Desde los primeros tiempos de la cristiandad era costumbre el dar sepultura a los finados en las iglesias o en los cementerios anexos a las mismas. Así en las regiones pirenaicas o alpinas de Francia es fácil observar iglesias con sus pequeños cementerios alrededor. También en España las iglesias eran las encargadas de hacerse cargo de los cadáveres.
Tuvimos ocasión de consultar los libros parroquiales de la iglesia del pueblo de Canillas, de principios del siglo XVII, y tanto el de bautismo como el de difuntos ofrecen una información imprescindible para el estudio histórico del lugar, siendo los verdaderos "registros civiles" y mostrando la relación que tenían los vecinos de Canillas con otros pueblos teniendo en cuenta los matrimonios que se celebraban.
En el libro de difuntos se confirma que existían siete tipos de enterramientos -el séptimo era el más costoso-; según la limosna aportada así se tenía derecho al lugar de enterramiento y a un número determinado de funerales. Además algunos de los registros en el libro hacían las veces de verdaderos testamento.
Por ejemplo encontramos apuntes como los siguientes:
"+1612. Muere María de Juana Serrana, mujer de Juan Martín. Entierro en la iglesia de San Juan en 3º grado de la iglesia junto a la pila de agua bendita.
+1613. Niña de Juan del Moral, enterrada en 2º grado de la iglesia alantrado (a la entrada) de capilla del bautismo.
+1613. Juana Garcia, mujer de Juan Martín, deja en su testamento 2 reales para canonización de San Isidro.
+29-10-1708. Agueda Ruiz casada con Juan Aguado. De aprox 36 años. Enterrada en grado 4º
+13-02-1729. Pheliciana Serrano mujer de Antonio Hurtado, No hizo testamento, hizose ymbentario de sus vienes propios por Manuel Serrano, Alcalde ordinario de la villa por Anse Bernardo Garcia, Escribano de su Magestad...... baluados 492 reales a su manis?? .. "a lo corresponsive alquino pago el entierro, y rompimiento de la Sepultura que se abrio en el 7º grado por lo que deve a fábrica, 700 maravedis, + 45 misas." SIC
Además son numerosos los registros de entierro de los "pobres de solemnidad". Para estos menesteres la iglesia de San Juan Bautista de Canillas contaba con un cementerio pegado al templo y una cripta debajo del altar. En Madrid capital las sepulturas se hacían dentro de las propias iglesias, a excepción de un par de parroquias, entre las que destaca la de San Sebastián, entre la calle Huertas y Atocha que tenía un pequeño cementerio a su espalda, en la calle Huerta, que hoy todavía sigue siendo solar y llama la atención por encontrarse tan en el centro de Madrid.
Así las cosas sucedió el incendio de la iglesia de Santa Cruz en 1763, la vieja atalaya de Madrid, quedando al descubierto muchos de los cadáveres en ella albergados y desprendiendo un nauseabundo olor. Además varías epidemias asolaron España, una especialmente virulenta arrasó la "Villa de Pasage" en el año 1781.
En 1783 la Real Academia de La Historia remitió un informe al Consejo del Estado relativa "al lugar de las sepulturas", elaborado a partir de tres informes independientes hechos desde el año 1777. Desde esta última fecha se habían puesto a prueba varios cementerios fuera de las villas, siendo el primero el de El Pardo (Madrid), el segundo el de San Ildefonso (Segovia), y el tercero el de Los Yébenes (Toledo) -este último en plena epidemia de fiebres tercianas-. En vista de todo ello el día 3 de abril de 1787, bajo la regencia de Carlos III, se dictó la pragmática para poner los cementerios fuera de las urbes. Era importante intentar minimizar el riesgo de contagios en un clima tan cálido como el nuestro, por lo que como medida de urgencia se proponía establecer los cementerios fuera de los pueblos, aconsejando ubicarlos junto a las ermitas siempre que estuvieran en las afueras pues así se podía dar la despedida cristiana a los difuntos.
