jueves, 28 de noviembre de 2013

Instituto Cardenal Cisneros

Ingreso en el Instituto R. de Maeztu  
Antes de pasar al Cardenal Cisneros, hice el exámen de ingreso en el Ramiro de Maeztu, en septiembre de 1947. El Jefe de Estudios, Sr. Magariños, nos dictó un trozo del Quijote,  y al día siguiente  tuvimos el exámen oral: “Dime los cuatro evangelistas; ¿qué es una patata?; ¿qué contiene esta botella? (era pesadísima: mercurio, y yo ni idea); cuéntame algo de la historia de España... “ ¡Aprobado; este chico es un fenómeno!

Las instalaciones del Ramiro eran espléndidas, si bien las aulas propiamente dichas, pequeñas y habilitadas con un mobiliario moderno y vulgar, no podían competir con las aulas del Cardenal Cisneros, grandiosas y de sabor tan antiguo. Por otro lado, el Maeztu tenía una magnífica sala de cine en la que un gran número de gruesos clavos de metal dorado adornaban la pared, dándole visos de lujo y riqueza.
La piscina, con los trampolines; el aparcadero de bicicletas, cada una colgada al lado de las otras como si tal cosa, niqueladas y de la marca Orbea... Cuando por primera vez vi aquel emporio recuerdo que me quedé con la boca abierta.  

Por último, el enorme campo de deportes, en el que en agosto de 1946 el instituto, en ofrenda de acatamiento y pleitesía a su querido Caudillo, le dedicó una tabla de gimnasia y las siglas del “Victor” sobre la hierba, en camiseta y calzoncillos.

Y yo, que a la sazón era tambor en la banda del Hogar Alto de los Leones y nos habían llevado allí a dar la murga, recibí en la tribuna con bombo y platillo al señor ese, de presencia más bien vulgar y afeminada, que en una tarde de 1939,  en la hora amable del café, entre sorbo y sorbete y con un simple trazo de su famosa estilográfica  me dejó huérfano para toda la eternidad.

Esta era mi clase en el hogar A. de los Leones en 1940. Para la foto les han puesto algo de material pedadógico delante que en realidad no teníamos, aparte de la “Cartilla primera”. El único  material de trabajo era la pizarra y el pizarrín. Foto: Agencia EFE.

Los alumnos del Maeztu eran niños finos que tenían pluma estilográfica en el bolsillo y cartera de cuero a la espalda. Además olían a jabón de Heno de Pravia y a bocata de jamón serrano. Eran niños que irradiaban la alegria y felicidad del que se mueve en un mundo cómodo y cálido, sin dolor, rodeados de cosas bellas y bien alimentados, en el que además abundaban los libros y las bicicletas. Y como nada les faltaba, hasta tenían un papá que les llevaba en auto, como el Hassán II, que llegaba al Ramiro todas las mañanas en su cochazo negro.

Además en verano se íban durante tres meses a la Concha o a Laredo, y una vez empezado el curso, los fines de semana, se citaban en el Cine Colón. Sus mamás eran bellas, limpias, elegantemente vestidas y olían a Chanel 5.
A la vista de tanta gloria, ganas le daban a uno de ser un niño del Ramiro de Maeztu, pero no de los que planchaban los pantalones del domingo metiéndolos debajo del colchón --que tambíen los había--, sino de aquellos otros que, en el dia de mi ingreso, con tal gracia y tan seguros de sí mismos saltaban del trampolín de la piscina o jugaban al baloncesto en la cancha del instituto, al tanto que un grupo de admiradoras, de "niñas bien", vestidas al desgaire con finas galas, desde la banda les animaban con sus grititos comedidos: “¡Oh, Javier, qué intrépido eres!”

Ahí te dejo, Ramiro de Maeztu, con tu caudillo protector montado en el penco correspondiente a la entrada del instituto, que yo ahora me marcho a barrios más castizos.

El Instituto Cardenal Cisneros
Por ahorrar pasta o quizá por evitar la promiscuidad ideológica, el caso es que nos trasladaron la matrícula al Cardenal Cisneros, con los proletarios.

A la salida del metro de Noviciado, pegado a la Universidad Central, se encontraba el instituto, en la calle de los Reyes, “La Calle sin Sol”, como la habíamos bautizado.
El inmueble, seguramente edificado varios siglos antes, era un vetusto y venerable caserón, cuyos muros de granito -más propios de una fortaleza que de un centro docente-- conservaban la salmodia del diario declinar en latín y el eco de las voces infantiles de los pipiolos.
Durante muchos años había sido seminario, de lo que daba testimonio la espléndida escalera de marmol con la vidriera redonda, polícroma, en lo alto de la misma. También pertenecía al instituto un patio de recreo y deportes, abandonado y sin utilidad ninguna, que sólo pisamos una vez para ser fotografiados en grupo al comienzo del primer curso.


Primer curso (ahí faltan bastantes), septiembre de 1947, en el patio de deportes (fuera de uso) del Instituto Cardenal Cisneros. El autor de esta historieta -–Ernesto Fernández-- está sentado en el extremo derecho del banco, sin abrigo, desnutrido y serio. Todavía recuerdo el nombre de más de una docena. Ahí veo a uno que luego fue ingeniero de caminos, otro joyero; el de más allá, camarero, y hasta hay un tocólogo, ¡qué tío! 
Yo por mi parte acabé de “tramp” por tierras germanas. Foto: Ernesto Fernández.

Entrar en un aula del Cisneros era como volver a pisar el siglo XIX. La de Ciencias, por ejemplo, tenía sobre el alto dintel de la puerta un letrero de esmalte, estrecho y alargado, que decía: “Aula n° XIII”, así, en números romanos. Sus ventanales, también muy altos, daban a un patio sin vida, no nos fuera a distraer. Cada banco mostraba en el respaldo cuatro placas ovaladas de esmalte blanco con el número de cada uno -–cien en total--, tantos como éramos en primero y que era la capacidad de las aulas--, lo que permitía al profesor comprobar de un vistazo si faltaba alguno.

El suelo de gastadas tablas de madera, escalonado y ascendiente, multiplicaba el ruido de los temblorosos pasos del alumno solicitado a la pizarra o a la tarima.
El singular brillo de los bancos, producto del roce de cientos de traseros envueltos en honrada pana, estaba en contraste con las feas muescas que mostraban los pupitres, obra sin arte salida de la navaja de algún alumno aburrido en tarde de invierno; y en la pared del fondo se encontraba el reloj --grande, exagonal y con cifras romanas-- que tantas veces atrajo nuestra mirada anhelante, poco antes de que sonara el timbre, estridente y jubiloso, dando la hora en el pasillo.


--Por Dios, Sinforosa, no vuelvas la cabeza, que por ahí viene Roque con su burro nuevo y se lo va a creer.
--Pues qué pelma es, hija; no deja de darme la lata desde hace 80 años.

Pueblos de España en mis años de instituto. Así se hacen las cosas, repartiendo con equidad, como dijo  Franco: “ A cada uno lo suyo, su puerta, su ventana y su chimenea, sin olvidar desde luego el saco de la entrada, por si las moscas...” . Foto: Centro de Turismo (1964).

A la entrada de la clase de Ciencias, en lo alto de la pared --el aula tenía unos cinco metros de altura--, estaban fijas unas láminas que rezaban: "Periodisches System der Elemente von Mendelejew"; y otra más:”Poliedros regulares: tetraedro, dodecaedro, etc.”, y al no saber de qué iba y no tener a quién preguntar, esas láminas me parecian enigmáticas e inquietantes.

Sin embargo, lo que más llamaba la atención nada más entrar en el aula era el estrado, con la tarima de madera, amplia y elevada, a la que se subía por dos escaleritas laterales. En el centro de la misma se encontraba la mesa del profesor, larguísima y con tres sillones de recio cuero, a la usanza de los tiempos de Felipe II.

