jueves, 5 de febrero de 2015

Recordando la "Mili"

Hasta no hace mucho tiempo todos los varones teníamos la obligación de hacer el Servicio Militar. En muchos hogares se consideraba que los hijos dejaban de ser muchachos para ser hombres en el momento que cumplieran el periodo militar pues era célebre la frase que les decían por activa y por pasiva desde niños “en la mili te harás un hombre”, y servía también para poder fumar delante de los padres al contar ya, tácitamente, con su permiso.

Parque del Retiro, Monumento a la Patria representada en Alfonso XII. Foto spain.info.es

La objeción de conciencia fue tomando cuerpo entre los jóvenes, unos con mas radicalidad que otros, hasta que finalmente fue suprimida “la mili” como popularmente era conocido el Servicio Militar.

Mapa de España actual, Instituto Geográfico Nacional. En la época que tratamos en este artículo no existían las Comunidades Autónomas, las islas Canarias estaban reflejadas en el ángulo inferior derecho y en algunos mapas también figuraba la provincia del Sahara.

A lo largo de su existencia las necesidades de la Defensa Nacional fueron evolucionando, de tal manera que para muchas circunstancias era preciso la permanencia de un periodo mas largo para aprender las cada vez mas sofísticadas armas que precisaban ser manejadas por personal experto y no quedaba mas remedio que aumentar el porcentaje de tropa profesional disminuyendo la eventual.

Zona de cuarteles de Campamento junto a la Avenida de los Poblados. Foto 20 minutos

En la parte baja de la foto la Colonia Militar Campamento, junto a la antigua estación militar, al fondo los cuarteles de ambos lados del Paseo de Extremadura, y cerca del horizonte las instalaciones militares de Retamares. Foto El País

Finalmente se tomó la decisión política de eliminarlo, idea que estaba desde hacia tiempo en la mente de todos pero faltaba el empujón decisivo, y tras ello la reducción de la plantilla de mandos y la desafectación de numerosos espacios castrenses en España. En Madrid han quedado fuera de uso total o parcial recintos militares repartidos por toda la ciudad siendo la zona mas afectada el triángulo formado por Campamento, Cuatro Vientos y Retamares donde muchas instalaciones permanecen abandonadas en espera de continuar el derribo iniciado y construir viviendas en los enormes terrenos que antaño fueron campos de maniobras dentro de la denominada Operación Campamento, inicio de puesta en marcha muchas veces anunciado pero cuando “no es fas es por nefas”, el caso es que sigue ahí viendo pasar el tiempo como dice la canción.

Uno de los muchos anuncios en la prensa de ofertas de trabajo con el “Servicio Militar cumplido”

Muchos jóvenes al admitirse la objeción de conciencia optaron por el Servicio Social Sustitutorio pero fueron tantos los que lo solicitaron que no hubo plazas para todos y algunos les llegó la supresión del Servicio Militar sin haber hecho tampoco el Sustitutorio. La Sociedad en general también había cambiado en estos años y para muchos el Servicio Militar suponía un problema pues en el tema laboral se requería en muchos puestos “Servicio Militar cumplido” mientras que para otros suponía perder el puesto de trabajo que con esfuerzo habían conseguido ya que no se lo guardaban para cuando acabara; en el tema de estudios significaba o bien interrumpirlos con lo difícil que es reanudarlos tras algo mas de un año de paralización o hacerlo con casi 30 años al acabar la carrera. Como mal menor existía la posibilidad de irse voluntario para elegir destino aunque la permanencia en filas durara mas, haciéndolo generalmente en el Ejército del Aire, mucho mejor visto que el Ejército de Tierra, por aquello del uniforme, mandos, aviones, etc. y porque era “vox populi“ que en el del Aire se comía mejor.

Gobierno Militar de Madrid, Paseo Reina Cristina. Foto Google

Quintos sorteados paseando por la calle Bravo Murillo. Foto José Luis Berzal Pérez

En el Gobierno Militar de Madrid tenía lugar el sorteo de destino a los de reemplazo obligatorio. Había gran animación por las calles y muchos jóvenes se ponían un gorro cuartelero y una pegatina en la pechera con el destino paseando así por las calles, algunos de los que llevaban la indicación de África no era cierta pues lo hacían para impresionar o dar un susto en casa o a la novia quien la tuviera.

