Para los que nos gustan los tranvías, qué suerte la suya el haber podido viajar muchas veces en esta peculiar línea.
TRANVIA 53
¡Oh! tranvía 53,
el que vas a Campamento,
viejo armatoste que vas
de soldados siempre lleno.
Montón de viejas astillas
que van pidiendo un fogón
¡oh! tranvía que caminas
por un milagro de Dios.
Pareces una gitana
bailando de sol a sol
o un toro torito toro
al que van clavando un rejón.
Paseo Extremadura arriba
con tu eterno trocotón
madre mía que tostón
trocotón, trocotón.
Los cruces son tu tormento
tu tormento y tu baldón
y se te funden los plomos
en la mejor ocasión.
¿Por qué no pondrán dos vías
y se arregla la cuestión?
Del cariño que te tienen
te empujan con emoción
quinientas personas dentro
y cien más alrededor,
pegados unos a otros
sin apenas respirar
vigila bien lo que llevas
no te vayan a mangar.
La cartera no te quitan
porque no llevas ni un chavo
pero con el bocadillo
ya puedes tener cuidado.
Voces, gritos, pisotones,
codazos sin compasión
y una voz dulce y maligna
¡ LOS BILLETES POR FAVOR!
………………..
Claro que eso de los billetes es un decir. El tranvía va abarrotado. El cobrador va encajado entre soldados. No hay forma de moverse. De cobrar los billetes ni de coña. Total, el cobrador se lo toma con filosofía y nos dice tocándose la colleja muchachos este viaje ¡todos de gorra¡
Esta imagen del tranvía y estos versos los tengo en la memoria desde hace más de 50 años, desde cuando hice el servicio militar en los cuarteles del final del Paseo de Extremadura.
Cuando en la mili ya éramos veteranos, a cada uno (bueno no a todos) nos encomendaban a tres o cuatro reclutas para que los enseñáramos a escribir. Algunos no sabían nada o lo hacían malamente… En el grupo de los que me encomendaron a mí, había uno al que le costaba mucho escribir. Cogía el lápiz de la punta, lo agarraba con fuerza y le entraban sudores: apenas podía poner su nombre y, sin embargo, era capaz de inventarse versos, ¡pásmate! Debía de ser de Extremadura, tierra de excelente troveros, y no había tenido ocasión de cultivarse lo más mínimo, pero hablaba en perfecto castellano. Cualquier situación en la que nos encontrásemos, él la sabía parodiar haciendo unos pareados o versos, no sé si llamarlos así. Estos sobre el tranvía 53 que iniciaban este relato los pusimos en el periódico mural del Regimiento.
El tranvía 53 por aquella década de los 50 hacía el recorrido de Príncipe Pío a Campamento. Salían de las cocheras de Príncipe Pío sin número puesto hasta que no llegaban al principio del recorrido para evitar que los tomáramos en marcha. Por aquel entonces solo había una vía durante todo el recorrido, cada ciertos metros salía otro ramal que se incorporaba a pocos metros de la vía única para dar lugar a que los tranvías que venían en dirección contraria pudieran seguir su camino utilizando la doble vía. A veces ninguno se decía el paso. Y podéis imaginar la que se liaba…
En ocasiones, los soldados bajaban del tranvía y tiraban de la cuerda del trole haciendo cambiar de dirección al que venía de los cuarteles. Como los tranvías que subían iban abarrotados de soldados tanto dentro como fuera, los guardias de la porra, a los que por entonces llevaban cascos blancos a los que denominábamos “medio huevo”, nos hacían bajar a todos los que íbamos dentro; pero cuando el tranvía arrancaba otra vez corríamos como locos para colgarnos de nuevo con el riesgo que suponía subirse en esas condiciones… De hecho, en una ocasión que subí al tranvía en marcha estuve a punto de tener un grave accidente. Agarrado al tranvía con las dos manos, cuando di el salto para subir al estribo, tenía la suela de la bota rota por la mitad (sólo tenía tapa y media suela), el pie rebotó y me quedé colgando solo de los brazos dando botes en el suelo con el tranvía en marcha hasta que pude poner el pie en el estribo levantándome a pulso con los brazos.
Todos los que hicimos la mili tenemos muchas historias que contar, anécdotas a montones: la mili da mucho de sí. Y quien las cuenta se arriesga a que lo comparen con el “abuelo cebolleta”, al que dejaban solo cuando empezaba con sus batallitas. En este caso, lo de la mili se cuenta para situar a los verdaderos protagonistas en su entorno: el tranvía 53 y el recluta que hacía versos aunque difícilmente sabía escribir su nombre.
Autor: José Luis Berzal Pérez.
Nuestro agradecimiento a nuestros amigos: Dehesa de la Villa, Naturaleza viva; por ponernos en contacto con José Luis Berzal.
En el blog Historias Matritenses participan: Ricardo Márquez y José Manuel Seseña
Muchas gracias, Ricardo y al equipo de Historias Matritenses, por hacer un hueco en vuestro blog a este relato de uno de nuestros colaboradores. Las fotos que habéis aportado, como siempre, son todo un lujo. Seguro que a Jose Luis Berzal le despiertan más de un recuerdo. Gracias también en su nombre.
ResponderEliminarMuchas gracias a vosotros Amigos de la Dehesa de la Villa por la importante labor que haceis en defensa de este pulmón de Madrid.
ResponderEliminarEsperamos que a José Luis también le guste el artículo que hemos preparado sobre la historia de la línea del tranvía 53, a publicar en fechas próximas.
Un cordial y afectuoso saludo de los que hacemos el blog Historias Matritenses.
José Manuel
Muy interesante el blog, y me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPero por el amor de dios, con artículos tan largos, poned el típico "Leer más" y reducid el tamaño del post. Es infernal hacer scroll constantemente para llegar al siguiente artículo. Tengo llagas en el dedo de tanto dar ala rueda del ratón
Un saludo
Rubén
Hola Rubén, gracias por tus palabras. Pues tienes razón en que son muy largos, pero hay algunas cosas por las que utilizamos este formato, que sería algo complicadas de explicar, además, que cada cual tenemos nuestros gustos. Te recomiendo que utilices el cuadro de buscar de la columna izquierda, para encontrar aquellas cosas que te interesan, o las etiquetas que están a la derecha. Un saludo.
ResponderEliminarHola Ricardo,
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en que cada uno tiene sus gustos, no seré yo quien discuta eso. Simplemente os hacía una sugerencia, personalmente me resulta "poco agradable", nada más.
Disculpad si mi comentario os pareció borde, o demasiado crítico. No pretendía eso ni mucho menos.
Un saludo, y continuad así. Como ya os dije, es muy interesante vuestro blog.
Rubén
Buenas tardes,este articulo ha llegado a mi poder en 2022 y me ha hecho gran ilusión ya que yo nací allí frente al cuartel wad ras 55 y recuerdo todo de lo que se habla aquí, aunque era muy pequeño lo recuerdo todo,gracias.
ResponderEliminarPor cierto fue bautizado en la iglesia que había allí entre los cuarteles
Hola Juan José:
ResponderEliminarNos encanta que te haya gustado la primera parte. Te paso el enlace de la segunda parte y última que esperamos que también te guste.
http://historias-matritenses.blogspot.com/2014/03/el-tranvia-53-el-tranvia-de-cuatro.html
Por otro lado, creo que, sin entrar en otras cuestiones, fue un error el derribo de la iglesia que vi por fuera y no tuve ocasión de conocerla por dentro.
Un cordial y tranviario saludo.
José Manuel