La Jura de Bandera era el fin del periodo de instrucción con lo que se habían superado esas frases que nos ponían en prevención, sobre todo en los días previos, “como no te portes bien, arresto y repites campamento”, “como no aprendas bien la instrucción, repites campamento”... y otras por el estilo para fomentar la motivación. Llegado el día tan esperado todo estaba engalanado y venían multitud de familiares llegados de los lugares de origen de los nuevos soldados para presenciar el acto pues para muchos padres, sobre todo para las madres, sus hijos ya eran hombres.
El cuartel era el lugar donde se incorporaban tras unos días de permiso después de la jura de bandera, y aquí la cosa era otro cantar. Además de volver a soportar las bromas y novatadas de los veteranos aparecen los enchufes, los hay que no aparecían nunca por el cuartel, los hay con mas periodos de vacaciones que otros, los hay que consiguen estar rebajados sin hacer ningún tipo de servicio (1), mientras que hay quienes salen de una guardia y están inmediatamente de imaginaria de otra. Los servicios se compraban y se vendían aunque estaba terminantemente prohibido, y de ello se aprovechaban los que eran de fuera pues sacaban unas perrillas para que les saliera gratis el viaje de permiso. La incorporación de vacaciones siempre llevaba aparejado para el que no estuviera rebajado, el “obsequio” de una guardia de armas. El 18 de julio las guardias se hacían con traje de gala (traje de paseo y guantes) la cual era bastante incómoda por el calor.
Antaño en el cuartel había escuela donde los que no sabían ni leer ni escribir aprendían las primeras letras, pues aunque nos parezca mentira había analfabetos e incluso los que hablaban con dificultad el castellano por vivir en medios rurales muy apartados.
La vida diaria en el cuartel cuando no se tenía servicio era instrucción a primera hora, a continuación teórica y después ir al lugar de destino que podía ser en oficinas, almacenes, talleres, banda, etc., marchando a casa con pase antes de comer los que vivían en Madrid, mientras que los que eran de fuera tenían a media tarde tiempo de paseo. La actividad semanal concluía los sábados con el Homenaje a la Bandera y a los Caídos.
Actividades cuarteleras esporádicas eran cuando se iba a maniobras y a marchas, que a veces eran nocturnas,
o la preparación del Desfile Militar con intensas jornadas de instrucción.
Aunque la estancia en el CIR como recluta y en el cuartel como soldado era muy diferente, sin embargo había en ambos algunas características comunes:
Una eran los servicios mecánicos, llamados así por no ser de armas, y de ellos vamos a hablar solamente de los de cocina, pues los platos de la comida se lavan al acabar para que estén listos para la cena con la que casi se empalma sin tiempo apenas para descansar, pero los de la cena que serán utilizados en la comida del día siguiente pues cuanto antes termines antes te acuestas y a buen entendedor pocas palabras bastan…
Otra característica era la taquilla que cada soldado debe tener pero también se compran y se venden según qué compañía y cuartel, habiendo quien poseía tres y otros con el petate al pie de la cama al no poder tener ninguna (2).
Otras eran las imaginarias por la noche. La primera era objeto de chufla por parte de los que tenían que dormir, diciendo, además, a voces frases soeces, irreproducibles aquí, motivo que muchas veces el que estaba haciendo este servicio terminara arrestado por no mantener el orden y el silencio y después callar y no denunciar a los que alteraban el orden para no quedar como chivato. La peor era la tercera porque se cortaba el sueño a media noche sin posibilidad de recuperarlo en la cuarta pero era la mas segura para no ser arrestado pues todos dormían.
Otras eran el pase de revista para salir de pase pernocta o de paseo. Cada oficial de guardia tenía sus preferencias de control, unos el corte de pelo trasero, otros el brillo de las botas, otros el abrochado de los corchetes, otros no permitían salir con la visera partida (capada era la denominación cuartelera) y había que cambiarla con alguno que se quedara en el cuartel y la tuviera perfecta…. El tres cuartos era obligatorio ir con él para salir del cuartel durante el periodo marcado como invierno.
Licenciarse era el máximo deseo de la mayoría de la tropa. Había quienes contaban los días que quedaban tachándolos del calendario para darse una auto-satisfacción, pues, además, era para algunos el inicio del periodo final de noviazgo y al evocar ambas fechas, reconocen que la mas ansiada fue la de la conclusión del servicio militar (3).
Tras el último “rompan filas” ordenado a los licenciados, venían seguidamente sus gritos de alegría acompañados con lanzamientos al aire de las gorras, tras lo cual, aquellos que durante el periodo militar habían conseguido a duras penas evitar el que les quebrasen la visera, aprovechaban muchos de ellos para hacerlo personalmente y entregarla partida.
Por supuesto que al entregar el uniforme debía de acompañarse de todo lo que facilitaban al entrar, pero a veces faltaban cosas, unas veces por haber sido descuidados en la conservación dejándolas olvidadas en algún momento y en otras por haber sido “cambiadas de mano”, con lo cual para poderse licenciar tenía que estar completa la relación de inventario y a tal fin había dos opciones, los mas atrevidos intentaban hacer lo mismo que les habían hecho a ellos pero lo mas prudentes iban al Rastro madrileño a comprar lo que les faltaba (4).
Finalizamos con una serie de frases que tienen relación con el Servicio Militar recordando algunas de cierta gracia y excluyendo deliberadamente aquellas de marcado carácter soez:
EN EL EJÉRCITO NADIE ROBA NADA. Simplemente desaparece.
