de los carteros. La vida pasa a nuestro alrededor, y cosas tan habituales como los buzones que todos tenemos en nuestra casa fueron todo un invento, cosas tan sencillas que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida.
Los buzones que tenemos en nuestras casas fueron un invento del correo suizo, como tantas otras relacionados con el correo.
Desde que el correo se inventó, el cartero utilizaba una corneta o cornamusa, en términos más exactos, para anunciar su entrada en las poblaciones, ser reconocido, protegido y obtener la inmunidad. De ahí la utilización de la corneta en muchos países europeos como distintivo de correos.
Los carteros hacían el reparto del correo en Madrid y otras ciudades de España tocando un silbato. Seguidamente el cartero, cuando se trataba de edificios de varias plantas, gritaba los pisos para los que tenia correspondencia, ocasionando muchas veces la duda entre los vecinos, sus preguntas y la respuesta del cartero.
Era todo un acontecimiento la llegada de cartas: el vecino sabía si fulanito había recibido carta, o si la carta era dejada en el portal cualquiera podía ver los remitentes, y siempre la bajada para recoger las cartas era una buena ocasión para comentar las noticias diarias.
Había otras casas en las que el portero se encargaba de recoger la correspondencia y en otros casos el cartero subía las escaleras para entregar la correspondencia en la puerta de la vivienda. Se destacaba con un logro muy positivo por parte de la Administración de Correos que en algunos edificios les permitían utilizar el ascensor.
El cuerpo de carteros es calificado en este artículo como el escalón más bajo de los funcionarios de la administración, debido a que su trabajo es muy duro y su salario bajo. Para aliviar su trabajo se propuso la utilización de los buzones, o cajetines, para depositar allí las cartas de los vecinos .
Consiste en un casillero con un número de casillas igual al de viviendas que haya en cada casa en que se instala: cada casilla tiene una portezuela con buzón e indicación del piso a que corresponde, que sólo puede abrir el vecino a quien se la haya asignado. Las cerraduras de estas portezuelas son sistema “Yale”, combinadas con llave maestra; es decir, que el cartero poseedor de estas llave podrá abrir cualquier apartado.
Con el fin de que al hacer la distribución de cartas en los diferentes departamentos no se ofrezcan dudas al cartero respecto al destino de las mismas, llevarán las portezuelas en cara interior una tarjeta de celuloide blanco, donde el vecino escribirá los apellidos de las personas que habiten en el piso correspondiente.
La explicación es mucho más amplia, pero es reseñable el detalle con el que describen los buzones. También contemplaban la opción de tener dos tamaños mas grandes por si alguien recibía más correo, y una opción para depositar el correo que quisieran enviar los vecinos y se lo llevará el cartero (véase detalle en la foto anterior).
Como ocurre con muchas otras cosas, hasta los años 60 el cartero siguió llamando con el pito y voceando los nombre de los vecinos.
Continuará las historias de nuestro querido Correos ......
Autor: Ricardo
En este blog colaboran Ángel Caldito y José Manuel Seseña.
Fuentes: www.bne.es
Enhorabuena por el artículo.
ResponderEliminar¿ Sabéis alguien cuántos funcionarios tenía Correos en España a principios del siglo XX?
ResponderEliminarBuenas tardes, me podrían indicar en qué periódico y fecha concreta se publicó el artículo que mencionan.
ResponderEliminarMuchas gracias