Circundaba la tarima una barandilla de hierro forjado, tan alta como la mesa, y detrás de la mesa, insertas en la pared, estaban las vitrinas, llenas de instrumentos polvorientos del año en que se descubrió la electricidad: Bobinas eléctricas, gordas como porras, voltímetros de a kilo y balanzas exactas de poco fiar. Todo aquello era muy antiguo y más viejo que la tos.

No obstante, algo mágico tenía ese ambiente vetusto y venerable, que además de informar el espíritu del alumno, le iba transmitiendo, año tras año, la solera intelectual y el indispensable amor al estudio.

Los catedráticos del Cardenal Cisneros - Vivat academia, vivant professores!
Los catedráticos del instituto Cisneros se caracterizaban por dos cosas: por su enorme saber y porque eran muy viejos. Y yo, hoy que he alcanzado su edad, ¡cuánto cariño siento por ellos! Esos hombres, tan sabios y a menudo por las nubes, con apodos crueles y excentricidades grotescas, eran los últimos representantes de una especie condenada a desaparecer.
Su más egregio representante era el de latín, Vicente García de Diego, que aunque Bibliotecario Perpetuo de la Real Academia Española, para nosotros, indoctos pipiolos, no dejaba de ser "Mito". Frase típica suya: "¡Es Vd. un burro. Nos pasamos el día hablando latín, así: de ager,agri: el agricultor; de campus,campi: el campo. Siéntese, un cero!"

Don Ernesto Giménez Caballero, mi profesor de literatura en el instituto Cisneros. A su lado, Gloria, la mujer de Dionisio Ridruejo. 
Acostumbraba a venir cada día al instituto con esa cartera en la mano, que era la expresión visual de un rito invariable y tranquilizante. Nunca nos recomendó un libro como lectura; seguramente porque se pensaba con razón que no teníamos un duro para tales gollerías. Así que nos conformábamos con recitar El Mío Cid, la Égloga Carnaval y la Cantiga de Serrana, que tanto me gustaba. Foto del libro: "Casi unas memorias", de D.Ridruejo.

El profe de literatura era el archiconocido Ernesto Giménez Caballero, que era exaltado, entusiasta y fantaseador, aunque también realista, ya que poseía una de las imprentas más importantes de Madrid. Hizo mucho por la literatura moderna (fundador de La Gaceta Literaria), por el documental de cine y por la obra pedagógica. Infaustamente, también fue el artífice de cosas tan estrambóticas como ese galimatías de "Por el Imperio hacia Dios", tan usado en Falange, y similares.

El que identificara la estilográfica de Franco con el falo del mismo también pasó a la historia.

No obstante, era un profesor bondadoso que jamás suspendió a nadie. Su manera de organizar la clase en plan de torneo medieval se hizo legendaria. Desgraciadamente, muy pocos --quizá ninguno-- llegó a calar en la enorme oportunidad que tuvimos de estudiar a fondo toda la literatura española y europea con su libro de texto, tan erudito.

Franco, con ese alma tan roma que tenía, no podía entender a los poetas y soñadores como Dionisio Ridruejo y Giménez Caballero (aunque ambos hayan sido en su tiempo dos “fachas” de órdago); así que envió al primero al destierro, y al segundo, de embajador a la embajada más lejana que tenía, al Perú.

Certificado académico  de un amigo mío (que gestionó años después),  excelente en dibujo --más tarde se hizo deliniante-- . Obsérvense las llamadas “Tres Marías”: religión, dibujo y gimnasia; qué fáciles ellas, qué gozo. Foto: Ernesto Fernández.

El catedrático de francés en primero era el Padre Peinado, un anciano de manos temblorosas. Su clase era por las tardes, y cuando el rumor de voces subía más de la cuenta, levantaba el brazo y agitando en el aire la lista enrollada en la mano gritaba algo que nosotros entendíamos como "con la lista" , o sea, al que hable alto le daré con la lista. Mucho después entendímos lo que quería decir, "con la vista", no en voz alta. Anécdota pija, pero divertida para mí.

 A partir de segundo tuvimos en francés a Manuel del Palacio Chevalier, más conocido por "Cubillo", excelente en ambos idiomas. Alto, seco, de mejillas chupadas y muy tieso, marchaba por los pasillos cual dolorida caricatura, atrayéndose la mofa despiadada de la manada estudiantil.

Veamos ahora a través de una escena real durante la clase de francés la candidez del profe en diálogo con un alumno del Hogar Ciudad Universitaria, que era donde estaba yo:
--El alumno Carrascal Redondo: "Sr. profesor, me he caído y me he hecho mal en un pie”.
--Profesor: "Palabra de falangista, más o menos caballero, es siempre palabra de falangista. El Sr. Redondo ha sufrido un accidente; llévenlo entre dos a la casa de socorro y si no pueden, llévenlo a pulso" Y conteniendo a duras penas la risa, estos pícaros se escaparon a tomar el sol.

Claro que en abono del profe hay que decir que tanto él como la mayor parte de los catedráticos del instituto habían escrito los libros de texto que usábamos.

Diciembre, 1941. Mi hermano mayor y yo en los porches del Hogar Alto de los Leones. La visita hace tiempo que la olvidé, pero quien quiera que fuera quien nos hizo la foto a mí me sacó -- a pesar de los pesares--optimista y emprendedor, casi entusiasta. ¡Bravo, chaval!. Foto: Ernesto Fernández.

Los otros catedráticos eran: Fiteras, de matemáticas, el de los "castillos" cuando explicaba los quebrados (yo veía por primera vez en mi vida un quebrado).
Don Agustín, de ciencias; seguramente era el único catedrático en toda España que aparecía en clase con el birrete y la borla de color. Cada vez que mencionaba a un científico extranjero --generalmente era un alemán--, corría a la pizarra a escribir el nombre, del todo ininteligible para nosotros.
Le siguió Espona, un profe "bueno", de los que no suspenden.
Tolsada, de literatura, quien calificaba de manera tan hiperbólica que lo mismo te endiñaba 5 ceros que un 10 al cubo de una vez.
El de dibujo, "Moquillo": "Hay que sacar la punta exagerada, de dos ctms.”
Doña Juliana, de geografia, que me puso un cero por no saber las partes de la Historia.
Y aquel sadista, el de geografía, gordinflón y untoso, que con una mueca sardónica nos decía: "Haceis ruido poque teneis hambre; sí, ya veo que no habeis comido", y flores parecidas.
 El de matemáticas, con una hija pipuda con la que hacíamos las prácticas de química. Cada vez que sonaba el timbre de salida gritaba él: "¡Ahora más silencio que nunca!", y golpeaba la mesa con la mano, sapicándole la tinta.
"Centella" y "El Niño", también de matemáticas; este último, con una luenga barba blanca.

Escena callejera en verano de 1949. 
“El aguador” sirviendo por el precio de 10 cts. un vaso de agua fresca al cliente. Para inclinar el barrilete se valia de un dispositivo muy simple: tiraba del cordel que le pasaba por el hombro. 
Los chicos van en alpargatas y uno de ellos lleva el pantalón bombacho caido –como cuando jugábamos al futbol--, y por la actitud relajada y el gesto algo aburrido se adivina que están de vacaciones. 
A la derecha se ve a un barrendero barriendo la calle, sin temor a ser atropellado por uno de los pocos autos que circulaban. Foto: Centro de Turismo (1964).