Por desgracia, como nos pasa en tantas otras cosas, la dilación en aplicar la normativa hizo que pasaran los años sin que se pusiera en práctica. No será hasta el 7 de marzo de 1809, cuando se publica en el Diario de Madrid (el equivalente al Boletín Oficial del Estado), la siguiente orden:
" DON JOSEF NAPOLEÓN POR LA GRACIA DE DIOS Y POR LA CONSTITUCION
del estado, REÍ de las Españas y de las Indias.
«Considerando muí conforme á las reglas de una buena policía cortar de raíz todas las causas que pueden influir en la putrefacción del aire, y dañar á la salud pública, en cuya conservación debe esmerarse tanto la solicitud y zelo del gobierno; y observando que, principalmente en las actuales circunstancias, nada se opone mas á lograr tan saludable objeto como permitir la práctica de enterrar los cadáveres en las iglesias, abuso contrario á la sana razon, á la política, al respeto debido á los templos, y á los preceptos de la disciplina eclesiástica de los mejores tiempos: hemos decretado y decretamos lo siguiente:......." (SIC)
En la ley se desarrollaba la construcción de cuatro cementerios para Madrid, incluido el General del Norte que todavía estaba en construcción según la Real Cédula del 26 de abril de 1804, en: "á mano izquierda del camino de Extremadura, otro en la primera altura á la mano izquierda del camino viejo de Leganés, y el tercero en la primera altura del camino de Alcalá, pasada la tapia del Buen Retiro" (SIC). Así mismo se decía que: "No habrá persona, por privilegiada que sea, que se exima de conformarse con las disposiciones de este nuestro decreto." (SIC). También se enumeraban los servicios con los que debían de contar los cementerios, entre los que estaba un capellán para los responsos.
En octubre de 1813 el Alcalde de Madrid -marqués de Iturvieta-, decretó la Ordenanza sobre la prohibición del traslado público de cadáveres entre las casas mortuorias y las parroquias y exposición en las mismas, mandando el traslado directo de la casa mortuoria al cementerio, incluso el transporte urgente cuando fuera mandado por un médico de acuerdo a las normas de la Junta de Sanidad para evitar problemas de salud pública. También en este mismo mes se hizo obligatorio para todos los pueblos de la provincia de Madrid el tener cementerios fuera de las poblaciones y la normativa del traslado de los difuntos, aunque en mayo de 1820 tuvo que volver a ser recordado su obligado cumplimiento en el Diario de Madrid pues la mayoría de los ayuntamientos hacían caso omiso.
Tras todos estos antecedentes, pasamos a enumerar los cementerios que se construyeron en Madrid de acuerdo a las ordenanzas:
Cementerio General del Norte
También conocido por el de la Puerta de Fuencarral o Puerta de Bilbao. Se abrió en 1809, según el diseño de Juan de Villanueva. Estaba en la actual calle Arapiles, junto a la Glorieta de Quevedo, donde después se instalaron las cocheras de Magallanes.
La leyenda cuenta que la primera persona enterrada fue la condesa de Jaruco, bella mujer cubana que tenía mucho trato con el rey José Bonaparte. Se dijo que por la noche, el mismo día de ser enterrada, alguien -posiblemente un ser alado- exhumó el cadáver y la enterraron en el jardín de su casa de la calle de la Luna.
Fue clausurado en 1884.
Cementerio General del Sur
Fue bendecido el día 29 abril 1810, abarcando ese día las siguientes parroquias: San Sebastián, Santa Cruz, San Justo, San Millán, San Andrés, San Lorenzo y San Pedro. Estaba en la calle de la Verdad, detrás de la Sacramental de San Lorenzo y San José.
El único elemento destacable era la cruz que estaba anteriormente en la plaza del Ángel, concebida por Ventura Rodríguez.
Fue clausurado en 1884, aunque hasta julio de 1935 recibía los restos de los otros cementerios según se iban demoliendo.
