jueves, 24 de octubre de 2013

El culto funerario


Afluencia de visitantes a La Almudena en el Día de Todos los Santos de 1955. Fondo Santos Yubero, Archivo Regional Comunidad de Madrid.

Acceso principal del Cementerio de La Almudena. 

Vista orbital-cenital del Cementerio Almudena,  foto EMT.

En estos días de finales de Octubre y principios de Noviembre es tradicional visitar los cementerios acudiendo en romería los familiares de los deudos. Sobre las fechas hay quien prefiere hacerlo el 1 de Noviembre, día de Todos los Santos, otros lo hacen unos días antes para evitarse el grueso de las aglomeraciones y hay quienes lo hacen después, a partir del 2 de Noviembre, día de los Difuntos.

Larga fila esperando en Ventas la llegada de los autobuses a la Necrópolis, popularmente llamados "camionetas". 1 de noviembre de 1955. Fondo Santos Yubero, Archivo Regional Comunidad de Madrid.

El mantener esta costumbre en este periodo tan concreto del año presenta el contrasentido de que en muchos casos no se vuelve a visitar a los difuntos hasta el siguiente año por las mismas fechas, lo cual no parece ir en consonancia con el sentimiento que debe prevalecer siempre con los que ya se fueron. Hay quienes piensan, no obstante, que “las cosas hay que hacerlas en vida y no cuando se han muerto” y nunca mas vuelven a acudir al cementerio tras el acto del entierro porque el dolor lo llevan dentro y no necesitan acudir a un camposanto para recordar a quien ya no está, siendo una percepción muy actual en lo referente a llevar luto, algo muy común antaño y ahora pasado de moda, en el que las tintorerías estaban especializadas con su publicitaria frase “lutos rápidos”.

Cementerio de La Florida, donde reposan los restos de los héroes del Dos de Mayo, foto Memoria de Madrid

Puerta principal del Cementerio Civil de Madrid, foto filosofia.org


Para dar servicio de transporte a tantos visitantes, los autobuses madrileños refuerzan las líneas que pasan por las inmediaciones de los cementerios y aquellas especiales que solo funcionan en fines de semana, amplían su funcionamiento a varios días laborales de antes y después del 1 de Noviembre. Recordemos que en Madrid, aparte de los mas conocidos por su extensión de La Almudena y Cementerio Sur-Carabanchel, existen también otros, no menos importantes, que son los del entorno del Puente de Toledo y los de los antiguos pueblos anexionados a Madrid. Aunque se dice que “al morir somos todos iguales”, no parece ser así cuando visitamos los camposantos y vemos que existen criptas, capillas, mausoleos, tumbas, nichos y finalmente una simple cruz sobre la tierra sin nada mas (1). Recopilando las inscripciones lapidarias, además de la archiconocida coletilla “no te olvidamos” hay numerosas mas, mas personalizadas, que muestran el espíritu familiar.

Una de las dos líneas especiales de autobuses a los cementerios de la EMT, foto espormadrid

Itinerario línea especial de la EMT Plaza Elíptica-Cementerio Sur

Asimismo, en estos días hay un gran trasiego circulatorio en las carreteras ya que muchos residentes madrileños son originarios de otras partes de España y, claro, por la cuestión ya comentada de cumplir con la costumbre, se desplazan a los pueblos para visitar la tumba de sus padres y demás familia, dándose el caso de que en algunos cementerios es tanta la afluencia que hay que esperar a que salgan algunos para poder entrar otros, sobre todo en el momento cuando se está oficiando una misa de difuntos.

