GLORIETA DE QUEVEDO-GLORIETA DE IGLESIA
El itinerario que yo, un tranvía General Electric, voy hoy a comentar me va ir permitiendo observar como se ha iniciado el inexorable declive de la red tranviaria por el centro de Madrid, y para corroborarlo ahí va la primera supresión que veo, la calle de Fuencarral, que se halla en el mismo punto de partida de esta etapa que comienza en la Glorieta de Quevedo.
Arranco mi viaje nostálgico iniciando una tercera etapa que me adentra en el castizo barrio de Chamberí a través de la calle de Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro. Desde Moncloa me ha venido acompañando, y así lo hará hasta llegar a Goya, la línea 61, renumerada como 71 en el ocaso tranviario, que va a ser la última absolutamente clásica que circulará por calles céntricas de Madrid compartiendo totalmente la calzada con los coches y los semáforos durante todo su recorrido, porque otras que la sobrevivirán lo harán por tramos de plataforma reservada e itinerarios por extrarradio donde hay menos intensidad circulatoria de vehículos.
Llego a la intersección con las calles de General Álvarez de Castro a mi izquierda y Trafalgar a mi derecha. Miro por esta última y encuentro que está todo muy cambiado, pues ya no está el mercado de Olavide, menos mal que su espacio lo han aprovechado para hacer una plaza ajardinada con un aparcamiento subterráneo de dos plantas suprimiendo el tráfico en tránsito que ahora pasa por debajo. La plaza me trae a la memoria noticias de que en los primeros tiempos de la línea de la 15, cuando aún yo no había nacido porque todavía no me habían construído, era el final de Chamberí de las dos ramas, la de Fuencarral y la de Hortaleza.
GLORIETA DE IGLESIA-GLORIETA DE EMILIO CASTELAR
Inicio una suave bajada que me llevará al Paseo de la Castellana por el Paseo del General Martínez Campos, que a pesar del tiempo transcurrido desde que fue cambiado a este nombre, hay quien todavía en mi época lo llamaba del Obelisco.
Al llegar al cruce con Zurbano tengo a mi izquierda la Casa-Museo del pintor D. Joaquín Sorolla, creado al donar su viuda al Estado las obras expuestas.
Poco después alcanzo la intersección de Miguel Ángel, la segunda visión de vías abandonadas que permitían acceder a la Plaza de Alonso Martínez.
Entro a continuación en la Glorieta de Emilio Castelar atravesando el Paseo de la Castellana. Un monumento en honor de este insigne orador y último Presidente de la Primera República preside la Glorieta, valga la redundancia, realizado por el escultor Mariano Benlliure, en el que hay diversas alegorías cuyo detalle no es para ser comentado aquí.
Salgo de la Glorieta de Emilio Castelar, llamada antiguamente del Obelisco a principios del siglo XX, y me toca afrontar la parte mas difícil del recorrido en las calles de General Oraa y Hermanos Bécquer donde está la rampa mas fuerte con el agravante de que en la unión de ambas tengo una curva muy cerrada que la he de tomar con precaución. Igual me pasa cuando hago el recorrido inverso pues tengo que circular por ella con moderación porque cualquier velocidad inadecuada en la pendiente o un problema de frenada me haría descarrilar. Recuerdo que poco después de empezar yo a circular por aquí ocurrió un desgraciado choque al final de la bajada con otro tranvía que circulaba por el Paseo de la Castellana ocasionando algún muerto y herido grave. Pero dejemos atrás los recuerdos tristes y sigamos adelante.
A punto de terminar la subida por Hermanos Bécquer me sorprendo al ver las tanquetas que protegen la embajada americana ¡Qué tiempos tan diferentes a los míos cuando las representaciones diplomáticas se consideran territorio inviolable sin necesidad de tener que tomar estas medidas precautorias!
Corono, al fin, esta difícil rampa y llego a la antigua denominación tranviaria de Salamanca, confluencia de las calles de Serrano y Diego de León, punto donde mis antiguos predecesores tranvías de sangre iniciaron su andadura hasta la Puerta del Sol el 31 de Mayo de 1.871 y que en honor a ellos he querido denominar así al final de esta sección. Es la tercera visión de vías sin servicio y el comienzo de mi recorrido por el Barrio de Salamanca, nombre que viene de su creador, el financiero y promotor de ferrocarriles José de Salamanca.
En el cruce de Serrano las vías de esta calle habían dejado paso tiempo después a un nuevo sistema de transporte llamado trolebús del que decían que era el futuro por su mayor movilidad y del que proyectaban crear una gran red sustituyendo algunas líneas de tranvías. De momento y excluyendo la de Vallecas que era punto y aparte, solo funcionaba ésta, la número 1, que iba desde la Puerta del Sol a El Viso, pero que por falta de lugar adecuado los vehículos pasaban la noche a la intemperie en el final de la Plaza de la República de El Salvador. A pesar de todos los vaticinios favorables, ninguna línea de trolebús nos sustituyó, en ningún momento su red fue mas grande que la nuestra, y además les sobrevivimos en algo mas de seis años.