Por su parte las diversas parroquias de la Villa se agruparon en Archicofradías y Sacramentales para hacer sus propios campos santos. Los feligreses aportaban un dinero para la construcción y el mantenimiento de los cementerios, llenándose rápidamente los cupos disponibles. A todas luces era insuficiente la capacidad inicial, lo que llevó a la ampliación de todos las sacramentales. Las cementerios fundados por este método fueron:
Sacramental de San Isidro
Primer cementerio Sacramental, inaugurado en 1811. Está junto a la Ermita de San Isidro. En un principio pertenecía a la Archicofradía del Santísimo Sacramento, Purísima Concepción y San Isidro, dependiendo de él las iglesias San Pedro y San Andrés (que tenían sus patios correspondientes dentro del cementerio) (1).
Ya en 1761 aparece la ermita con un pequeño recinto vallado a su espalda, lo que nos hace pensar que posiblemente existiera algún enterramiento en el lugar. En sus primeros años no era calificado como Sacramental en la prensa. Hasta 1860 se fue ampliando alcanzando entonces su dimensión actual. La ermita era el lugar ideal para dar la última despedida a los finados, lo que sin duda contribuyó a su crecimiento y a que se ubicaran más cementerios en los alrededores.
Sacramental de San Sebastián
Fue inaugurada en 29 de junio de 1821. Estaba en la calle Méndez Álvaro, junto a la Sacramental de San Nicolás, a la altura de la calle Canarias.
Según se dice tuvo el primer panteón/mausoleo de los cementerios de Madrid, perteneciente a la familia Fagoaga.
En agosto de 1884 se decretó su clausura, aunque realmente la última persona enterrada fue el general Serrano a finales de 1885. El Gobierno tuvo que dar una autorización especial para que el cementerio admitiera al general y así poder depositar su cadáver en el panteón familiar.
En 1935 se ordenó su derribo urgente para la ampliación de la calle Canarias. La nota tétrica es que
durante el vaciado fue encontrado en uno de los nichos un ataúd con la tapa levantada y las manos de la finada fuertemente aferradas a los bordes de la caja, lo que indicaba que la pobre señora fue enterrada en vida en 1864.
Sacramental de San Nicolás
Su nombre completo era: San Nicolás de Bari, San Salvador y Hospital de la Pasión. Fue inaugurado el 24 de Octubre de 1824. Estaba en la calle Méndez Álvaro, a la altura de la calle Canarias, junto a la Sacramental de San Sebastián. En 1839 se hizo una reforma y ampliación muy importante siendo dirigida por el arquitecto José Alejandro y Álvarez.
Albergó los restos de Calderón de la Barca, que fueron depositados el día 18 abril 1841, con motivo de la inauguración del viaducto de la calle Segovia.
Contaba con un patio dedicado a escritores y artistas donde reposaban los restos de Espronceda, Larra, Bretón de los Herreros,... y el llamado Patio de la Libertad con personajes tan ilustres como: Argüelles, Olózaga, Calatrava, Mendizábal, etc.
Dejaron de dar sepultura en 1884, y fue derribado en 1912.
Sacramental de San Luis
Su nombre completo era Sacramental de San Luis y San Ginés. Se abrió en 1831, aunque tomó su verdadera relevancia tras la ampliación de 1846 cuando fue dotado de una capilla y nuevos edificios accesorios de acuerdo con los planos de Narciso Pascual y Colomer. Estaba en la calle Fernández de los Ríos, teniendo su entrada desde Bravo Murillo, y se adentraba hacia la calle Escosura. Pegado a él estaba hacia el norte el cementerio Patriarcal.
Fue clausurado en 1884.
Sacramental de San Martín
Pertenecía a la Archicofradía de San Martín, San Ildefonso y San Marcos. Abrió en 1848. Estaba en la calle Vallehermoso con la avenida Filipinas, donde estuvo después el estadio Vallehermoso y actualmente el complejo de GolfCanal.