EN EL EJÉRCITO VOLUNTARIO NI PARA COMER. Cuando se pedían voluntarios siempre era para trabajar mas.
EN EL EJÉRCITO TE VISTEN A MEDIDA. A medida …que pasas te van dando ropa que te tienes que encargar de cambiarla con un compañero si te queda larga o corta.
SI TE MANDAN QUE BUSQUES A JOSE EN EL CUARTEL, tienes la obligación de saber a que José se están refiriendo.
CUANDO VAYAS A LA MILI, TE HARÁS UN HOMBRE. Frase sin pies ni cabeza, dicha por personas que no han hecho el Servicio Militar, normalmente pronunciada por las madres. Al Ejército se va a aprender a ser soldado, y del empeño que cada uno ponga en ello se conseguirá o no se conseguirá.
¿ALGUIEN SABE IDIOMAS? Pregunta que se hacía a los que iban por primera vez a la granja de porcino.
UN BISA CABREADO ES PEOR QUE UN ELEFANTE HERIDO. El tiempo de estancia en el cuartel daba cierta categoría por aquello de que en el Ejército la antigüedad es un grado. Después de jurar bandera, los soldados se llamaban entre ellos: 1-Reclutas, durante los tres primeros meses; 2-Padres, entre tres y seis meses; 3-Abuelos, entre seis y nueve meses, 4-Bisabuelos, a partir de los nueve meses que eran los primeros a licenciarse.
YO ESTOY HACIENDO LA MILI DE INGENIERO. Chavales que estaban cumpliendo el periodo de filas en el Arma de Ingenieros (5).
Epílogo
La Defensa Nacional está recogida en el artículo 30 de la Constitución Española que en su punto 1 dice “Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España” por lo tanto no se puede suprimir el Servicio Militar pero si suspender, que, aunque en la práctica es lo mismo, es importante detallar este matiz muy desconocido para el grueso de la población.
Por tanto el Servicio Militar está suspendido por el Real Decreto 247/2001 de 9 de Marzo, que transcribimos íntegramente a continuación:
Introducción 1
La disposición adicional decimotercera de la Ley 17/1999 de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, determina que a partir del 31 de diciembre del año 2002 queda suspendida la prestación del servicio militar, regulada en la Ley Orgánica 13/1191, de 20 de diciembre, del Servicio Militar.
La disposición transitoria decimoctava de la mencionada Ley 17/1999 establece en sus tres primeros apartados distintas fechas determinantes del período transitorio del servicio y en su apartado 4, autoriza al Gobierno para modificar tales fechas y acortar así el período transitorio, todo ello en función del proceso de profesionalización de las Fuerzas Armadas.
Dado el nivel alcanzado en el proceso de profesionalización y las previsiones que sobre el mismo existen, es oportuno en este momento proceder a la suspensión del servicio militar obligatorio.
En su virtud, a propuesta del Ministro de Defensa y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 9 de marzo de 2001,
DISPONGO:
Artículo 1
Se adelanta al 31 de diciembre de 2001 la fecha de la suspensión de la prestación del servicio militar.
Artículo 2
Los españoles que en dicha fecha se encuentren prestando el servicio militar o lo tengan pendiente y estén clasificados como aptos, con aplazamiento de incorporación o pendientes de clasificación, pasarán a la reserva del servicio militar.
Disposición derogatoria única
Quedan derogadas todas las disposiciones de igual o inferior rango que se opongan a lo dispuesto en el presente Real Decreto.
Disposición final única
El presente Real Decreto entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado». (6).
Verano de 1958. Segundo año de las Milicias Universitarias en en el Campamento de los Castillejos, en la sierra de Prades, Tarragona, a 1200 m. de altura. Aire puro ( en 20 kms. a la redonda, ni una casa), vida ruda, a menudo agotadora, y sobre todo, sumamente sana. El que está de pie en el muro es Donato, catalán de pura cepa, pero abierto a todo; inteligente, buen atleta y estudiante de arquitectura. A sus pies, Celaya, vasco, estudiante de medicina y con un cuerpo ya algo decadente; además, del Opus Dei. Detrás de él, Domenech, arquitectura, poco simpático. En primer plano, con el fusil en alto, un servidor, cuando estudiaba comercio. Y el que está apoyándose en mí estudiaba medicina. Todos eran de mi tienda.
P.D.
La intención de este tema ha sido dar una imagen amable del Servicio Militar con un pequeño toque personal de algunas experiencias vividas de carácter general, sin entrar en cuestiones particulares ni referencias a la evolución histórica de la milicia. Habrá quienes lo hayan realizado con gusto, otros de conformidad con lo que representa pero descontentos con el entorno que lo rodeaba, y finalmente aquellos que lo hicieron por “imperativo legal”.
El tema tratado no es extrapolable a la actualidad ya que ahora es una profesión y un solo Ministerio, el de Defensa, que agrupa a los tres ejércitos cuando antes eran tres, uno por cada uno de ellos: Ministerio del Ejército, Ministerio de Marina y Ministerio del Aire.
Autor José Manuel Seseña Molina
En el blog Historias Matritenses, participa y colabora Ricardo Márquez.
Notas:
(1) El enchufismo y la recomendación estaba a la orden del día aunque no se puede generalizar sobre el colectivo militar, no obstante, había algún que otro mando que habiéndose enterado de quienes tenían oficio de pintor, albañil, fontanero, etc. contactaba con esos soldados para... . bueno, el resto, como el valor, se le supone. Estas situaciones han sido caldo de cultivo para la desafección de la juventud hacia el Servicio Militar y lo que representa.
