En muchas fiestas populares de España, vemos como los toros andan sueltos, de manera individual o con varios mas. Por las calles tenemos al Toro de Coria, por el campo al Toro de la Vega, y en manada a los numerosos encierros que son conducidos por los cabestros hasta los corrales de las plazas de toros, con numerosos ejemplos de poblaciones sin tener que salir de la Comunidad de Madrid, ni recurrir a los Sanfermines.
De vez en cuando salta la noticia de que por la precariedad de las instalaciones se han originado a los espectadores sustos y a veces algo mas, al provocar la huida cuando algún animal rompe una empalizada del encierro o se escapa de una plaza de toros portátil. Creemos que esto en Madrid de ver toros sueltos no puede ocurrir, pero la hemeroteca es rica en noticias que indican lo contrario, de las que solo mencionamos una pequeña muestra, ordenadas cronológicamente.
El último suceso de este tipo va a hacer en el primer trimestre de 2013 cuarenta años que ocurrió, y es precisamente el único de los que citamos que no ha sido fortuito, aunque en los demás casos son producto de la imprudencia de los encargados de su cuidado o de la falta de medidas elementales de seguridad. Sucedió el 9 de Marzo de 1973 en la Plaza de España y es el motivo por el que hoy hacemos esta entrada conmemorativa.
El 17 de Mayo de 1885 sobre las once y media de la noche, un buey se escapó del matadero de la Puerta de Toledo, y recorriendo las rondas de Toledo, Valencia y Atocha, llegó hasta la glorieta donde se encaminó por la calle de Atocha, causando la natural algarabía y sorpresa y atacando a las mulas de encuarte del tranvía frente a la Facultad de Medicina. Al llegar a la plaza de Antón Martín, algunos aficionados al arte de Cúchares, muy abundantes por aquella época, se animaron a darle unos capotazos con cualquier cosa aunque alguno terminó revolcado, pero el buey, espoleado, siguió su enloquecido camino hasta llegar a la Plaza de Santa Cruz donde unos guardias le dispararon algunos tiros que le hicieron volver sobre sus pasos y se dirigió hacía la calle de Carretas donde dos tranvías le impidieron continuar. Al verse acorralado acometió a los viandantes, volteando a alguno de ellos, escapándose finalmente por la calle de Atocha hasta el Retiro, donde según las crónicas “se le perdió el rastro”, no sin antes atacar a otro tranvía en el actual Ministerio de Agricultura.
El 31 de Agosto de 1921 un toro desmandado en la carretera del Este hiere gravemente a un obrero del Tejar de Sixto, falleciendo días después a consecuencia de la cogida.
El 23 de Enero de 1928 tiene lugar el suceso de estas características mas famoso, cuando un toro es estoqueado en la Gran Vía por el diestro Diego Mazquiarán Torrentegui “Fortuna”(1).
A primera hora de la mañana salían dos novillos de un establo de Carabanchel Bajo, uno de ellos cebado, acompañados de una vaca que iba atada con una cuerda por el vaquero que conducía a los animales. En un momento dado el toro mas gordo, de amplia cornamenta, empieza a desmandarse y el conductor no consigue controlarlo e incluso es acometido, perdiéndolo finalmente pues empieza una carrera que le lleva al Puente de Toledo y después al Puente de Segovia donde provoca el pánico entre los transeúntes y algunos aprendices de torero intentan controlarlo sin conseguirlo. Sube la calle de Segovia y se desvía por las inmediaciones del Viaducto para llegar a Bailén, pasa por delante de Palacio y se detiene en los jardines del Cuartel de la Montaña, donde es intentado atrapar con ayuda de cuerdas y la compañía del otro toro y la vaca que iba haciendo el seguimiento con el vaquero, pero todo es en vano.
El toro reemprende “el paseo” y, tras una breve detención en los jardines de la Plaza de España, sube por Reyes, cruza la calle Ancha de San Bernardo, sigue por Pez, y al llegar a la Corredera se produce un gran revuelo pues los comerciantes ambulantes, alertados por la noticia de que venía un toro, intentan protegerse escondiéndose en los portales y es aquí donde ataca a un grupo y resulta conmocionada una mujer del golpe que se lleva.
