miércoles, 9 de enero de 2013

Adivinanza 8ª


Vamos con una nueva adivinanza. Pensamos que es fácil, e incluso nos suena que en algún otro lugar ya se ha identificado el lugar.


Como en veces anteriores responderemos solo una vez al día, o pasados unos días, para dar opciones al resto.


Respuesta: 09 enero 2013
Se trata de la calle de Francisco Silvela, en su confluencia con Conde de Peñalver y Diego de León, mirando hacia Doctor Esquerdo. A la derecha podemos ver bloque de viviendas del número 55 de Francisco Silvela.

Vista actual. Fuente Google Street View.

La fachada lateral del edificio de la foto antigua, donde se ve un esquinazo con ventana, está actualmente tapado por el bloque colindante, siendo ahora un callejón tapiado lo que antes era una especie de calle, o pasadizo, que comunicaba con la calle Maldonado.


En las dos fotos anteriores, separadas por los años, podemos observar los cambios producidos en la manzana: Francisco Silvela, Conde de Peñaver y Maldonado.

A la izquierda de la foto de la adivinanza se llega a ver una esquina del cine Victoria, el más famoso y grande de la zona.



En 1932 se abrió el metro de Diego de León, enlace rápido con la gran ciudad, lo que convirtió al lugar en  centro neurálgico de comunicaciones: entrada al barrio de la Guindalera, cabecera de los autobuses y líneas periféricas que partían hacia Prosperidad, Hortaleza, Canillas, Vallecas (Peña Prieta),....


Imágenes del tranvía de la línea C, girando desde Diego de León a Conde Peñalver.
Fuente: La vida por delante. Año 1958.

Además, por ser la zona parte del llamado Paseo de Ronda, tenía una inmejorable comunicación. Allí se instaló el hospital de La Princesa (año 1955) para atender a la población de la parte este de Madrid que no paraba de crecer.


Dos curiosas imágenes del cortometraje "Se vende un tranvía", donde vemos la acera de los pares de Francisco Silvela, con el cine Victoria.

El respaldo definitivo como centro de distribución de viajeros fue la llegada de la línea 5 de metro en Febrero de 1970, y la línea 6 en octubre de 1979, aunque la estación de Avenida de América ya iba quitando el protagonismo a Diego de León.


En la primera fotografía de Manuel Urech –página 166 del libro “Madrid a pie de calle”-, vemos una coqueta Francisco Silvela con su bulevar; y en esta última, aunque ya antigua, el aspecto actual donde el tráfico de vehículos ha tomado la calle para si, para intentar convertirse en vía rápida (la M-20, para muchos). Destaca a la derecha el puntiagudo y singular edificio que hace esquina con la calle de Cartagena, con aire “granviero” a pequeña escala.

-.-.-

Autor: Ricardo Márquez
En este blog también colabora: José Manuel Seseña

jueves, 3 de enero de 2013

A esperar a los Reyes Magos – La Cabalgata, su origen




En vísperas de la noche mágica para los niños, y no tan niños, vamos a ver de donde viene esta tradición de recibir en todas las ciudades a sus Majestades, los tres Reyes Magos de Oriente.

Noche de Reyes en la Puerta del Sol”, obra del pintor José Castelaro, de 1839. Museo de Historia de Madrid.


La entrega de “juguetes para aguinaldos” proviene de tiempos inmemoriales, cuando los señores daban a sus súbditos regalos, que llegaron a provocar ciertas polémicas e incluso en algún momento tuvieron que ser prohibidos por las autoridades. Parece que la palabra aguinaldo proviene del francés, cuando en algunas aldeas galas el pueblo con ocasión de la fiesta pagana por el solsticio de invierno gritaban: “Al muérdago, el Año nuevo”, que en francés venía a ser “A – gui – l´- an – neuf”, que transformado al español es la palabra aguinaldo. Los druidas galos subían a los árboles para coger muérdago que vendidan al pueblo con supuestos poderes curativos, lo que les proporcionaba unos pingües beneficios. Esta tradición se mantuvo hasta finales del siglo XVI, cuando fue abolida por la iglesia. (Ver en comentarios la nota de Amalia Gallego que aclara el tema del muérdago y el acebo).


Es así como en España se establece en la Pascua de Reyes -la Epifanía-, la entrega de aguinaldos, que consistía en repartir regalos: dulces, juguetes, dinero,.....; ligando esto a la llegada de los Reyes Magos, y a la alegría que producía que la luz diurna fuera ganando a la noche.