El de griego, "Neanias" (el joven, en grigo), pues sólo tenía unos cuarenta y tantos años; en comparación con los otros catedráticos, un pibe. ¡Ay, Neanias!, instrumento del Destino. Su chivatazo de que faltaba a clase provocó mi expulsión fulminante, a punto de terminar el quinto curso (en los cuatro cursos anteriores no me habían suspendido ni una sola vez; nota media: notable). Cuando se enteró de las consecuencias, se quedó consternado, convencido como estoy de que en realidad sólo quería ayudarme. (La causa de mi “malheur” era que había llegado la pubertad con sus problemas, y yo, ni zorra idea de qué era aquello).

Miss Orfelia, de inglés; una inglesa preciosa con un coche topolino. En navidades llevaba una gramola de manivela y villancicos ingleses.
Alexandre, el de fisica y química; me echó de clase por reirme cuando explicaba la electricidad estática y había dibujado unas bolitas que pendían de un cilindro que a mí me recordaba a un pene. ¿Por qué no consideraría que yo estaba en plena pubertad?

Y por último, el de filosofía, Sr. Alegre, con quien impulsado por una extraña corazonada me lancé a hacer el test de montar un manubrio con dos émbolos, y dado el tiempo que empleé me dijo: "Vd. no valdría para mecánico." Si me llega a ver algo mas tarde en Alemania montando motores como una fiera...
                                                                       
Los Alumnos del Cisneros 
Casi todos los alumnos del Cisneros eran hijos de trabajadores o de sencillos empleados, por eso no es de extrañar que allí ninguno fuera nunca en coche, ni siquiera en bicicleta  (¿dónde la hubiera aparcado?), y solamente dos hermanos --muy espigados los dos-- llevaban cartera de cuero a la espalda; los demás, carpetas de cartón.

De todos modos, los hubo con suerte: Pereda, por ejemplo, que tenía como vecino de banco a Pato, chico fino y por lo visto acomodado, quien todos los días le daba el bocadillo que traía de casa.
 Algunos pasaban lista, y todavia resuena en mis oidos la cantinela diaria de "...Falla Ramos, Fernández Agudo, Fernández Fernández...”

Parroquia de San Juan Bautista, boda de mi maestra de “Alto de los Leones”, Berta (Señor, qué cúmulo de ignorancia), y Don Aurelio. Yo acabo de ingresar en el HCU (Hogar Ciudad Universitaria) y ya voy al instituto. Soy el chico de la derecha, de doce años y medio, con pantalones cortos, rostro inteligente, pecho raquítico y sonrisa“ à la Gioconda” . (Con el zoom la foto se ve mucho mejor). 

En las manos tengo el último tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín; además voy pertrechado con un escapulario de la Virgen del Carmen y una medalla de la Virgen del Pilar para que me ayudaran a no pecar contra el sexto mandamiento –otro no había--, que aun cuando lo teníamos continuamente en la cabeza paradójicamente nunca lo nombrábamos por su nombre –no fornicar--, y si lo hacíamos parecía que decías una palabrota. 

A mi lado se encuentra Maruja, la directora del Hogar Alto de los Leones, una de esas“jamonas” a la antigua usanza, de presencia burguesa, barroca y con muchos refajos de seda negra, aromando a incienso de Misa Mayor y a cama sin hacer. A menudo --sin darse cuenta, por supuesto-- se sentaba delante de mí en posición harto descocada (hoy día que tanto se ha envilecido la lengua se diría “esparrancá”), y yo, olvidando mi pureza y buenos propósitos, me quedaba absorto... con la mirada perdida entre sus ligas. 

En la última fila, a la derecha, vemos una pantera escapada de algún parque zoológico de lujo, que estuvo en el Hogar de Leones durante tres meses haciendo el Servicio Social. Aunque hacían el mismo trabajo que el resto de las guardadoras,  estas chicas del Servicio Social destacaban tanto físicamente como en todo lo demás. Hasta las había que eran nobles, como la Sta. Charito, por ejemplo, que era marquesa. A mí, sin embargo, esta pantera de que hablo, sin ser marquesa, me gustaba más... por guapa. Agosto, 1947. Foto: Ernesto Fernández.

En el verano del año 1946, Talayero, Inspector Nacional de Enseñanza Primaria, se presentó en A. de los Leones, y en presencia de la directora (Maruja Hidalgo) y de mi maestra (Berta) me hizo el siguiente exámen: Me preguntó la tabla de multiplicar y a continuación que cuántos lados tenía un pentágono. Yo que en mi vida había oído esa palabra, después de vacilar un momente le dije que ocho, por decir un número. Peor hubiera sido que le hubiese dicho veinte. Así que este buen señor, tan incompetente como el resto, dándome un cachecito paternal en el rostro me dijo que todavía era muy joven para ingresar, eso que ya tenía 11 años.

Mi maestra ni se sonrojó ante mi fracaso --que era el suyo-- quizá para que nadie notara que ella tampoco sabía la contestación correcta, pues carecía del título.

Al año siguiente, no sé si Talayero se había muerto, si le habían destituido o quizás me había olvidado, el caso es que sin su mediación aprobé el exámen de ingreso en el Ramiro de Maeztu, aun cuando continuaba sin saber lo del pentágono. ¡Pero qué pésimamente nos prepararon aquellas maestras  que de tales no tenían más que la denominación!

Grupo de niños “superdotados” -- según la prensa franquista--, que han ganado el Concurso Nacional de Catecismo en 1946, al haberse aprendido el catecismo Ripalda de memoria. ¡Pero qué monstruosidad, tío! Ello les daba derecho a estudiar en el "Hogar Ciudad Universitaria".

El primero de la derecha es V. Niño, con aire de “a ver, ¡otro saco más!”. A su lado se encuentra Serrano, muy obediente y muy formal, que eso también ayuda mucho en la vida a falta de otros recursos. En el centro, Urbano, el más listo y alegre del grupo. Luego viene Canales, intentando introducir la moda “pardales” en Madrid, sin conseguirlo. A su lado, un chaval desconocido que ya sueña con un puesto en un consejo de administración y se ha puesto una corbata. Las chicas al fondo --¡condenación, yo las recordaba más guapas!-- también se han aprendido el catecismo de memoria, lo que garantizaba su habilidad para poner inyecciones en el popó como enfermeras o para enseñar como maestras el abecedario a los niños.

En Alto de los Leones, lugar donde reinaba la incultura aderezada con Flores a Maria, me pusieron a estudiar porque era "el que más sabía", es decir, el famoso tuerto en el país de los ciegos, por lo que para chincharme me llamaban ”maestro" y yo --tonto de mí-- en lugar de sentirme halagado, me cabreaba.
Pero no hay que engañarse, que todo mi acervo cultural acumulado en siete largos años de clase por la mañana y por la tarde, incluso los sábados, se reducía a saber las cuatro reglas y a leer y escribir, con muchas faltas de ortografía, pues jamás hicimos un dictado, todo aprendido de una manera burda y de memorieta.

Las libros que tuve fueron escasísimos --¡con la sed que tenía de lecturas!--, solamente algunos,  que además rezumaban ejemplaridad pedagógica, como "Así son nuestros Niños" , los de derechas, claro, no los otros, golfillos con sangre roja en las venas.

Además, muchos tebeos. Y por último, los libros con los que más disfruté: "Las Aventuras de Sandokan", ",Aventuras de Guillermo" y "Los Apuros de Guillermo", libros que me prestaron los  alemanes que había allí. (Me sorprendió muchísimo enterarme de que el autor Richmal Crompton era una mujer. La serie de “Guillermo”, escrita por ella, es fenómena).