Continúa por la Corredera hasta llegar a la Gran Vía, pasa por la Red de San Luis intentando dirigirse en dirección a Cibeles pero enseguida se encuentra con el matador de toros Fortuna, que acababa de dejar a su esposa en la estación de metro y que observa que viene gente despavorida y la circulación se detiene. En ese momento ve al toro y con gran serenidad se desprende de su abrigo y se hace con el animal dándole capotazos mientras pide que alguien vaya a su casa, sita en Valverde 44, a por un estoque, ofreciéndose varios voluntarios. Rehúsa la espada que se le ofrece desde el Casino Militar por considerarla inadecuada por su endeblez y espera cerca de un cuarto de hora hasta que le traen su estoque, haciendo las delicias de los espectadores que, ahora ya tranquilos y muy cerca de torero y toro, disfrutan de una faena gratis en el centro de Madrid y en primera fila.
Una vez en su poder su espada, se perfila para entrar a matar y demuestra su reconocida habilidad en esta especialidad ejecutando la suerte suprema enterrando el acero con una casi entera. La gente arremolinada a su alrededor le jalea efusivamente y le lleva a hombros a un café de la Gran Vía. La aventura del toro dejó varios heridos y revolcones, lo mas grave la cogida a una mujer en la calle de Leganitos, y en lo anecdótico dos guardias que quisieron hacer de toreros de la cuadrilla resultaron lesionados, uno por una voltereta y otro por cortarse al extraer el estoque.
Por este hecho le fue concedida a Diego Mazquiarán Torrentegui “Fortuna” la Cruz de Beneficencia, pedida inmediatamente de terminada su acción por comerciantes y público en general. Además, por ser el matador con mayor antigüedad de alternativa de los ocho anunciados, le cupo el honor de ser el primero en actuar en la corrida inaugural de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de Madrid, el 17 de Junio de 1931, en la lidia y muerte de un toro de Domecq, antes Veragua.
El 21 de Agosto de 1928, al desembarcar en la estación de Atocha una manada con destino al matadero, un toro se desmandó causando la natural alarma. El animal emprendió una veloz huida hacía el Puente de Vallecas, consiguiendo darle alcance los escopeteros cuando trataba de introducirse en los vagones apartados de la estación del Cerro de la Plata (2).
29 de Septiembre de 1928. Uno de los bueyes de una manada de cuatro resulta muerto al caer a un pozo de diez metros de profundidad existente en la esquina de Bravo Murillo con Teruel para las obras de prolongación del metro a Tetuán.
El 29 de Mayo de 1955, el tercer novillo que se iba a lidiar en la plaza de toros de Vista Alegre saltó la barrera y rompió la contrapuerta, lo que le facilitó la huida y el “paseo” por las calles carabancheleras causando heridas a nueve personas en su alocada huida. En la misma plaza cogió a un empleado del bar y a un espectador que se dirigía a su localidad, ambos con pronostico grave, y después, en los alrededores, cogió a una mujer mayor y volteó a un hombre con lesiones calificadas de grave y leve, respectivamente, siendo atendidos los cuatro en la enfermería de la plaza.
La Guardia Civil, alertada, dispuso un retén de coches en las inmediaciones de los puentes sobre el río Manzanares para evitar que los traspasara, y efectuó en la persecución disparos al aire para alertar a los viandantes. El morlaco se dirigió primero por General Ricardos, y luego tomó la calle Alejandro Sánchez hasta llegar a la de Miguel Mayor donde fue acorralado y apuntillado.
Las correrías por los barrios de Puerta Bonita y Opañel se saldó con mas heridos por asta de toro, algún que otro revolcón, entre ellos al coche de una niña a la que milagrosamente no hizo nada, y una mula corneada que iba tirando de un carro.
Como daños colaterales, un niño resultó arrollado por la muchedumbre que huía despavorida y una mujer que estaba sentada en la puerta de su caso recibió un tiro en un brazo.
El novillo pertenecía a la ganadería de D. Ramón Sorando y correspondía lidiarlo al novillero Pepe Ortiz.