Desde al menos 1844 hay referencias a las celebraciones en las calles de Madrid de la noche del 5 de enero. La fiesta consistía en esperar a los Reyes Magos. El 7 de enero de 1846 encontramos la siguiente noticia: “Ante de ayer, víspera de Reyes, las calles de Madrid, según costumbre, se vieron cruzadas de asturianos y gallegos, con las escaleras y demás requisitos necesarios para asistir a la entrada de los Reyes Magos. Son pocos en el día, sin embargo, los que de buena fé corren las calles y acuden a las puertas de la capital a esperar la real comitiva, el engañado no suele ser el que lleva la escalera, y más bien pareciese que este es el que engaña a sus compañeros que le rodean, pues esto sirve de pretexto para entrar y detenerse en la tabernas, y echar sendos trinquis. A pesar de las crisis por que está pasando estos últimos días la corporación de los aguadores, estos han tomado mucha parte en las correrías anuales que presenta la capital en dicha noche, y con sentimiento hemos encontrado también algunas mugeres ébrias y descompasadas por esas calles."(SIC).


Esta tradición, preámbulo de la cabalgata, era cada vez seguida por más gente y la fiesta tendió a alargarse -las primeras acababan a las 9 de la noche y con el tiempo llegaron hasta la 12-, siendo el pueblo de Madrid mero espectador del ir y venir de los actores, que ya no solo eran aguadores y mozos de cuerdas (en su mayoría asturianos y gallegos), sino que se iban uniendo a las comparsas otros ciudadanos y ciudadanas. Llevando escaleras, antorchas o teas, hacían sonar los cencerros y latas con gran estruendo a su paso por las calles y hacían paradas para tomar vino. Al grito de alguno de los de la partida se dirigían a las puertas de Madrid (la de Toledo, Fuencarral, Bilbao,...), y encaramándose a las escaleras empezaban a gritar: “Ya los veo, ya vienen, ya llegan los Reyes Magos”.


Los alborotadores se solían disfrazar con vistosos colores y se tiznaban la cara. Eran los grupos encabezados por mujeres los que más se seguidores tenían. Por su parte la prensa solía ser muy crítica con esta celebración por los disturbios que causaban, aunque otros trataban el tema con cierta alegría y comprensión. Los espectadores les llamaban tontos e ilusos por esperar a la Real Caravana que jamás iba a llegar, aunque creemos que para los actores era una forma de celebrar la fiesta a sabiendas de lo que hacían. Incluso alguna crónica se atrevía con algún versillo:

Espuestos á mil estragos
cruzan calle y plazas,
pero hallaron calabazas
en vez de los reyes magos” (SIC)

En general la crítica era feroz con la celebración, calificándolos de “bobos”, irreverentes o simple preámbulo de los Carnales. En alguna ocasión también fue aprovechada esta noche para manifestar desacuerdos políticos bajo los disfraces y mezclados con la muchedumbre.


En 1849, la prensa católica proponía como anticipo de las cabalgatas: “... Valdría más que esos artesanos que salen a las calles huidos y avergonzados de lo que seguramente no es un crimen, representasen en esa noche farsas a propósito de la supuesta llegada de los reyes magos: diversión que entonces lo sería para todos y daría lugar a bailes públicos .....”.

Esta costumbre se mantuvo hasta 1882, cuando el Ayuntamiento de Madrid para “evitar los escándalos”, dictó la orden de multar a los miembros de las comparsas, excepto que compraran la licencia que por cinco pesetas permitía el alboroto. Esta ordenanza fue la puntilla definitiva para la desaparición de esta celebración en Madrid, que con el paso de los años fue perdiendo adeptos.

En el entretanto, y según algunas fuentes, en Barcelona se celebró la primera Cabalgata de Reyes en 1855. Sin embargo la primera vez que hemos encontrado en la hemeroteca la denominación: “Cabalgata de Reyes”, es la correspondiente al día 5 de enero de 1879, cuando el  empresario barcelonés Miguel Escuder, organizó una cabalgata benéfica con el objeto de “entregar el aguinaldo propio del día a los niños de ambos sexos de la casa provincial de Caridad, de Misericordia y de Maternidad y Espositos” (SIC).