Exposición de carrozas de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios

Coche fúnebre en el puente de Ventas junto a un tranvía de la CMU

Tanatorio M-40, foto Parcesa 

Flores y cipreses están omnipresentes en los cementerios, foto 20minutos

Detrás del culto funerario tan imbuido en nuestra sociedad, hay numerosas actividades laborales que lo hacen posible: sepultureros, floristerías, transportes funerarios, marmolistas, seguros de decesos, construcción de ataúdes, etc., aparte de que los ayuntamientos también participan de forma importante en “la tarta económica” que se genera con ello. A todo este conjunto de procesos, hay que añadir uno que en los últimos tiempos está adquiriendo un importante aumento como es la utilización de la incineración, aunque para ello ha habido que vencer la resistencia ancestral que viene de la cultura católica cuando cita que la séptima obra de caridad corporal es la de “enterrar a los muertos”, motivo por el cual la herejía y la brujería o hechicería se castigaban con la hoguera ya que el fuego, según se decía, impedía que quien así moría nunca iría al Cielo, craso error, pues nos viene a la memoria lo acontecido con Santa Juana de Arco.

Y decimos que la incineración lleva una tendencia ascendente porque cada vez mas oímos decir “cuando me muera a mi que me quemen” y por otro lado hay que tener presente la actividad de mentalización que en este sentido están ejerciendo los ayuntamientos como forma de limitar el crecimiento de los cementerios y así evitar la adquisición de terrenos para este triste fin, inversión onerosa para las arcas municipales, y que comenzó por limitar la perpetuidad de los enterramientos a 99 años, en algunos menos tiempo, pues estadísticamente está demostrado que cuando llegue el final de este periodo ningún descendiente de quien está allí depositado tiene interés por él.

Crematorio en el Cementerio de Carabanchel Sur, foto El Pais

Acabada la ceremonia de incineración, las cenizas son depositadas en una urna que se entrega a las familias y el qué hacer después con ellas depende muchas veces de los deseos del finado y en otras de quienes las han recogido que puede ser depositándolas en los columbarios de los cementerios, también teniéndolas en casa para sentir espiritualmente la presencia del fallecido o los que las esparcen en los mas recónditos lugares en un acto de la mayor intimidad (2).

Cementerio de San Isidro, foto espormadrid

En el lenguaje corriente utilizamos expresiones que tienen que ver con el tema del culto funerario que estamos tratando, así decimos “parece un funeral de tercera”, “hay que tener miedo de los vivos y no de los muertos”, “pasar a mejor vida”, “estar callado como un muerto”, “silencio sepulcral”, “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”,  “todos hemos de morir” y tantas otras frases mas, pero para terminar este artículo tan fúnebre vamos a poner un poco de sentido del humor utilizando ese chascarrillo de quien dice “yo sé que voy a ir seguro al Cielo porque allí los ricos necesitan criados”, dicho, por supuesto, con el mayor respeto a todas las creencias y posición social.

Parque cementerio la Paz, un nuevo concepto de cementerio, foto Parcesa
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Autor José Manuel Seseña Molina
En el blog Historias Matritenses participa y colabora Ricardo Márquez.

Nota:
(1)   En el cementerio de un determinado pueblo el arco de la entrada tiene la inscripción “Campo de la Igualdad”.
(2)   Quien esto escribe conoce casos de haberlas echado al mar o a un río por su afición a la pesca, en la parcela por su cariño a la segunda vivienda, en la construcción de nuevo estadio por su forofismo con un determinado equipo, a la caldera de una locomotora de vapor por fanatismo ferroviario, en la sierra por su amor a la montaña, etc.

viernes, 18 de octubre de 2013

Adivina, adivinanza 13ª

Dado que sois unos expertos en esto de las adivinanzas, nos reservamos la pista principal que aparecía en el Fondo Portillo. No obstante, a diferencia de otras ocasiones, presentamos la serie entera: tres fotos. La fecha es la que aparece en las imágenes.