Para terminar el tema diré que en mi clase del “hogar” la gramática,  la geometría, los quebrados, etc., todo era tabú, tierra ignota. Por eso cuando entré por primera vez en el aula de latín -–llegaba con retraso por culpa del ómnibus que nos llevaba al instituto--, el profe estaba dictando “nominativo, genitivo...” con lo que me quedé helado: Aquello me sonaba a chino.  La Historia Sagrada sin embargo nos la sabíamos de memoria.
Y aquí termina este artículo, escrito para recrearme en el recuerdo y en honor de todos aquellos que tuvieron la suerte de pasar por el Instituto Cardenal Cisneros.
-.-.-          
Ernesto Fernández Agudo
Alemania, 2013

 Otros artículos del autor:
- Hogar Ciudad universitaria – Auxilio Social
- Historias matritenses: Un emigrante en Alemania
- Historias matritenses: La Ciudad Lineal en el recuerdo
- Historias matritenses: Hogar Alto de los Leones 
- Historias matritenses: El último viaje de un tranvía. – Ciudad Lineal
- Historias matritenses: El velódromo y Campo del Plus Ultra – Ciudad Lineal
- Historias matritenses: Las tres beldades del Auxilio Social y el cabaret

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los blogs madrileños en defensa del patrimonio de Madrid



Con motivo de la celebración el 16 de Noviembre del Día Internacional del Patrimonio Mundial, fecha establecida por la Unesco el 16 de Noviembre de 1972 para conmemorar el 40 aniversario de la firma en París de la Convención de Patrimonio Mundial, Cultural  y Natural, han tenido lugar en Madrid unas jornadas entre el 13 y el 16 de Noviembre organizadas por "Madrid, Ciudadanía y Patrimonio" con el fin de concienciar a los madrileños de la importancia de preservar el rico patrimonio que atesora Madrid y para muchos resulta desconocido.

Entre los diversos actos llevados a cabo, uno de ellos ha sido la reunión de blogueros madrileños interesados en el objetivo de la salvaguarda arqueológica y arquitectónica, con la misión importante de conocerse quienes estamos detrás dándoles vida, pues somos personas físicas y no virtuales que desinteresadamente dedicamos nuestros esfuerzos en tiempo y dinero para dar a conocer diversos aspectos de Madrid, cada uno aportando su granito de arena, pero que muchos pocos hacen un gran mucho.

El blog Historias Matritenses fue amablemente invitado a la reunión por: http://madridciudadaniaypatrimonio.org/ 

y además participó en el coloquio desde el estrado junto a los compañeros de:
http://caminandopormadrid.blogspot.com.es/ (Carlos Osorio)
http://madridmetropolis.blogspot.com.es/ (Álvaro Rey)
http://pasionpormadrid.blogspot.com.es/ (Jesús Guerra Esetena)
http://madrid-art-deco.blogspot.com.es/ (David Pallol)

Después de las presentaciones se estableció un interesante coloquio con el público asistente, moderado por Igor González Martín (http://frontonbetijaimadrid.org/), con intervenciones, entre otras, de  http://www.hispanianostra.org/, Asociación de Amigos de la Cornisa – Vistillas y http://amtta.blogspot.com.es/ . El acto lo cerró Vicente Patón, presidente de la asociación organizadora Madrid, Ciudadanía y Patrimonio.


Entre los asuntos tratados se comentó que era necesaria la unión de los blogs para la defensa del patrimonio, del desconocimiento y desinterés que en muchos casos existe entre los madrileños por el patrimonio arquitectónico que atesora la ciudad achacándolo a que, como dijo Antonio Machado, Madrid es rompeolas de todas las Españas, y muchos habitantes son oriundos de otras regiones con las que se sienten mas identificados con sus monumentos.

Se habló también de la falta de sensibilidad de la clase política hacia la conservación, mas preocupada por los intereses espúreos que se esconden tras la piqueta, léase M-30; túneles de Bailén, derribo de edificios históricos para realizar nuevas construcciones, etc.; leyes de patrimonio poco proclives para ejercer una adecuada defensa…

Pero además del patrimonio material, cuyos máximos exponentes son la arquitectura y arqueología, hay también otros que merecen atención como son los jardines históricos y los medios de transporte, junto con otros de patrimonio inmaterial en los podemos citar a la gastronomía, costumbres y el antiguo habla madrileño. Tanto para el material como el inmaterial para muchos ya es demasiado tarde, como los palacetes del Paseo de la Castellana, y para otros la espada de Damocles pende sobre su cabeza en forma de especulación inmobiliaria, por lo que hay que hacer un gran esfuerzo entre todos para evitar su desaparición aprovechando la facilidad que nos brindan las nuevas tecnologías.

Los que hacemos el blog Historias Matritenses seguiremos con la gratificante tarea de dar a conocer aspectos madrileños de nuestra historia, y muy especialmente de aquellos que puedan en estar en un difícil trance de supervivencia.
-.-.-

Autor: José Manuel Seseña.

En este blog también colabora: Ricardo Márquez.

jueves, 14 de noviembre de 2013

El Túnel de Guadarrama

El próximo día 4 de Diciembre se cumplen 50 años de la inauguración del túnel de carretera de Guadarrama, construido para salvar el puerto del mismo nombre, también llamado Alto del León, situado a 1.511 metros sobre el nivel del mar. Es la divisoria de las cuencas de los ríos Duero y Tajo y de las provincias de Segovia, perteneciente a la Comunidad de Castilla y León, y de Madrid, antiguamente denominadas regiones de Castilla la Vieja y Castilla la Nueva antes de crear el Estado de las Autonomías. El primer túnel para atravesar este puerto, no obstante, fue el del ferrocarril Villalba-Segovia de 2.380 metros, inaugurado el 29 de Junio de 1888 y puesto en servicio el 1 de Julio siguiente,

Vista del Puerto de Guadarrama, con el monumento al fondo a la derecha

El paso entre las dos Castillas por el puerto del Guadarrama se debe a Fernando VI que ordenó la construcción del camino de comunicación entre ambos lados. Se erigió en 1749 un monumento sobre el que hay un león tumbado que ha dado origen al nombre de Alto de León, por el que también es conocido, con una inscripción en latín: “Fernandus VI pater patriae viam utrique castellae superatir motibus fecit an sallutis MDCCXLIX Regni sui IV” (Fernando VI, padre de la Patria, hizo el camino para ambas Castillas por encima de los montes, el año de nuestra salvación 1749, IV de su reinado).

Detalle del monumento

Respecto a la controversia del nombre de Alto del León o Alto de los Leones, el 17 de Julio de 1939 Ramón Serrano Súñer, ministro de la Gobernación, firma la orden de cambio de denominación a Alto de los Leones, publicado en el B.O.E. del día siguiente (1), nombre asumido como original, sin embargo, investigaciones particulares demostraron que ello había sido consecuencia de una modificación dándolas a conocer a la opinión pública. La restitución del nombre Alto del León inició sus trámites en Noviembre de 1999 a través del Instituto Geográfico Nacional, y el cambio oficial se produjo el 1 de Abril de 2000 por el Ministerio de Fomento.

Travesía de la N-VI a su paso por Guadarrama, que toma el nombre de calle de Alfonso Senra

El puerto de Guadarrama está situado aproximadamente en el Km. 57 de la N-VI Madrid-A Coruña. De siempre ha constituido una barrera que ha dificultado la comunicación de Madrid con el noroeste peninsular, sobre todo en época invernal, pues por la vertiente sur el descenso es brusco, y no tanto por la vertiente norte, situadas sus poblaciones colaterales inmediatas de Guadarrama y San Rafael a 981 metros y 1.212 metros respectivamente, planteándose en 1932 la idea de construir el túnel, cuestión que por los sucesos de todos conocidos, acaecidos en los años siguientes, demoró su realización treinta años. En la actualidad está mejorado el trazado de la carretera con ampliación de calzada e instalación de zonas enarenadas para frenados de emergencia.

