba Cosme).
En López de Hoyos esquina con la c/. Suerte había una fuente, a esta fuente era a la que bajaban del Cerro a por agua antes de que existiera la del Cerro. Ya en la curva estaba la bodega del Maño, esta bodega era la mas grande y la mas conocida del Ventorro, quizás no hubiera nadie en todo el Ventorro y aledaños que no la conociera. Después de la bodega y en la misma curva había una frutería-verdulería, y seguido estaba el taller de Javi, lo llevaban el padre y su hijo; la casa donde estaba el taller era una casa familiar y los que vivían ella eran todos familia. Como otros negocios de entonces, empezaron trabajando con poco, como el que dice en la calle, el taller estaba en pleno arroyo Abroñigal prácticamente debajo del puente.
Fuente: Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid. Usuario: Aurora Sen Flores (1953). Posiblemente el Paseo de los Tilos, en la explanada donde acababa el canalillo.
Ya cruzado el puente había un bar llamado la Curva, en el verano hacían baile en el jardín. Recuerdo que se bajaba por una escalera a la pista de baile. Este bar era muy conocido pues en aquella época muchos jóvenes de otros barrios iban a bailar allí. Antes de desaparecer fue un jardín restaurante llamado la Chuletera.
Después de la curva, enfrente en la c/. Buen Pastor nº 1, nos topábamos quizás con lo que era el emblema del barrio, la fábrica de pan “ La Luna “. Si antes refiriéndome a la bodega del Maño decía que la conocía todo el barrio, esta fábrica de pan digamos que era el Ventorro en si, punto de referencia para cualquier extraño. La Luna era bastante importante por la cantidad de producción diaria que elaboraba y que repartía mayormente fuera de la zona.
Al final de la c/. Buen Pastor estaba la fábrica de hielo, tan conocida si cabe como la fábrica de pan. Era la única fabrica de hielo que yo recuerde que existía, de hecho repartía hielo no solo a los bares de los barrios limítrofes sino que repartían por varias zonas de Madrid. El reparto se hacía con carros de mano a los sitios cercanos y con motocarro a las zonas mas alejadas.
Recorte del diario La Voz de Madrid. 1932
También había en la c/. Las Flores una fábrica de empanadillas, no recuerdo el nombre comercial pero recuerdo que trabajaban muchas chicas de estos barrios. Terminando esta ruta del lado de los impares de López de Hoyos pasada la curva sé que había un taller como de carpintería, y al final en el esquinazo de la c/. Queremón estaba la tienda conocida por los consumos, dedicada a la venta de pienso, legumbres, y harinas.
Retomamos la ruta esta vez por la acera de los pares. Creo recordar que lo primero era una clínica que se encontraba dentro de un chalet, se llamaba Los Leones. Luego una vaquería, el dueño se llamaba Juan; después estaba la chatarrería de Pepe a la que acudíamos para vender todo lo vendible, desde hierro, plomo, cobre, botes, botellas,... de todo lo que encontrábamos por los basureros.
Después de la chatarrería estaba el taller de cerrajería de Felipe, Felipe vivía en la c/. Eusebio Martínez Barona. Mas abajo estaba la vaquería de la Felipa, permanecieron en el barrio hasta que les expropiaron y se marcharon a la c/. Ávila, donde continuaron con el negocio hasta su jubilación. Un poco mas abajo estaba la única churrería que existía, yo no recuerdo que hubiera ninguna en otro barrio de las cercanías. La imagen del churrero o churrera con las cestas, una en cada brazo, por los barrios voceando la mercancía, era una imagen inolvidable.
Seguimos y nos encontramos con un despacho de pan que pertenecía a Julio Baena la fabrica de pan que estaba en el Cerro. Por debajo estaba la farmacia de D. Mariano, por debajo de la farmacia había una clínica, mas abajo una tienda de ultramarinos de nombre El Derroche, seguido una frutería (la dueña se llamaba Consuelo), una pescadería (creo que la que despachaba se llamaba Carmen, una chica muy machorra); y por último en la esquina con la c/. Simón Bartolomé otra tienda de ultramarinos que se llamaba La Barata. En la c/. Simón Bartolomé había un almacén que vendía vinagre, pienso y alfalfa, es decir, suministro para los animales, se llamaba la Chuti. Ya en la c/. Escabiosa había una peluquería de caballeros, se llamaba Hilario Galán, y mas abajo una casquería. También en la c/. Escabiosa estaba el almacén de carbón de Pedro Guerra, y ya en López de Hoyos pasado el puente había otro bar de nombre La Huerta.
Hasta aquí un repaso de los comercios o tiendas que existían en el Ventorro, a partir del año 65 fueron desapareciendo algunos e instalándose otros en su lugar, por ejemplo un club de los llamados americanos de chicas de alterne que hubo en la cuesta de López de Hoyos, no recuerdo el nombre aunque lo visite varias veces. Quizás me deje alguno, quizás no estén todos en su orden, pero lo que si puedo asegurar es que los que he reflejado existían.
Fuente: Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid. Usuario: Carmen García Pascual (1965).
El Cerro de la Cabaña, final de la calle Justo Martínez, visto desde el campo camino del Ventorro.
Respecto de las costumbres a las que se pudiera hacer referencia en dicho barrio, no creo que difieran mucho de las costumbres de los otros barrios limítrofes, puesto que las personas que lo habitaban poco se diferenciaban los unos con los otros, si algo pudiera ser era el de su condición de barrio mas transitado por vehículos y por lo tanto tenia mas actividad que los otros. Si tuviéramos que citar alguna actividad esta sería la que se producía en torno al “canalillo”, justamente donde acababa. En su tiempo fue lavadero no solo para los vecinos del Ventorro, era zona de reunión, nunca faltaba gente en sus inmediaciones y para los chicos era zona privilegiada para los juegos por existir una gran explanada y comunicarse prácticamente con el pinar. Del “canalillo” se podría decir que era la frontera con la Ciudad Jardín.El Cerro de la Cabaña, final de la calle Justo Martínez, visto desde el campo camino del Ventorro.
Espero que este relato sea motivo de recuerdo para las personas que vivieron o simplemente transitaron por el Ventorro del Tío del Chaleco, pues a mi me produce un gran placer recordar lo que mi memoria me permite, aunque soy consciente de que se podría ampliar o mejorar, e intentado plasmar en el mis recuerdos.
Los restos del naufragio: dos fotos del
cartel de Neumáticos Javi que todavía hoy (08/mar/2012) existe en la esquina de
Alfonso XIII con Pinto Ribera. Foto de: Félix Aguirregaviria
Equipos de Bressel, principios de los años cincuenta. Fotos de Pipe. Su padre es el primero de la izquierda que está de pie en el equipo masculino.
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Autor: Pedro Gómez.
En este blog también colaboran: Angel Caldito, José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.
Fuentes fotográficas:
Archivo fotográfico de la Comunidad de Madrid.
BNE.