Por cierto, que por recordar lo de los trolebuses, me había olvidado de comentar que ahora Serrano solo es de dirección única hacia la Puerta de Alcalá y la mención de la iglesia de San Francisco de Borja, sede de los jesuitas, construida en el lugar donde estuvieron las primeras cocheras de tranvías de Madrid que permanecieron en funcionamiento hasta que se abrieron las de Magallanes, citadas en la segunda jornada.
Tras pasar Serrano, tomo la calle de Diego de León, un joven general que en el siglo XIX “se la jugó” y le salió mal por lo que terminó sus días en el paredón; su ¿valor? ¿osadía? ¿arrogancia? ... en fin llamémoslo como queramos, le hizo solicitar una última gracia que le fue concedida cual era la de mandar su propio pelotón de fusilamiento.
Desde el punto tranviario de Salamanca, todavía me queda una pequeña rampa en el inicio de la calle de Diego de León, no tan fuerte como las anteriores, hasta llegar a la calle de Claudio Coello donde ya encuentro un tramo horizontal. Al llegar aquí vuelvo la vista a la derecha pues años después de desaparecer yo, sucedió un hecho histórico al morir en atentado el Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco cuyo coche saltó por los aires yendo a caer al patio trasero de la iglesia de San Francisco de Borja. Era el quinto presidente del Gobierno que en poco mas de cien años moría asesinado en España.
Desde Claudio Coello, ya es coser y cantar. Cruzo la calle de Velázquez con los enlaces tranviarios en obras a fin de proceder a suprimir el paso por la Guindalera de los tranvías de la Prosperidad y Ciudad Jardín desviándolos por esta calle hasta unirse en López de Hoyos con el antiguo trazado por Cartagena. Noto también muy cambiada la calle de Velázquez para adaptarse a los nuevos tiempos que todo lo pueden pues ahora es de dirección única en sentido desde Puerta de Alcalá para ser inversa a la de Serrano, no tiene bulevar y al fondo a la izquierda está el comienzo de un largo túnel que conecta con la autopista de Barcelona para “llegar antes al aeropuerto”.
La siguiente confluencia importante de Diego de León es la de Príncipe de Vergara, nombre que en mis tiempos fue sustituido por el de General Mola. También veo que ha desaparecido el bulevar aunque ha conservado la doble dirección. Recuerdo que el mismo día que empecé yo a hacer el recorrido C, también nació la línea 2 de trolebuses realizando a través de esta calle el itinerario Puerta del Sol-Ruiz de Alda, nombre que tenía la Glorieta de López de Hoyos en el periodo que estoy recordando.
Un nuevo cambio de denominación encuentro en mi camino, el actual de General Díaz Porlier, restablecido tras la época en que se llamó Hermanos Miralles.
Prosigo hasta llegar a la confluencia de Diego de León con Conde de Peñalver donde tengo a mi derecha, haciendo esquina, el Hospital de la Princesa, en construcción en mi época, nombre que hace referencia a la Princesa Isabel de Borbón y Borbón, madrileña de pro, conocida popularmente por “La Chata”, mencionada en la segunda jornada al hablar de la calle de la Princesa. Al fondo veo la calle Francisco Silvela, divisoria de los barrios de Salamanca y Guindalera y ¡como no! también sin el bulevar central desaparecido en aras a una mejora del tráfico rodado.
Finaliza aquí el recorrido por hoy, un lugar que verifico que sigue siendo un importante nudo de comunicaciones, ahora de metro y autobuses. Termino la etapa de este viaje virtual muy agobiado por tanto semáforo a los que no estoy acostumbrado, pero en la próxima etapa tendré mas de lo mismo.
Autor: José Manuel Seseña Molina
En este blog también colaboran: Angel y Ricardo.
Fuentes: Google Maps.
Artículo anterior.
Estupendo recorrido nostálgico desde mi actual barrio, Chamberí, hasta el barrio que me vio nacer. Objeto todavía de innumerables paseos y recorridos a trote atlético.
ResponderEliminarEl tranvia relator estaba tan preocupado de tener a mano los útiles de escritura que se le olvidó dar un vistazo a la izquierda nada mas arrancar en su trayecto para contemplar la muy reciente reforma del Hospital Homeopático de San José, gloria de la medicina española y en riesgo de haberse echado a perder de no mediar el presupuesto público.
Tan cansado por la subida desde Castellana a Serrano y Claudio Coello estaba nuestro amigo, el tranvia cuentista, que da por llano el tramo que lleva hasta el cruce de Velazquez. Mis pies cansados por el trote cuesta arriba pueden atestiguar que hasta Velazquez todo es cuesta.
Un saludo a mis amigos tranviarios de un sobrino nieto de cobrador de tranvias...
Angel