Travesía de la N-VI a su paso por San Rafael, barrio de El Espinar, provincia de Segovia, que toma el nombre de calle de Travesía del Alto del León

El túnel carretero de Guadarrama, utilizando una expresión coloquial, podemos decir que echa a andar en 1960. Transcribimos el primer párrafo del B.O.E. publicado el 15 de Julio de 1972 con motivo de integrarse en la autopista de peaje Villalba-Villacastín, cuestión que comentaremos mas adelante:" Ilmos. Sres.: Por Orden ministerial de 27 de Julio de 1960, y al amparo de a Ley de 26 de febrero de 1953, sobre la construcción por particulares de carreteras de peaje, fue otorgada la concesión de construcción y explotación como carretera de peaje de la variante en la carretera de Madrid a La Coruña, con túnel para cruce del Alto de los Leones de Castilla a la Compañía “Canales y Túneles, S.A.

Las obras dieron comienzo en el mes de febrero de 1961 y las de perforación del túnel en octubre del mismo año.

Túnel I boca lado Madrid

La inauguración oficial de la variante en túnel tuvo lugar el 4 de Diciembre de 1963 para hacerla coincidir con la fecha de nacimiento del General Franco, que asistió a ella acompañado del correspondiente séquito haciendo el recorrido de sur a norte. En la salida, con espacio suficiente para realizar los actos protocolarios, le esperaban autoridades y numeroso público que portaba las consabidas pancartas, soportando estoicamente la abundante lluvia. En el lugar se instaló un lápida recordando el hecho y de que se trataba de la primera carretera de peaje construida en España.

Túnel I interior junto a la boca lado Madrid

Sin embargo, el día anterior, el 3 de Diciembre, la empresa concesionaria autorizó el paso de los numerosos camiones bloqueados por la nieve en San Rafael y Guadarrama, sin cobrar tasas de peaje. Excelente publicidad haciendo bueno el dicho “Quien regala bien vende sí el que lo recibe lo entiende”. Este hecho suscita dos preguntas al aire ¿Se abrió por motivos de seguridad de cara a la inauguración oficial del día siguiente? ¿Con las estrictas medidas de seguridad actuales se habría actuado igual ahora?

Túnel I interior

La puesta en funcionamiento fue el 5 de Diciembre, día siguiente de la inauguración oficial. La primera circulación fue conmemorativa, pues la recorrió un vehículo de 1898.

Las tasas de peaje iniciales fueron:
30 pesetas motos y turismos
125 pesetas para camiones de dos ejes (2)
200 pesetas para camiones de tres ejes, camiones con remolque y autobuses

Tras este túnel del Guadarrama, empezó a hablarse de uno para atravesar el Puerto de Navacerrada, pero el asunto quedó en agua de borrajas.

Plano de la variante en túnel del puerto de Guadarrama. Documento ABC

El túnel se inicia a un nivel inferior de la estación de ferrocarril de Tablada, muy por debajo de los antiguos edificios sanatoriales, y termina a una altura similar a la línea ferroviaria en las inmediaciones del apeadero de Gudillos (3), ya que el de tren desciende hacia el norte mientras que el de carretera es a la inversa.

Es totalmente recto excepto en las bocas de acceso, con ligera curva en cada una de ellas cuyo objeto es evitar el deslumbramiento que puede producir el sol a los conductores cuando se acercan a la salida. Tiene dos carriles, la velocidad máxima permitida es 80 km/h y se permite el adelantamiento excepto en las curvas de los extremos, maniobra circulatoria extremadamente peligrosa en túnel por la menor visibilidad que alguna ocasión ha sido causa de algún choque frontal. La longitud son 2.870 m y la inclinación es descendente hacia Madrid (3,46%).

Cabinas de peaje del túnel. Al fondo la boca del túnel I lado Segovia, y arriba, en el alto, el puerto de Guadarrama.

Las cabinas del peaje están en Gudillos, aunque para efectos oficiales se llama San Rafael, y la variante en la vertiente segoviana se incorpora a la N-VI en la zona conocida por Las Fuentecillas, en la que hay una fuente con un pequeño kiosko donde frecuentan la parada muchos camiones antes de afrontar la subida del puerto.

Incorporación de la variante del túnel a la N-VI en Las Fuentecillas, vertiente segoviana

Integración del túnel en autopista
El Decreto 129/1968, de 18 de enero, adjudica a Ibérica de Autopistas, S.A. la concesión para la construcción, conservación y explotación de la autopista Villalba-Villacastín. La Orden de 11 de Julio de 1972, del Ministro de Obras Públicas Fernández de la Mora, publicada en el B.O.E. del 15 de Julio dice entre otras cosas:  “Disuelta y extinguida el 31 de Diciembre de 1968 la Sociedad “Canales y Túneles, S.A.” en la forma prevista por la estipulación 32 de la escritura de concesión de la autopista Villalba-Villacastín, resulta en su consecuencia “Iberpistas, S.A.”, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 29 de la Orden de 27 de Julio de 1960, titular de la concesión administrativa de la variante en la carretera de Madrid a La Coruña, con túnel para el cruce del Alto de los Leones de Castilla.
En su consecuencia, este Ministerio ha resuelto lo que sigue:
Artículo primero. Se declara integrada la concesión administrativa de la variante en la carretera de Madrid a La Coruña, con túnel para el cruce del Alto de los Leones de Castilla, en la concesión administrativa de la autopista Villalba-Villacastín, de la que es titular la Sociedad “Iberpistas, S.A.” que ostentará desde la entrada en vigor de la presente Orden el carácter de concesión única”.

Esta decisión del Ministro de Obras Públicas es contestada con firmeza por la Alcaldía de El Espinar, pues el Alcalde alega que el túnel se hizo para salvar el puerto de Guadarrama y no se le puede integrar en una autopista que va a obligar a pagar mas peaje al tener que recorrer mas kilómetros necesariamente, pidiendo que se busquen otras soluciones que no penalicen económicamente a los usuarios que, como consecuencia de la decisión ministerial, van a resultar afectados. Sorprende la actitud de contestación, aunque moderada, del regidor espinariego en unos tiempos poco propicios a ello (4).

Las obras de la autopista se iniciaron el 1 de Abril de 1968 y la queja no surtió efecto puesto que el túnel, llamado ahora túnel I, quedó integrado en la autopista para el sentido Madrid, mientras que el nuevo se aplicó para el sentido Segovia, denominado túnel II, mas ancho y de longitud 3.340 m pues necesita mas desarrollo que el túnel I para suavizar el ascenso (0,89%).

Túnel II boca lado Madrid
La inauguración del primer tramo de la autopista entre Villalba-Cristo de El Caloco, fue el 25 de Mayo de 1972 por el Ministro de Obras Públicas, aunque la entrada en servicio se llevó a cabo el día anterior y se realizó con carácter provisional ya que se cierra el túnel 1 para su adaptación a su nueva función habilitando en su lugar el nuevo, el túnel 2, para lo cual se abren los accesos necesarios. La inauguración completa y oficial tiene lugar el 17 de Julio de 1972, acto que cuenta con la presencia del Jefe del Estado Francisco Franco (5). Las cabinas de peaje se trasladan a San Rafael, situadas poco después de rebasar el desmonte detrás del cual está el túnel ferroviario del apeadero de este barrio de El Espinar.

No es cuestión de este trabajo continuar hablando de cuestiones societarias de las concesionarias ni sobre la autopista, ampliada en gran parte a tres carriles, solo decir que fue prolongada primero a Villacastín y luego a Adanero, donde posteriormente continuó libre de peaje como A-6 (6). Mas adelante, sirvió de punto de conexión de las autopistas AP-51 Ávila-Villacastín y AP-61 Segovia-San Rafael.