Un buen enchufe era ser cabo furriel, siempre un recomendado pues estaba rebajado de servicio, aunque el Código de Justicia Militar era taxativo en su articulado “El cabo furriel puede hacer servicios”. Este soldado no hacía servicios pero se los ponía a los demás, y tenía que soportar las presiones de aquellos que le decían “no me pongas este día”, “ponme tal cual o tal otro”, “no me pongas tantas guardias”, etc.
(2) No es de recibo que un capitán de la compañía haya de sortear petates hasta llegar a su oficina por falta de taquillas a sabiendas de que hay mas que soldados en plantilla, pero bueno, eso son cosas de “la mili”...
(3) Para algunos, aún deseando casarse, la fecha de su vida que mas han ansiado que llegara fue la de la licencia militar, mucho mas que la de la boda, en base a comentarios recogidos a compañeros de fatigas muy cercanos.
(4) De siempre hubo tiendas de ropa militar usada en el Rastro, unas veces es de suponer que procederían de las empresas textiles que las fabricaban, pero otras... probablemente algunos soldados se sacaran algunas perrillas con la reventa con lo conseguido a 5,90, es decir, con cinco dedos a noventa por hora...
(5) Quienes así lo decían al llegar a su pueblo, era en la mayor parte de los casos, muchachos con escaso nivel de estudios y presumir ante las chicas. Muchos, para dar envidia a otros que todavía tenían que incorporarse a filas, paseaban con el uniforme militar del arma en la que estaban destinados pues les daba mas categoría ante los compañeros de correrías mas jóvenes.
(6) Publicado en el BOE del 10 de Marzo de 2001.
LA MILI,adoctrinamiento varonil y perdida de tiempo masiva en la mejor edad de un hombre,se podía haber hecho de otra manera,al estilo Suiza,donde se iba los fines de semana a centros donde se enseñaba el manejo de las armas,si hay que dendr un país es normal,pero para los dos sexos,yo siendo mujer se manejar un arma y creo que todas deberíamos saber hacerlo.
ResponderEliminarLa defensa nos correspondería a todos,un saludo de G.M.P
Perdón,quise decir defender.
ResponderEliminarUn saludo de G.M.P
Hola Gloria:
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Yo también considero que la mili que hice fue una pérdida de tiempo pues era necesario darle un enfoque muy diferente al que había ya que había mucho tiempo que no se dedicaba a la enseñanza de la defensa. También de acuerdo que la Defensa Nacional es cosa de hombres y mujeres.
Un cordial saludo.
José Manuel
Y pensar que yo desfilé por la Castellana con un lanzagranadas! Lo peor era que te tocase cargar con la placa base del mortero, eso sí que pesaba.
ResponderEliminarYo fui "pisahormigas", es decir, de Infantería. Al final acabé de cartero del Regimiento y vivía muy bien, pero antes pasé por todo el folklore de guardias, maniobras y desfiles.
Respecto de si debería volver a implantarse la mili obligatoria, en Suecia ya lo han hecho, y se supone que es un pais de los que van por delante del resto. Aunque desde luego, no podría ser como era antes. Y sí, la Defensa compete a hombres y mujeres.
Hola Rafael:
ResponderEliminarMuchas gracias por la aportación de tus recuerdos. Efectivamente ha sido noticia estos días de que en Suecia va a volver a implantarse el Servicio Militar, lo cual por las circunstancia que todos conocemos desgraciadamente se puede hacer necesario en mas países aunque signifique una regresión en el concepto de PAZ.
Un cordial saludo.
José Manuel
Hola otra vez, Jose Manuel
EliminarSolo decir que siendo la naturaleza humana como es, me temo que sigue vigente aquello de "Si quieres la paz, prepárate para la guera". Ya sería estupendo no necesitar ejércitos ni cárceles ni... pero lo dicho, la naturaleza humana.
La tan controvertida «mili»... Los que tenemos ya una edad la hicimos. ¿Fastidiaba... por no decirlo con otra palabra más gruesa? Pues sí. Sobre todo porque imponer esa obligación a un joven de 21 años como era mi caso, suponía un tremendo golpe en la vida. Luego estaba el aspecto político, yo sorteé cuatro días antes de que muriese Franco y no me hacía ninguna gracia formar parte de su ejército, por mucho que nos vendiesen aquella moto de que había que formarse por si algún día teníamos que defender a la Patria. ¡Pamplinas! Visto hoy, después de poco más de cuarenta años, ¿qué opino? Pues que había que hacerla y punto. Incluso diría que mis recuerdos no son malos, los enchufes sirvieron de algo. Pero cada uno la vivió y la contará de mil maneras diferentes. ¿La volvería a hacer? No. ¿Y si eso significase retroceder en el tiempo cuarenta años atrás? Pues tampoco. La «mili» para los militares. Ahora no es obligatoria y yo me alegro, aunque algunas veces, los que la hicimos hemos pensado que a más de un españolito (o españolita) le vendría bien un poco de disciplina y autoridad... militar, por supuesto.
ResponderEliminarEn fin, que me gusta esta entrada de la «mili», de la que todos tenemos una opinión, sobre todo los que la hicimos. Para bien o para mal.
Un saludo cordial.
Hola Juan Antonio:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Tanto en esta entrega como en la primera he tratado “la mili” desde la experiencia de un “no enchufado” y dentro de lo que cabe tuve suerte ya que podía haber sido mucho peor pues como también ocurre en la vida civil en lo profesional miran mucho a quien tienen agarraderas y a quien no la hora de echar rapapolvos.
