Hace algún tiempo que leí la novela “La vuelta al mundo en la Numancia”, de don Benito Pérez Galdós, que forma parte de la cuarta serie de los Episodios Nacionales. En ella se cuenta con bastante detalle el ataque de la Armada Española a las plazas de Valparaíso, en Chile, y del Callao, en Perú.
En el relato por
lo general se la llama “la plaza del Callao”, no ciudad o puerto. Como puerto
la plaza del Callao era el más importante del Pacifico, junto a Valparaíso, de
lo que fueron las colonias españolas en la parte del Pacífico del América del
Sur.
Un día, en una de
mis innumerables búsquedas, encontré en la Biblioteca Nacional de España (Bne)
una fotografía de la fragata Villa de Madrid, que fue unos de los buques que
intervino en estas batallas navales, junto a la Numancia que se menciona en el
título del libro (1).
Fotografía de la BNE, de las fragatas Concepción y Villa
de Madrid, año 1860. Foto: C.D. Fredricks&Cº
Corría el año
1860 cuando la Corona Española decidió enviar a la Flota del Pacifico a pedir
disculpas a las jóvenes repúblicas de Chile y el Perú por unas supuestas
ofensas contra España. Después de bombardear desde el mar Valparaíso, la flota
de dirigió a la plaza del Callao, ciudad que se había protegido con dos
fortificaciones al norte y al sur.
El resto de las
potencias (Inglaterra, Francia, Estados Unidos…) no estaban de acuerdo con la
reprimenda que España quería dar, y España se encontraba sola en su petición de
rectificación con su flota fondeada en la isla de San Lorenzo y apenas sin
provisiones.
Así las cosas, el
día 2 de mayo se decidió el ataque del Callao. La fragata Villa de Madrid fue
destinada a atacar la fortaleza norte, pero por desgracias fue alcanzada al
principio de la batalla y tuvo que retirase. El polvorín de las baterías de la
fortaleza del sur fue alcanzado por uno de los proyectiles españoles y voló por
los aires.
Grabado de la batalla. BNE.
Después de varias
horas de lucha la flota española se retiró sin munición a la isla de San
Lorenzo y desde allí se dividieron los barcos para volver a España, unos por el
Cabo de Hornos, y otros en dirección a Filipinas atravesando el Pacífico y
bordear después África. Las condiciones eran lamentables pues apenas tenía
víveres para las primeras etapas de tan larga travesía.
Galdós hace unas
interesantes reflexiones sobre estas batallas, y pone estas palabras en uno de
sus personajes:
“Estos países son hijos
del nuestro emancipados, harto grandullones ya para vivir arrimados a las
faldas de la madre... y aunque sean algo calaveras, no debe la madre ponerse
con ellos demasiado fosca. Son republicanos; han roto con la historia vieja, y
se traen ellos su historia. España les dio con su sangre la picazón de las
rebeldías... debe tratarlos con indulgencia, y no reparar tanto en lo que
dicen, que de muchachos no debe esperarse mucho comedimiento en la palabra.”
Además de que con una batalla de apenas 8 horas no se solucionaba nada, España no tenía margen de maniobra con una sola base en el Pacífico, incluso se dudaba sí los mandos de la flota dijeron no recibir a tiempo una orden que de España llegó dando orden de suspender las hostilidades. Nunca mejor dicho que por ganar una batalla no se gana una guerra.
Y ahora veamos la
historia de nuestra plaza del Callao, la de Madrid. Es en el Plan Castro de
1861 cuando se contempla la apertura de una pequeña plaza en el abigarrado centro
de Madrid. Para ello se propone derribar un edificio entre las calles Preciados
y Carmen.
Detalle del anteproyecto de Castro de 1861. Marcada con
flecha roja la futura situación de la plaza.
Detalle del plano de 1866, en el que todavía estaba el
edificio que estaba en la plaza del Callao.
En el pleno del
Ayuntamiento de Madrid celebrado el día 13 de junio de 1866 se acordó poner el
nombre de Callao a la futura plaza “que se tenía que construir al final de la
calle del Carmen”, por “el triunfo obtenido en el bombardeo de la plaza del
Callao”.
Plano de Ibero de 1872, con la plaza del Callao ya hecha.
A continuación,
podemos ver algunas imágenes de la pequeña plaza que se creó.
Hacía 1910. En las fotografías anteriores podemos ser el
kiosco que se encontraba en la plaza. El edificio de la fachada sin ventanas
era el que estaba pegado al que se derribó, entre Preciados y Carmen.
En esta imagen de 1915 vemos al fondo de la plaza uno de
los más afamados cines de la época, el Gran Vía.
La construcción
de la Gran Vía iba a suponer agrandar la plaza del Callao más del doble, como
podemos observar en el siguiente plano.
En 1920 ya habían empezado los derribos y la plaza iba creciendo.
Con la
construcción del tercer tramo de la Gran Vía, la plaza del Callao tomó la
fisonomía actual.
Obras del tercer tramo de la Gran Vía. Hacia 1928.
-.-.-
Autor: Ricardo
Márquez
En el blog
Historias Matritenses también colabora José Manuel Seseña
Notas:
1 – Las naves que
intervinieron en la batalla de la plaza del Callao fueron: Numancia, Blanca, Resolución,
Almansa, Vencedora, Villa de Madrid y Berenguela.