Epílogo
Dada la necesidad de implantar en el túnel I las nuevas medidas de seguridad que fueron apareciendo en el transcurso de los años, se hizo necesario construir un tercer túnel, llamado túnel III, aplicado al sentido Madrid, de tres carriles y 3.148 metros de longitud con descenso del 1,46%, que fue inaugurado el 29 de Marzo de 2007. A continuación el túnel I fue cerrado durante 46 días para acometer las obras indicadas de adaptación, que una vez terminadas quedó en reserva para funcionar de forma reversible en sentido Madrid o en sentido Segovia cuando las circunstancias del tráfico aconsejen tener dos túneles en el mismo sentido.

Túnel III boca lado Segovia

Los tres túneles cuentan con diversos pasillos de interconexión entre ellos para evacuación en caso de necesidad, algunos con posibilidad de circular vehículos de emergencia y varios anchurones que permiten apartar coches averiados.

Túneles III y II bocas lado Madrid

Los túneles de Guadarrama, han servido para iniciar una nueva manera de la Dirección General de Tráfico de controlar la velocidad con la instalación de “radar por tramo” a finales de 2010, en principio de pruebas para adaptación, pero el 1 de Febrero de 2011 comienza a multar.

Conjunto de los cuatro túneles de bajo el puerto de Guadarrama, tres de carretera y uno de ferrocarril

Conjunto de los túneles de Guadarrama con detalle de los cruces interiores a distinto nivel, rojo ferrocarril y azul el túnel I
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Post Data
Queremos agradecer a D. César Sanz-Pastor y Fernández de Piérola, fallecido en 2005, su brillante labor como ingeniero interviniendo en diversas infraestructuras, muchas de ellas relacionadas con Madrid, pero muy especialmente la de la construcción del túnel de Guadarrama que con gran tesón y solventando dificultades pudo llevarla a término, ahorrándonos tiempo y fatigas y facilitándonos seguridad a los que viajamos por la A-6.
Quien quiera saber mas de su labor puede pinchar este enlace

Autor: José Manuel Seseña

En el blog Historias Matritenses participa y colabora Ricardo Márquez

Fuentes:
Las fotos con la marca de agua son de la web de todocoleccion.

Notas:
(1) La Orden decía así: “Burgos, 17. — El ministro de la Gobernación ha firmado la siguiente Orden, dando el nombre de Alto de los Leones de Castilla, al paraje del Alto del León situado en el término de El Espinar y Guadarrama, con el fin de que perpetúe el recuerdo del heroísmo derrochado en los primeros días en la sierra del Guadarrama, por los combatientes de Valladolid y Segovia, los que con sin igual bravura detuvieron a costa de grandes sacrificios el empuje de las fuerzas marxistas. Este ministerio ha tenido a bien disponer se nombre en lo sucesivo Alto de los Leones de Castilla. Burgos, 17 de julio de 1939. Año de la Victoria. Serrano Suñer.”
(2) La puesta en servicio del túnel carretero no evitó que hubiera camiones que siguieran pasando por el puerto, evitando el túnel. Se comentaba la picaresca de que algunos camiones les pagaban en la empresa transportista el peaje pero como en aquel tiempo no les exigían el justificante, se quedaban con el dinero para sus gastos. Desconozco la veracidad de este comentario y en caso de ser cierto, el número de los que así actuaban.
(3) El apeadero de Gudillos, actualmente fuera de uso, fue inaugurado el 19 de Julio de 1953 por el ministro de Obras Obras Públicas, Conde de Vallellano, junto con otras obras del término municipal de El Espinar.
Era un modesto edificio con porche en la línea Villalba-Segovia, situado en curva al poco de salir del túnel de Tablada, inicialmente atendido por un empleado que despachaba billetes poco antes de la llegada de los trenes, pero después, debido al escaso  número de viajeros que lo utilizaban, había que adquirirlos en ruta al interventor, y finalmente quedó suprimido como punto de parada. Daba servicio a una pequeña colonia de chalets a la que se accedía por el camino que partía de la N-VI en las Fuentecillas, totalmente ocupado después por la salida de la variante de la carretera.
(4) Nosotros desde el blog, no cuestionamos la actitud del Alcalde respecto a sí la razón moral que tiene va acompañada o no de la razón legal. Simplemente decir que lo legal no tiene por qué ser justo ni lo justo tiene por qué ser legal.
(5) Aún siendo peaje, había una sección que era un recorrido libre. Se trataba y se trata, pues sigue estando, del tramo entre Villalba y la carretera M-600 (San Lorenzo de El Escorial-Guadarrama) a fin de facilitar el acceso al Valle de los Caídos, pues en conjunto es mejor trazado que hacerlo a través de la N-VI en las inmediaciones de Villalba.
(6) El cambio de la nomenclatura de las carreteras fue acordado en el Consejo de Ministros de 29 de Septiembre de 2005. La carretera N-VI pasó a denominarse A-6 en los tramos de autovía/autopista libre y AP-6 en los de peaje, en este caso entre Villalba y Adanero.

jueves, 31 de octubre de 2013

El Cuartel del Archiduque, La Piovera y Canillejas



Un lector del blog nos preguntó por los escudos que tiene el llamado Cuartel del Archiduque, una singular edificación enclavada en el centro del barrio de las Palomas, en la calle Colios. Este fue el inicio de esta investigación, aunque con anterioridad ya teníamos datos de la quinta de La Piovera, que iremos exponiendo.

Para saber la historia de La Piovera haremos un resumen del excelente libro de don Miguel Lasso de la Vega Zamora: "Quintas de recreo: Las casas de campo de la aristocracia alrededor de Madrid", donde trata entre otros quinta La Piovera.

El nombre de La Piovera corresponde a una población italiana, en el Piamonte, y quedó vinculada a la quinta de Canillejas a mediados del siglo XVII cuando los Hamodei compraron el castillo de Italia y también la quinta, que aunque ya era utilizada anteriormente como finca de recreo (al menos desde 1609, cuando pertenecía a los condes de Villamor), no tenía un nombre específico y se asoció al castillo italiano que poseían los Hamodei.

Así encontramos los siguientes propietarios: Juan de Alcedo Velázquez, año 1619; príncipes de Esquilache, 1621; marqués de Auñón, 1635; y marqués de Piovera (Agostino de Homodei), año 1646. En 1698 pasó a manos de los Bamberde, y estos se la vendieron a Tomás Rodríguez de Cuenca y este a su vez a Honorato de Leotardi quien además compró diversas fincas limítrofes, vendiendo todas ellas al marqués de Aytona en 1723. Posteriormente, por temas de parentescos, pasó a los duques de Medinaceli, quienes la sacaron a publica subasta, siendo adjudicada a los hermanos Tarsis en 1746.

En 1767 fue comprada por el marqués de Casafuerte, don Joaquín Ciro de Acuña, que era también marqués de Escalona, vendiendo éste mediante una hipoteca a doña Mariana Sáez, viuda de Joseph García Gago, la quinta en julio de 1770, pero transcurridos los años regresó de nuevo al marquesado de Casafuerte, posiblemente por impago de la hipoteca. Por matrimonios, y tras la Guerra de la Independencia, estaba de nuevo en manos de la Casa de Escalona y Bédmar, en la persona de Manuel Antonio de Acuña y Dewite, poseedor también de la gran quinta del Aguilar.

En esta foto de principios de los años sesenta se puede ver todavía la antigua cerca de La Piovera. Actualmente transcurre por el lugar la avenida de la Azaleas.

En 1836 es propiedad de Juan de Tarquis Pugo, quien contrajo matrimonio con María Josefa Soria Vilar. El marqués de Ulagares compró la finca en 1858, arrendando parte de la finca (todo el centro de la posesión), a Manuel Seco Rodríguez, quien empezó a construir allí el colegio del Príncipe Alfonso.