No obstante si que hemos hallado la siguiente noticia fechada en enero de 1873, que viene a avalar que las primeras cabalgatas venían de Barcelona:


Como vemos la comitiva procedía de Barcelona, pero llama también la atención de la convocatoria a las comparsas que esperaban la venida de los reyes con las escaleras, teas,..... En definitiva, este quizás fuera el primer intento de encauzar y dirigir la fiesta popular de la Noche de Reyes.

Por su parte las cabalgatas en el resto de España iban ganando mayor relevancia. Así destacaban las de Alcoy; las de todas las capitales andaluzas, en especial la de Sevilla, donde llegó a participar como Rey Mago don Jacinto Benavente lo que demuestra el gran interés que iban tomando; Zaragoza; Valencia, Palma, etcétera, etcétera. Teniendo todas ellas un carácter benéfico.


En Madrid no será hasta el día 5 de enero de 1928 cuando se celebra la primera gran cabalgata (1). La idea fue llevada a cabo por el Heraldo de Madrid, que en vista de la pasividad municipal decidieron organizarla. De forma corporativa la propuesta fue apoyada por toda la prensa madrileña.

Esta foto corresponde a la primera cabalgata de Madrid y fue portada del diario ABC.

La cabalgata partió del Circo Price, que colaboró con la aportación de diversos artistas -sobre todo payasos-, a las 11 de la mañana, siendo su recorrido: Plaza del Rey, Gran Vía, calle de Alcalá, calle del Marqués de Cubas (sede del Heraldo de Madrid), paseo del Prado, ronda de Atocha, Embajadores, de vuelta hacía Cibeles, calle Alcalá y O´Donnell, donde finalizó a las 13 horas en el Asilo de San José. Allí hubo actuación de los payasos y después se procedió a la entrega de los juguetes a los 700 niños y niñas de los asilos-inclusas.

Una de las fotos de la portada del Heraldo de Madrid correspondiente al día 6 de enero de 1928.

Hasta aquí los precedentes y nacimiento de la tan ansiada Cabalgata de Reyes que a todos los niños ilusiona. Que no se le olvide a nadie, que las esperanzas no se pierdan, y que siempre haya alguien que de forma figurada subido a una escalera grite: “Ya vienen los reyes.....”

Curiosamente hoy también se utilizan escaleras, pero para poder ver algo entre el gentío.
-.-.-

Autor: Ricardo Márquez
En este blog también colabora: José Manuel Seseña


Fuentes utilizadas:
Hemerotecas de la BNE y del Diario ABC.

Notas:
1 - En 1915 hubo una cabalgata organizada por el Centro de Hijos de Madrid.  de la que no hemos obtenido casi información. Según la crónica de La Ilustración Artística fue muy concurrida, sin embargo el resto de la prensa no la presto atención. Lo más destacable, además de utilizar camellos, fue el saludo de los reyes desde el Palacio Real a su paso. Más información.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Tipos, tipillos y tipejos de Madrid



Actualmente existen una serie de personajes en Madrid que se han convertido en habituales de nuestras calles.

En los semáforos nos encontramos con el vendedor de pañuelos de papel, el pedigüeño, los limpiadores de las lunas de los vehículos, los malabaristas que hacen diversos juegos de habilidad ...

En la calle mendigos con carteles informando de sus desgracias, algunos acompañados de hijos menores...

Los músicos callejeros en sus mas diversas variantes instrumentales (cuerda, percusión, aire, etc)., muchos de ellos de gran calidad artística, pero en el Arte, lamentablemente no caben todos. Algunas veces actúan en grupo y se arremolinan muchos transeúntes a su alrededor, ejemplos los hay en Puerta del Sol, Puerta Cerrada, etc.

En las instalaciones del metro también hay músicos que aprovechan los pasillos para utilizarlos como local de ensayo. Aunque está prohibido tocar dentro de los coches, hay muchos que lo siguen haciendo hasta que son detectados por los vigilantes de seguridad, siendo el viaje mas ameno para la mayoría de los viajeros, aunque otros, absortos en sus pensamientos y problemas, “no oyen nada”.

En los trenes de cercanías o metro van recorriendo los coches todo tipo de pedigüeños a los que se les amontonan los contratiempos que nos los cuentan infundiendo lástima.