Colocación del “Mayo”, una de las diversas fiestas de quintos que se celebraban a lo largo del año. Foto Diario de Navarra

Una consecuencia que ha ocasionado la suspensión, que no supresión, del Servicio Militar ha sido la desaparición de las numerosas fiestas de quintos que tenían lugar en múltiples lugares de España, fechas que eran importantes en su calendario festivo, Navidad, Pascua, Sorteos, etc., aunque algunos pueblos han decidido restablecerlas para recordar el pasado con los nuevos jóvenes. Desgraciadamente en algunas de estas costumbres ancestrales había maltrato animal.

Plaza de Castilla. En la zona de Mateo Inurria estaba establecido el punto de llegada y salida de los autocares del CIR nº 1 Colmenar Viejo

Explanada delantera de la Plaza de Toros de Ventas donde llegaban y salían los autocares del CIR nº 2 Alcalá de Henares

En esta plaza, hoy ajardinada, era el punto de salida y llegada de los autocares utilizados por los soldados destinados en Campamento-Cuatro Vientos. Tenían habilitada una taquilla de despacho de billetes en el Paseo de Extremadura semiesquina con Ceferino Ávila

Otra consecuencia ha sido para las empresas de autocares al eliminarse los numerosos desplazamientos los fines de semana desde los CIRS de Colmenar Viejo y Alcalá de Henares a Madrid o desde Madrid-Campamento a los lugares de origen de los soldados, puntos de llegada o salida que están muy transformados en la actualidad que eran donde está el intercambiador de la Plaza de Castilla, la explanada delantera de la plaza de toros de Las Ventas y la plaza del Paseo de Extremadura con la Avenida de los Poblados, respectivamente.

Vista general del CIR nº 1 Colmenar Viejo

Edificio de mando del CIR nº 2 Alcalá de Henares

La vida castrense en el Servicio Militar tenía dos periodos claramente diferenciados, el primero la estancia en el C.I.R y el segundo en el cuartel.

El C.I.R. (Centro de Instrucción de Reclutas) es el lugar donde se incorporaban los reclutas soportando las primeras bromas de los veteranos.

Cetme, fusil del Ejército Español desarrollado por el Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (acrónimo CETME) 

En este periodo se aprendía a hacer la instrucción por la mañana, con el cetme siempre al lado como si fuera nuestra novia pues así nos lo decían, y por tarde se asistía a clases de teórica. Durante este tiempo se preparaba el destino y arma al que se iba a ser asignado, se elegía a los que iban a ser propuestos para cabos (1) concluyendo con la Jura de Bandera por la que se dejaba de ser recluta y se pasaba a soldado, haciendo hincapié unos días antes de su celebración de que teníamos que portarnos bien porque sino íbamos a repetir campamento.

Rombo arma de Artillería

Rombo arma de Caballería

Rombo arma de Infantería

Rombo arma de Ingenieros 


Rombo arma de Intendencia

En regimientos especiales de algunas armas, llevaban emblemas en la solapa como este que corresponde al Regimiento de Movilización y Prácticas de Ferrocarriles

La estancia en el CIR era un tiempo en el que todos eran iguales y apenas había enchufes que quedaban para después una vez en el cuartel, no obstante cada uno iba moviendo sus contactos para ir a “un destino guapo” pues lo que no se hiciera durante el periodo de instrucción luego era muy difícil conseguir un cambio de lugar o de recomendación. También venían de Paracaidismo, Operaciones Especiales y La Legión intentando conseguir reclutas que terminaran el periodo de instrucción en ellos y luego continuar haciendo el Servicio Militar en esos cuerpos especiales, lo que daba lugar a que siempre hubiera alguno que quedara deslumbrado por el uniforme tan diferente y se inscribiera pensando que aquello era jauja sin caer en la cuenta de que son necesarios entrenamientos intensivos para los cuales no todos estamos preparados.