En abril de 1859 es comprada por la compañía de don Enrique O´Shea (duque de Sanlúcar), quien mantiene el acuerdo de arrendamiento con Manuel Seco Rodríguez, pero de nuevo la mala suerte hizo de las suyas y el marqués de Ulagares tuvo que tomar de nuevo La Piovera por la quiebra de la compañía de O´Shea.

Ulagares vendió la finca a Juan Bautista Soldevilla en 1860, y éste revendió la parte que ocupaba el colegio a Seco, comprometiéndose éste a hacer la división de la finca mediante una tapia, pero 2 meses más tarde Soldevilla vendió toda la finca a Seco. En 1864 la finca salió a subasta por la quiebra del colegio Príncipe Alfonso.

Hasta aquí el resumen del magnífico libro de Lasso. Añadir lo que hemos podido encontrar y que no aparece en el libro: en 1791 sale en arrendamiento La Piovera y pertenecía a la testamentería de Joseph Sierra.

En 1817 se pone en arrendamiento la finca, perteneciente entonces al marqués de Escalona, con la siguiente descripción: "... de caber 32 fanegas de tierra, las 16 poco mas ó menos con agua de pie, y dos norias, y las otras 16 restantes se riegan con el agua de aquellas; está cerrada, y en su centro tiene varias casas arruinadas en la mayor parte, y un palomar en un estado regular; además 32 fanegas de pan llevar, y de ellas mas de 12 en un pedazo lindante con la cerca, y las demas en distintos parages." SIC.

La familia Tarquis Soria demandó al marqués de Ulagares por no pagar el precio pactado en 1858, pero un tercero también reclamaba la finca al marqués por otras deudas.


El colegio Príncipe Alfonso fue el que mayor relevancia dio a la quinta por la gran cantidad de anuncios que puso en la prensa. Abrió sus puertas en septiembre de 1860, y en los anuncios decía así:
"... Es abundante en aguas de pié, repartidas en varias fuentes, y la cerca contiene unas 40 fanegas de tierra. Se nos dice que hay un palomar grande, huertas, jardines, casas de recreo y labor; habrá casa para café-confitería para las familias de los alumnos, y estos tendrán en un jardín departamentos para la práctica de las lecciones de agricultura, así como también estarán separados en los dormitorios. La pensión será 8 reales diarios. Su propietario y director es el arquitecto don Manuel Seco y Rodríguez, el mismo que enseñará la agrimensura a todos los niños cuya edad sea suficiente para este estudio."

Además el colegio ofrecía un viaje en ómnibus desde Madrid para pasar un día de campo, con encargo de la comida en la fonda, y se vendía también flores y ramilletes.


A finales de octubre de 1864 La Piovera es sacada a subasta publica por concurso de acreedores que se seguía contra Manuel Seco. Hasta 1884 no se vuelven a encontrar ninguna noticia sobre la finca, y en este año Vicente Bertrán de Lis Derrer, Marqués de Bondad Real y Ministro de Ultramar, aparece como poseedor de La Piovera cuando presenta unas hortalizas en una exposición de horticultura. En años sucesivos hay referencias a los tejares allí instalados.

Don Enrique Gutiérrez de Salamanca (Caballero de Alcántara,  miembro de la Diputación Provincial de Madrid por el distrito de Inclusa y senador), compró la finca en 1894 a Bertrán de Lis. Gutiérrez de Salamanca  era un hombre muy rico y en esos años se dedicó a adquirir grandes propiedades, como el castillo y tierras de Oropesa.


Sin embargo en 1896 don Luis de la Mata entabla un pleito contra Vicente Bertrán de Lis Derrer, y que afecta también a Gutiérrez de Salamanca. Durante dos años la finca es sacada en pública subasta, y finalmente es el propio demandante, Luis de la Mata, quien se quedó con ella, subastando los aperos abandonados por Gutiérrez de Salamanca en 1898.

Es precisamente en los anuncios de la subasta donde podernos hacernos una idea de lo que era La Piovera a finales del siglo XIX:

" .... varios edificios, jardín y caminos, tres estanques, tejar y era: existiendo en la huerta árboles frutales, almendros higueras, olmos, olivos y plantación nueva de viñedo.... Un grupo de casas de un solo piso que ocupan una superficie de unos cuatro mil pies cuadrados y que constituyen vivienda para dos familias. Y un caserío principal que consta de casa de administración, compuesta de planta baja y granero en alto, lagar, bodega, palomar y una casa para el dueño con pisos bajo y principal, de extensión unos 12.000 pies cuadros. " SIC

En total la finca contaba con 17 hectáreas y en esa fecha se había agrandado la finca principal, añadiendo al vallado la parte que daba hacia Canillejas.


Es a partir del momento en que La Piovera pasó a las manos de Luis de la Mata Martínez cuando se estabiliza la proiedad. Luis de la Mata era uno de los mayores propietarios de inmuebles de Madrid, estando entre los veinte mayores contribuyentes (1). Fue candidato al Ayuntamiento de Madrid por el distrito de Buenavista en 1897, como liberal independiente. Ostentó el cargo de visitador médico del Hospital Provincial. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid y diputado provincial. Pero su faceta más importante era la de promotor inmobiliario; siendo, junto al marqués de Urquijo, el principal constructor de la capital a finales del siglo XIX.


Hombre inquieto siempre buscó el progreso, así en 1907 puso en marcha un proyecto para la construcción de 100 casas para obreros en el propio Canillejas. En 1911 montó en La Piovera un motor aéreo solar. Se trataba de un gigantesco tubo de 38 metros de altura pintado de negro en el que se instalaron varias hélices. Por la diferencia térmica o la fuerza del viento las aspas se movían generando energía. Incluso de noche podían encerrar ovejas en la base del cilindro y el calor de los animales seguía moviendo las hélices. Era un artilugio muy eficaz pues no necesita mantenimiento.

Obsérvese el gran tamaño del cilindro con relación a los dos hombres que están en la base.

Don Luis de la Mata Martínez falleció el 10 de noviembre de 1926. Su hijo don Luis de la Mata y Hervás vendió parte de los terrenos anexos a la quinta de La Piovera a la Compañía Madrileña de Urbanización (CMU), la sociedad de la Ciudad Lineal de Arturo Soria, para la construcción de la Colonia Alfonso XIII. La urbanización estaba planteada desde la carretera de Aragón (hoy calle de Alcalá), hasta más allá de La Piovera por su parte oriental, siendo el eje principal el camino entre Canillejas y Canillas. La Piovera conservaba integro todo el terreno que tenía vallado. La CMU compró terrenos, además de a la familia de la Mata, a don José Luis Gutiérrez Canales y don José Escobar, entre otros.

Anuncio en la prensa de la colonia Alfonso XIII

En contra de toda la teoría de la Ciudad Lineal se planteó una especie de ciudad jardín, aunque con una buena anchura de calles y rotondas en las intersecciones principales. Tampoco se exigía a los compradores una construcción preestablecida, distancia de las casas a las aceras, alturas u otras condiciones de servidumbre.

Los nombres que se asignaron a las calles fueron: Gutiérrez Canales, camino de Canillejas a Canillas, Luis de la Mata, Esteban Carro, Isla de Cuba, Nueva España, Estanislao Gómez, Antonio Jesús, Vizconde de Uzqueta, Eduardo Mazón, Unión de Canillejas, Honorio Valentín Gamazo, Conde de Posadas, Enrique de Prada, Castilla, Aragón, Enrique López, Marqués de Valdecilla, Perú, Vicente Jiménez,... existiendo todavía muchos de estos nombres en nuestro callejero actual.


En apenas 8 meses se llegaron a construir unas 50 viviendas, siendo en la practica la ampliación del pueblo de Canillejas. La CMU siguió con la urbanización y acometidas de suministros hasta finales de 1931, que hayamos podido corroborar.