Los hombres/mujeres estatuas, maravillosamente decorados, que sorprenden al viandante por su extremada quietud. Sin ser los únicos lugares, suelen concentrarse en la Puerta del Sol, Plaza Mayor y las calles peatonales de su entorno

Los hombres/mujeres anuncio, de reciente aparición con el reclamo “Compro oro”.

Pero el objeto de este tema no es recordar a los personajes del momento presente, sino que es evocar a todos aquellos que se han dedicado a unas profesiones o forma de ganarse la vida que ya han desaparecido de nuestras calles o su existencia es algo testimonial, y también algunas actividades lúdicas que son historia.

Sereno
Había una canción con el estribillo “A las diez se cierran los portales y el sereno se queda en la calle”. Se le llamaba a voces ¡Sereno! y en el silencio de la noche nos respondía ¡ya voy!. Cuando tardaba en venir se le reclamaba con palmas. En su gran mayoría procedían de Asturias.


Tranviario
Solían llevar la gorra muchos de ellos en la coronilla, de ahí que en la mili cuando un soldado no se la colocaba bien se le decía “Te pareces a un tranviario”. Los taxistas también llevaban gorras.

Fondo Santo Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Charlatán
Personas que por su habilidad de palabra vendían productos “milagrosos y maravillosos” alrededor de un montón de público que se iba congregando al verle y le escuchaba extasiado.

Vendedor de crece pelo. Fuente: Álbum de Nicolás Flickr. 

Vendedor de prensa ambulante
Con un montón de periódicos bajo el brazo iba voceando por las calles “Madrid, Pueblo, Alcázar, Informaciones …”.

Foto de Catalá Roca.

Vendedor de hielo
Iba por las calles con un carro de mano en el que llevaba varias barras de hielo evitando que las amas de casa tuvieran que cargar con este peso y la bolsa de la compra. Partía las barras con gancho de hierro de tamaño al gusto del consumidor.

Farolero
A la puesta de sol iba encendiendo los faroles de gas de plazas y calles valiéndose de dispositivo que introducía por el hueco del farol.

Regador
Persona que regaba las calles con manguera que conectaba a las bocas de riego. Tenía una gran habilidad puesto que la dirección del agua la subía o bajaba según el tráfico de vehículos o peatones. Los chavales le acosaban con “La manga riega que aquí no llega”.


Mozo de cuerda
Persona que hacía portes a sus espaldas.

Año: 1895. Fuente: Álbum de Nicolás Flickr. 

Organillero
Antiguamente había organillos que iban arrastrados por un borriquillo deteniéndose en plazas y sitios concurridos donde se obsequiaba a los viandantes con algunas piezas y luego se pasaba la gorra esperando recoger la voluntad.

Año: 1940. Fondo Santo Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Remalladora
Señora que arreglaba las “carreras” de las medias de cristal, algo que hoy, si se rompen se tiran. Era habitual su presencia en las mercerías en un puesto situado en la zona de público, aunque también las hubo en alguna tienda de ultramarinos como la que estaba en una de la calle del Humilladero.

Fumista
Persona que desde los tejados y desde los fogones de la cocina se encargaba de limpiar los tubos de las chimeneas desprendiendo el hollín incrustado en las paredes.

Carbonero
Las casas con inquilinos de cierto nivel económico disponían de calefacción central que funcionaba con carbón. Periódicamente había que reponer el gastado y esta función la hacían unas personas provistas de una tela dura que les cubría la cabeza y la espalda cargando los sacos desde el camión a la habitación contigua a la caldera. Tenían siempre la cara negra del tiznado.

Botijeros/as o vendedores de agua
En la época veraniega había en los puntos concurridos como la Plaza Mayor o en la entrada de los lugares de espectáculos como el fútbol o los toros, personas ofreciendo agua fresca para calmar la sed. El agua era del grifo, por supuesto.

Año: 1955. Foto de Catalá Roca.

Vendedor de Gaceta-Goleada
A la salida de los cines y en las bocas de metro había voceadores que decían ¡Ha salido Goleada, con los resultados de los partidos de la jornada!. Era un pequeño boletín impreso a prisa y corriendo nada mas acabar los partidos puesto que había que venderlo rápidamente ya que los compradores eran aquellos “nerviosos” que no podían esperar a llegar a casa a oír la radio para saber que había hecho su equipo o cuántos aciertos tenían en la quiniela. Los vendedores tenían su punto fijo, siendo uno de ellos en la Plaza del Emperador Carlos V donde estaban las dos bocas de metro de Atocha desaparecidas que daban también acceso a Atocha-Apeadero.

