Como las desgracias nunca vienen solas, después de la epidemia de cólera de 1884 (ver el artículo del Asilo de las Mercedes para mayor información), se extendió sobre la capital la hambruna.
Para combatirla se planteó hacer una Tienda Asilo en cada distrito municipal de Madrid, siendo el primero establecido en la calle Jorge Juan, en el barrio de Salamanca, distrito de Buenavista, muy cercano al barrio de la Guindalera. Se trataban de unos comedores donde se ofrecían unas comidas muy económicas a los más pobres (por 10 céntimos el plato), y “Comen sentadas, y el frío puede perjudicar a la digestión: hay caloríferos” (SIC).
En Julio de 1889 se inauguró la Tienda Asilo del distrito de Palacio. Las crónicas decían así:
“Delante del cuartel de la Montaña se inauguró ayer la Tienda asilo del distrito de Palacio.
Tiene la nueva Tienda Asilo tres espaciosas naves: en la central se han instalado la cocina, los almacenes de comestibles y la bodega, y en cada una de las naves laterales hay veinte mesas, de capacidad cada una de ellas para cuatro personas. En dicha tienda fueron repartidas 400 raciones gratis; cada ración se componía de un plato de paella a la valenciana, patatas con carne, arroz con leche, pan, vino y un postre.
Momentos antes de las seis de la tarde llegaron a la Tienda S.M. la reina Cristina y S.A. la infanta doña Isabel, a quienes vitoreó el pueblo allí reunido...... “ (SIC). El Correo Militar, 15 de Julio de 1889.
En 1897 nacen otras nuevas instituciones benéficas municipales, los llamados Asilos de Noches. Se crean tres en Madrid: el del Sur (en la calle Méndez Álvaro), el del Norte (por Bravo Murillo a la altura de Ríos Rosas), y el de la Montaña de Príncipe Pío, protagonista principal de nuestro relato.
Los Asilos de Noches eran unos barracones con estufas, donde sin identificación previa podían dormir los sintechos sobre una tarima con manta o sin manta, según se terciara; desde que se ponía el sol, hasta las ocho de la mañana, cuando se les daba una sopa de ajo si gustaban.
El Asilo de la Montaña (como se conocía popularmente), era dependiente de la Asociación Matritense de Caridad, que sufragaba los gastos que no era capaz de cubrir la casa consistorial.
Estaba adosado a la Tienda Asilo y se inauguró en 1899, siendo de una sola planta y con una separata para los mendigos que eran recogidos por la policía.
El día 28 de Abril de 1903 cayeron enfermos tres personas que habían pasado la noche en el Asilo de la Montaña. Fueron trasladados al Hospital General, donde quedaron ingresados y puestos en observación, diagnosticándose gripe. No obstante fueron habilitadas dos galerías con 36 camas en previsión de una epidemia.
El día 2 de Mayo falleció uno de los enfermos y son encerrados las 150 personas en el Asilo de la Montaña que habían pernoctado allí. Otros 41 permanecen en el Hospital General, esperando a ser trasladados al Hospital de Epidemias del Cerro del Pimiento, en la Moncloa. Por primera vez se habla abiertamente de tifus exantemático, aunque se rebate por las autoridades afirmando que es gripe.
Es así como en la reunión del Gobierno Civil de día 4 de Mayo se decide el traslado de todos los mendigos enfermos al Cerro del Pimiento y de los sanos al Asilo del Sur. Asímismo se ordena al Cuerpo de Bomberos la quema del Asilo de la Montaña de inmediato. A las cinco de la madrugada del día 5 de Mayo, previo derribo de la medianería con la Tienda Asilo, el Asilo de la Montaña fue pasto de las llamas provocadas y controladas por los bomberos.
Dos jóvenes alumnos internos de San Carlos se pusieron al frente del Hospital de Epidemias del Cerro del Pimiento en el barrio de la Moncloa, Carlos M. Cortezo y Felipe Marañón.
A principios de 1904 los vecinos de la calle Ferraz, muy pudientes y poderosos en aquel entonces, empiezan a presionar para que desmantelen la Tienda Asilo de la Montaña.
Aunque hoy aquella zona es de clase alta, en aquellos días había bastante pobres. Donde hoy se asienta el Templo de Debod estaba entonces el Cuartel de la Montaña, pero anteriormente, antes de la construcción de la Estación del Norte, eran vertederos, donde abundaba la pobreza. Además, habitaban muchas de las lavanderas del Manzanares.