Pues eso, ¿donde está este edificio en construcción?




viernes, 11 de octubre de 2013

Colegio San Juan Bosco

Historia del Colegio:
El Colegio San Juan Bosco surge como iniciativa de D. Miguel Junquera Sánchez y tuvo dos ubicaciones. Comenzó a impartir su formación en 1959, en forma de los colegios-academia habituales en aquellos años en dos pisos en la calle Joaquín García Morato, 161 y 163, esquina a la calle Maudes (hoy Santa Engracia 169 y 171). El colegio-academia estaba reconocido por el Ministerio sólo hasta 4º, y para el resto de los cursos y las reválidas de 4º y 6º había que examinarse en el Instituto Cardenal Cisneros.

Una vez cerrado dicho colegio, se abrió otro, ocupando la mitad de uno de los hotelitos de la desaparecida Colonia Maudes en la calle Doctor Bobillo, 8 esquina con la calle Ponzano.

Durante toda su historia, se hace visible el enorme esfuerzo de su profesorado por estar a la vanguardia en su formación y dar la más completa educación a su alumnado.

El colegio era muy reducido en espacio para el alumnado que tenía. Disponía de un pequeño patio de juego, donde difícilmente podía tener cabida todos los alumnos inscritos, utilizándose las calles adyacentes como improvisado recreo, ya que aquel patio no daba más de sí.

La inestabilidad política (años de la Transición) unida a las dificultades económicas generadas por la crisis del petróleo, produjeron que el colegio entrase en un periodo en el que no podía hacer frente a los créditos contraídos. Posteriormente cerró en 1975 cuando comenzó la reordenación de la zona ocupada por la Colonia Maudes en el barrio Ríos Rosas del distrito de Chamberí.

En 1975 se produjo una fusión de los colegios San Juan Bosco, Mirasierra (dirigido por Pilar González Serrano) y Cisneros (dirigido por Navor Vázquez) que culminó en el nuevo colegio El Molino que abrió en el curso 1975-76. De ahí surgió en 1983 el Colegio Logos, ubicado en la urbanización El Molino de la Hoz, en la carretera de las Rozas.

Localización del Colegio San Juan Bosco en la Colonia Maudes



D. Miguel Junquera (director del colegio San Juan Bosco) con el entonces príncipe D.Juan Carlos


Boletín de notas y reglamento del centro

Distribución del colegio
Planta Sótano                           

Planta a nivel de la calle

Primera Planta                 
                            
Segunda Planta

Orla del Colegio San Juan Bosco, curso 1963-64

Fiesta de fin de curso 6º de bachiller en el restaurante La Tropical (Junio 1974)

Profesorado
Entre algunos de los profesores se encontraban los siguientes:
D. Miguel Junquera. Director del Colegio.
D. José. Profesor que impartía todas las asignaturas del curso de ingreso a Bachillerato. Además se encargaba de mantener la disciplina.
D. Rafael (ciencias naturales), impartía asignaturas de letras en primero y segundo de bachiller.
Srta. Mari Carmen (luego mujer de D. Rafael y sobrina del Director). Impartía asignaturas de letras durante todo el Bachillerato.
Srta. Mari Feli. Impartía asignaturas de Letras durante todo el Bachillerato, sobre todo Historia del Arte.
D. Francisco (literatura)
D. Juan (física y química)
D. Ángel (matemáticas)

Entrega de premios en el Parque Móvil del Ministerio  (fiesta de fin de curso 1969) Director y Grupo de profesores.


Salida del colegio San Juan Bosco. Calle Dr. Bobillo, 8. Día de la 1ª Comunión año 1969

Las Comuniones se celebraban en la Iglesia de Ntra. Sra. de los Angeles (c/ Bravo Murillo nº 93).

De profesores se puede ver delante a Don Antonio y más atrás a Don Miguel, el director en la esquina de la calle Maudes con J. Gª Morato (actual Santa Engracia)

Recuerdos de un alumno: su primer día de clase
Una mañana de 1966.