Reventa
Los hay y los ha habido en muchas actividades. Pero no nos vamos a referir a las del fútbol o los toros, quizá de las mas importantes desde el punto de vista económico, sino que vamos a evocar la de los reventas de los billetes del metro. Hubo en la salida de Duque de Alba de la estación de Tirso de Molina una señora bastante mayor que en todo tiempo, con calor, frío o lluvia estaba apoyada en la balaustrada del primer escalón repitiendo esta cantinela “Por una perrita mas para no esperar cola”. Reventas las había en muchas otras bocas, pero en el caso comentado sería muy probablemente su única fuente de ingresos.

Carretillero de Correos en las estaciones
En las estaciones ferroviarias de Madrid, principalmente las de Norte y Atocha, circulaban por los andenes unas carretillas que iban cargadas con las sacas de correos para salir en los trenes. El conductor hacía sonar una bocina para que se apartasen los viajeros de su trayectoria, algo que resultaba incómodo porque llevaban bastante velocidad y se corría el riesgo de ser atropellado.


Guardia de la porra
Era el que dirigía la circulación en las intersecciones conflictivas sin semáforos, destacando de su vestimenta el casco blanco y la funda de la porra que era también del mismo color. Hoy sus funciones las realizan los Agentes de Movilidad pero su indumentaria no tiene nada de particular.

Foto de Catalá Roca.

Rifador en los trenes
Su presencia era habitual en los trenes de cercanías. Para animar a los viajeros a participar en la rifa, hacía un recorrido por todo el convoy obsequiando con un “caramelito” como así decía. Después pasaba vendiendo papeletas con el dibujo de la baraja española, y sí en la primera vez no había agotado el papel, volvía a pasar de nuevo insistiendo. Finalmente buscaba una “mano inocente” generalmente un niño para que extrajera una carta del mazo y daba la información del premio a lo largo del tren, que en mas de una ocasión fue un bastón de caramelo.

Trapero
Eran los que recogían la basura de la casas. Iban en un carro, normalmente el matrimonio, recorriendo las calles. Cuando el Ayuntamiento decidió establecer el servicio de recogida, los traperos se opusieron pues perdían su medio de vida. Finalmente se llegó a una solución de compromiso para instaurarlo de forma paulatina. Muchos de ellos vivían en Tetuán.


Botero
Confecciona y arregla botas de vino. Es una tradición perdida el beber en bota, algo habitual ha tiempo cuando se iba a pasar un día de campo a la Casa de Campo o se iba al fútbol. Queda un artesano en la calle del Águila.

Cerillero
Hubo bares que por su gran tamaño tenían en la zona de publico una persona vendiendo por cuenta propia tabaco, puros, cerillas e incluso mecheros. La estancia en el establecimiento era como consecuencia del acuerdo a que había llegado con el dueño. La proliferación de las máquinas expendedoras de tabaco los hizo desaparecer.

Foto de Catalá Roca.

Limpiabotas
Era una figura habitual en muchas calles de tránsito peatonal de Madrid. Hoy, al menos, permanecen dos en la Gran Vía. También fue frecuente verlos en los bares con amplio salón bar aunque actuaban por cuenta propia, ofertando sus servicios con la palabra abreviada “Limpia”.


Barbero
El afeitado era un servicio que se hacía en las peluquerías. Era curioso ver toda la cara enjabonada del cliente y después la habilidad con la navaja que mostraba el barbero sin producir ningún corte. Las máquinas eléctricas de afeitar y las maquinillas desechables han hecho desaparecer esta función, además de que el precio que actualmente habría que cobrar por ello para que fuera rentable para el peluquero la hacen inviable.

Jugadores
Con una pequeña mesa, tres cubiletes y un dado o piedra, un hábil jugador incitaba a los viandantes a apostar contra él para tras varios y rápidos movimientos le dijeran donde estaba escondido. La timba reunía a multitud de curiosos y finalizaba apresuradamente cuando aparecían los guardias municipales.

Fondo Santo Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Lavanderas
Duro trabajo el que tenían muchas mujeres para entrar dinero en casa. Recoger la ropa de los domicilios, bajar al río Manzanares a lavarla, tenderla, esperar a que se secara y subir cargada con ella al centro de Madrid para proceder a entregarla.