Por otro lado, y tal como dije en una respuesta en la primera entrega, no me arrepiento de haberla hecho porque así sé lo que era y puedo hablar, pero si me dieran a elegir entre ir y no ir a filas elegiría sin dudar el no ir.
Un cordial saludo.
José Manuel
Hola Rafael:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu segundo comentario y muy de acuerdo con él. A mi entender, rara vez las utopías se hacen realidad.
Un afectuoso saludo.
José Manuel
Hola José Manuel.
ResponderEliminarComo decía Peret en su canción, no estaba muerto que estaba de parranda o tomando cañas, pues ni una cosa ni otra, simplemente que no tengo tanto tiempo como quisiera.
Que quieres que te diga, has echo un estupendo resumen de lo que era la mili, como se nota que la hiciste, no tengo nada que puntualizar, contarte la mía, sería repetirte a ti.
Un abrazo José Manuel.
Hola Pedro:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Yo también ando cada día mas liado y con menos tiempo. En fin, será cosas de la edad.
Un cordial saludo.
José Manuel
A mi la mili me sirvió para (sin salir de Madrid) darme cuenta de que no todo el mundo es como en el colegio concertado, que es lo único que yo conocía. También supuso un choque bastante fuerte ser consciente de que en la España de 1992, la de las Olimpiadas, la de la Expo de Sevilla, con todo lo modernos que éramos seguía habiendo analfabetos.
ResponderEliminarHola Estiel:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Si a ti te sorprendió el analfabetismo que existía en 1992 remóntate a los últimos años del régimen político anterior y te sorprenderías de que había quien no sabía hablar castellano y solo el idioma de su región teniendo que valerse de otro soldado de la quinta como intérprete entre los mandos y él.
Un cordial saludo.
José Manuel
Nueva foto añadida de Ernesto Fernández.
ResponderEliminarSobre las Milicias Universitarias creo que sólo se rodó una pelicula, titulada "Quince bajo la lona", de Alfredo Mayo como "galán" y capitán de una compañía. Este actor, tan malo como casi todos los de aquellos años, (40-50), actúa en la película según los tópicos en boga. Así, por ejemplo, para dirigirse a un "Aspirante" (todos aspiraban a salir de alférez) gritaba teatralmente: "¡Caballero Cadete, la mirada al frente!" Pero bueno; menuda chorrada se me casca ahí el Alfredo Mayo. Porque allí jamás oí eso de “Caballero”, aunque teníamos mucho que ver con las caballerías. La película se rodó en el campamento de "La Granja", que era al que iban todos los estudiantes mimados de Madrid, y, también algo así como jauja, comparado con "Los Castillejos", en el que reinaba una disciplina férrea. Con semanas de retraso llegó una compañia de castigo de estudiantes catalanes, que habían asistido a las huelgas en Barcelona.
ResponderEliminarLos estudiantes (éramos unos 4.500) que hubieran terminado el penúltimo o el último año de la carrera, respectivamente, asistían dos veranos seguidos a este campamento militar, situado en medio de la Sierra de Prades, Tarragona, sobre un extenso terreno sumamente agreste, casi salvaje, con profusión de arbustos, árboles, rocas y pendientes por doquier y sin un palmo de suelo asfaltado. A esa altura, 1200 m., y con ese brillante sol de montaña aquello a veces resultaba un horno; pero éramos jóvenes y estábamos en forma.
Cuando llegamos al campamento, los soldados que hacían la mili normal ya se encontraban allí. Uno de ellos, un cabo primera, nos condujo a un especie de establo donde había un gran montón de paja para que con ella llenáramos los sacos de dormir. Pero no sé por qué motivo nos trataba a voces y de muy mala manera. Luego, en la tienda, le decía uno al compañero: vete al establo donde está el cabo para que te ayude. ¿Qué cabo? Pues cual va a ser, "el cabo de la paja". Y con ese mote se quedó.
En realidad no teníamos contacto con los otros chicos. Ellos se dedicaban a los trabajos manuales de cocina, limpieza, cuadras, etc., que según se mire no era tan malo, ya que por otro lado, nunca les vi haciendo la instrucción ni desfilando, mientras que a nosotros nos reventaban con las marchas casi diarias al campo de tiro (que ni era campo ni nada parecido, sino una montaña abrupta enfrente de las otras), al que únicamente se podía llegar con ayuda de un mulo. A nuestro cargo estaban también las guardias y, por las noches, las imaginarias. Los soldados de esa quinta no hacían ninguno de esos servicios. Además tenían la ventaja de que no pagaban en la peluquería, lavandería, etc., y nosotros sí, aunque algo nos consolaba el no tener que guardar cola. Por la mañana, después del desayuno, íbamos a hacer gimnasia y a continuación a las clases teóricas: Armamento, sobre todo el “mauser”, fusil alemán más que superado; topografía; táctica, una chorrada que nosotros reducíamos a “ver sin ser visto”, y quizás alguna asignatura más, para luego, los fines de semana, comparecer al exámen, y si te suspendían, repetías el año.
A poco de llegar al campamento, el segundo año, me tocó servicio de sanitario (me parece que tenía otra denominación) y llevé a los enfermos al hospital, que en realidad era una barraca, y visité a los primeros enfermos que habían ingresado en él después de su llegada. Eran una media docena de "aspirantes" que acababan de llegar por primera vez. Se les veía muy enfermos, transtornados, con ojos febriles y brillantes daban la sensación de estar bajo "shock". Y así era, en efecto; esos muchachos, chicos de familias acomodadas y muy protegidos siempre, no estaban en condiciones de soportar el choque psíquico que representaba esa vida tan dura lejos de la familia. Así que a los pocos días se los llevaron al Hospital de Reus. Saludos.