Fue clausurado en 1884, y el Ayuntamiento mandó su derribo en 1912, aunque en 1922 todavía seguía una parte en píe debido a un contencioso pues parece que fueron vendidos los terrenos al poco de ser clausurado y no estaba claro si era una propiedad particular o municipal. Hacía 1933 el Ayuntamiento tenía previsto hacer en el lugar un parque público.
Sacramental de San Justo
Su nombre completo era Sacramental de San Justo, Santa Cruz y San Millán, aunque también era conocido por "San Justo y Pastor" e incluso hay algún documento donde también figura el nombre de San Miguel. Abrió sus puertas en 1849. Está en el que llamaban cerro de las Animas, entre la actual Vía Carpetana y el paseo de la Ermita del Santo, junto a la Sacramental de San Isidro.
Al cerrar los cementerios del ensanche se construyó en uno de sus patios el panteón de los hombres ilustres, siendo depositados los restos de: Larra, Espronceda, Rosales,...
Sacramental de Santa María
Originalmente llamado Sacramental de Santa Maria y del Hospital General. Está en la calle Comuneros de Castilla, en el lugar que ocupó la ermita de San Dámaso. Se inauguró a finales de 1849.
Cementerio Patriarcal
Pertenecía a la Hermandad de Palacio y Santísimo Cristo de la Obediencia del Buen Suceso. Estaba en el llamado Campo de Guardias, en la calle Donoso Cortes esquina a Escosura, junto a la Sacramental de San Luis.
Fue clausurado en 1884.
Sacramental de San Lorenzo
Su nombre completo es Sacramental de San Lorenzo y San José. Fue bendecido el día 31 de julio de 1852. Está en la calle de La Verdad, y junto a él estaba el Cementerio General del Sur.
Con todos los cementerios anteriores en funcionamiento en enero de 1857 una comisión de Beneficencia y Sanidad del Ayuntamiento de Madrid realizó un informe en el que se hacía un análisis profundo de la situación. Lo primero que criticaba era el estado calamitoso de los cementerios generales del Norte y del Sur, calificándolos de simples osarios. Los dos cementerios tenían nichos en las paredes de cada patio, sepulturas privadas en galerías, sepulturas comunes y fosas comunes.
Debido al escaso número de nichos estos eran vaciados a los cuatro años estando todavía los cadáveres en descomposición. Además la mala calidad de las tapias que tenían grietas o poros dejaba escapar malos olores. Si a los cuatro años no se renovaban los derechos los restos eran arrojados a las fosas comunes.
En sepulturas comunes se enterraban entre 3 y 5 ataúdes. Los que estaban más arriba se descomponían sin ningún problema en cuatro años quedando los esqueletos, pero los de más abajo nunca.
Por último, los enterrados en fosas comunes -normalmente desnudos y con una pequeña separación de tierra entre los cadáveres-, permanecían en la mayoría de los casos hasta 20 años sin descomponerse, si a ello agregamos que la capa superior que los cubría tendía a agrietarse por los vapores, entenderemos el espectáculo dantesco e insalubre que ofrecían estas fosas.
Además los dos cementerios generales no tenían casi vegetación (el del Norte ninguna) que ayudara a mitigar los malos olores.
Las sacramentales tenían únicamente enterramientos individuales en nichos y sepulturas, lo que explica las ampliaciones de casi todos ellos por la necesidad de espacio para nuevos finados. Sin embargo muchas de las sacramentales se encontraban rodeadas de viviendas, en pleno ensanche de Madrid.
El informe proponía la creación de dos grandes cementerios, con todos los servicios, capilla, depósito de cadáveres, instalaciones de mantenimiento, etc. Estas mega-necrópolis debían de estar situadas al Norte o al Este, para evitar que los vientos predominantes llevarán las miasmas hacía Madrid, y en un lugar elevado y a ser posible separados por un río.
