
Seguidamente se registran unas de las peores cosechas durante los años 1802 al 1804, y si unimos el estallido de la guerra contra los franceses de 1808 tendremos una primera década de hambruna y enfermedades.
Tanto Canillas como Hortaleza se vieron amenazadas por la instalación del mismísimo Napoleón en el palacio de los duques del Infantado en Chamartín de la Rosa, pueblo colindante a Canillas y Hortaleza. La contienda (1808 a 1813) costó la vida de muchos vecinos, hambrunas por estar obligados a avituallar a las tropas, así como el aumento del pillaje y vandalismo por la miseria existente, que se prolongaría hasta 1815, en el que una Real Orden mandaba encarcelar a cualquier persona sospechosa sin previo aviso. Para rematar la mala racha, es en estos años cuando se derrumbó la iglesia de San Matías de Hortaleza (desconocemos la fecha exacta).

Los grandes latifundistas eran los duques de Frías e Hijar y los marqueses de Santa Cruz, que arrendaban las tierras a las familias más pudientes que poseían los aperos y animales de labranza necesarios para su explotación, lo que permitió que estos últimos fueran adquiriendo terrenos con los beneficios obtenidos.
Es en 1820 cuando empieza a producirse un cambio en los títulos de las propiedades. Los burgueses (nueva clase social en España hasta entonces desconocida y fundamentalmente compuesto por comerciantes y banqueros), comienzan a adquirir bienes bajo el Trienio Liberal (1820-1823). Así encontramos en los legajos notariales nombres como: Sebastián Nikel, Juan Dot y Francisco Fiedrich, todos ellos comerciantes extranjeros. Este amanecer liberal se vio drásticamente cortado por la restauración absolutista de Fernando VII.
En septiembre de 1833 fallece Fernando VII, y toma la regencia Isabel II. Bajo el gobierno de Cea Bermúdez, se inician las reformas administrativas que supusieron la desaparición del antiguo régimen. De ello se encargó el Ministro de Fomento don Javier de Burgos, promulgándose el real decreto de fecha 30 de Noviembre de 1833, según el cual se rediseñó las provincias de España, siendo esta división la más ajustada y lógica que hubo hasta la fecha. Es así como se formó la actual provincia de Madrid, tal y como la conocemos, estando formada en aquel entonces por 13 partidos judiciales, 197 ayuntamientos y 225 poblaciones. Hortaleza dependía judicialmente de Colmenar Viejo, y Canillas de Alcalá de Henares, mientras que ambas pertenecían a la diócesis de Toledo.
El cambio de régimen trajo un nuevo sistema de elección de cargos municipales. Solo podían participar los varones, mayores de edad, residentes en las localidades y debían de tener la categoría de vecinos, es decir ser contribuyentes. Entre las funciones municipales estaban los pagos de consumos y contribución, reemplazos para el ejercito, sanidad, enseñanza, infraestructuras, mataderos,... todas ellas bajo la batuta del Gobierno Civil de la Provincia.
A mediados del siglo XIX se lleva a cabo la desamortización de los bienes eclesiásticos. Como ocurrió en tantos otros lugares de España, los campesinos con mayor poder económico aprovecharon la coyuntura para adquirir las tierras expropiadas, lo que permitiría a estos ir subiendo en el escalafón social, llegando a ser alcalde alguno de ellos en las décadas venideras (como Joaquín Aguado o Valentín Cuadrado).
Como no, la nobleza y burguesía también participaron en la compra de estos bienes. Así entre los burgueses encontramos propiedades a nombre de las familias Cavero, Urzait, de la Quintana, García Sancha,.... además, Natalia Urzait y Tomás Cavero se unieron en matrimonio, lo que consolidó el patrimonio más grande de la zona. Sus descendientes se emparentaron con la nobleza, llegando uno de sus hijos a ser marqués consorte de Portugalete y barón de Condorelet, y su hija condesa consorte Belchite. Este patrimonio se conservó hasta la mitad del siglo XX, siendo sus herederos los mayores promotores de viviendas en la primera mitad del siglo XX.

Con la Restauración de 1876 volvieron muchas ordenes católicas, tanto a Canillas como a Hortaleza. En la primera, ya comenzado el siglo XX la Madre Cabrini puso en marcha su obra, y en Hortaleza los Paules y las Religiosas Ursulinas.
La ocupación de la población hasta estos años era de braceros para la labranza, y como ocurriera en siglo XVIII, alrededor de un veinte por ciento de la población se dedicaba a dar servicios a la capital, como ventas de productos frescos en sus mercados, sirvientas, lavanderas,...... la mayoría desempeñados por mujeres. .
Es en el último cuarto de siglo cuando una creciente inmigración llega sobre todo a Canillas, la mayoría empleados como albañiles en la construcción del ensanche de Madrid y las propias urbanizaciones de la villa, o labores afines, como los tejares, u otro más penoso pero que tenía mucho peso económico: los traperos. También se asienta una clase social media alta: militares, pequeños empresarios, empleados de banca,.... en los nuevos desarrollos urbanos de Canillas de la Concepción y la Ciudad Lineal.



Otra importante fuente de ingresos era el transporte mediante borricos, ya fuera de productos propios (pan, ropa de los lavaderos, vinos,...), o las frutas y hortalizas de la rivera del río Jarama para la capital.


El vino de garnacho, cultivado en ambos pueblos, cogió gran fama. Era un vino dulce y Canillas producía más que Hortaleza, aunque los mesones de Hortaleza eran muy visitados por los vecinos de Madrid, vendiendo la producción vinicola de los dos pueblos, aunque también una pequeña parte del vino de Canillas se vendía en bodegas del centro de la capital.
Nos tomamos un respiro después de este vistazo general al siglo XIX. En un próximo capítulo analizaremos más a fondo los cascos urbanos de Hortaleza y Canillas.
Capítulo anterior - Siglo XVIII
Autor: Ricardo Márquez.
En este blog también colaboran: Angel Caldito y José Manuel Seseña.
Fuentes:
Hortaleza, pasado y presente de un Distrito. Ayuntamiento de Madrid.
Biblioteca Nacional de España.
Biblioteca Comunidad de Madrid.
Instituto Geográfico Nacional.
Enciclopedia de Madrid Espasa Calpe. Año 1979.