Guarda de jardines
Tenían un uniforme que imponía respeto, con bandolera y sombrero, y si a eso le añadimos que muchos llevaban bigote, pues se completaba la imagen de rectitud. Desde su caseta vigilaba el buen estado de los jardines y además era el látigo de los novios para que no se acaramelasen y si se daban un “beso de hermanos” porque de los otros ni pensarlo, enseguida aparecía llamando al orden.


Bañistas en el Manzanares
Antaño las riberas del río eran propicias para que los madrileños fueran a refrescarse durante el estío a pesar de las prohibiciones por la mala calidad sanitaria de las aguas así como la peligrosidad que representaba la existencia de pozas, pues podía ocurrir que no cubría mas que hasta la rodilla y al siguiente paso se estaba con el agua al cuello o totalmente sumergido. Fue frecuente tener que lamentar alguna desgracia.

Año: 1946. Fondo Santo Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Estos personajes, tanto actuales como pasados, que ni están todos los que son ni son todos los que están, con su idiosincrasia, ha hecho que llamemos al tema “Tipos, Tipillos y Tipejos” cuya clasificación queda al buen criterio de nuestros lectores.
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Otros oficios ya tratados en el blog:
- Castañera.
- Pipera.
- Mielero.
- Aguador/a.
- Colchonero.
- Telero.
- Paraguero/Lañador/Estañador
- Barquillero
- Afilador.
- Mielero/Quesero.
- Botijero/Vendedor de alfarería. 
- Churrero.
- Perfumista.

Autor: José Manuel Seseña Molina
En este blog colabora: Ricardo Márquez

viernes, 21 de diciembre de 2012

Navidades matritenses

Pues eso.......
que las cosas vayan a mejor para todos y que nos sigamos viendo el año que viene.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Kirk Douglas, Rita Hayworth - Misceláneas de rodajes en Madrid I



Hace unos días, alguien me preguntó: ¿Cómo era Kirk Douglas? ¿Le trataste en “La luz del fin del mundo”? ¡No sería tan borde como cuentas que era Charlton Heston!

No, no lo era, yo le conocí en los Estudios Moro de Madrid, allí montábamos la película de la cual era productor además de actor. Mi primer encuentro con él fue en la sala de proyección, un día que pidió ver parte de los rodajes hechos en la Costa Brava. Bert Bates, el montador  de la película, me pidió que le atendiera y estuviera con él en la sala, por sí necesitaba cualquier otra cosa de nosotros, el variopinto equipo de montaje.

En la foto está mi padre en el puente de la Cea. Se ve al fondo RCA,  un poco más detrás estuvo ubicado Estudios Moro posteriormente.

Entregué a los proyeccionistas las latas de película y me senté a esperar algo nerviosa por la categoría del mítico personaje que iba a conocer. El llegó puntual, acompañado de su esposa, yo me levanté de la butaca y salí a su encuentro:

- ¿Es usted la responsable de montaje?

Le dije que si

- Soy Kirk Douglas, mi mujer ...-dio su nombre- y usted... ¿Se llama?

-  Maria Luisa –contesté-

- Bien, encantado de conocerla  -yo si que estaba encantada de estrechar su mano-. Si está todo preparado, podemos empezar cuando quiera.

Año 1970. Con Kirk Douglas y el director Kevin Billington en el set, mi moviola y yo. Película: “The light of the end of the world".

Pulse el botón de “Adelante” que comunicaba con la cabina de proyección y aquello se puso en marcha. Visualizamos unos cuantos rollos de película recién rodada y algunas secuencias que ya tenían hecho el primer montaje. Cuando terminó todo y se encendió la luz, se acercó a la mesa donde tomamos notas, me dio la mano y las gracias y se fueron. Unos días más tarde tuve ocasión de volver a tratarle, rodaban interiores en el estudio y de dirección, pidieron una moviola para el plató y la película con las secuencias ya filmadas que deberían coincidir con las que se rodaban en el momento. Y también me tocó a mi estar en este trabajo con la moviola. Fue entonces cuando alguien tiró una foto en la que están  Kirk Douglas, Kevin Billington (director) y servidora. Los días que estuve en el set siempre fue muy amable y nunca olvidaba mi nombre (cosa rara en este tipo de famoso). Más tarde me dio un afiche de la película con su autógrafo, dándome las gracias por mi trabajo. ¡Y sin haberlo pedido!.