Hola Ernesto:
ResponderEliminarInteresante descripción de tu Servicio Militar en las Milicias Universitarias.
Unos años después que tu hice el periodo de instrucción en el C.I.R. (Centro de Instrucción de Reclutas) y coincidíamos juntos con los que lo hacían a través del I.M.E.C. (Instrucción Militar para la Escala de Complemento). Los soldados instructores veían en ellos futuros suboficiales y oficiales y mientras tanto tenían con ellos “un trato muy especial” y a buen entendedor pocas palabras bastan…
Un cordial saludo.
José Manuel
Oye, José Manuel, haz el favor de decirle a Ricardo que mire en su apartado "Spam", que es adonde van a parar -sin que él lo pueda evitar- todo lo que yo envío desde aquí, excepto los comentarios. He enviado, pues, dos fotos para este blog, que hasta ahora no han aparecido. Gracias
ResponderEliminarHola Francisco:
ResponderEliminarInteresantísimo comentario sobre las Milicias Universitarias, otra forma de hacer el Servicio Militar.
Yo también recuerdo verdaderas burradas en los mandos mas inferiores, aunque también los había cultos pero por no ser hijos de militares tenían que acceder a la Academia General Militar dando mas rodeos.
Un cordial saludo.
José Manuel
Buenas noches, José Manuel. Ya me conoces por participar en la para mí tan qurida Quinta de la Paloma, aquello si que era duro en los años cincuenta y tantos. Pero bueno, fueron años difíciles para casi todos.
ResponderEliminarEn mi cartilla militar leo:"Alistado para el reemplazo del año de 1966", es decir hace 51 años. Como casi todos traté de buscarme un enchufe, y me recomendaron al comandante y poeta don Luis López Anglada, que me recibió cariñosamente en su despacho del Ministerio de Defensa a cuya vetusta imprenta quería que me destinaran. Me hizo una entrevista, le caí bien, y el a mí también, tanto es así que me atreví a enseñarle un poema mío que quizá hablaría de mi barrio antes aludido, pues ahora vivía en el de San Blas.
Recomendación que no tuvo éxito, pues para sorpresa de los dos me enviaron al Regimiento de Infantería Acorazada Alcázar de Toledo. Y hoy, mirando "Recordando la mili", busco López Anglada en el Google y me decido a escribir este bellísimo poema suyo, cuya biograía y obra poética podéis leer en Google.
SONETO PARA EL FINAL, del comandante Luis Lopéz Anglada
Tal vez, cuando después de haber vivido
llegue un amanecer a despertarme
les diga a los que puedan escucharme:
¡Qué sueño tan extraño el que he tenido!
Porque, efectivamente, si no ha sido
más que un sueño la vida, al acordarme
de todo lo que vino a enamorarme
tendré que darlo todo por perdido.
Tanto peregrinar, tantos sucesos,
tanto cambiar las penas por los besos,
tanto opinar y tanto desengaño,
cuando, de pronto, acabe con la muerte,
con el que al otro lado me despierte
comentaré: ¡Que sueño tan extraño!
Buenas noches a todos y un abrazo para Ricardo y Nono.
Y gracias a José Manuel por ofrecernos este medio para podernos comunicar. MARIO
Hola Mario:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y por supuesto que sé de ti por tu querida Quinta de la Paloma.
Respecto a los enchufes de la mili era algo habitual tratar de encontrar a alguien que te echara una mano para pasar el tiempo de milicia de la mejor manera posible. Mas sin embargo había enchufes y enchufes, algunos de los cuales era el no volver a aparecer por el cuartel hasta la entrega del material llamando la atención que ni para este día se habían recortado el pelo. Dice el refrán que quien tiene padrino se bautiza y eso es lo que pasaba aunque era tan exagerado el número de enchufes que ha ido en detrimento del Ejército como institución.
Por otro lado había quien recibía solicitud de recomendaciones, una mas entre tantas, que para quitarse el compromiso de en medio tomaba nota y luego no hacía nada… En fin la mili es un asunto que está ahí y ojalá que la situación mundial no haga que se tenga que levantar la suspensión.
Un saludo cordial.
José Manuel
Mario, conocía de «leídas» a Luis López Anglada, pero no sabía que además de poeta y escritor, fue comandante del ejército. En mi «mili» también hubo otro militar que escribía. Cuento una anécdota. Yo tenía (y, por fortuna, todavía tengo), muy buena memoria para los trabalenguas. En cierta ocasión, con motivo de la fiesta en la víspera de la jura de bandera, se celebró un espectáculo en el salón de actos del cuartel. Al escenario subieron los que tenían algo que contar, cantar o imitar. Antes de ir a la mili yo había hecho teatro y no me costó esfuerzo subir al escenario. Tenía por costumbre imitar a algunos mandos. Obviamente ninguno de ellos sabía que los imitaba, pero ese día, dada la fiesta de que se trataba y que mis compañeros (ellos sí estaban al corriente) me animaron, hice las correspondientes imitaciones ante el regocijo general (nunca mejor dicho). Por orden jerárquico lo hice de un cabo, de un capitán y de un comandante. Uno de los mandos (pero no de los imitados), el capitán José García Caneiro se me acercó y me preguntó que de dónde había sacado el texto que acompañó a la actuación. Le dije que era de la obra de teatro «Donde mueren los mamíferos», del dramaturgo chileno Jorge Díaz que yo había representado y en el que se declamaba una especie de monólogo con constantes giros y juegos de palabras. Se interesó por el texto y yo, que me vine arriba esa es la verdad, empecé a declamar todos los trabalenguas que me sabía de memoria. Me dijo que estaba escribiendo una novela en la que un personaje sabía varios trabalenguas pero ninguno de ellos coincidía con los míos. Me pidió que se los escribiera y así lo hice. Tiempo después en ferias de libros de viejo encontré una de sus novelas (Parálisis) y busqué como loco alguna referencia a los trabalenguas. No las había, ni tampoco sé si en algunas de sus obras las hubo. El caso es que José García Caneiro, que en aquel entonces era capitán, creo que acabó siendo coronel y con varias novelas a sus espaldas.