Ejemplos de las viviendas que se construyeron en la parte más cercana a Canillejas, en la calle Raza y José Cano Heredia. Como se ve poco tiene que ver con la teoría de la Ciudad Lineal.

Como podemos comprobar en el plano parcelario de la urbanización Alfonso XIII las fincas más alejadas de Canillejas fueron las últimas en venderse. Por otra parte hay hileras, o parcelas contiguas, en las calles más alejadas (como en Conde de las Posadas, o en Francisco José Arroyo), que aparecen como vendidas, pero tenemos la seguridad que pertenecían a los antiguos propietarios, posiblemente en una permuta: A cambio de urbanizar la zona vendían los terrenos pero se quedan con alguno de ellos.


A principios de los años treinta se instaló la Cerámica San Antonio al oeste de La Piovera, entre la actual entrada al parque Juan Carlos I y la M-40. Se trataba de una gigantesca fábrica que sin duda aprovechó la depresión que se producía en la confluencia del arroyo del Santo con el de Juanes para extraer tierras y  además poder usar sus aguas.

Cerámica San Antonio a principio de los años sesenta.

Durante la Guerra Civil los edificios de la quinta sufrieron graves daños. Es en los años cuarenta cuando se levantó el conocido Cuartel del Archiduque. Sin lugar a dudas se construyó sobre la planta de los anteriores edificios de La Piovera.

En el plano anterior se puede ver como afecto la avenida de América a la zona.

La apertura de la avenida de América (1952) supuso la desaparición de algunas calles de la colonia Alfonso XIII, pero lo peor fue la separación de Canillejas, aunque ya pertenecía a Chamartín desde el 1950 por la absorción de los pueblos limítrofes hecha por Madrid .

El puente de la calle Guadalajara sobre la avenida de América.

Sin embargo don Rafael Zea Morales, yerno de Luis de la Mata, vio el enorme potencial que ofrecía la nueva vía de comunicación con Madrid. Poco a poco fue comprando las parcelas que tenía en la colonia a Luis de la Mata y construyó chalets.



Esta vivienda actualmente forma parte del colegio Santa María de la Hispanidad.

También se construyeron viviendas más humildes.

En el plano de 1955 ya se observan muchas más construcciones junto a La Piovera.

La figura cuadrada del Cuartel del Archiduque ya destacaba en el plano en el centro de la finca de La Piovera.

Viendo la fuerte demanda que había de viviendas por parte de los americanos de la Base de Torrejón, remodeló interiormente el Cuartel del Archiduque para convertirlos en apartamentos. También levantó chalets al estilo norteamericano al norte y al oeste del Cuartel del Archiduque, en lo que era la propia finca de La Piovera a principios de los años sesenta. Estos chalets se conocerían como Las Palomas, probablemente por las pequeñas figuras de palomas voladoras que pusieron en sus fachadas, o por el famoso palomar de La Piovera. Se trata de una de las primeras urbanizaciones de chalet adosados construidas en Madrid.


El interior de La Piovera

Los primeros chalet adosados tipos "norteamerícanos".

Foto tomada desde los apartamentos de La Piovera. En primer término el muro del perímetro de la finca de La Piovera. Al fondo se ven las lomas donde hoy está el parque Juan Carlos I y a la derecha la chimenea de la Cerámica San Antonio.

Detalle de la fachada por el que el barrio, probablemente, recibe el nombre de Las Palomas.

Los adosados hoy en día.

En 1977 Vallehermoso construyó unos bloques en altura en la parte de la quinta que quedaba sin urbanizar, al este y sur del Cuartel del Archiduque.



En el croquis todavía destacaba el cuartel del Archiduque.

Para finalizar daremos un repaso al llamado Cuartel del Archiduque. El nombre procede de la re-edificación tras la Guerra Civil. Posiblemente en La Piovera se estableció el Archiduque Carlos de Austria cuando el 26 de septiembre de 1710 acampó antes de entrar en Madrid, pasando allí dos días, y volviendo esporádicamente. Cuando don Luis de la Mata y Hervás puso el nombre a la nueva edificación debió de basarse en lo que comentaban los vecinos con más arraigo de Canillejas.

Interior del Cuartel del Archiduque.

Si queda claro que el Cuartel del Archiduque se asienta sobre los antiguos edificios principales de La Piovera, conservando de hecho parte de la planta del colegio Príncipe Alfonso. Además el suelo está adoquinado con ladrillos, que sin duda pertenecieron a los antiguos edificios.

El escudo principal de la puerta es el de Castilla y León, y no parece muy antiguo, con toda probabilidad fue puesto en la fachada cuando se levantó el edificio en los años cuarenta, o cuando se remodeló en los cincuenta, haciendo juego con los ladrillos de las fachadas.

Sin embargo el escudo que hay en la puerta de una de las viviendas sí que parece muy antiguo, y corresponde ni más ni menos que al blasón de los Acuña: nueve cuñas romas y cinco escudetes. Por tanto el  escudo debió pertenecer al marquesado de Escalona (1767 ó 1817), cuando La Piovera era de su propiedad.


Detalle del escudo que se encuentra en la puerta de una de las viviendas del Cuartel del Archiduque.

El escudo de los acuñas, la única diferencia es la orientación de las cuñas.

Además de estar La Piovera separada de su antiguo pueblo Canillejas, actualmente pertenece al distrito de Hortaleza, tiene cambiado el nombre, siendo ahora el barrio de las Palomas (por las casas que construyeron para los americanos), y el nombre del barrio de La Piovera está hoy asignado a Conde de Orgaz, al oeste de la antigua quinta ..... !pobre nuestra Piovera!


Residencias de lujo se entremezclan con las de media alta, colegios e instituciones religiosas en lo que fue la colonia Alfonso XIII.

Pegado a avenida de América encontramos modernos edificios de oficinas.


Calle Conde de las Posadas. Casas que podían ser de cualquier pueblo castellano se intercalan entre los chalets.

El solar esquina Luis de la Mata a Av. de América, con sus 4 palmeras.

Las casas de la calle Estaníslao Gómez, 6 y 8, construidas en 1957.

Un solar donde había una casa con su palmera a la derecha, al fondo la casa de Estaníslao Gómez, 6.

Casi todas las fincas tienen su palmera.


La casa encantada, calle Eduardo Mazón. En la primera foto se ve el escudo con un solo árbol en él. La finca tiene el cartel en su entrada: "V. Guadalupe", imaginamos que Virgen Guadalupe.

Imagen actual de la fotografía número 2, avenida de las Azaleas. Por esta parte todavía se puede ver los antiguos muros de la cerca de la quinta de La Piovera.


Los apareados que se hicieron para los americanos, "Las Palomas". Calle de las Petunias.

La parte posterior de nuestro protagonista, el Cuartel del Archiduque. Calle Camelias.

 Construcción que se encuentra en la esquina de Avda. Azaleas - Sándalo. Foto Canillejero. Para saber que es.

Supestamente: calle vizconde de Uzqueta del año 1973. Foto Canillejero.

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Agradecimientos: A la familia Zea López de la Mata por la información facilitada.

Autor: Ricardo Márquez

En este blog colabora: José Manuel Seseña

Notas:
1 - Según la familia Zea López de la Mata, Luis de la Mata Martínez era el segundo propietario más importante de la capital detrás del Marqués de Salamanca.

Fuentes consultadas:
Hemeroteca Municipal Ayuntamiento de Madrid
Escudos y heráldica: http://pantxike.wordpress.com
Hemeroteca BNE
Mapas IGN
Cartografía - Área de Urbanismo - Ayuntamiento de Madrid
http://www.memoriademadrid.com/
http://www.mhs64.org/
Biblioteca Universidad Politécnica de Madrid.