El 9 de Marzo de 1973 a la hora taurina de las cinco de la tarde, tuvo lugar en la Plaza de España, en los jardines que hay frente a Leganitos, la presencia de un novillo que aparentemente se había escapado de un camión. Sin apenas tiempo de reacción, surgió el matador de toros Luis Segura provisto de muleta y estoque y acto seguido le dio muerte. El hecho en un primer momento causó todo tipo de suspicacias por la rapidez con la que apareció el torero, el cual declaró que el camión llevaba un novillo desde Colmenar Viejo a la plaza de toros de Vista Alegre, donde pensaba torearlo a puerta cerrada para servirle de entrenamiento.
La investigación policial descubrió que la casualidad no fue tal, sino que fue un acto provocado con la colaboración de su hermano a fin de recuperar el sitio perdido en el escalafón de matadores que había venido a menos últimamente tras unos brillantes inicios. El medio publicitario ideado, poco lícito por el riesgo potencial a viandantes y especialmente a los niños que estuvieran jugando, fue descubierto inmediatamente y terminó en la cárcel de Carabanchel en la que estuvo poco tiempo.
Luis Segura, torero madrileño nacido en el barrio de Usera, falleció de infarto dos años después de este suceso en la plaza de toros de Valdemorillo, mientras toreaba de capa en un festival el 16 de Febrero de 1975.
Epílogo
El mundo de los toros ha tenido en el pasado numerosos aspirantes, que veían en esta actividad la ocasión de hacer dinero y salir de la pobreza en que vivían la mayoría de ellos, pero el toro pone a cada uno en su sitio y llegar arriba es cosa de pocos costando a veces la vida.
Tener la ocasión de encontrar un toro escapado era una oportunidad única para muchos aficionados, dando lugar a que se cometieran imprudencias por la falta de conocimientos prácticos. Cuando las numerosas noticias de hemeroteca indican que “un toro suelto ha cogido a alguien” no sabemos si es debido a la fatalidad de hallarse en el sitio equivocado a la hora equivocada o es que ha pretendido hacer de torero.
Autor José Manuel Seseña
En el blog Historias Matritenses participa Ricardo Márquez.
Bibliografía
BNE
Notas:
(1) Se dice que “las prisas no son buenas consejeras” y en este caso lo demuestran, pues la premura de tiempo en sacar las ediciones a la calle dieron lugar a informaciones diferentes y algo contradictorias en cuanto a origen y recorrido del toro según los periódicos que se consulten.
Nosotros hemos elegido la reseña periodística que nos ha parecido la mas detallada y coherente.
(2) Escaparse toros de la estación de Atocha ha ocurrido antaño en varias ocasiones.
Increíbles las fotos! Madrid es una ciudad que realmente ha evolucionado mucho en los últimos casi 100 anios. Enhorabuena por la entrada!
ResponderEliminarMuchas gracias Willy por tu felicitación.
ResponderEliminarMadrid tiene muchas historias que contar y recordar, y entre todos tratamos de que no se queden en el olvido.
Un cordial saludo.
José Manuel
Hola José Manuel que tal.
ResponderEliminarChico despues de leer algunos de los relatos se queda uno sorprendido, referente al del año 1928, te imaginas ahora, tu crees que daría lugar a que un toro escapado hiciera tal recorrido, pero Madrid entonces era otro Madrid.
José Manuel, que enhorabuena, siempre me gusta leer tus artículos, unas veces aprendo, y otras veces siento nostalgia de lo vivido.
Un abrazo.
Pedro.
Hola Pedro, muchas gracias de nuevo.
ResponderEliminarLa verdad es que muchas cosas creemos que no pueden ocurrir en Madrid pero como vemos también sucede.
En el caso de los toros hoy quizá sea bastante mas dificil, al menos en Madrid y en ciudades con solera taurina, pues se les embarca en la propia finca en camiones específicos y son desencajonados directamente en los corrales de la plaza.
En cualquier caso, hay un incremento notable de medidas de seguridad con respecto a la época comentada, pero ya ves ¡quien iba a decir que pasaría lo de la plaza de Vista Alegre!.
Un cordial y afectuoso saludo.
José Manuel