Continuará

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Autor José Manuel Seseña Molina

En el blog Historias Matritenses, participa y colabora Ricardo Márquez.

Notas:
(1) Paso necesario para quien quería seguir en el Ejército. Una vez nombrado cabo, el siguiente eslabón era apuntarse para el curso cabo primero que debía ser aprobado antes de concluir el periodo obligatorio de servicio militar a fin de poderse reenganchar y competir con los que estaban en su misma situación esperando superar las pruebas de admisión para cursos de sargento.
Solo unos pocos de los que llegaban a cabo primero era con el fin de continuar en el Ejército.

miércoles, 28 de enero de 2015

Adivina, adivinanza 17ª

Volvemos sobre una foto de Memoria de Madrid, sobre la exposición "Madrid 1910-1935, fragmentos visuales, secuencias y contrastesde una ciudad en transformación" (hay una opción para visualizar la fotografía en gran formato en el enlace).



Precisamente esta foto es la cabecera de este especial y el lugar está sin identificar: "Plazas y Glorietas. Obras de pavimentación (hacía 1930)".

Estamos seguros que encontraréis enseguida la respuesta, la esperamos.


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Respuesta, 30 de enero de 2015

El primer y principal indicio fue la vía del tranvía en curva, lo que nos llevó a pensar en el paseo del Pintor Rosales esquina a la calle Marqués de Urquijo.

Plano parcelario del Ayuntamiento de Madrid. Año 1929. Memoria de Madrid.

El hecho de que la foto nos muestre obras de pavimentación, nos permite datar su fecha en 1930, pues hubo modificación de vías con instalación de nuevas y abandono de otras.

El 4 de Julio de 1930 las líneas de tranvía 11 y 49 trasladan su final de Argüelles a Rosales, mediante la puesta en servicio de una vía nueva por Altamirano completando en Rosales hasta Marqués de Urquijo para hacer un bucle. El mismo día la línea de vía estrecha A deja de llegar a Rosales y finaliza en Argüelles. Hemos de aclarar que Argüelles es uno de la varios casos en los que la denominación tranviaria y la de la estación de metro no coincide.

Nos ha sido imposible encontrar alguna foto cercana de la zona, sin embargo si que podemos comprobar el número de ventanas y sus tamaños en estas dos fotos aéreas tomadas en 1939, después de la Guerra Civil.



También podemos observar la fachada del paseo del Pintor Rosales en las fotos del Archivo Rojo con el detalle de los tragaluces de los sótanos (el edificio que nos interesa es el de la derecha que hace esquina).


En la siguiente foto, también del Archivo Rojo, vemos la fachada de la calle Marqués de Urquijo con el detalle del remate de las terrazas (edificio de la izquierda). Al fondo el kiosco de música del Parque del Oeste.


Por desgracia la zona quedó muy deteriorada al estar muy próxima al frente de batalla. En la siguiente foto podemos ver que hasta la pavimentación fue levantada (paseo del Pintor Rosales).



Durante la década de los años cincuenta la zona fue reconstruida, pasando a ser uno de los lugares con más encanto de Madrid debido a su altura sobre la ribera del Manzanares y lindar con el Parque del Oeste. En la acera del parque del paseo del Pintor Rosales estaba el kiosco de Música, los caballitos para los niños y numerosos kioscos de bebidas con terrazas. Años más tarde se instaló el teleférico que llevaría a los madrileños en volandas hasta la Casa de Campo (Junio de 1969).

La cabecera de la línea 49. Fondo Santos Yubero, Archivo Regional Comunidad de Madrid.

Un lugar cosmopolita y familiar. Foto Oronoz.

La fachada de nuestro edificio fue restaurada totalmente en su parte de Marqués de Urquijo (se añadieron puertas nuevas y se unieron algunas ventanas), mientras que en la fachada del paseo del Pintor Rosales conservó la disposición de sus ventanas, aunque se añadió un tejado de pizarra en lugar de las azoteas que tenía anteriormente. Asimismo se reemplazaron los barrotes de las terrazas de mampostería por las de hierro forjado en todo el edificio y se quitaron sus adornos.