Además aconsejaba el tipo de urbanización interior, arbolado, característica de los nichos, tiempo y tipos de enterramiento,..... prácticamente como las necrópolis que tenemos hoy en día.
Mediante la Real Orden del 9 de agosto de 1884, que por desgracia tuvo que ser publicada por una epidemia de cólera que arrasaba España, se mandó cerrar de forma urgente y tajante todos los cementerios que estaban en la zona del Ensanche, a saber: San Martín, San Luis, San Sebastián, San Nicolás y Patriarcal, además de los dos cementerios generales; prohibiéndose los enterramientos en todos ellos desde el día 1 de septiembre de 1884. Fue entonces cuando pasó a tomar el relevo el cementerio del Este, o de la Almudena.
Autor: Ricardo Márquez.
En este blog también colabora: José Manuel Seseña.
Nota:
1 - Las sacramentales que tenían varios nombres se las conocía por cualquiera de los que hemos mencionado, incluso por el de sus patios. Hemos optado por encabezar cada una de ellas por el más utilizado.
Hola Ricardo.
ResponderEliminarEs un tema que no me atrae como lectura, pero no dejo de reconocer tu labor de investigación, además muy bien acompañado gráficamente.
Un saludo.
Pedro.
INCREIBLEMENTE MUY BUENO EL TRABAJO.....Donde puedo encontrar mas informacion de este tema.
ResponderEliminarComo siempre te sale completo el análisis del tema que eliges,lo consideramos como algo escabroso,pero necesario,ya que ninguno de los humanos dejaremos de usar estos lugares.
ResponderEliminarUn saludo de G.M.P
Muy interesante, no tenía idea de que en Madrid habían existido tantos cementerios y sacramentales hoy desaparecidos, aunque si una lo piensa, en algún lugar tenían que enterrar a la gente. ¿Sabes qué se hacía con los cadáveres cuando se demolía uno de estos lugares? ¿Y qué se hacía con los monumentos funerarios, algunos tan "grandiosos" como el que pones de Manuel José Quintana?
ResponderEliminarMuy interesante el artículo sobre los viejos cementerios de Madrid, «el lugar donde se depositan los restos mortales de los que han fallecido», según lo definen algunos. Me ha gustado mucho pero echo en falta la referencia a ese otro tipo de cementerios llamados «románticos», que se caracterizan por cierta originalidad y singular ubicación, con atmósfera de «suave melancolía» y un elevado grado de plasticidad, espacios que ayudan a la contemplación, la meditación y el reposo sereno para los muertos, que se convierten también en pequeños paraísos para los visitantes. Uno de ellos podría ser el Cementerio Civil, ese otro tipo de cementerio que según una Real Orden de 2 de abril de 1883 todos los ayuntamientos de España que fuesen cabezas de partido judicial y tuvieran más de seiscientos vecinos, podían establecer al lado del cementerio católico. A modo de curiosidad decir que en el de Madrid pueden contemplarse, además del mausoleo de Pablo Iglesias, las tumbas de personajes históricos como Gumersindo de Azcárate, Urbano González Serrano, Francisco Giner de los Ríos, Francisco Largo Caballero, Jaime Vera, Pío Baroja, José Laín Entralgo, Américo Castro, Manuel Andújar, Xavier Zubiri, Blas de Otero, Dolores Ibarruri, Julián Grimau y Enrique Líster.
ResponderEliminarCreo que un cementerio de esta importancia debería haber figurado en el listado, o en todo caso, tratarlo con más profundidad en un artículo propio.
Un cordial saludo,
Juan Antonio Díaz (Nono)
Muchas gracias Pedro. Este tema no gusta a todo el mundo, de hecho a la mayoría nos repele, pero es curioso saber la evolución de ellos pues nos ayuda a conocer nuestra ciudad.