ResponderEliminarCuento todo esto para poner de manifiesto que es más habitual de lo que se cree que haya militares escritores o escritores militares y que poco o nada se ha escrito sobre ello.
Me viene a la memoria que, entre otros muchos, Calderón de la Barca tuvo relación con la milicia y de él es este fragmento que entresaco de uno de sus poemas:
«Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo como ha de ser
es ni pedir ni rehusar;
Aquí, en fín, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son,
caudal de pobres soldados
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una,
religión de hombres honrados».
Perdonad tan largo rollo.
Un cordial saludo a todos.
Hola Juan Antonio, buenas tardes y muchas gracias por tu comentario y además la enhorabuena por poder tenido la posibilidad de hacer imitaciones. Yo, por supuesto, no me habría atrevido porque viendo como estaba el ambiente cuartelero “bromas las justas”, pues no es lo mismo tratar con mandos dentro de un despacho de oficina que en el conjunto de tropa.
ResponderEliminarPor otro lado hay formado un estereotipo sobre el nivel cultural de los militares y como todo en la vida hay de todo pero siempre se comenta lo mas negativo. Tengo algunos libros sobre mi verdadera afición y están hechos con una gran labor de investigación.
Un cordial saludo.
José Manuel
A punto estuve yo también de publicar esos versos de Calderón "Aquí la más principal / azaña es obedecer..." que, en nuestro paso diario al comedor del Campamento de Milicias Los Castillejos, leíamos inconscientemente. Estaban grabados sobre una roca pulida, a la entrada del Patio de Armas o de los Desfiles, o como diablos se llamara aquella planicie (por cierto, la única en muchos kilómetros a la redonda). Más simpático que Calderón --mitad monje, mitad soldado-- me resulta Cervantes, sólo soldado.
ResponderEliminarHola Ernesto, muchas gracias por tu nuevo comentario.
ResponderEliminar¡Qué suerte que podías hacer de cultura! Yo tuve que reciclarme tras un año sin pensar.
Un saludo.
José Manuel
Gracias, José Manuel, por lo que dices de mi comentario, el cual se ha esfumado como por arte de magia. Seguro que tú entiendes mucho mas que yo en lo referente a la Web, ¿podrías mirar por ahí? Un saludo.
ResponderEliminarHola, José Manuel. Vamos a ver si al tercer intento tengo más suerte y prevalece íntegro el comentario que te envío.
ResponderEliminarRefiriéndome al comentario de Juan Antonio Díaz, a punto estuve yo también de publicar esos versos de Calderón "Aqui la más principal / azaña es obedecer..." que, en nuestro paso diario al comedor del Campamento de Milicias Los Castillejos, leíamos inconscientemente. Estaban grabados sobre una roca pulida a la entrada del Patio de Armas o de los Desfiles, o como diablos se llamara aquella planicie. Por cierto, la única que había en muchos kilómetros a la redonda.
Más simpático que Calderón --mitad monje, mitad soldado-- me resultaba Cervantes, que únicamente fue soldado.
Hola Ernesto. Perdona, pero ya sabes que blogger de vez en cuando hace la puñeta con los spam (como te expliqué es por los símbolos raros que en algunos comentarios te salen a ti).
ResponderEliminarUn abrazo.
Quiero deciros que yo soy un "bicho" raro y aunque en lo fundamental coincido con la mayoría en muchas cosas, a mi me interesaron aquellas vivencias y su entorno cual sociólogo o antropólogo.
ResponderEliminarTodos sabéis los que hicisteis la mili lo del "pase pernocta". En los cuarteles de Madrid los que vivíviamos aqui teníamos la posibilidad de salir por la tarde y dormir en casa,si no te tocaba algún servicio. Pero para ello te pedían una serie de requisitos. El principal es que fueras "hijo mantenedor de la familia". Y qué casulidad, todos los que vivìamos aquí, cumpliamos esa condición. Claro que así el cuartel se ahorraba o embolsaba un dinerito.
Uno de los requisitos era que la policía municipal de tu distrito te firmara un papel oficial donde venía a decir que realizadas las investigaciones oportunas en tu entorno vecinal, en efecto así era.
Le dejé el papel a mi madre, como habían hecho otros compañeros para que lo llevara y que le diera una especie de propina por una gestión que no habían hecho, pero que era lo normal, puro trámite.
Mi madre cuando llegó al cuartelillo de la Policía Municipal, ni entró, se dio la vuelta, no se atrevió.