Vista aproximada actualmente. Foto: Google Steet View.

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Autores: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

martes, 20 de enero de 2015

Los vendedores de Madrid a mediados del siglo XIX

Aunque en el blog ya hemos tratado varias veces los oficio perdidos, o casi perdidos (1), en esta ocasión os proponemos un viaje a un pasado mucho mas lejano en el que veremos unas palabras y personajes casi desconocidos, propios de una novela de don Pío Baroja. Para ellos iremos al año 1848 -mediados del siglo XIX-, y nos basaremos en un artículo publicado en "Museos de las familias".

Imaginemos un Madrid sin tanto ruido, donde todavía se podía escuchar el repicar de las campanas, donde acudían los vendedores de los pueblos cercanos a la Villa y de casi todas las provincias de España. La ausencia de comercios especializados hacía que estos vendedores de productos frescos y objetos, deambularan por las plazas de los mercados y barrios cercanos a Madrid (a los vendedores de plazas se les llamaba placeros).

De esta forma en la Capital se oían vocablos de las más diversas procedencias, siempre llamativos y con cierto gracejo, que vistos desde la distancia del tiempo nos parecerán un mundo de ensoñación.

La cerecera

Vendía sus productos al grito de "Mollares y garrafales". Si escuchábamos "A los ricos de Aragón" se trataba de melocotones, y "de Pastrana las buenas" aceitunas.

La requesonera

El requesón era vendido a la voz de: "De Miraflores la nata", no porque se hiciera en Miraflores, más bien por la tradición vacuna de aquel pueblo -el requesón era hecho en Madrid-.

El ruedero

Este vendedor de ruedos, una especie de esterillas grandes elaboradas principalmente en Galicia y Asturias, no emitía sonido alguno, por su pinta se sabía lo que vendía.

La naranjera

Otra vendedora de fruta, cuyo grito de guerra era: "Aquí hay naranjas y limas; naranjas y limones baratos".

El arenero

"Arena de San Isidro; azul y blanca, el arenero". Solían ser chicos muy jóvenes y muy mal vestidos. La arena fina era utilizada para limpiar los cacharros de las cocinas, y también vendían polvo de ladrillo que mezclado con agua y arena hacía una especie de argamasa.

La cañamonera

Solían ser mujeres ancianas que se ganaban la vida vendiendo los cañamones tostados en las puertas de las tabernas durante las tardes y las noches.

El esterero

Normalmente venían de Valencia, y vendían esteras de invierno y finas, para el verano. Muchos de ellos utilizaban los portales de las calles principales como puntos de venta.

El horchatero

También valencianos, alquilaban locales en verano para vender su producto, aunque también disponían de cubetas en las que llevaban la horchata y anunciaban su venta gritando. Además de Levante también venían los vendedores de meloneros "a cala", de pasas e higos, y en Navidad los de turrones y peladillas.

El buñolero

Que vendía los buñuelos diciendo: "a cuarto tiernecitos". Parece ser que también eran chiquillos valencianos que transportaban su producto insertado en un palo, aunque no llegamos a comprender el motivo por el que eran de Valencia pues Madrid tenía una larga tradición en buñuelos.

La huevera

De Fuencarral venían hasta la Corte en burro para vender sus productos. Otras vecinas del mismo pueblo vendían pavos al grito de: "De Fuencarral, como la manteca".

La rabanera

Ahora podemos comprender el uso de está palabra para "mujer descarada y ordinaria"; por los gritos que daba para vender los rabanitos. Al igual que las verduleras eran de las que más alto gritaban.

La aguadora

Con un botijo a su cadera y un cestillo con vasos anunciaba su venta en verano diciendo: "Como la nieve acabadita de coger".

El barquillero

Normalmente eran muchachos que utilizaban el juego para vender los barquillos.

La escobera

Mujer que vendía escobas. El ahorro era el máximo, pues apenas si tenían palo las escobas a la vista del grabado.