ResponderEliminarUn abrazo
Unknown. Gracias. El trabajo está hecho como todos los del blog, partiendo de cero y tirando de hemeroteca, aunque al final siempre hacemos una comparativa con lo que hay publicado sobre el tema. Por eso verás que algunas fechas pueden diferir de las que normalmente están publicadas. Si quieres encontrar más información no queda otra que consultar las hemerotecas, aunque ármate de paciencia pues sobre todo las sacramentales pueden aparecer con cualquiera de los nombres.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Gloria. Tienes toda la razón del mundo, como siempre. Por eso destacamos lo que decía el rey José Bonaparte, que esto incluía a todas las personas, sin importar su condición. Entiendo que se refería a los enterramientos de la familia Real en el Monasterio del Escorial.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy buena pregunta Merce. Cuando clausuraron las sacramentales y cementerios del Ensanche, estuvieron mucho tiempo sin demolerse (algunos casi 50 años). Al leer los artículos de prensa queda claro había mucha polémica pues algunas familias tenían derechos, más o menos como ahora que hay tumbas perpetuas o por un tiempo determinado. Lo que si se hizo fue llevar estos restos al Cementerio General del Sur, que era el receptor de ellos, aunque no de nuevos difuntos. Con los monumentos funerarios mucho me temo que debieron de quedar a disposición de las familias, y si tenían dinero los trasladarían a las sacramentales del Manzanares, pero realmente esa pista no la he seguido. Si es cierto que la Sacramental de San Isidro conserva, o tiene, los mejores monumentos, ya que era el preferido de las familias adineradas de Madrid.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Nono, por supuesto que nos hemos saltado el Cementerio Civil, el Hebrero, el Protestante,.... cada uno es un mundo y tiene sus características. El motivo no ha sido otro que tratamos los cementerios antiguos, desde la problemática del entierro en las iglesias hasta la construcción del Cementerio de la Almudena, que debemos de considerarlo como un cementerio moderno (aunque ahora hay muchos más). Por eso el final del artículo acaba con la apertura de la Almudena, pero sin meternos en dar detalles, hay muchos que dar, así como de otros cementerios, como el Civil que tan sumamente bien describes, o tumbas conmemoratorias,... Todo esto nos da para más de un artículo y con más tiempo iremos viendo cada cosa. Como bien sabes una vez que tiras de un hilo es difícil saber hasta donde se puede llevar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Ricardo :-)
ResponderEliminarNueva foto añadida del Cementerio Sacramental de Santa María.
ResponderEliminarQué pasó con los restos del cementerio de san luis?
ResponderEliminarPues debió de estar bastante tiempo en píe (aparace hasta al menos 1923), imagino que pasados los años si alguien quería hacer algún traslado de los resto se haría al del Este.
ResponderEliminarUn saludo.
Sobre el “halloween”.
ResponderEliminarEn mi opinión esta importación del halloween es una especie de carnaval potenciado por intereses comerciales.
Mi propuesta sería recuperar a nuestros clásicos, que como tales siguen siendo actuales.
En primer lugar propongo (en serio) que se lean y se escriban en todos los medios de comunicación y que se reciten en las calles y las plazas estos dos poemas por muchos conocidos, pero por otros ignorados. Me refiero concretamente a uno de Bécquer y el otro de Jorge Manrique
En mi casa del barrio de la “Quinta de la Paloma”, mi padre tenía “Las mil mejores poesías de la lengua castellana”, de José Bergua, recolector y editor de la obra, y que todavía conservo.
Tendría yo unos quince años, cuando lo abrí y me atrapó este poema de Gustavo Adolfo Bécquer del que extraigo sólo unos versos:
Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron
[…]
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes,
tan solos los muertos.
Pero “Las coplas a la muerte de su padre”, de Jorge Manrique son para mí lo mejor que se ha escrito y de las que a continuación copio parte de las mismas:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
...
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
...
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
[…]
Quiero dedicar estos poemas especialmente a mis padres y a todos los vecinos de la Quinta de la Paloma que ya solo viven en el mar de nuestros recuerdos.