Salía de casa con el tiempo justo, eran las 9 menos cuarto, pero no importaba, el colegio estaba en el barrio, cerca de casa, no era necesario que nadie me acompañara aunque sólo tenía 9 años. 1966. Los niños no eran recogidos por autobuses escolares ni los padres les llevaban como a príncipes hasta la puerta con el coche. Quizá tampoco había coche, un artículo de lujo. Lucía el sol de otoño en Madrid. Salía del número 5 en la calle Alenza. Pasaba por delante del ambulatorio de la esquina. Una vez dejaba atrás María de Guzmán, dejando a la izquierda el economato militar, cambiaba a la acera de la Continental. Pasaba por delante del estanco, del bar. Alcanzaba la enorme puerta de las cocheras, atento a la entrada o salida de alguno de aquellos grandes autocares amarillos con el techo negro. Junto a ella, un minúsculo “puesto de pipas” que atendía una mujeruca con pañuelo a la cabeza y faltriquera. A veces me paraba a comprar allí por unas cuantas monedas de 10 céntimos jalea real, regaliz o pastillas de leche de burra. Pero aquella mañana no, había que llegar al colegio antes de que llamaran a formar.

Llegando a la esquina con la calle Maudes me sobrecogía la silueta oscura y siniestra del Hospital. Era como la silueta de un barco que emergía de una pesadilla. En la esquina opuesta, haciendo chaflán, una puerta de metal repujado daba entrada a un edificio pequeño, cuyas ventanas no permitían ver el interior. Era el  “estudio de un escultor”, me dijo una vez mi madre. Este dato aportaba un nuevo misterio: aquella pesada puerta de metal, siempre cerrada, ocultaba un mundo donde vivía un ser extraño, un artista, por lo tanto, un vago, también según decía mi madre.

Había que acelerar el paso y la pesada cartera que colgaba de mi mano, no facilitaba las cosas. Una cartera de plástico que quería parecer cuero. Dentro: cuadernos rayados, escuadra, regla, cartabón, sacapuntas, goma de borrar Milán, una gruesa Enciclopedia Álvarez, un trozo de pan y una onza de chocolate envueltos en una servilleta. El interior de esa cartera olía a lápiz y a papel con tinta de imprenta.

Hacia la mitad del tramo entre Alenza y Ponzano, doblaba la esquina de una pequeña calle sin nombre. A cada lado, uno de aquellos sombríos “hotelillos” de un desvaído color tierra, fachadas heridas, jardines en un largo estado de abandono. Misterio.

Otros niños estaban llegando. Había que darse prisa. La callecita daba paso a otra perpendicular llamada Doctor Bobillo. Pero…ya estaba sonando el timbre, teníamos que entrar en el colegio y bajar al patio a formar. Mi colegio, aquel colegio de San Juan Bosco, cabía entero, con profesores, pupitres y alumnos en la mitad de uno de aquellos hotelitos, de aquellas casas unifamiliares, me pregunto cómo era posible.

Formábamos en fila de a uno. A la izquierda, los mayores. Había que permanecer en silencio, mantener la fila recta, mirar con la cabeza erguida a la parte superior de la escalera, donde estaba el Director, Don Miguel Junquera, y, a veces, cantar un himno que ya no recuerdo. Todos sabíamos que si no manteníamos el orden necesario, permaneceríamos allí aunque hiciera frío; la única excepción absolutoria era la lluvia: si llovía no se formaba.

Entonces sonaba de nuevo el timbre y en orden, en riguroso orden, se subía aquella angosta escalera de cemento y se pasaba al interior del edificio. Aquel año de 1966, el primero que pasaba en el colegio, el aula de los alumnos del curso de Ingreso a Bachillerato estaba en la primera planta de lo que en alguna época había sido sólo una vivienda familiar. Subíamos en silencio por una estrecha escalera de madera, ligeramente semicircular. Los peldaños crujían o, mejor dicho, se lamentaban. La escalera continuaba hacia una segunda planta. Nunca subí a ella. No sé si allí había otros cuartos, aulas, o si había una terraza. Nosotros nos quedábamos en la primera  aula a la derecha. Tenía forma rectangular. A mano izquierda había un balcón cuya parte superior era un semicírculo. Desde esta ventana se veía la calle Doctor Bobillo y el chalet del otro lado. Éste aún tenía habitantes durante aquel curso. Luego fue abandonado.