El zorrero

Hombre que vendía plumeros y zorros.En general las escobas las vendían las mujeres y los plumeros y zorros los hombres, por lo que cada palabra tenía su género asignado, aunque fuera un hombre quien vendía las escobas se le llamaba escobera, y si una mujer vendía plumeros y los zorros era zorrero.

El escalorero

Siempre eran asturianos, provenientes de los concejos de Pravía o Piloña (por lo visto había cierta rivalidad entre ambos concejos). Vendían, además de escarolas, lechugas, cardos y apios. Los domingos por la mañana se solían reunir en la Virgen del Puerto.

El castañero

Las castañas provenían de La Alcarria y eran vendidas tanto asadas como crudas. Las asadas las vendían las mujeres mayores y las crudas eran acarreadas por mocetones en sacos. Para dispensar la cantidad justa de castañas utilizaban botes de diferentes medidas.

La guindillera

Si escuchábamos: "Chorizos de Leganés", no debíamos esperar encontrarnos el embutido, sino guindillas y pimientos picantes del pueblo vecino. Otro de los gritos que nos podrían despistar y que empleaban las  vendedoras de Leganés era "La pepitoría", para vender los pepinos tan apreciados de sus huertas.

La zapatillera

Al grito de "La zapatillera", llegaba una señora con atillos al hombro y palos en los que transportaba infinidad de zapatillas de todos los tipos y colores.

La prendera 

Al igual que la zapatillera anunciaba su llegada con su propio nombre a voz en grito. Vendía telas nuevas o trapos viejos. Elementos imprescindibles eran las tijeras y la vara de medir.

El jaulero

Eran personas parlanchinas y de Madrid, lo que demostraban en su vestimenta 100% madrileña.

La cintera

En un cestillo llevaba las cintas de mil colores. Sus instrumentos de trabajo eran los mismos que los de la prendera, las tijeras y la vara de medir.

La sebera

En un talego al hombro llevaba su producto. Por lo visto, o lo olido, el sebo desprendía un olor muy pestilente que delataba la presencia de la sebera.

El jamonero

Por su traje se conocía su procedencia de Extremadura. En la alforja llevaba además de "jamones dulces", chorizos de su tierra.

La cangrejera

En un cesto llevaba su producto que vendía al grito de: "Cangrejos vivos, cangrejos".

La cuajadera

En una olla o en un tarro llevaba la cuajada que vendía a los niños como golosina. Con una taza ponía las porciones añadiendo después un poco de azúcar.

La ajera

Llevaban las ristras de ajos y andaban por toda la ciudad. También había hombres que anunciaban su llegada gritando: "El ajero ajos".

Trapo y hierro viejo

Otro de los personajes que se podían encontrar por las calles de Madrid al grito de: "Hay trapo y hierro viejo que vende". Tenían mala fama por regatear mucho en la compra y los bajar los pesos, y ya se decía que con su grito de "que vende", engañaban de entrada a la gente pues en realidad compraban y no vendían.

El fresero

Madrileño de pura cepa por su vestimenta, iba con sus fresas y una romana para pesarlas.

Para terminar el artículo añadiremos otras frases que se oían por Madrid: "Vivitos de hoy", para vender besugos que venían de muy lejos después de casi 15 días de viaje; "Tinto rico de Aragón"; "Albillo de la villa del Prao"; "En dos cuartos medio"; "Almendritas del Prado" que eran bellotas; "La grana vendo" para referirse a los tomates",....

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Autor: Ricardo Márquez
En este blog colabora también José Manuel Seseña

Notas:
1 - Otros artículos publicados en el blog sobre oficios:
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2011/06/oficios-perdidos-primera-parte.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2011/07/oficios-perdidos-segunda-parte.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2008/11/pipero-pipera-oficios-perdidos-primera.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2012/12/tipos-tipillos-y-tipejos-de-madrid.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2009/11/es-tiempo-de-castanas.html
http://historias-matritenses.blogspot.com.es/2009/03/el-mielero.html