Aflche de la película firmado por Kirk Douglas

Resumiendo, al amigo que me hizo la pregunta de cómo era, mi respuesta fué: ¡Un encanto de persona! Esto nunca lo diría de Yul Bryner, que estaba también en la película, y tenia fama de ser bastante borde, al menos, eso decían de él todo el que por alguna razón se había cruzado en su camino. ¡Y fueron bastantes!

-.-.-


Allá por el 61, estábamos montando en Sevilla Films “El ultimo chantaje” (The oldest confessión). El montador era Oswald Hafenrichter y por parte española estaba Juan Serra, montador, y dos ayudantes: Magda y yo.

Los actores principales: Rex Harrison y Rita Hayworth. En esta película el productor era el marido número no sé cuantos de Rita, James Hill.

A estos famosos  actores, los encontrábamos habitualmente en el pase de proyección de lo rodado el día anterior, pero no tuvimos gran trato directo con ellos. A Rex Harrison le veíamos comer siempre solo en el restaurante del estudio, normalmente cuando nosotros llegábamos él estaba en los postres, y siempre miraba hacia el plato para no saludar, con lo cual todos le ignorábamos tal como quería. Los camareros nos decían que era antipático, engreído y elitista. ¡Y por Dios, que era cierto!

Rita solía irse con su marido y otros compañeros a Maite Conmodore, que entonces estaba un poco mas abajo de la Plaza del Perú y por tanto cerca de los estudios,  Rex no se apuntaba. Este restaurante era muy popular entre la gente de cine y era el mejor que había en  la zona comprendida entre los estudios Chamartín (Buñuel ahora) y Sevilla Films (Alcampo actualmente).

Era verano y durante las vacaciones del colegio vino a pasar un tiempo con su madre Yasmina Khan, la hija de Ali Khan y Rita, entonces la niña tendría unos doce años. Era una chiquilla larguirucha y, de momento, nada atractiva. La recuerdo jugando en el jardín de nuestro montaje, cuando se aburría de estar con su madre. También participó en uno de los rodajes en el museo del Prado. Eran unos planos de un grupo de turistas visitando el museo y ella iba con Rita. Se la ve en la película fugazmente.


En montaje, no teníamos grandes problemas y nuestra vida trascurría placida, hasta que un día se cargaron al montador. No, no le mataron, le enviaron de vuelta a Inglaterra porque no gustaba como iba montando la película. Estas cosas son siempre desagradables para el que se va y también  disgusta a los que se quedan, pues al ser mini-equipos, trabajando juntos muchas horas a diario, normalmente se crean buenas amistades y claro, decir adiós al jefe porque le echan... resulta fuerte. Vino otro montador, Russ Lloyd, Serra ya había trabajado con él y bueno, nos hicimos al actual y pasamos página. No recuerdo cuantas semanas duró el rodaje, pero terminó, y solo quedamos nosotros trabajando otras cuantas semanas para tener un primer montaje bastante organizado, ya que hubo que deshacer todo lo montado anteriormente y rehacerlo.

Montador (mas tarde defenestrado) Hafenrichter, ayudantes Magda , Marisa y Juan Serra (comontador).

Mientras, producción fue cerrando pagos a los estudios y a proveedores varios. Al final  éramos tan pocos que a la hora de la comida se reunía con nosotros el contable de la película para no estar solo. Este hombre llevaba la producción y cualquier cosa que tuviera que ver con montaje nos lo tenia que resolver, él estaría hasta que termináramos la parte del trabajo que se hacía en Madrid. Este “contable” (de cuentas) nos “contó” (de cotilleo) lo que sigue, mientras comíamos un día cualquiera. Aquella mañana acababa de recibir un telegrama desde U.S A. (entonces se comunicaba la gente de este modo),  dirigido a producción, al ser el único responsable que quedaba en la oficina lo abrió y leyó, era de Rita Hayworth a su marido, decía algo como esto: “Cariño, supongo que te habrás enterado por los periódicos que me estoy  divorciando de ti, cuando regreses  hablamos con los abogados. Love you”


Hace cincuenta años, estas cosas, aquí en España, no las habíamos oído nunca y francamente, nos pareció bastante peculiar y expeditivo este modo de terminar un matrimonio. ¿O no?
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Autora: Maria Luisa Pino.

En este artículo han colaboran: Angel Caldito, José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.