Y por último dar las gracias como siempre a Ricardo, que hace posible que podamos escribir nuestras diversas opiniones en este blog.
MARIO
Anoche, ya en pijama, cabalgué sobre mi Rocinante, lanza en ristre, dispuesto a cambiar el mundo, y propuse, nada menos, que se recitara en calles y plazas dos poemas que nos avisan de la brevedad de la vida en estos días señalados para recordar a nuestros difuntos.
ResponderEliminarTratar de cambiar este halloween tan comercial que nos coloniza a través de esas series americanas tan “divertidas”, es como empeñarse en que tus hijos o nietos beban agua en vez de Coca-Cola.
No obstante prefiero caminar sobre el flaco caballo de Don Quijote, aunque duden de mi cordura.
Buenas noches y gracias por leer estos comentarios.
MARIO
Gracias Mario por estos magníficos comentarios. A Bécquer lo recuerdo con cariño. Creo que fue en séptimo de la EGB que nos mandaron leer la Rimas y Leyenda, y uno de esos días madrugue como nunca antes lo había, por propia voluntad, para leer bajo las mantas -hacía un frío de cuidado pues la placa de carbón todavía no estaba encendida- las leyendas e imaginar a templarios fantasmagóricos cabalgando por campos de Soria.
ResponderEliminarEl otro dia, de visita por Madrid, tuve ocasión de acercarme al cementerio de Canillejas, donde creo que solo se entierra actualmente a quien posee nicho o tumba de propiedad, pero no lo pude visitar por estar solamente abierto los jueves y domingos. Tengo entendido que ahí está enterrada la Marquesa de Canillejas pero no lo he encontrado escrito en ningún sitio. Sabes si es cierto? También el General Topete, entre otros personajes de la época. Creía también que D. Arturo Soria pero luego he visto que está en el cementerio Civil. En fin, un interesante artículo que como muy bien dices dá para mucho mas.
ResponderEliminarUn saludo,
Hola B.R. No conozco el cementerio de Canillejas por lo que no te puedo confirmar si la Marquesa de Canillejas está enterrada allí. Si es lógico que este el General Topete, él vivía en Pueblo Nuevo, en lo que entonces era el barrio de la Concepción y fue el principal promotor de la iglesia de la Cruz. Sin embargo si conozco el de Canillas que está en la calle Silvano. Allí está enterrado Bueso Pineda (por cierto, la lápida está roto), y otros destacados personajes de la Ciudad Lineal. Creo que en todos los cementerios de los Municipios que se anexionaron a Madrid no se puede enterrar si no tienen tumbas compradas, como muy bien indicas (el de Hortaleza también esta lleno, hace unos años lo quisieron quitar pero los vecinos se opusieron y hoy sigue en su lugar). Efectivamente, don Arturo Sorio descansa en el Cementerio Civil de la Almudena, siendo su panteón uno de los principales. Como se suele decir fue "genio y figura hasta la sepultura", y no tuvo mejor forma de demostrar su laicismo que pidiendo ser enterrado en el Cementerio Civil.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Ricardo, quedo impresionada por tu labor de investigación.
ResponderEliminarSoy nieta de uno de los fundadores de la Sacramental de San Justo y estoy buscando información. Me gustaría que contactaras conmigo. Muchas gracias. Te dejo mi mail:
mayte.gonzalez.gil@influencesuite.com
Buona sera, scrivo dall'Italia, sapreste dove è stata traslata( se lo è stata) la tomba degli Espin Colbran(d). Grazie.
ResponderEliminarRispettosamente. Flaminia Colarizi Graziani
https://eprints.ucm.es/id/eprint/66302/
ResponderEliminarGracias Carlos por el enlace, como siempre magistral. Recomiendo a los que quieran saber más sobre los viejos cementerios de Madrid que no dejen de leer tu tesis, de diez.
ResponderEliminarUn abrazo