Dejábamos los abrigos colgados de unas perchas de metal en la pared opuesta a la pizarra. Esperábamos que llegara el profesor. Casi todos los niños alborotaban un poco, hablaban, buscaban o pedían algo, pero al oír las pisadas sobre los quejumbrosos escalones se producía un silencio inmediato. Era Don José. Cuando el profesor entraba, los niños nos levantábamos y le dábamos los buenos días. A continuación dos hechos denunciaban que la jornada escolar había comenzado y ya no había escapatoria: Don José cerraba la puerta y encendía los fluorescentes: un doble parpadeo era el preludio de largo zumbido que duró toda aquella inacabable mañana de 1966…

El gimnasio que utilizaba el colegio estaba en la calle Alonso Cano, 99.

Tuna del colegio San Juan Bosco en 1969 (fiesta de fin de curso)

Director y Grupo de profesores en el Parque Móvil del Ministerio
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Autor: Ángel Caldito

Mi más sincero agradecimiento a D. Francisco Junquera, por la información y documentación gráfica aportada para el artículo.
Mi agradecimiento también, a todos los informantes, por su colaboración en la realización de este trabajo.
Web del Colegio Logos: http://www.colegiologos.es/

En este blog participan: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez.

viernes, 4 de octubre de 2013

Hágalo usted mismo (¡Cómo hemos cambiado!)

Guardia Urbano con sombrilla incluida en la Puerta del Sol. Fondo Santos Yubero, Archivo Regional Comunidad de Madrid. 13 julio 1963.

Un importantísimo problema que tenemos hoy en Madrid y en toda España son las elevadísimas cifras de paro, aunque aquí no es lugar para analizar su origen, simplemente vamos a recordar otras formas de la vida diaria que implicaban la utilización de mano de obra que ahora está sustituida por el usuario o cliente, unas veces motivada por decisión personal para nuestra propia comodidad y otras por imposición ¡o lo tomas o lo dejas!.

Personas en paro accediendo a oficinas ¿hasta cuando las seguiremos viendo?. Foto cadenaser.com

Con el ¡hágalo Vd. mismo! dos significativas profesiones han visto caer en picado a quienes trabajaban en ellas, ascensoristas y telefonistas, aunque esta última ha sido modificada de tal manera que podemos decir que son ahora comerciales por teléfono.

Ascensoristas y telefonistas

El edificio de Galerías Precios en la plaza de Callao. Año 1955.

Respecto a los ascensoristas un recuerdo para los que siendo chavales subíamos hasta la última planta del edificio de Galerías Preciados para bajar “a toda pastilla” hasta la planta baja para experimentar esa sensación de rapidez en el cuerpo, aunque a veces, la empleada, se veía obligada a hacer una parada en una de las plantas y perdíamos el interés por el viaje.

El inolvidable Mario Moreno “Cantinflas” haciendo de ascensorista en la película "Sube y baja”

Otro recuerdo de ascensoristas, esta vez nada jocoso, era para el personal que controlaba los de la correspondencia del Suburbano entre Plaza de España y el angosto pasillo de Noviciado, que tenía que sufrir los empujones de quienes querían entrar pues había grandes aglomeraciones de viajeros que no se había liberado de los del tren precedente cuando llegaban los del siguiente, a lo que hay que añadir el enorme calor del aparato, que carecía de aire acondicionado y el tener que “oler a humanidad”. Desconozco si desarrollar este ingrato puesto de trabajo obedecía a mala suerte o alguna represalia laboral, lo que sí sé es que el empleado distraía su larga jornada leyendo una novela del Oeste entre el cierre de puertas y la siguiente apertura.
Telefonista. Foto Fundación Basilio Paraíso, Fundación Telefónica