Así que un día que logré salir del cuartel me acerqué yo personalmente vestido de soldadito. Y nada más verme los policías municipales ya maduritos, me dijeron sonriendo: ¿Qué, lo del pase pernocta? El encargado de firmalo está de servicio dirigiendo el tráfico en la Carretera de Aragón [hoy calle Alcalá]. Así que fui hasta el lugar indicado, pasado el puente de Ventas, y allí estaba en mitad de la calle, con su porra y su casco blancos. Nada más verme, me hizo un ademán sin que yo apenas abriera la boca, y me dijo: "vamos a mi oficina". Es decir, el bar más cercano,una vez allí me firmó el papel con aire paternal y le solté el dinero que mis compañeros me habían dicho. Y yo tan contento. Saludos. MARIO
Hola Mario:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario que es muy interesante para conocer la forma de "tramitar" el pase pernocta.
En mi época ya solo era pase y no pase pernocta aunque por deformación se seguía llamando igual.
Cuando entré a trabajar había algo que tiene un cierto parecido con el pase pernocta y era el documento de buena conducta exigido para trabajar en una gran empresa y que tuve que ir a reclamarlo por el miedo de que no me admitieran después de haber aprobado una oposición.
Un saludo.
José Manuel
A vueltas con los «pases» y ciñéndome a mi caso, época y circunstancias, diré que en «mi mili» existía el pase 23, que como su propia definición indica, era un permiso que tenía como límite de ausencia del cuartel las 23 h. Yo lo tuve unas semanas hasta que después conseguí el de «pernocta». Y lo tuve no porque fuera «mantenedor de la familia» ni por ningún motivo laboral o de otro tipo, sino porque jugaba al fútbol y un subteniente aficionado y directivo de un equipo de fútbol me lo facilitó porque quería ficharme y que pudiera entrenar con el equipo en cuestión. Yo hice la mili en Canarias, ejército del Aire, de abril del 76 a julio del 77. Lo cuento para situar ámbito y época.
ResponderEliminarUn saludo muy marcial a todos.
Buenas noches:
ResponderEliminarPara mili, la de mi abuelo, que estuvo TRECE años de soldadito en Filipinas. Ya os contaré algo más, pues tengo su licencia.
Ah, y entre otras carencias mías, soy un pato jugando al fútbol.
Saludos para todos. MARIO
Como mi hermano Ernesto en su comentario del día 11-4-2017, hizo referencia al Campamento de la Granja, que fue donde hice las Milicias Universitarias hace mas de 50 años, voy a intentar plasmar mis escasos recuerdos sobre dicho servicio militar.
ResponderEliminarLas Milicias Universitarias entre otras razones, se crearon para que los jóvenes que en esa época estaban estudiando una carrera, no se vieran perjudicados o truncado sus estudios por el hecho de tener que ir a hacer el servicio militar, que era obligatorio para todos los varones. Cuando el curso académico se terminaba en el mes de Junio, se aprovechaban los meses de verano para que estos estudiantes hicieran la "Mili". Pero antes de ir al Campamento, había que pasar el filtro de aptitud física, consistente en hacer bien unos ejercicios físicos, (carrera de velocidad, saltos de longitud y altura, subir a pulso una maroma, etc.).
En el Campamento de la Granja, cada mes de Julio entraban 2.000 novatos y 2.000 sargentos, y en el mes de Septiembre, al terminar el campamento salían 2.000 nuevos sargentos y 2.000 nuevos alféreces. En mi caso, esto ocurrió en los veranos de 1961 y 1962. Para mí, la estancia fue como haber pasado dos veranos de vacaciones en un camping. En un entorno privilegiado, un pueblo La Granja de San Idelfonso precioso, con su palacio, jardines y fuentes, y al pie de la sierra. La rutina en el camping, quiero decir, en el campamento, era mucha instrucción, sobre todo hasta la jura de bandera, marchas de campo a través y simulacros de acciones de guerrillas. Como a todos nos dieron un libro para estudiar, lo aplicábamos en el aprendizaje de algunas armas, (mortero, bombas de mano P1 y P2, ejercicios de tiro, etc.). Del campamento se me quedaron grabados dos lugares emblemáticos: "El llano amarillo", lugar donde hacíamos la instrucción, jura de bandera y las misas los días festivos, y "Las Termópilas", lugar del pequeño río Eresma, donde había una poza flanqueada por rocas y donde a pesar de tenerlo prohibido, nos íbamos a bañar los fines de semana.
Al terminar los dos veranos de campamento, se completaba el servicio militar, asistiendo durante cuatro meses a un cuartel para hacer las Practicas de Milicias. Creo que nos pagaban 4.000 pts. mensuales y nos descontaban el coste de la Residencia y los gastos de comida. Mi estancia en el cuartel, ratificó la idea de la mala imagen generalizada que se tenia de los Brigadas, Sargentos y Cabos de 1ª, sobrantes de la guerra civil, de los cuales se hacían chistes y comentarios jocosos.
Recuerdo uno referente al sargento que daba clases de cultura general a la tropa.
Sargento: "El AGUA es un líquido que hierve a 90º"
Recluta: (Levantando tímidamente la mano),"Mi sargento que el AGUA no hierve a.."
Sargento: (Sin dejar terminar la frase al recluta y balbuceando responde) ¡Ah!, no, no, no es el AGUA el que hierve a 90º. Quien hierve a 90º es el ANGULO RECTO.
Hola a Ernesto, Rafael Francisco, Mario, Juan Antonio... y muchas gracias por vuestros nuevos comentarios que han enriquecido el texto con vuestras experiencias personales.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
José Manuel
Buenas noches,a todos:
ResponderEliminarLa verdad es que no pensaba hablar de mi periodo de instrucción en el CIR 2, de Alcalá de Henares. Pero al leer el comentario de Francisco de su estancia en en el Campamento de la Granja como unas vacaciones. Me dije, ¡¡qué diferencia¡¡ con el mío. En el CIR 2 creo que había cinco Batallones, unos 5.000 hombres.