En noviembre de 1904 hay diversas suplicas para que se paralice el derribo de la Tienda Asilo, y aunque no se llega a demoler, si que en 1906 estaba ya cerrada y no daban comidas, pues el Gobierno Civil se planteó su reapertura para paliar el hambre que volvía a azotar Madrid. No hemos encontrado ninguna otra noticia posterior, lo que nos lleva a pensar que nunca volvió a funcionar, pero lo que sí es cierto es que los pobres siguieron siendo pobres.
Autor: Ricardo Márquez
En este artículo también ha colaborado: José Manuel Seseña.
Fuentes utilizadas:
BNE
Biblioteca de la Comunidad de Madrid
Álbum Flickr de Nicolás
Me ha sorprendido gratamente este artículo pues nunca había leído nada sobre las Tiendas Asilo.
ResponderEliminarEnhorabuena por el equipo de investigación tan fenomenal que formáis, con vosotros siempre aprendo algo nuevo :)
Un saludo desde mi Madrid del alma,
Mayrit
Digo lo mismo que el comentarista anterior, aunque la beneficencia no era nada nuevo, nunca había oido hablar de estas tiendas asilo. Excelente y curiosa información. Pero hay algo que me resulta extraño. Aunque no tengo referencias para comparar, 10 céntimos del año 1884 se me hace mucho dinero para una comida de pobres. ¿No se habrán equivocado en la cifra?
ResponderEliminarMuchas gracias Mayrit. Esperamos poder hacer hacer algún día una centésima parte de lo que tu haces por "nuestro Madrid del alma".
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias don Bernardino. También nos pareció mucho dinero para aquellos años. Lo más llamativo es que en 1904 (veinte años después de abrir la primera Tienda Asilo), la prensa sigue diciendo que el precio era de 10 céntimos. Tendremos que consultar los datos de carestía de la vida en el Instituto Nacional de Estadística, no sabemos si se produjo alguna deflación.
ResponderEliminarSaludos
Ricardo,otra vez gracias por toda la informaciónque nos aportas,yo támpoco tenía noticias de estas casa asilo,hoy en día existe Cáritas,clara reminiscencia de lo anterior.Un saludo G.M.P.
ResponderEliminarGracias Gloria por seguirnos y aportar sus recuerdos e indicaciones, siempre interesantes.
ResponderEliminarUn abrazo
Ricardo, sabia de la existencia de las tiendas asilo, por la historia del tornado sobre Madrid, que destruyo la existente en Atoca, pero no sabia de esta. Curiosa historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy buen artículo Ricardo y equipo, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarAclarador como entendían la ayuda social "36 camas en previsión de una epidemia" y la foto de la "cama-palet" con o sin manta, espeluzmante.
un abrazo.
Gracias Josamez y Alfredo. Miraré lo que mencionas del tornado y la Tienda Asilo de Atocha. Estos pequeños apuntes son los que enriquecen al blog. Alfredo, como siempre tan observador, da miedo imaginar lo que habría debajo de aquellas tablas. Encontré alguna información sobre las deplorables condiciones de las viviendas que estaban en el Cerro del Pimiento, clamaban al cielo. Es curioso como miseria llama a miseria, y el rechazo que provocaban estos centros cuando había alguna epidemia.
ResponderEliminarSaludos
Excelente trabajo Ricardo, tu blog es una fuente de conocimientos y curiosidades de Madrid. Te felicito por ello y te animo a que sigas ilustrándonos en el futuro.
ResponderEliminarrecibe un abrazo
Jose maría
Muchas gracias José María por tus palabras. Siempre son de agradecer para tomar con más ánimo este pasatiempos.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante post. Gracias a él he podido descubrir lo que eran las tiendas-asilo. Mi bisabuelo, Pedro Nicolás, regentó la Tienda Asilo de Camino Bajo de San Isidro, junto a su esposa María Herranz. He encontrado una impagable foto suya en un Blanco y Negro de 1916 (file:///C:/Users/EVA/Desktop/Blanco%20y%20Negro-16.01.1916-pagina%20020%20(1).pdf). Tiempo después abrieron casa de comidas en Santa Engracia. Saludos y seguiré su blog.
ResponderEliminarEstimada Eva, Para mi también fue algo nuevo el saber lo que eran las tiendas-asilo, siempre hoy hablar de los golfos pero desconocía la existencia de estos lugares. Las personas que llevaran estos establecimientos, como tus bisabuelos, tenían mucho mérito.
ResponderEliminarUn saludo