La profesión de telefonista, mayoritariamente desarrollada por el sexo femenino, ha quedado prácticamente extinguida desde que se habla con locuciones: “si conoce la extensión marque …; si quiere dirección pulse …, si quiere oficina pulse…” y así un sinfín de variables que termina con “sí quiere hablar con un operador, espere” que a veces es una espera desesperante “todos nuestros operadores están ocupados, espere por favor” y además cara pues es un 902. El colmo es cuando al final, tal operador no se pone y salta de nuevo la locución, o que nos obliga a hablar con ordenadores, pulsando constantemente asterisco después de introducir cada dato, cuestión tan impersonal que se da tanto sí se trata de entidades públicas como privadas.  

Pero el ¡hágalo Vd. mismo! se da en otras muchas actividades de la vida cotidiana, algunas se citan a continuación:

Aparcamientos
La expresión de los carteles informativos “utilice las máquinas” implica realizar en la máquina el pago del aparcamiento, cuando antes había un empleado o dos encargados de este menester.

Cajero automático para aparcamiento

Basura
Tras la campaña institucional para concienciar a la ciudadanía de las ventajas de un correcto reciclado para poder reutilizar los desechos que producimos en beneficio del medio ambiente y no agotar a la Madre Naturaleza, se esconde la reducción de quienes asumen esta actividad en las plantas de tratamiento y clasificación de residuos urbanos.

Actualmente las comunidades de vecinos madrileñas tienen dos tipos de cubos en los cuartos de basura, el de tapa roja y el de tapa amarilla ¿nos impondrán mas en el futuro?

Cubos de basura. Foto 20 minutos 

Correos
En el principio los buzones callejeros eran de boca única, después se establecieron dos, uno para Madrid y otro para provincias, lo que motiva que algo tan simple que hacen los remitentes genera un ahorro considerable de trabajo con la consiguiente repercusión en la mano de obra.

Otra medida para aumentar el rendimiento de los carteros y no precisar un número mayor para realizar la labor de reparto, fue la instalación de buzones en los edificios con lo cual no tenían que esperar a que bajaran los vecinos a retirar el correo cuando tras un fuerte silbato gritaban el nombre de los destinatarios.

Buzón de correos con bocas para clasificación de destinos

Hostelería
Se está imponiendo en establecimientos hosteleros, principalmente de los denominados de “comida rápida”, la utilización de bandejas, pidiendo que el cliente, una vez hecho el consumo, las deposite en unos carros especiales.

Esta medida de las bandejas, junto a la de que rotular el nombre en el recipiente de cartón para no tener que lavar la loza, se establecen con la intención de tener menos plantilla de personal.

Carros portabandejas 

Mensajería
Hace años proliferaron los mensajeros en motos, personas jóvenes en su mayoría que, atropellando la razón, sorteaban con los medios puestos a su disposición, no siempre en las mejores condiciones de circulación, los mil y uno obstáculos del tráfico con gran riesgo de su integridad física a fin de llevar a destino documentos y cartas con toda urgencia.

El fax e internet dieron al traste con esta actividad.

Mensajero

Tráfico
Los cruces mas conflictivos estaban regulados por “el guardia de la porra”, que de vez en cuando cortaba la circulación para que los peatones cruzaran la calle. Hoy todos son mediante semáforos y en muchos es necesario pulsar el botón para que pasen los viandantes, pues los guardias los dedican a otras cosas, algunas poco agradables para los automovilistas.

Guardia Municipal. Foto Catalá Roca 

Metro
Hemos conocido la existencia de taquilleras, interventoras, jefe de estación y mozo, en este último caso, solo en estaciones importantes. Ahora en lugar de todo este personal está la figura del supervisor comercial que atiende mas de un vestíbulo pero no expide billetes.