Para hacer nuestras necesidades, más claro cagar, como decía el sargento, tenías que tener muchas ganas, pues te formaban en una fila bien marcial, y no entrabas hasta que el toque de silbato fuera para ti, y tenías que salir de aquel miserable lugar en dos minutos o menos, también a toque de silbato. Solo de la angustia de pensar que tocara el silbato, a veces no podías defecar.
Orinar era más fácil, pues el meadero era una especie de digamos canalón de chapa corrido, que iba a parar a una especie de grandes recipientes de plástico, para venderlo como fertilizante.
De vez en cuando nos formaban para ir a la ducha. Nos hacían desnudarnos antes de entrar, en la calle, y allí en pelotas permanecíamos un buen rato observados y observantes hasta entrar en un túnel con curva de donde salíamos por el otro extremo.
La cocina, os la imagináis. A mi una vez me tocó lavar los platos en unos grandes barreños donde fregamos cientos y cientos de ellos sin cambiar el agua. Recipientes que estaban en el suelo y nosotros en cuclillas.
Por otra parte algunos soldados perdían su trabajo, o el ascenso o cualquier otra oportunidad.
Creo que en 1966 había posibles para que estos centros del Ejército por donde pasaron tantos hombres estuviera en mejores condiciones, fueran más dignos. ¿O había poca dotación o no estaba bien "gestionada"?
No es mi ánimo polemizar, en esa fecha y en ese lugar yo lo vi así. Recibid todos mi estimación y respeto. Gracias José Manuel por la atención que prestas a nuestros diferentes comentarios. MARIO
Hola Mario, buenos días:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo pues hice el periodo de instrucción en el CIR 2 de Alcalá de Henares unos años después que tu, todavía en tiempos de Franco, y las cosas estaban "ligeramente mejor" a la hora de hacer las necesidades fisiológicas pero aún así "tela marinera". Podría hablar de letrinas, cocina, granja, etc. pero como dije en la post data solo he querido mostrar un enfoque amable del Servicio Militar. Visto lo sucedía en cuanto a higiene es una casualidad no coger infecciones.
Estas son historias para contar a nuestros nietos y cuando quiero sacar el tema para reirnos un poco, mi esposa me dice "No cuentes detalles que son asquerosos".
Un saludo.
José Manuel
Mi abuelo, que en paz descanse, solía decirme: "Qué mala es la guerra pero qué buena es la mili." Y siempre nos contaba historias sobre la época en la que estuvo destinado en Melilla.
ResponderEliminarHola amigos, el azar me ha conducido al artículo de la “Mili”, lo que me ha alegrado mucho porque lo tenía completamente olvidado. Qué jóvenes éramos en las fotos, y los comentarios, tan frescos y bien escritos. También he leído lo referente al enchufismo y corruptelas de la mili, que visto a distancia lo encuentro hasta simpático y sobre todo humano. Hoy que nos obstinamos en ser milimétricamente justos con todo el mundo ¡qué agobio! Y además todos cabreados. Una anécdota de entonces: Cuando íbamos al campo de tiro por aquellos empinados caminos de cabras, que estaba a varios kilómetros, después de los tiros sobre las figuras humanas de cartón y volvíamos al campamento bajo un sol abrasador de montaña, llegábamos cubiertos de sudor y agotados. Entonces corríamos a las duchas al aire libre, formándose bajo el chorro de agua helada una piña de chicos jóvenes todos en pelotas..., no, todos no, pues algunos se avergonzaban y se duchaban con el bañador puesto como consecuencia del paso de esos chicos acomodados por los colegios de frailes, de los que salían algo reprimidos. Yo por mi parte, jamás me he encontrado mejor que en aquellos meses de mili, de vida rudimentaria, casi salvaje, lejos de la civilización. Un cordial saludo para toda la muchachada.
ResponderEliminarHola amigos, el azar me ha conducido al artículo de la “Mili” habiéndome alegrado mucho porque lo tenía completamente olvidado. Qué jóvenes éramos en las fotos, y los comentarios, tan frescos y bien escritos. También he leído lo referente al enchufismo y corruptelas de la mili, que visto a distancia lo encuentro hasta simpático y sobre todo humano. Hoy que nos obstinamos en ser milimétricamente justos con todo el mundo ¡qué agobio! Y además todos cabreados.
ResponderEliminarUna anécdota de entonces: Cuando íbamos al campo de tiro por aquellos empinados caminos de cabras que estaba a varios kilómetros de distancia, después de los tiros sobre las figuras humanas de cartón, volvíamos al campamento bajo un sol abrasador de montaña; llegábamos cubiertos de sudor y agotados. Entonces corríamos a las duchas al aire libre, formándose bajo el chorro de agua helada una piña de chicos jóvenes, todos en pelotas..., no, todos no, pues algunos se avergonzaban y se duchaban con el bañador puesto (ach, qué antihigiénico) como secuela de su paso por los colegios de curas de los que salían como reprimidos. Yo por mi parte, jamás me he encontrado mejor que en aquellos meses de mili, de vida rudimentaria, casi salvaje, lejos de la civilización. Un cordial saludo para toda la muchachada.
Hola Ernesto:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario relatando tu experiencia.
Un cordial saludo.
José Manuel