Fue en 1861 cuando el Ayuntamiento de Madrid comenzó a plantearse la necesidad de crear una comunicación adecuada entre el norte y el sur de la ciudad, que evitara el paso por la congestionada Puerta del Sol. Tras varias tentativas, como la prolongación de la calle Preciados o la apertura de la Gran Vía de San Francisco, que no lograron solucionar del todo el problema.
En 1886 se aprobó el Proyecto de Reforma Interior, redactado por Carlos Velasco, y se realizaron las primeras expropiaciones, aunque dificultades de carácter administrativo y la fuerte oposición de la opinión pública impidieron que el plan prosperara, prolongándose su construcción a lo largo de 64 años.
El primer paso para desbloquear e impulsar el proyecto fue la "Ley de Saneamiento, Reforma y Ensanche Interior", que se promulgó en 1895, declarando la obra de utilidad pública. Tres años después, el Conde de Romanones, alcalde de Madrid, puso a cargo del proyecto a los arquitectos municipales José López Salaberry y Francisco Octavio Palacios, siendo finalmente aprobado en 1904, limitado ya a los tres tramos que hoy se conocen.
Debidas a las dificultades económicas y administrativas, el Ayuntamiento decidió asumir la parte más escabrosa de la operación -todo lo relativo a las expropiaciones- y adjudicar las obras a través de un concurso.
Fue el 4 de abril de 1910 cuando el rey Alfonso XIII dio el golpe de piqueta con el que se iniciaría el primer tramo de la Gran Vía, entre la calle Alcalá y la Red de San Luis. Su construcción fue la obra pública más importante que se realizó en Madrid en el primer tercio del siglo XX. Hasta aquel momento no se había producido una transformación de la ciudad como la que resultó de su trazado. Se expropiaron 358 edificios y 312 casas en 30 manzanas, entre los que se encontraban algunos tan importantes como el convento de San José y el de Nuestra Señora de la Presentación. También desaparecieron total o parcialmente muchas calles, como las de la Reina, San Miguel, Ballesta o Cruz Verde. La operación afectó a una superficie de 142.647 m² y supuso la formación de 31 nuevas manzanas, y de una avenida de casi un kilómetro y medio de longitud.
Las obras se dividieron en tres tramos que correspondían a :
Primer tramo - Calle del Conde de Peñalver:
Así se llamó al primer trozo de la Gran Vía situada entre la calle de Alcalá y la Red de San Luis, y llevó por título el nombre del alcalde que firmó el inicio de las obras, a quien se pretendía perpetuar con tal recuerdo. De hecho, en el edificio de la Gran Peña, que hacía esquina a la calle del Marqués de Valleiglesias, figura una lápida en la que se puede leer :
"Avenida de Conde de Peñalver. Primera vía de la reforma urbana a cuya realización dedicó todas sus iniciativas don Nicolás de Peñalver y Zamora, siendo alcalde de Madrid. Homenaje del pueblo. MCMXVI".
Este primer tramo se realizó entre 1910 y 1916, inaugurándose el 23 de octubre de 1916.
Segundo tramo - Calle de Pi i Margall:
Este segundo tramo se realizó entre septiembre de 1917 y principios de 1921, haciéndose la entrega provisional el 1 de julio del mismo año y la definitiva el 20 de agosto de 1927. Con el acuerdo municipal se dio a este segundo trozo de la Gran Vía el nombre de Avenida de Pi i Margall.
Tercer tramo - Calle Eduardo Dato:
Por Decreto de la Alcaldía Presidencia de 15 de febrero de 1925, se dispuso el siguiente día 16 como fecha de comienzo de las obras del tercer y último tramo de la Gran Vía, que se denominaba de Eduardo Dato. Las obras se prolongaron hasta 1927, cuando concluyeron las últimas demoliciones del tercer tramo, entre la plaza de Callao y la Plaza de España. Aunque la entrega de las obras fue el 22 de septiembre de 1932, algunos edificios no se concluirían hasta pasada la Guerra Civil.
En 1952 se construyó el último edificio de esta larga intervención, el del número 72, que es en la actualidad el Hotel Washington.
Por acuerdo Municipal del Ayuntamiento el 24 de abril de 1939 se pasó a llamar Avenida de José Antonio y ya en 1981 se cambió al definitivo de Gran Vía.
Autor: Angel Caldito.
En este blog también colaboran: José Manuel Seseña y Ricardo Márquez
Fuentes:
BNE
Urbanity.es (Juanjo)
Estupendo artículo, seguiré con atención toda la serie. ¡Qué tiempos aquellos en los que podían abordarse grandes proyectos urbanísticos! Es verdad que las obras se eternizaban, pero, al menos, se hacían con una planificación a largo plazo. Creo que las obras actuales carecen de esa visión de futuro de las de antes, porque están condicionadas por las citas electorales. ¿A algún político actual se le ocurriría expropiar porque quiere trazar una gran arteria o reordenar un barrio? No, porque se la jugaría en las siguientes elecciones. Saludos y felicitaciones!!!
ResponderEliminarMuy bueno. Las fotos estupendas.
ResponderEliminarSaludos
Gracias J.J.Guerra y Tomi. En breve seguiremos con la exposición y recopilación de lo que fue la Gran Vía para el cine, o viceversa. En el centenario del inicio de las obras ya hay muchos trabajos especializados de grandes autores que están acometiendo el recuerdo histórico de su construcción, como puede ser la revista Ilustración de Madrid, el libro Madrid Metropolitano, o el libro algo más antiguo de Alonso Pereira. Esta entrada es para situar un poco a los lectores de fuera de Madrid, sin ningún ánimo académico. Pensamos que serán muchos más amenos los siguientes.
ResponderEliminarUn saludo.