En el tren había conductor y jefe de tren. Ahora es agente único y mucho nos tememos que el siguiente paso sea equipararse a la Línea 9 del metro de Barcelona o a la lanzadera entre las dos terminales de la T4 de Barajas.

Consecuencia: el viajero tiene que hacer personalmente la compra del título de transporte y abrir las puertas del tren

Jefe de tren del convoy del metro disponiéndose a la operación de cierre de puertas. Foto Diario Madrid 

Ferrocarril de Cercanías
Ocurre algo similar al metro. Cuando se abrió la línea Aluche-Móstoles, que hoy forma parte de la C-5, las estaciones tenían jefe de estación y personal de taquillas para el despacho de billetes.

Transporte urbano colectivo
¿Quién no recuerda en tranvías, autobuses y trolebuses el conductor y el cobrador?. También desapareció el empleado que en las cabeceras iba despachando billetes para acelerar la salida del vehículo.

Ahora es agente único y el viajero excepcionalmente compra el billete en el autobús, pero siempre en máquina expendedora cuando se trata de metro ligero.

Cobrador de tranvía de los que expedían los billetes recorriendo el pasillo

Transporte interurbano colectivo
Dos ejemplos:

Los autobuses de la Empresa Martín que hacían el recorrido Madrid-Leganés contaban con cobrador que despachaba billetes en ruta y comprobaba los adquiridos en el despacho de la calle Escalinata.

Los autobuses de la Empresa Larrea que tenían los servicios a Madrid-Cercedilla y Madrid-Guadarrama llevaban cobrador en cada uno, posteriormente se redujo a uno que durante el trayecto cambiaba de vehículo. Asimismo la empresa disponía de despacho de billetes en la calle Martín de los Heros.


Gasolineras
Empezó la moda de repostar el combustible uno mismo sin beneficio económico para el cliente, hasta que se extendió a todas.

Consecuencia, el cliente permanece en las instalaciones de las gasolineras mas tiempo que antes pues no tiene la agilidad y rapidez de un empleado, y mientras tanto las zonas donde hay que efectuar el  pago se han convertido en pequeños bazares con mayor rendimiento empresarial pues hay mas ventas con menos personal.

Estación de servicio abanderada por la antigua Campsa, con los conductores haciendo ellos mismos el repostaje de combustible.

Cines
La plantilla de cara al público estaba compuesta por taquillera, controlador del acceso y acomodadores.

Ahora con salas múltiples con una sola taquilla para todas y muchas máquinas expendedoras. También hay un solo controlador de acceso, o a lo sumo dos sin son muchas, y, por supuesto, se acomoda uno mismo, haya o no haya empezado la proyección, tanto si son asientos numerados como si no lo son.

Un espectador buscando su asiento. Foto la Voz de Galicia

Entidades financieras
Cada vez son mas las operaciones que hace uno mismo, siendo común en todas las entidades que ya ningún empleado actualiza las cartillas pues tiene que dedicar su tiempo a otras cosas “mas rentables”.

Hay entidades que no permiten dentro de la oficina el ingreso o reintegro de ciertas cantidades, siendo obligado hacerlo en los cajeros, situados en el exterior. Estos aparatos permiten, entre otras operaciones, la consulta de movimientos, el pago de recibos y el ingreso de cheques, siendo frecuente ver clientes en la calle haciendo fila para realizar lo que no les dejan hacer dentro, lo cual, aparte del menor personal que tienen, dificultan el paso peatonal de quienes transitan por ese lugar sin tener nada que ver con la entidad financiera.

Cajero automático para entidades financieras

Cafeterías
Se está empezando a sustituir en algunos establecimientos (residencias, sanatorios, empresas, etc.) la cafetería por máquinas de autoventa (vending) en las que se pueden adquirir los cafés en sus diversas formas, bocadillos, refrescos, aperitivos, etc..

Consecuencia supresión de camareros y disminución del personal de limpieza.

Máquinas expendedoras de bebidas y alimentos, conocidas por máquinas de vending

Hipermercados
Los “hiper” y supermercados, donde cada uno elige el producto, han hecho desaparecer muchas tiendas donde el empleado atendía personalmente.

La siguiente vuelta de tuerca ha sido la disminución de puestos de caja atendidos por empleados y sustituidos por cajas automáticas en las que cada cliente pasa el código de barras por el lector, paga con tarjeta y adiós muy buenas (1).

Máquinas de autoservicio para pagar en supermercados

Peajes
Es notorio el número de cabinas vacías que existen en las autopistas de peaje, obligando en aras a la rapidez a que uno tenga que desistir de pasar por manual para hacer el pago con tarjeta o telepeaje.

En cierta autopista, fuera de la Comunidad de Madrid, solo era posible el pago en máquinas, bien en metálico, bien con tarjeta, pues de forma permanente había sido suprimido el puesto de atendido por personal y por tanto no había nadie ante una emergencia, solo un timbre de aviso que muy posiblemente estuviera a varios kilómetros de distancia.

Un automovilista pagando el peaje mediante máquina. Foto elpais.com

Internet
Las empresas de suministros (luz, gas, telefonía, etc.) están empeñadas en suprimir el envío físico de las facturas, ahorrándose papel a costa del consumidor que se las tiene que imprimir, igual que con otras, como por ejemplo las de aviación que nos hacen que tengamos que hacerlo con los billetes de embarque.

Con la Administración ocurre otro tanto de lo mismo: envío del borrador del IRPF, renovación del carnet de conducir, etc.

En general el pago con tarjeta o la realización de operaciones a través de Internet ha hecho disminuir de manera significativa el uso de efectivo y como consecuencia ha descendido la necesidad de circulación de vehículos blindados, con todo lo que eso conlleva en la cuestión de puestos de trabajo.

Abanico de tarjetas de débito y crédito

oOoOo

Con este artículo no queremos posicionarnos en contra del progreso con el que siempre estaremos a favor, pues es evidente que muchas veces la mecanización hace mas humano el trabajo, pero el abuso de máquinas despersonaliza el trato y sobre todo el fin último que se persigue es que las empresas se liberen de recursos humanos para aumentar su margen comercial, sin que parte de los beneficios que se obtienen con ellas repercutan en mejorar el precio final a aplicar al consumidor, pues prefieren una máquina a una persona ya que no se pone en huelga ni pide aumento de sueldo (2).

Para finalizar el tema, una última reflexión con una pregunta al aire. ¿De seguir así con la mecanización y la robótica hasta dónde llegaremos con el ¡hágalo Vd. mismo!?

P.D. Dadas las características del tema tratado, hemos procurado que algunas fotos ilustrativas sean de fuera de España.

Autor José Manuel Seseña

En el blog Historias Matritenses participa y colabora Ricardo Márquez

Notas:
(1) Me sucedió en un hiper de bricolaje, aunque la situación puede ocurrir en cualquiera de otra actividad, en la que una cajera, visiblemente molesta por la enorme cantidad de clientes que tenía en la fila, dijo que pasáramos a la automática, comentario que lo repitió varias veces, la última con cierto enojo. Mi respuesta, al llegar mi turno junto a ella fue “El día que todos vayamos por allí, TÚ vas a la calle”, dándose cuenta con su silencio de que estaba cavando su propia tumba ahora que está el trabajo tan escaso.
(2) El planteamiento de las empresas con el que se nos trata de convencer es que con máquinas pueden poner el precio final mas bajo que si se utilizara personal.
Es significativa la respuesta dada a la representación sindical de una entidad financiera cuando fue a pedir aumento del quebranto de moneda por la aparición de los billetes de 5.000 pesetas al haber mayor riesgo para el empleado, y la empresa dijo que no procedía toda vez que el manejo de efectivo iba a disminuir por tener mas valor que los de 1.000 pesetas.
Es evidente que cada cual arrima el ascua a su sardina.